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Anasse Kazib en La Sorbona: “una nueva generación se está despertando en Francia”

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Anasse Kazib en La Sorbona: “una nueva generación se está despertando en Francia”

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El pasado 10 de febrero, el simbólico Panteón de la Universidad de La Sorbona en París fue escenario de un importante acto juvenil y antirracista en apoyo a la pre-candidatura presidencial de Anasse Kazib. Allí tomaron la palabra representantes de colectivos antirracistas como Assa Traoré del Comité Justicia y Verdad por Adama Traoré [1], colectivos antifascistas, asociaciones juveniles y estudiantiles. Anasse Kazib es dirigente ferroviario e hijo de inmigrantes marroquíes, y junto con cientos de militantes de Révolution Permanente está en campaña para presentar una candidatura anticapitalista y socialista en las elecciones presidenciales francesas. Las restricciones antidemocráticas de la ley electoral lo hacen muy difícil, ya que exigen que se presenten 500 firmas de alcaldes electos que “apadrinen” la candidatura. Su candidatura le ha valido el rechazo del establishment, que obviamente se opone a que un obrero de origen migrante se presente a las elecciones presidenciales.
Su presencia en La Sorbona había sido blanco del ataque de grupos de la ultraderecha francesa, quienes en los días previos llenaron el predio con carteles con consignas racistas contra Anasse Kazib, acusándolo de ser 100% “wokista” y 0% francés. Wokismo es un término que surge originalmente en los campus universitarios norteamericanos a partir de la consigna de grupos antirracistas “Stay angry, stay awoke” (Mantente enojado, mantente despierto). Pero que ha sido utilizado por la ultraderecha para insultar a los grupos antirracistas, feministas o LGTBI. Por ese motivo, Anasse comienza su discurso con una apelación irónica en ese sentido.
El acto frente a La Sorbona concitó la unidad de diferentes grupos antirracistas de Francia que ven en la candidatura de Anasse algo nuevo en el panorama político de la izquierda gala, adaptada históricamente al racismo institucional del Estado imperialista francés. En estos meses, desde el lanzamiento de la campaña, se han reunido miles de personas en actos en decenas de ciudades francesas. Y aunque los grandes medios de comunicación evitan mencionar su candidatura, Anasse Kazib y Révolution Permanente están sembrando con esta campaña bases más extensas para el surgimiento de una izquierda anticapitalista y revolucionaria en Francia.
Reproducimos a continuación fragmentos del discurso de Anasse Kazib frente a La Sorbona.

¡Hola wokistas! Más allá de mi candidatura, toda una nueva generación se está despertando hoy, toda una nueva generación que se está levantando desde hace 5 años. En esta asamblea, creo que hay algunos que, como yo, empezaron a interesarse por la política en la época de la Ley El Khomry [ley de reforma laboral]. Pensé que, en 2012, lo mejor era parar a Nicolas Sarkozy votando a François Hollande en la segunda vuelta. [...] ¡El voto útil, amigos! Nos dicen que hay que votar a la izquierda institucional, que hay que unirse con ella para bloquearle el camino a la derecha... pero nunca estuve en huelga tanto tiempo en mi vida como contra el Partido Socialista. Esta izquierda institucional no se cansa de traicionar las expectativas de la clase trabajadora, tanto que, al final, la clase trabajadora, los jóvenes, que muchas veces llevaron al poder a estas alianzas “de izquierda”, acabaron diciéndose: “La política no es para nosotros, no nos interesa, no vamos a votar, etc.”. Se habla de despolitización, pero la realidad es que nuestra generación siempre ha sido ultrapolitizada.

