La búsqueda del “sueño americano” se convierte en pesadilla para las y los miles de migrantes que cruzan el territorio mexicano en su camino hacia los Estados Unidos. Aquí, son víctimas de los horrores cometidos por cárteles de la droga, protegidos impunemente por las fuerzas armadas y los gobiernos en turno, a quienes poco o nada les importa la vida de un trabajador o trabajadora, sea nativo o extranjero.
Jueves 17 de diciembre de 2015
Extorsiones, violaciones, secuestros, detenciones, explotación sexual y laboral, son sólo algunas de las vejaciones que sufren en su paso por territorio mexicano miles de migrantes provenientes de Centroamérica y otros países. Frente a estos infames crímenes son las madres de las y los desaparecidos, quienes alzan la voz y claman justicia a los gobiernos para sus familiares y seres queridos.
Son hombres y mujeres, niñas y adultos.Familias completas que huyen de la pobreza y violencia provocada por la penetración imperialista en sus respectivos países, con la esperanza de alcanzar un futuro mejor.En su camino se topan con un México ahogado en sangre por la guerra y con una sociedad azotada por la misma pobreza y la misma violencia de la que huyen sus hermanas y hermanos centroamericanos.
La barbarie imperialista en México
En México la justicia no existe y menos para los migrantes. Ser pobre y ser trabajador, es muy difícil. Pero ser pobre, trabajador y migrante implica un peligro mortal, al que le acompaña el riesgo de sufrir los peores crímenes y vejaciones, solapados por la más canalla y cruel complicidad del gobierno y sus instituciones. Estos riesgos son mayores cuando se trata de mujeres migrantes. Según un informe de Amnistía Internacional, el 80% de las mujeres y niñas centroamericanas sufren violencia sexual en su paso por México.
Esta terrible situación no se explica sin dar cuenta de la total subordinación económica, política y militar del gobierno mexicano hacia Estados Unidos, particularmente en términos de política migratoria. Desde la implementación del Plan Frontera Sur en 2014, han aumentado en 50% las detenciones de migrantes en su paso por México. Tan sólo entre julio de 2013 y junio de 2014, hubo 97,254 personas criminalizadas por ejercer su derecho a tránsito y fueron privadas injustamente de su libertad, por su condición de migrantes.
Según cifras del Movimiento Migrante Mesoamericano, cada seis meses son interceptados en su paso por México al menos 20 mil migrantes y desde 2006 estiman, hay entre 70 y 120 mil en calidad de desaparecidos. Todo esto en el marco de la llamada “Guerra contra el Narcotráfico” iniciada por el gobierno del PAN y continuada por el PRI, con la anuencia de todos los partidos del Congreso que ha tenido como consecuencia 200 mil asesinados, miles de personas desaparecidas y más medio millón de desplazados por la violencia.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
En medio de tanta barbarie contra las y los migrantes en México, desde hace once años, mujeres provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua -organizadas en la Caravana de Madres Migrantes-, recorren de sur a norte el territorio con la esperanza de encontrar con vida a sus familiares y seres queridos.
La Caravana de Madres Migrantes, inevitablemente hace recordar la lucha de otras valientes madres y padres en busca de justicia para sus hijas e hijos desaparecidos. Por mencionar algunos casos están: en la década de los 70’s el Comité Eureka y la lucha por la aparición con vida de los desaparecidos en la guerra sucia; en 2001, las valientes madres de Cd. Juárez exigiendo la presentación con vida de sus hijas y el cese a los asesinatos de mujeres en la frontera; y desde 2014, la incansable lucha de los padres y madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos por el ejército la noche del 26-27 de septiembre en Iguala, Guerrero.
Estas dolorosas experiencias se repiten por miles en la región. A pesar de los horrores del pasado y del presente, la tragedia se mantiene. Así también los planes de pobreza, militarización y subordinación imperialista, que son protegidos a sangre y fuego por los lacayos gobiernos mexicanos y centroamericanos que responden directamente a los dictámenes de Washington. Mientras, la digna y democrática demanda de aparición con vida, se vuelve común a cientos de miles de familias que sin importar su origen o nacionalidad, están unidas por el dolor de la desaparición forzada en México y Centroamérica.
¡Frente a la barbarie imperialista, solidaridad internacionalista!
En 2014 un grito de dolor y sed de justicia, recorrió las gargantas y corazones de cientos de miles de personas en México, Latinoamérica y el mundo. Al asesinato y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa a manos del ejército y en complicidad con todos los niveles de gobierno, le acompañó un enorme movimiento nacional e internacional que clamaba al unísono: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! Y señalaba la responsabilidad del Estado y su hartazgo por medio de la consigna de ¡Que se vayan todos!
El movimiento por Ayotzinapa mostró que el anhelo de justicia rebasa las fronteras nacionales y también el papel de las las fuerzas armadas y los gobiernos; que son capaces de desaparecer y masacrar la disidencia política con tal de salvaguardar los intereses empresariales.
En tiempos como éstos, de barbarie imperialista, se hace indispensable la alianza de los pueblos y los trabajadores. Sin importar la raza o nacionalidad, se hace urgente enfrentar la violencia y pobreza que azota nuestros hogares y países. Como afirmamos en notas anteriores, la cuestión migrante sólo puede ser resuelta por medio de la más firme unidad internacional de trabajadores y sectores populares que peleé por ganar plenos derechos para todos los migrantes en México, Estados Unidos y Centroamérica.