Muchas compañeras y compañeros de las asambleas se preguntan cómo seguirla después del 24E. En esa jornada de lucha mostramos nuestra fuerza en una escala que le dio coraje a muchos que se atrevieron a parar e inundar las calles. Pero como era de esperar y veníamos debatiendo en las asambleas, en la Plaza, la CGT no propuso continuar la lucha, cuando desde el Congreso se preparan para votar la Ley Ómnibus y mantener las Facultades delegadas. Entonces, ¿cómo ganamos?
Desde el PTS, sus colectivos y agrupaciones queremos plantear cuál es nuestro norte, hacia dónde buscamos que conduzcan las medidas de acción y organización que proponemos muchas veces en las asambleas barriales, en Unidxs x la Cultura y en los lugares de trabajo contra el plan de guerra de Milei.
Javier Gabino @JavierGabino
Lunes 29 de enero 11:53
Muchas asambleas se preparan para salir a la calle el día que se vote la ley y exigen a las centrales sindicales un nuevo paro nacional. El antecedente de esta orientación fue la decisión previa, tomada en muchas de las asambleas de Caba, del Gran Buenos Aires y de UxC de marchar el 24 con banderas que decían: plan de lucha hasta que caiga el DNU, la ley ómnibus y el protocolo represivo. Había conciencia de que con un paro no íbamos a derrotar el plan. Hace falta una gran lucha nacional para acabar con el plan motosierra de Milei.
Nuestro objetivo estratégico es el de pelear por la huelga general. Que no se entienda esto como “más paros como los que hace la CGT”. No es porque sí que levantábamos esta consigna el 24E la izquierda y las organizaciones combativas. En muchas asambleas se cantó también: “con este paro no va a alcanzar, necesitamos una huelga general”.
La clase obrera argentina tiene en su historia huelgas políticas de magnitud, que son las que hay que recuperar de la historia: dos de ellas, el Cordobazo y la huelga general de 1975 tuvieron la fuerza para obligar a la dictadura de Onganía a renunciar (la primera) y tirar abajo el plan de shock del gobierno de Isabel Perón contra la clase trabajadora (la segunda).
¿A qué nos referimos en concreto con huelga general? ¿Cómo se puede gestar esta perspectiva en CABA?
Nos referimos a que la clase trabajadora junto a las asambleas barriales, las asambleas de la Cultura, los movimientos sociales, de mujeres, ambientalistas, sean protagonistas de una acción que desborde a los dirigentes sindicales y sociales, a sus cuerpos orgánicos burocráticos y demuestre con esa huelga quién manda y quién no. Solo pensemos en algunos ejemplos de lo que podría paralizarse en la Ciudad de Buenos Aires que es nada menos que el centro político del país: la red de transporte que incluye el aeropuerto, el ferrocarril, subtes, colectivos, donde ingresan millones a trabajar desde el Gran Buenos Aires; toda la red del sistema financiero de bancos privados y públicos donde los ricos fugan sus capitales al exterior; el puerto, donde desde el nuevo Paseo del Bajo en un sistema de logística de camiones, está la entrada y salida de los suministros a las grandes terminales automotrices y de otras industrias. Gremios enormes como el de la salud y docentes, con mayoría de mujeres, que tienen una relación especial con las comunidades de su barrios y con los estudiantes, conscientes de las demandas de nuestro pueblo que pueden gestar la unidad activa en demandas comunes contra los ataques de Milei a la salud y ala educación pública. acción de este tipo se transformaría, en una huelga general metropolitana (CABA y Gran Buenos Aires) capaz de derrotar el plan motosierra de Milei que beneficia a los grandes empresarios haciendo retroceder a los ricos y poderosos para quien gobierna.
