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Red Internacional
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“La cita”. Antonio Gramsci por Juan Dal Maso

El próximo 27 de abril se cumplen 86 años de la muerte del marxista Antonio Gramsci. Le preguntamos a Juan Dal Maso, especialista y publicista de su obra, qué cita o textos recomendaría a partir de su relación con el intelectual italiano. Y esto nos decía.

Viernes 14 de abril de 2023 00:06

Sobre “El programa de L’Ordine Nuovo

Agradeciendo la invitación de los compañeros y las compañeras que editan este especial de Historia, comparto unas líneas sobre algún texto de Gramsci que recuerde como especialmente influyente en mi formación.

Recuerdo haber leído durante el año 1999 un artículo -muy conocido- titulado “El programa de L’Ordine Nuovo, publicado en dos partes el 14 y el 28 de agosto de 1919. Este artículo se propone clarificar la novedad que implica el surgimiento de los consejos de fábrica (con cuya lucha el semanario L’Ordine Nuovo estaba ampliamente involucrado), debatiendo con una posición de tipo socialdemócrata tradicional, que contempla únicamente las instituciones del partido y el sindicato. Gramsci establecía una afinidad entre el consejo de fábrica italiano y el soviet ruso.

Veamos algunos fragmentos:

“¿Quiénes éramos? ¿Qué representábamos? ¿De qué nuevo verbo éramos portadores? ¡Ay! El único sentimiento que nos unía en aquellas reuniones era el provocado por una vaga pasión por una vaga cultura proletaria: queríamos hacer algo, algo, algo; nos sentíamos angustiados, sin orientación, sumidos en la ardiente vida de aquellos meses posteriores al armisticio, cuando parecía inminente el cataclismo de la sociedad italiana. ¡Ay! La única palabra nueva que realmente se pronunció en aquellas reuniones quedó sofocada. La dijo uno que era un técnico: «Hay que estudiar la organización de la fábrica como instrumento de producción; debemos dedicar toda la atención a los sistemas capitalistas de producción y de organización y debemos trabajar para que la atención de la clase obrera y la del partido se dirijan a ese objeto». Otro, que se preocupaba por la organización de los hombres, por la historia de los hombres y por la psicología de la clase obrera, dijo también: “Hay que estudiar lo que ocurre en el seno de las masas obreras. ¿Hay en Italia, como institución de la clase obrera, algo que pueda compararse con el sóviet, que tenga algo de su naturaleza? ¿Algo que nos autorice a afirmar: el sóviet es una forma universal, no es una institución rusa, exclusivamente rusa; el sóviet es la forma en la cual, en cualquier lugar en que haya proletarios en lucha por conquistar la autonomía industrial, la clase obrera manifiesta esa voluntad de emanciparse; el sóviet es la forma de autogobierno de las masas obreras; existe un germen, una veleidad, una tímida incoación de gobierno de los sóviets en Italia, en Turín?” Este otro, impresionado por una pregunta que le había dirigido a quemarropa un camarada polaco –“¿Por qué no se ha celebrado nunca en Italia un congreso de las comisiones internas de fábrica?”–, respondía en aquellas reuniones y a sus propias preguntas: “Sí, existe en Italia, en Turín, un germen de gobierno obrero, un germen de sóviet; es la comisión interna; estudiemos esta institución obrera, hagamos una encuesta, estudiemos también la fábrica capitalista, pero no como organización de la producción material, porque para eso necesitaríamos una cultura especializada que no tenemos; estudiemos la fábrica capitalista como forma necesaria de la clase obrera, como organismo político, como «territorio nacional del autogobierno obrero. [1]

De allí que también fuera necesario diferenciar el carácter del consejo respecto de otro tipo de organizaciones como el partido:

“para Tasca el problema de los Consejos de fábrica fue problema solo en su aspecto aritmético: fue el problema de cómo organizar inmediatamente toda la clase de los obreros y los campesinos italianos. En una de sus notas polémicas, Tasca dice que sitúa en un mismo plano el Partido Comunista, el sindicato y el Consejo de fábrica; en otra muestra no haber comprendido el significado del atributo «voluntario») que L’Ordine Nuovo aplica ajas organizaciones de partido y de sindicato, pero no al Consejo de fábrica, entendido como forma de asociación «histórica»), de un tipo que hoy solo puede compararse con el del Estado burgués. Según la concepción desarrollada por L’Ordine Nuovo –la cual, precisamente para ser una concepción, se organizaba en torno a una idea, la idea de libertad (y concretamente, en el plano de la creación histórica actual, en torno a la hipótesis de una acción autónoma revolucionaria de la clase obrera)–, el Consejo de fábrica es una institución de carácter «público»), mientras que el partido y el sindicato son asociaciones de carácter «privado»). En el Consejo de fábrica el obrero interviene como productor, a consecuencia de su carácter universal, a consecuencia de su posición y de su función en la sociedad, del mismo modo que el ciudadano interviene en el Estado democrático parlamentario. En cambio, en el partido y en el sindicato el obrero está «voluntariamente», firmando un compromiso escrito, firmando un «contrato» que puede romper en cualquier momento: por ese carácter de «voluntariedad», por ese carácter «contractual», el partido y el sindicato no pueden confundirse en modo alguno con el Consejo, institución representativa que no se desarrolla aritméticamente, sino morfológicamente, y que en sus formas superiores tiende a dar el perfil proletario del aparato de producción y cambio creado por el capitalismo con fines de beneficio. El desarrollo de las formas superiores de la organización de los Consejos no se formulaba, por eso mismo, en L’Ordine Nuovo con la terminología política propia de las sociedades divididas en clases, sino con alusiones a la organización industrial. [2]

La forma de organización en el consejo de fábrica era la expresión de la elevación de la clase obrera a una consciencia de clase productora y al mismo tiempo una necesidad planteada por la propia dinámica de la producción industrial. De allí que no se pudiera considerar al consejo como parte de una organización tradicional dentro de la sociedad capitalista sino como un principio de superación, desde la misma producción, de esta sociedad. Gramsci profundizaría luego sus ideas sobre la importancia del rol del partido político (devaluada en este período). Sin embargo, su reivindicación de la democracia fabril continuaría a lo largo de toda su trayectoria, más allá de los cambios de énfasis.

Acerca del autor

Juan Dal Maso (Bs. As., 1977) es integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997 y miembro del comité de redacción de Ideas de Izquierda. Autor de diversos libros y artículos sobre problemas de teoría marxista, forma parte también de la Asociación Gramsci Argentina y del consejo consultivo de la Cátedra Mariátegui (Perú).


[1Gramsci, Antonio, Antología (Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán), Madrid, Ed. Akal, 2013, p. 95.

[2Ibídem, p. 98.

Juan Dal Maso

(Bs. As., 1977) Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997. Autor de diversos libros y artículos sobre problemas de teoría marxista.

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