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La primera vez que acudí a una universidad fue por Assa Traoré para un encuentro llamado “Hagamos frente” en 2016, Adama Traoré acababa de morir 3 meses antes. Fue la primera vez que Assa habló en público, recuerdo lo diferente que ella hablaba en ese momento. Todos ganamos confianza, nos hicimos valer, empezamos a entender que, como dice Assa, nos habíamos convertido en “soldados a pesar de nosotros mismos”. Empezamos a ver que la gente se veía reflejada en nuestros discursos, que había gente que quería interesarse por la política. Es un orgullo ver todo el camino que hemos recorrido juntos. Estos jóvenes se convirtieron en políticos en 2016. Yo también estuve al lado de estos jóvenes y estos jóvenes estuvieron a nuestro lado, como trabajadores, en 2018 durante las movilizaciones estudiantiles contra el ingreso restrictivo a las universidades. Fue un orgullo ver esas manifestaciones de jóvenes y trabajadores y esto es lo que temen hoy. Tienen miedo de esta alianza. Porque si hay un cóctel explosivo para la lucha de clases, es cuando los trabajadores se ponen al lado de los jóvenes. Ese es el cóctel que no soportan. Pero desde hace 5 años hemos decidido hacer este cóctel aún más fuerte, para no limitarlo solo a la juventud y a la clase trabajadora. Decidimos incluir en esa mezcla a los barrios obreros, al Comité Adama, a los colectivos de familias de víctimas de la violencia policial, a todos los que luchan por el clima, a todos los que luchan contra la violencia sexista y sexual contra las mujeres, a los que luchan por la autodeterminación de las personas LGBT, a los que luchan por los indocumentados, por los migrantes, y ese es el peor cóctel para ellos.

Y este cóctel explosivo, a través de mi candidatura, queremos modestamente echárselos en cara en estas elecciones presidenciales. Queremos hacer un gran lío porque nos tiene miedo, mis amigos. No se trata solo de la candidatura de Anasse Kazib, sino que, como dijo Taha Bouhafs [2], la pregunta es: “¿Tiene un árabe hoy en día derecho a estar en política?” Porque esa es la cuestión central: “Cuando eres un joven de un barrio obrero, ¿tienes derecho a ser político?”

Como dijo Sasha [3] antes, todo lo que está sucediendo no es puro azar. La extrema derecha tiene casi un 35% de intención de voto tomada de conjunto… en realidad, francamente, los que hacen la “ley de separatismo” [ley islamófoba que restringe los derechos democráticos], la “ley de seguridad global” [ley que otorga mayores atribuciones represivas y amplía su impunidad policial], los que les han sacado los ojos a los chalecos amarillos, que han golpeado a los jóvenes en los barrios populares, los que nos hablan de poner cuotas para los migrantes... en realidad, todos llevan la misma ideología dominante, que consiste en oprimir y explotar aún más a las grandes mayorías. Y si el tono de estos sectores hoy se endurece, si hoy están tan enfadados, es porque es una respuesta reaccionaria a estos cinco años de lucha.

Empecé hablando de la lucha contra la Ley El Khomry porque para nosotros fue, digamos, el año cero de esta nueva ola de movilización. Pero amigos, todos pudieron ver la lucha contra la reforma de los ferrocarriles, poniendo en pie esas asambleas generales masivas en Rennes, en Mirail, en París, sí, en Tolbiac, etcétera. Todo el mundo lo pudo ver, no soy yo el que lo dice, sino un editor burgués que se llama Yves Thréard, jefe de redacción del diario Le Figaro. Dijo que los Chalecos Amarillos fue el movimiento más subversivo de la Quinta República. Si los editorialistas burgueses se ven obligados a reconocer que el movimiento de los Chalecos Amarillos fue el movimiento más subversivo de la Quinta República, esto demuestra que cuando somos capaces de luchar, de organizarnos, hacemos que la burguesía, en el campo de enfrente, tenga miedo.

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Es claro que necesitamos que todos estos frentes que están luchando de manera dispersa empiecen a luchar juntos, este es el mensaje que queremos enviar. Que hemos despertado durante estos cinco años y debemos estar orgullosos de esta juventud, de todas estas mujeres y hombres que lucharon contra la violencia sexista y sexual denunciando no solo el patriarcado sino también el sistema capitalista. De todas estas personas que salieron, más de 80 mil, contra la islamofobia, después de los atentados en la mezquita de Bayona, en esta famosa marcha contra la islamofobia; todas estas personas que salieron a marchar contra la “ley de seguridad global” en un momento dado.

