La economía de Bolivia aún muestra crecimiento, aunque no es ajena a la desaceleración que afecta al resto de América Latina. Las economías de la región atraviesan una nueva etapa marcada por una brusca caída del crecimiento y por la baja de las materias primas.
Viernes 27 de noviembre de 2015
Fotografía: wikimedia
En un artículo reciente se analizan el fin del denominado “superciclo” de precios de los commodities y sus efectos sobre las economías de América Latina que atraviesan una fuerte desaceleración o mediocres niveles de crecimiento.
No obstante, entre ellas resalta la economía de Bolivia, que atravesó un ciclo inédito de crecimiento de casi 9 años y con altas tasas que cerraría en un crecimiento del 4,5% este año, muy por encima del promedio de la región que apenas rozaría el 0,3%.
En los movimientos de coyuntura de la economía de Bolivia según datos del informe de la Red Econolatin se indica que “la tasa de crecimiento del PIB para el segundo trimestre de 2015 fue de 5.23%, inferior a la observada en 2014 que fue de 6.08%".
Y agrega: “En todos los sectores económicos, dicha tasa fue inferior (respecto de 2014), siendo el sector con mayor disminución el de petróleo y gas, precisamente el sector afectado por el menor precio internacional del petróleo, que a su vez define el precio del gas natural, que es el principal hidrocarburo producido en Bolivia y a la vez su principal producto de exportación".
Por su parte, CEPAL estima que en 2015 la economía crecerá un 4,5%, gracias sobre todo a la demanda interna, puesto que la demanda externa afronta cada vez más complicaciones.
La caída de las exportaciones del 29% en primer semestre del año muestra un declive considerable, en particular del precio del gas –que representa el 50% del total de las exportaciones-: este rubro cayó un 39% entre enero y septiembre. Pero también de otros productos de exportación como los de la industria manufacturera, que bajaron un 33%; los minerales (Zinc, Plomo, Plata, Estaño) que cayeron un 13,2% y las exportaciones agropecuarias un 28%.
A su vez, el destino de casi la mitad de las exportaciones de Bolivia es a Brasil (29,8%) y a la Argentina (19,7%), ambas economías están con fuertes dificultades de recesión y bajo crecimiento -respectivamente-; lo cual fija los contornos de un panorama poco alentador.
La demanda interna
A diferencia del sector exportador, la actividad ligada a la demanda de consumo interno viene acusando menos la desaceleración económica. Y aquí el rol de la inversión pública es fundamental según señala la CEPAL: “El gobierno ha programado otro aumento sustancial de la inversión pública, lo que amortiguaría en parte la desaceleración económica. Se espera que el consumo privado también contribuya al crecimiento, aunque cabe esperar una cierta ralentización causada por un menor aumento de los salarios y una disminución de las remesas del exterior".
Pero dentro de los sectores que producen para el mercado interno existen desigualdades. El informe de la Red Econolatin señala: “El boom de la construcción parece haber concluido toda vez que este sector disminuyó su tasa de crecimiento desde 7.15% en 2014 a 2.14% en agosto de 2015". Este sector alentado por la obra púbica venía siendo un motor de la demanda interna hasta el año pasado.
Y continúa: "Pese a sufrir una desaceleración, la actividad agropecuaria muestra niveles de alto dinamismo con un crecimiento de 5.49% expresado por el IGAE, que a su vez contribuyó a un mayor crecimiento en las industrias de alimentos y bebidas que crecieron en 4.49%. Los sectores de servicios muestran casi el mismo dinamismo que en 2014, el comercio creció en 4.29%, mientras que el transporte lo hizo en 7.22%, las comunicaciones en 4.37% y los servicios financieros en 8.91%".
El informe también indica que todos los sectores productivos (a diferencia de los servicios) muestran una dinámica declinante este año respecto de 2014.
Medidas ante la desaceleración y a favor del gran capital
Según las estadísticas oficiales (http://www.ine.gob.bo/default.aspx) el PBI de Bolivia viene registrando una desaceleración desde el primer trimestre de 2014.
Frente a esta realidad, el Gobierno de Evo Morales, luego de llamar al pueblo de Bolivia a “ajustarse el cinturón”, ha comenzando a tomar medidas de política económica en las que predominan mayores concesiones al gran capital extranjero que junto a los capitalistas locales aprovecha para no perder pisada de sus ganancias.
Este giro más abiertamente pro mercado y en búsqueda de fondos del exterior es la contracara de las dificultades crecientes que enfrenta el propio Estado de Bolivia. Luego de 8 años de superávit, en 2014 retornó el déficit fiscal que fue del 3,34% y para 2015 se espera se mantenga en niveles similares.
Esto sucede pese a que el Estado con el Gobierno de Evo Morales pasó a controlar cerca del 38% de la economía a través de la participación mayoritaria en empresas por medio de las nacionalizaciones (de hidrocarburos, telecomunicaciones, electricidad, minería, gestión de aeropuertos y producción de cemento, entre otras) que más que nacionalizaciones fueron reformulaciones de los contratos para aumentar impuestos y regalías en el caso hidrocarburífero o mayor compra de acciones en empresas.
Un contrapunto a las cuentas fiscales es la deuda pública que ronda el 26% del PBI. Este es un elemento que le juega a favor al momento de salir a buscar nuevo endeudamiento externo como apunta el Gobierno.
Pero además, la desaceleración cuestiona uno de los pilares del financiamiento del Estado y de su política de sostener la demanda interna a través de la obra pública y de los subsidios al consumo (Renta Dignidad, Juancito Pinto, etc.), limando la capacidad del Estado de actuar como moderador del ciclo económico.
En el fondo, la continuidad del carácter dependiente del gran capital extranjero como la estructura económica atrasada no fue revertida por el gobierno de Evo Morales, las nacionalizaciones, aunque permitieron mejorar su participación en el reparto de las utilidades, no cortaron con la dependencia del capital extranjero. Así lo confirma la búsqueda de nuevos inversores multinacionales o de nuevo endeudamiento del Estado cuando la economía empieza a mostrar sus primeros síntomas de debilidad.