La huelga general, sin embargo, no es sólo paralizar la producción, el transporte y los servicios, es también la de poner en movimiento la voluntad y el saber de los trabajadores junto a sus aliados para definir qué funciona y qué no: si por ejemplo, decidimos que es necesario que funcione de tal hora a tal hora el transporte, lo llevamos adelante; si decidimos abrir tal supermercado para abastecer a la población, lo hacemos. Si es necesario abrir las escuelas para hacer funcionar el comedor para les niñes, si los trabajadores de Edesur quieren cortarle la luz a la Casa Rosada, también! Es una huelga por sobre todo activa donde la energía de los que mueven todos los días la Ciudad impone su fuerza en las calles, en los piquetes, en la ocupación de establecimientos de trabajo si los patrones o los funcionarios se animan a despedir. En esta perspectiva necesitamos organizarnos y coordinarnos. Lo que vale es la iniciativa que viene de abajo, la de las organizaciones donde los trabajadores junto a sus aliados de las asambleas, de los movimientos sociales, del movimiento de mujeres, de los estudiantes, sean quienes, autoorganizados, deciden democráticamente y toman en sus manos las tareas para avanzar.
Construir este horizonte no es una tarea fácil. En primer lugar los que van a estar en contra son las burocracias sindicales. Pero también es importante saber que entre las distintas tendencias políticas que nos oponemos a Milei hay orientaciones diferentes y en última instancia enfrentadas, sobre cómo ganar esta pelea. Estamos los que confiamos en el despliegue independiente de la movilización y de la organización desde abajo y los que creen que hay que encauzar todo “bajo el mando” de los “cuerpos orgánicos” de las estructuras tradicionales. Por ejemplo en CABA una parte importante de los sindicatos está dirigido por las CTAs donde confluyen en su dirección decenas de organizaciones afines al kirchnerismo, ¿por qué entonces toda esta fuerza no está puesta al servicio de seguir la lucha? Muchos votantes del kirchnerismo, de la izquierda, trabajadores estatales, docentes, de la Salud que participamos de las asambleas barriales y en las de la cultura ya empezamos a mostrar una agenda de lucha que a la vez que le exige medidas de lucha no espera a los llamados de la CGT y las CTAs. Hay que llevar esta agenda y pelearla también en nuestros trabajos y gremios y estamos dispuestos a dar pasos en común con todas las organizaciones que quieran encarar esta pelea.
Creemos que estamos ante la necesidad de crear algo nuevo, una nueva forma de organización, un nuevo poder que surja desde abajo, que tendrá que enfrentar la resistencia del Estado de los capitalistas para vencer. Pero si la ponemos en pie, abriríamos la posibilidad de dar vuelta el país del 60% de pobreza, de los dos dígitos de inflación, y de poner fin a los gobiernos que nos trajeron hasta acá. Para que sean los grandes empresarios los que paguen por la crisis y abramos el camino para pelear por nuestro propio gobierno, el de las trabajadoras y trabajadores.
¿Qué es lo nuevo que tenemos para aportar desde las asambleas barriales y las asambleas de cultura?
La pelea recién se inicia y ya llevamos en CABA más de 30 asambleas constituidas en apenas 45 días de asumido el gobierno. Muchos de los vecinos son docentes, trabajadores estatales, de la salud, de la cultura, jóvenes trabajadores sin derechos, psicólogos, artistas, estudiantes, jubilados. Muchos hemos participado en movilizaciones, para otros es la primera vez. Algunos vienen de tener militancia territorial, para otros es nuevo organizarse en un barrio. En la Cultura se ha puesto de pie un movimiento también asambleario, Unidxs por la cultura, que pega con fuerza en la Ciudad pero que además se extiende en las principales ciudades del país. ¿Qué es lo nuevo que podemos impulsar desde estas organizaciones junto a los que quieren luchar, a los que comienzan a buscar una salida? Qué camino tenemos que recorrer para ganar esta pelea?
En primer lugar que en las asambleas decidimos nosotros, debatimos, proponemos resoluciones y votamos. Es un ejemplo porque es lo que tenemos que pelear por recuperar en la clase trabajadora para desatar su energía, para unir la fuerza desde los lugares de trabajo de todos, los que están afiliados y los que no, los que son efectivos y los que están contratados, los que están completamente precarizados y son la mayoría de la juventud trabajadora que no tiene derecho a nada. En todas las asambleas barriales y en las de la Cultura sucede, además, algo que hoy en la mayoría de la clase trabajadora parece una novedad: participamos abiertamente diferentes corrientes políticas y compañeros independientes que no tienen militancia partidaria pero que lógicamente votaron a uno u otro partido. La unidad se construye en la pelea común y también se ponen a prueba las diferentes orientaciones. Votamos por mayoría y minoría. Nos reunimos en asamblea con libertad de opinión y de tendencias y resolvemos las acciones en común.