No deja de ser curioso que en 5 años haya habido tantas movilizaciones, tantas huelgas, tantas luchas, pero cuando encendemos la televisión solo haya racistas que nos muestran el clima del racismo a diario, que nos hablan de civilización, de esto, de lo otro y de lo de más allá, y que al final, la izquierda que no avanza, es esa izquierda institucional que todos han entendido que, en realidad, no sirve para nada. Con mi candidatura, somos los únicos que llevamos con orgullo este mensaje. No solo con un programa radical, porque hay otros que lo tienen. Llevamos la idea de que hay toda una nueva generación que también está aquí esta noche y que está decidida a luchar por su futuro, que quiere un cambio real. El periódico La Croix publicó una encuesta entre 8.000 estudiantes: el 22% de los encuestados pensaba que era necesaria una revolución para cambiar las cosas. No hay ni siquiera necesidad de ser revolucionario o ser marxista hoy en día para verlo, solo hay que abrir internet Twitter, Facebook, Instagram, etc. Hay informes todos los días en los periódicos que nos explican que las 500 familias más ricas de Francia han aumentado su riqueza más del 30 %, que hay cinco multimillonarios que poseen tanto como el 40 % más pobre.

Tenemos que enviarles un mensaje en esta elección presidencial, pero no solo en esta elección presidencial, de que es gracias a nosotros que tienen su riqueza. No puede ser que uno de cada dos franceses dice que este invierno no se puede calefaccionar correctamente. Escuché a un hombre que decía que en su casa había 5 grados y que calentaba una única habitación porque cuesta más de 800 euros mantener la casa calefaccionada. ¡Qué clase de mundo es este que hemos decidido aceptar! Que la gente que trabaja no tiene ni para calentar sus chozas donde viven con sus hijos y que se ha convertido en algo normal vivir en una casa donde hace 5 grados y que la gente viva con la salud rota.

Tenemos a todo el sistema en contra y lo vemos porque los alcaldes reciben presiones para que no darnos las firmas que necesitamos para poder presentar nuestra candidatura. Un alcalde que fue ultra-amable luego dejó un mensaje diciendo “Lo siento, señor, voy a tener que retirar mi promesa de patrocinio porque he recibido presiones y tengo miedo de perder las subvenciones”. La última vez, en Normandía, un alcalde nos dijo que el pueblo vota a Le Pen porque ha sido traicionado y las fábricas han cerrado y la gente se está radicalizando cada vez más hacia la extrema derecha. Te hacen entender con estas palabras que no tienen ningún desacuerdo en apadrinarte, pero que la presión del sistema, que hace que su nombre no sea anónimo, hace que no puedan apadrinarte, y eso es solo una parte de lo que podría contarles de todos estos seis meses de búsqueda de firmas. Hasta el Banco de Francia se niega a abrirnos la cuenta para la campaña electoral, a pesar de estar legalmente obligado a hacerlo.

En seis meses no he tenido una sola entrevista de televisión, ni una sola entrevista de radio, ni siquiera 30 segundos. La única vez que me invitaron fue a finales de septiembre cuando había recibido amenazas de muerte y hablaron dos minutos de las amenazas de la extrema derecha, y un cuarto de hora sobre la bandera francesa. La bandera de los militantes revolucionarios es la bandera roja. Arlette Laguiller siempre hizo actos con la bandera roja, Nathalie Artaud, que se presenta por tercera vez como candidata presidencial siempre usó la bandera roja, también Poutou o Besancenot. Pero cuando uno se llama Anasse Kazib, no está permitido ser árabe y comunista revolucionario, y los medios de comunicación han decidido hacernos invisibles.

Fotos de algunos de los actos por la candidatura de Anasse, que incluyeron ciudades como París, Toulouse, Burdeos, Marsella, Montpellier, St Denis y Mulhouse, entre otras.

