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Bolivia

Historia. Bolivia: la revolución derrotada

Publicado por primera vez en Cochabamba (Bolivia) en 1965, este libro no tardó en convertirse en un clásico de la izquierda en América Latina sobre el tema. En el mismo, el autor argentino vuelca una investigación profunda sobre el hecho más importante del país, y uno de los centrales del continente como es la revolución boliviana de 1952 (hasta la revolución cubana del 59).

Daniel Lencina

Daniel Lencina @dani.lenci

Jueves 9 de abril de 2015

El mérito que tiene este trabajo, es que no solo se remite a los antecedentes más inmediatos de la misma, sino que incluso se remonta a la estructura y formación del capitalismo desde mucho antes, durante y después de la conquista de América por los españoles. Analiza el modo de producción del imperio Inca y polemiza contra quienes veían en él una “sociedad comunista” (de esta crítica no escapa ni siquiera el marxista peruano Mariátegui). A su vez, demuestra que el modo de producción incaico está basado sobre la explotación y opresión e invasión de otros pueblos. En ese sentido con la llegada de los españoles, lo que cambia –sostiene el autor- es el personal que explota, aunque la forma se intensifica. Pues, mantienen la mita (“turnos” de trabajo) para tributar en especies, pero mas tarde con las reformas toledanas se dará una lenta transición hacia las formaciones de burguesías autóctonas. La explotación de la minería puede resumirse en una sola palabra: brutal. Liborio Justo no es el primero que sostiene que con toda la plata extraída del cerro Rico de Potosí se podría hacer un puente que una al viejo y nuevo continente, construido de ese metal precioso (y también de huesos indígenas que han muerto en el trabajo). En tal sentido, ilustra la vida, los sufrimientos atroces del indio que, sometido a constantes humillaciones, no tardara en rebelarse, acaudillados por los caciques Tupac Amaru y Tupac Katari.

Luego, hace un recorrido sobre el ciclo de revoluciones que se da en el continente a partir de la Revolución de mayo de 1810, donde destaca en particular a Castelli que en Tiahuanacu proclama la abolición de la esclavitud indígena, devuelve sus territorios y manifiesta la igualdad entre los hombres, en el momento mas “jacobino” del período.

Hace una afirmación, luego de exponer la transición hacia el capitalismo, y dice que en Bolivia el capitalismo surge con el imperialismo, ni bien entrado el siglo XX. Allí expone los mecanismos de sumisión al imperialismo y la influencia del mismo en la región. Así, relata una de las guerras mas fratricidas de la historia de nuestra era, la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35). Si ambos países ya eran pobres antes de la contienda, luego de ésta quedan en la ruina. Esto va a incrementar las contradicciones sociales y económicas en el altiplano. Ya para esa época, tienen el monopolio de la explotación minera los magnates Patiño, Aramayo y Hoschild, más conocidos como los “barones del estaño”. Así, se consolida y da sus primeros pasos un nuevo proletariado, concentrado tanto en los campamentos mineros como en los centros fabriles en la ciudad de La Paz.

En julio de 1946, una insurrección popular (ciega, sorda y muda) termina con el gobierno de Villarroel; literalmente colgado de un farol en la plaza Murillo. Poco antes del desenlace, el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) abandona el poder.

Esta acción será expropiada por el estalinista PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria), que asume el poder para entregárselo a la “rosca”, el régimen de dominio que gobierna al servicio de los barones del estaño y el imperialismo “democrático” como el yanqui. Pero en el mismo año se da otro suceso clave. Los mineros reunidos en congreso, aprueban por unanimidad las famosas Tesis de Pulacayo que presenta el POR (Partido Obrero Revolucionario) de orientación trotskista. Toda la actividad que desplegará la vanguardia obrera en este periodo, conocido como el “sexenio rosquero”, se dará bajo la influencia de ese documento.