Este proceso de organización asambleario que aún es inicial creemos que hay que extenderlo a todos los barrios de CABA y del Gran Buenos Aires. En 2001-2002, cuando ya había caído De la Rúa, después de la batalla de Plaza de Mayo, llegaron a ser 112 las asambleas en CABA. El 24E las asambleas de CABA y del GBA éramos más de 5000 compañeras y compañeros.
El día que se vote la ley ómnibus volveremos a encontrarnos en las calles. Tenemos que aprovechar la fuerza que nos da pelear juntos para fundar nuevas asambleas en todos los barrios. Llegar a miles de vecinos, a los lugares de trabajo, a todos los movimientos de lucha, al movimiento estudiantil universitario, terciario y secundario, para lograr la unidad en las calles. Las actividades culturales como la del Festival de la Asamblea de Parque Patricios, todas las iniciativas de las comisiones de cultura de cada asamblea o la que van a realizar para el 2 de febrero los compañerxs de UxC, son iniciativas que nos van a permitir echar más raíces en los barrios, llegar a los trabajadores a los estudiantes y a la juventud, para sumar nuevas voluntades y construir juntos una agenda de acciones contundentes que impacten en la política nacional.
Por una coordinadora de todas las asambleas de base
En esta nota proponemos a las asambleas barriales y a las de la Cultura impulsar un Encuentro de todas las asambleas. En nuestra corta experiencia las asambleas hemos avanzado en la coordinación en la acción. El 24 logramos conformar una columna que logró reunir a muchas. Esto fue posible porque desde las asambleas votamos representantes que constituyeron comisiones de enlace que se encargaron de comunicarse entre las asambleas para coordinar esa unidad.
Tenemos que apoyarnos en lo que ya empezamos a conquistar para avanzar y unir fuerzas múltiples y extendidas territorialmente en una nueva forma de organización capaz de golpear sobre los barrios, los lugares de trabajo, las escuelas, las universidades, para estimularlas a que construyan sus propias asambleas; que se articulen, sí, con nuestra coordinadora de asambleas, pero también para pelear al interior de los sindicatos y movimientos sociales burocratizados por la unidad obrera y popular. Desde este Encuentro podríamos también buscar la relación con las organizaciones que están en el espacio de los sindicatos combativos de Ademys, el SUTNA, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, etc. con quienes también coincidimos en la necesidad de un plan de lucha y hemos asistido desde distintas asambleas a sus convocatorias.
Proponemos que ese Encuentro de Asambleas de CABA y de Gran Buenos Aires sea abierto a todos los asambleístas y con delegados mandatados por las asambleas de base. Los mandatos son la decisión soberana de las asambleas de base y los delegados proponemos que sean revocables por quienes los eligieron.
Pensémoslo más en concreto. Si nos proponemos el desafío de construir una acción común que impacte en la política nacional, para lograrlo, la coordinación tiene que ser construida desde las bases, con convencimiento de la mayoría de los que se van sumando a la lucha. Cada asamblea puede discutir propuestas y votar delegados para defenderlas en un Encuentro de delegados de todas las asambleas. ¿Cómo haríamos para decidir ante propuestas distintas? Como en las asambleas de base: se decide por mayoría. ¿Cómo se calcula esa mayoría para que no sea arbitraria? Definiendo una proporción de delegados según participantes de las asambleas, pudiendo incluso expresar posiciones de mayoría y minoría. Desde ya, al inicio, el organismo de coordinación mezclará delegados mandatados con compañeres que todavía no tienen mandatos porque no maduró la dinámica asamblearia de su territorio o lugar de trabajo. Aprenderemos a integrar cada asamblea que se suma respetando la voluntad de las mayorías que ya se organizan democráticamente para la lucha.
Esas son algunas ideas que ponemos a consideración para el debate en las asambleas, con el espíritu de reflexionar sobre qué estrategia nos puede permitir vencer y desde qué perspectiva luchamos.
Javier Gabino
Nació en Santa Rosa, La Pampa, en 1972. Grupo de Cine Contraimagen. Codirector, guionista y montajista de La internacional del fin del mundo (2019), la serie Marx ha vuelto (2014), Memoria para reincidentes (2012) y diversos materiales audiovisuales sobre revoluciones y luchas obreras.