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Red Internacional
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Sudamérica. Boric y Piñera volaron juntos a la asunción del nuevo mandatario paraguayo

¿Qué hay detrás del "gesto republicano" del presidente chileno? Una vez más sobre la conciliación con la derecha, el camino más corto hacia la ultraderecha. El ejemplo argentino.

Miércoles 16 de agosto de 2023 11:55

El viaje al mando en Paraguay no pasó desapercibido en Chile. Tampoco es que se lo pretendiera, considerando la extraña invitación que le hizo Gabriel Boric a Sebastian Piñera a compartir el vuelo.

Una expresión “republicana” señaló el canciller Van Klaveren, compartir una “visión de Estado” señaló Boric. Pero la verdad es que fuera de las palabras de cortesía, no se entiende la actitud del presidente con un personaje que hace apenas algunos años atrás era altamente cuestionado, incluso por el mismo Boric, por ser el principal responsable político de las violaciones a los derechos humanos durante la revuelta popular de 2019.

Atrás quedaron las intenciones de quienes gobiernan hoy de llevar essas causas a tribunales internacionales, como dijera alguna vez Gabriel Boric y dirigentes del Frente Amplio.

Al parecer es tal la crisis del gobierno que a estas alturas todas las cartas sirven. Nada que envidiarle a los dirigentes Concertacionistas que negociaron la vuelta de Pinochet a Chile para asegurarle la impunidad de los crímenes cometidos durante la dictadura. Y no es que estemos comparando a Piñera con Pinochet, sino la actitud rastrera del gobierno de hacer “lo que tengan que hacer” para obtener alguna cuña comunicacional que les permita justificar toda su política de claudicación a las reformas que prometieron durante la campaña.

Boric aseguró a varios medios de prensa que el objetivo de invitar a Piñera era poder conversar sobre “temas que le importan a nuestro país, cómo podemos colaborar, trabajar juntos, para destrabar el momento político en torno a reformas que son importantes para la mayoría de chilenos y chilenas, en particular la reforma previsional, el pacto fiscal y mejorar el clima político”, a lo que Piñera respondió también a los medios que “yo creo que más allá de las legítimas diferencias, que son muchas, la política exterior tiene que ser siempre una política de Estado”. Mientras Boric pretendía hacer pasar la conversación como conveniente para el país, Piñera se descarta y habla de política internacional. El chiste se cuenta solo.

Lo peor de todo es que, como era lógico, la jugada le salió mal a Boric. Piñera sabe lo debilitado que está el gobierno, por lo que seguir presionando para que retroceda de su propio programa estaba a la orden del día. “Los proyectos originales en materia de reforma tributaria y de pensiones, en mi opinión, eran muy malos proyectos" y las conversaciones deben encaminarse a "buenos acuerdos", dijo el expresidente derechista. ¿Pero cuáles son esos “buenos acuerdos”? Apuntalar el negocio de las jubilaciones privadas (AFP), reducir los impuestos a las grandes empresas y seguir con el saqueo a los recursos naturales. Piñera y la oposición le están exigiendo al gobierno que renuncie a su programa y Boric se abre a esa posibilidad sin siquiera dar la pelea.

A diferencia de la Concertación, que desde la renovación de los 80-90 asumió el programa neoliberal como propio y solo se diferenciaba de la derecha en cuestiones mínimas o temas de la mal llamada agenda “valórica”, el Frente Amplio construyó su programa desde un supuesto interés por “superar el neoliberalismo”, Boric mismo decía a la BBC que eventualmente una parte de él le gustaría terminar con el capitalismo. Pero la realidad es que este gobierno día a día levanta políticas que van en el sentido contrario, que apuntalan el sistema neoliberal. Cada vez que el gobierno se sienta a negociar con la derecha no sólo renuncia a su programa, sino que fortalece ciertas aristas que a la propia derecha le hubiese gustado implementar durante sus administraciones.

Tomemos cuenta de los “avances” de la derecha durante el gobierno de Boric: militarización permanente del Wallmapu (territorio mapuche), mayor flexibilidad laboral gracias a la negociación de la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, ley de fortalecimiento a las policías con más presupuesto, actualización y compra de indumentaria para la represión, y como guinda de la torta, impunidad garantizada con la ley de gatillo fácil. En materia económica se aprueban proyectos mineros en la zona central y se profundiza la zona de sacrificio en Quintero-Puchuncaví por la implementación de la política de hidrógeno verde y eso solo por mencionar algunas.

Ahora, en reforma tributaria ya se eliminó el impuesto al patrimonio ni hablar a las grandes empresas. Se habla de un modesto “pacto fiscal” para atacar la evasión. En pensiones se están negociando los porcentajes que irán a las cuentas individuales donde la derecha no tiene ninguna necesidad de ceder.

Entonces, si el gobierno no tiene mayorías parlamentarias, ¿solo le queda cogobernar con la derecha? Pues la verdad es que el camino que está adoptando Boric lo adentra en la senda de Socialismo Democrático (ex Concertación), cuestión que seguro se expresará en un próximo cambio de gabinete. Mientras tanto, las reformas no se van a destrabar por las conversaciones que pueda tener el gobierno con la derecha, tampoco por los gestos “republicanos” que pueda expresar el Frente Amplio.

Enfrentar a la derecha es tener una política independiente del gobierno

Mientras el gobierno claudica, la clase trabajadora y los sectores populares siguen sufriendo las consecuencias de una situación económica deteriorada, ya sabemos que los datos de la encuesta CASEN no reflejan un cambio estructural en la pobreza del país, sino más bien cambios estadísticos que permiten al gobierno jugar con los números.

En la calle sigue pesando fuerte la inflación, el desempleo y los empleos precarios. Mientras el congreso discute leyes de criminalización contra los pobladores, el déficit habitacional volvió a 1996 y el plan de 250.000 para finales de su mandato, no es más que un parche para las cientos de miles de familias que deben soportar precarias condiciones de vivienda en campamentos improvisados y ahora con riesgo a que te desalojen y nuevamente terminar en la calle.

La derecha hace festín con esto, ve como el gobierno que prometio cambios estructurales hace su trabajo sucio, lo cual desmoraliza a su propia base social y la lleva derecho los brazos de la desesperación y el desencanto total con la política, el camino perfecto hacia la ultra derecha, como acaban de demostrar las recientes internas en Argentina.

Mientras los partidos de gobierno se empeñan en jugar a la "realpolitik", se necesita más que nunca fortalecer una alternativa de izquierda consecuente, que se proponga enfrentar a la derecha de manera independiente al gobierno. Una izquierda que tenga un programa que dé respuesta de fondo a las demandas postergadas de salud, pensiones, educación, salarios, vivienda, devolución de tierras a los pueblos originarios, derechos sexuales y reproductivos, entre otras urgencias. Sólo con un programa que afecte las ganancias capitalistas y se base en la propia auto-organización y movilización de la clase trabajadora y el pueblo, es capaz de resolver íntegramente estas demandas, en la perspectiva de un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo. Contra la desmoralización y resignación, es momento de construir una fuerza política, un partido revolucionario de la clase trabajadora, que no tenga ningún lazo ni compromiso con los capitalistas y que sea independiente del Estado, que se proponga poner fin a esta sociedad al servicio de una pequeña minoría capitalista, y ponga las riquezas al servicio de las necesidades sociales.