Continuamos con la serie sobre las rebeliones de los años 90. Hoy presentamos la Parte 2 de una crónica de los hechos de la lucha de clases que marcaron la apertura de una situación pre-revolucionaria: dos batallas, una rebelión.
Daniel Lencina @dani.lenci
Lunes 5 de julio de 2021 00:00
Ilustración: Sabrina Rodriguez
Esta rebelión popular estallo tan solo 9 meses después del primer Cutralcazo. Contenía una enorme potencialidad para encabezar un plan de lucha que se propusiera derrotar al neoliberalismo menemista y los planes del FMI. Fue más extensa en el tiempo y generó una coordinación de sectores en lucha impactante que llegó a crear un organismo de democracia directa.
La batalla contra la Ley Federal de Educación
Como vimos con el "Santiagueñazo" las políticas neoliberales implementadas por el peronista Menem consistían en la desregularización y descentralización de los organismos públicos. Aquel levantamiento fue una respuesta popular a este brutal ajuste.
El segundo Cutralcazo retoma esa pelea esta vez contra Ley Federal de Educación (LFE). Esta fue sancionada en 1993 y proponía un cambio en los años escolares en Educación Inicial, Educación General Básica (una primaria de 1° a 9° grado) y Educación Polimodal (3 años de secundaria). Estos cambios traían aparejados grandes recortes salariales, ajustes en los presupuestos educativos provinciales, cierre de cursos y escuelas. De esta forma se fue acumulando malestar y bronca contra estas políticas. Malestar que empieza a colapsar en 1997, año en que se instala la carpa docente frente al Congreso y en las provincias empieza a aumentar la lucha.
En el verano del ´97, el entonces gobernador Felipe Sapag emitió una serie de resoluciones que fueron vistas como la provincialización de la LFE, que consistía en: fusión de cursos, cierres de salas de 3 y 4 años de jardín de infantes, eliminación de talleres, de cargos de educación física, música, plástica, cesantía de porteros y la reducción del suplemento por zona desfavorable de un 40% al 20%. Esta batería de ataques significaba la eliminación de 9000 horas cátedra y la pérdida de alrededor de 1200 puestos de trabajo. Ante este escenario ATEN (sindicato que agrupa a los docentes), cuya secretaria general era María Eugenia Figueroa y su seccional Neuquén Capital estaba a cargo de Liliana Obregón y Susana de Luca, llamó al paro y las clases no empezaron. Lo que sí inició fue un plan de lucha audaz: el Plenario de secretarios generales de ATEN resolvió movilizar el 24 de marzo coincidiendo con el 21° aniversario de la última dictadura militar y con el paro nacional que había llamado CTERA. En esta movilización confluyeron trabajadores de la educación de Rio Negro, jóvenes desocupados, estudiantes secundarios, madres y padres en defensa de la educación pública: 10.000 personas terminaron cortando de forma permanente la ruta nacional 22, retomando el método de lucha del primer Cutralcazo.
La noche de las tizas mojadas y el comienzo de Fogoneros
Luego de tres días de cortar la ruta 22, en la madrugada del 27 de marzo, los docentes fueron brutalmente reprimidos y desalojados por inmensos contingentes de gendarmería. Fiel a su estilo Sapag habrá creído que los docentes iban a entregar fácilmente la ruta y los accesos y que seguramente todo acabaría allí. Se equivocó. La lucha docente estaba rodeada de gran apoyo popular, tanto que jóvenes de las barriadas populares, hijos del primer Cutralcazo, combatieron a piedrazos y trataron de resistir el avance de los gendarmes. La ruta fue desalojada y los maestros bautizaron a todo lo acontecido “la noche de las tizas mojadas”. La unidad en la acción entre los maestros, padres, madres y los jóvenes le dio un nuevo impulso a la lucha, que lejos de quebrarse se profundizó adquiriendo otras tonalidades.
El 31 de marzo CTERA fue obligada por las bases docentes y la indignación popular ante la represión a llamar a un paro nacional. En paralelo, Sapag fue empujado a reunirse con ATEN y atender los reclamos docentes. El gobernador neuquino pero sobretodo el gobierno nacional a cargo de Carlos Menem temieron que el conflicto escale a una crisis política nacional, ya que la pelea había dejado de ser reivindicativa y se planteaba abiertamente contra la LFE, o sea contra los planes del Banco Mundial.
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Las negociaciones entre ATEN y Sapag empezaron a empantanarse y el 7 de abril se declara la Conciliación Obligatoria que fue rechazada por los docentes que llamaron a una nueva jornada de cortes para el 9 de abril. Este llamado no fue avalado por la dirección de ATEN sino que fue una acción que sobrepasó a esta conducción. Los trabajadores de la educación estaban dispuestos a luchar hasta el triunfo y querían unificar su pelea con la del conjunto del pueblo neuquino. Finalmente respondieron al llamado miles de jóvenes desocupados de los sectores más expoliados que se presentaron como “fogoneros” para diferenciarse de los “piqueteros” del ’96, dando nacimiento al segundo Cutralcazo propiamente dicho. El programa se ampliaba: educación, pan y trabajo.
La dirección de ATEN se encontraba en una situación muy incómoda y decidió despegarse de los cortes con la excusa de que su pelea era por la educación y no tenía nada que ver con los “fogoneros”. Este acto criminal de dividir las fuerzas fue tomado rápidamente tanto por Sapag como por el gobierno nacional que comenzó una campaña macartista furibunda. Todos los funcionarios incluido Menem, comenzaron a plantear que las acciones eran motorizadas por “ideólogos de izquierda encapuchados”.