En todo momento el autor, deja al descubierto el papel que juega el nacionalismo burgués, y su temor a la acción independiente de las masas, más que al imperialismo. Siguiendo con esa práctica, el MNR, prepara un golpe de estado que debía desarrollarse con un sector de las FFAA y la policía para el 9 de abril.

Pero lo que empezó como un golpe, fue tomado por los trabajadores como una tarea propia: terminar con el régimen de la rosca e ir por todo. A partir de ese momento, lo que suceden son cruentos combates, donde los trabajadores fabriles de La Paz, en unión con los mineros de Milluni, asaltan la base del Ejército en El Alto. Lo mismo sucede en Oruro, donde los mineros asaltan un tren que se trasladaba a reprimir la revolución, y saquean las armas para sumarse al torrente revolucionario. De esta manera, en lucha incesante, sangrienta a todo o nada, los trabajadores logran vencer a siete regimientos de las FFAA.

Por su parte Paz Estensoro llega a Bolivia el 15 de abril, de su exilio en Buenos Aires, para asumir la presidencia en nombre del MNR. El 17 de abril se fundará al calor de la revolución la COB (Central Obrera Boliviana) y se establece un “doble poder”, los mineros armados controlan los principales nervios neurálgicos de la economía, estableciendo el control obrero en las minas y reclaman su nacionalización inmediata. Mas tarde, los campesinos e indígenas hacen lo propio en el campo, asaltando los grandes latifundios iniciando una reforma agraria, a la que pronto el MNR se encargaría de limitar y poner fin.

Liborio Justo ofrece una explicación de la derrota de semejante revolución y del titulo de la obra; “el proletariado boliviano no conservó ese poder para si, para llevar a cabo la Revolución Proletaria, según lo había establecido la Tesis de Pulacayo, y lo entregó a los jefes del partido pequeño-burgués, que había iniciado el levantamiento, quienes aspiraban simplemente a llegar al gobierno por un nuevo golpe palaciego, en busca de sus limitadas aspiraciones, golpe que se ensanchó, luego, inesperadamente para ellos y contra sus deseos”.

También se encarga de criticar, el centrismo del POR. Este se limita a ser el consejero por izquierda del MNR y del burócrata sindical Juan Lechín, perdiendo de esa manera la oportunidad histórica de ser una alternativa de dirección.

En los capítulos finales, se encarga de polemizar contra cada una de las corrientes que actúan en la revolución, a la vez que narra el “desarme” de la misma desde adentro, tarea llevada a cabo por el MNR, así como la restauración del orden burgués, que implica entre otras cuestiones la reconstrucción del Ejército. Esa misma fuerza represiva, terminará por derrotar la revolución con el golpe militar de Barrientos en 1964.

Sobre el autor: Liborio Justo (1902-2003), conocido como “Quebracho”, nació en una familia oligárquica, participo de la Reforma Universitaria de 1918. Era el hijo del presidente Agustín P. Justo y en 1933, en el Congreso Nacional, arrebató el micrófono a Roosvelt, presidente de los EEUU al grito de “¡Abajo el imperialismo norteamericano”, discurso que se transmitía internacionalmente por radio. Ese hecho llevo a Trotsky a preguntar por él a Mateo Fossa, único dirigente obrero de Argentina que conoció a Trotsky en su ultimo exilio, México.

Luego de su paso por el trotskismo argentino, editó un mal libro llamado León Trotsky y Wall Street, donde abunda en calumnias e intrigas y que el estalinismo se encargo de darle difusión. Otras publicaciones importantes como Nuestra patria vasalla, Pampas y lanzas y Estrategia revolucionaria. Falleció en 2003.

Pero, sin dudas el libro que aquí reseñamos es un muy buen libro y tan explosivo como cachorro de dinamita, que invitan a sus lectores a conocer y debatir esta gran revolución, que en un nuevo aniversario, sigue interpelando.


Daniel Lencina

Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.

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