¿Se imaginan poder hablar de las desigualdades sociales y raciales, de la violencia policial, del racismo, de los sin papeles, que acaban en campamentos de los centros de retención, etc.? Si pudiéramos empezar a dirigirnos a estos jóvenes y decirles que, por ejemplo, estamos a favor de una renta para todos los estudiantes de 1800 euros para que no tengan que trabajar mucho para poder vivir, y tener alojamiento. Nos van a decir: ¿cómo se puede pagar? Pero, claro, los capitalistas dicen que no se puede financiar, porque no quieren ni aumentar un euro los sueldos. Les molesta de hecho todo lo que se puede plantear contra lo que ellos hacen a diario, hablar del transporte gratuito para todos y todas, denunciar que hablan de transición ecológica mientras están contaminando y masacrando pueblos enteros en Uganda, en África, y en otros lugares. No hay transición ecológica sin lucha de clases, pero tampoco hay transición ecológica sin internacionalismo. Les invito a que miren la situación de Mali. No voy a desarrollar lo que está pasando allí, pero dicen que es absolutamente necesario que se arregle la situación, porque hay minas en Níger que pertenecen a Francia. Consideran que África es un subsuelo donde hay recursos que les pertenecen, y vienen y se llevan lo que quieren, y luego cuando hay negros y árabes que mueren en el Mediterráneo, que mueren en el Canal de la Mancha porque llevan años y años pidiendo una visa, dicen “ustedes son demasiados, son el enemigo interior, váyanse de acá con sus hijos, no los queremos, pero sí queremos seguir explotándolos y saqueando las riquezas de sus países”.

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Estoy orgulloso, como digo a menudo, de ser nieto de fusileros marroquíes. Mi abuelo tenía una descarga de obús incrustada en la cadera y tenía dolores inmensos en la espalda. Mi padre siempre decía que mi abuelo y sus compañeros lucharon no por la patria, no por la bandera azul, blanca y roja, lucharon porque querían salvar a los seres humanos de la barbarie y del nazismo. Vinieron para eso y se fueron con heridas de guerra y sin nada en los bolsillos. Y mi padre, que vino en los años setenta a trabajar en las minas, en la metalurgia, me contaba que los trataban como en los tiempos de la esclavitud. Los hijos de esa generación hoy somos conductores de autobús, trabajamos en el subterráneo, en las refinerías y fábricas, en el ferrocarril, en la industria alimentaria y somos parte de esta clase obrera que hoy junto a los oprimidos, con las personas que viven la violencia sexista y sexual, con todos los que han decidido levantarse en toda Europa, estamos del lado de los que se sacrifican por un mundo mejor, y eso les molesta profundamente y por eso estamos acá.

Es esperable, amigos, es por todas estas razones que somos invisibles, no yo, nuestra palabra, esta palabra de lucha de clases, esta palabra combativa. Quiero discutir también con el que está luchando y piensa: “voy a votar por Le Pen o Zemmour porque estoy harto, porque quiero que paguen, porque estoy harto de la izquierda y de la derecha”. A esa persona quiero decirle que el sueldo mensual de Zemmour es 62 mil euros, que tiene 9 millones de euros para empezar su campaña. Aún no han comenzado a recaudar, pero ya tiene 9 millones de euros, y bueno, cuando ese trabajador que pensaba votar a Zemmour entienda que este es un burgués que quiere hacer más ricos a los ricos y que lo quiere explotar aún más, va a decir “Anasse Kazib es mi camarada, está ahí con nosotros, quiere ayudarme así que hubiera preferido poner un papeleta en la urna para Anasse porque él habla con la voz de los de abajo” y es este mensaje el que quieren evitar que se escuche.

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No me importa que mi nombre pase a la historia, quiero que nosotros pasemos a la historia, quiero que digamos que por primera vez en nuestras vidas, hemos permitido una candidatura que se parece a nosotros, que lleva nuestras voces, que lleva nuestras luchas, que defiende y denuncia lo que vivimos cada día. Que esta candidatura pueda estar ahí, sea cual sea el porcentaje que obtengamos.

Y voy a terminar con esta frase “Es solo el comienzo, compañeros” como nuestros mayores solían decir ¡Vamos a continuar la lucha!

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NOTAS AL PIE

[1Adama Traoré fue asesinado por la racista policía francesa el 19 de julio de 2016.

[2Taha Bouhafs es periodista y militante antiracista.

[3Sasha Yaroplskaya, fundadora de YX media y activista transfeminista
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