El nacimiento de un nuevo poder, la Asamblea Popular
La situación de Neuquén se había transformado en una crisis política de envergadura. Desde el 9 de Abril, la provincia estaba paralizada y la vida giraba en torno a la ruta y sus “fogoneros”. Tanto así que se forma la Asamblea Popular (AP), un organismo democrático que gobernaba Cutral Có y Plaza Huincul, conformada por la Coordinadora de padres, mujeres ocupadas y desocupadas y una enorme masa de jóvenes que no superaban los 20 años y vieron su futuro desinflarse con la privatización de YPF: los fogoneros. Eran los jóvenes de las barriadas y conformaban lo que hoy llamaríamos la primera línea ante los gendarmes, habían sacado lecciones del primer cutralcazo: no querían que los igualaran a los traidores del ´96 y trataron de que la Asamblea realmente sea un organismo de democracia directa de los que luchan.
Era la AP la que discutía y votaba de forma democrática como seguir, quien circulaba o no por los piquetes. Este embrión de doble poder que rompió la legalidad burguesa y había tomado trascendencia nacional en los medios era lo que explicaba la rabia macartista de Menem y sus funcionarios pero también la de la falsa oposición de la UCR. La sola idea de que el ejemplo de Neuquén contagiara al resto del país y los trabajadores ocupados y desocupados tomaran en sus manos el gobierno de sus destinos, les provocaba un sudor muy frío. Ya veremos en el próximo artículo, que esos temores estaban más que fundados.
Por todos estos elementos que fuimos desarrollando, cada uno desde su lugar, Menem, Sapag y jueces estaban en un tire y afloje con la AP. Diálogo, amenaza de represión, diálogo y así sucesivamente. Era una pulseada a ver quién cedía primero y quien tenía la relación de fuerzas a su favor.
Represión y asesinato de Teresa Rodríguez
El 12 de abril el gobierno nacional y provincial rompieron el diálogo. Desembarcaron escuadrones de gendarmería, más numerosos que los del primer Cutralcazo. La represión fue atroz, tanto que los gendarmes perseguían a los fogoneros dentro de los barrios. Esta “caza de brujas” despertó una enorme indignación y solidaridad popular, que se hizo presente con piedras, gomeras, chapas o lo que encuentren para resistir la embestida. La primera línea crecía en miembros y a los gendarmes y policía provincial no les queda otra que huir como ratas.
En este torbellino cayó asesinada a balazos Teresa Rodríguez, una joven empleada doméstica de 25 años, madre de 3 niños. El hecho marcó un antes y un después. El gobierno nacional que ya tenía un discurso macartista y no quería retroceder en sus planes de ajuste y entrega, continuó su línea. En los medios de comunicación, tanto Menem como su ministro de Interior, Carlos Corach apuntaban que los violentos son esos “subversivos encapuchados” y que “esta película ya la hemos visto”.
Por otro lado, dejaba correr una campaña que planteaba que las balas no eran de gendarmería sino que venían del bando de los manifestantes, por lo que se tardó bastante tiempo en acusar a los responsables materiales de la muerte de Teresa. Vale decir que el milico que dirigió la represión fue Eduardo Jorge, que había participado de la dictadura militar de 1976.
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Por su parte la falsa oposición de la UCR e incluso la Iglesia, se mostraron de pronto como defensoras de los derechos humanos y cuestionaban la represión. Es que como dijimos más arriba el ejemplo de Neuquén era muy contagioso y el peronismo menemista se había pasado de la relación de fuerzas, en un contexto de gran crisis económica y donde el movimiento democrático contra los responsables civiles y militares de la última dictadura estaba vivo.
A todo esto, la dirección de ATEN, se hallaba más incómoda que nunca ya que se vio obligada a acompañar los piquetes de fogoneros. De este modo, ATEN por la insistencia de los docentes, trasladó sus plenarios a los cortes de ruta a la par que CTERA llamó a un paro nacional en repudio a la represión y asesinato de Teresa Rodríguez para el 14 de abril. Pero mientras este paro activo tenía lugar, la directiva de ATEN se reunía con Sapag a espaldas de los trabajadores de la educación, justo cuando el conflicto retomó fuerza nacional. La orientación sindical y corporativa de la dirección de ATEN estaba buscando cortar el conflicto y la potente unidad espontánea que surgió entre ocupados y desocupados, la coordinadora de padres, docentes y estudiantes. Una enorme traición a una gran lucha y experiencia de autoorganización. El 16 de abril la directiva de ATEN hizo votar el fin de la huelga. Decimos “hizo votar”, porque efectivamente hicieron votar a trabajadores que no hicieron huelga en ningún momento, el fin de la misma.
Dos días después, el 18 de abril, la AP vota el levantamiento de todos los cortes. Los fogoneros días después comentaban que no estaban de acuerdo con levantar los piquetes y que lo que habían obtenido fueron migajas en forma de unos cientos de subsidios que no solucionaban la pobreza de la población.
“Toda lucha de clases es una lucha política”
El segundo Cutralcazo comenzó como una lucha económica reivindicativa (no a los recortes de cargos, de sueldo, etc) y se transformó en una lucha política que cuestionó directamente a la LFE lo que llevó a cuestionar al gobierno que estaba implementando los planes del imperialismo y sus organismo internacionales. Como la lucha fue adquiriendo cada vez más un carácter de lucha política abierta, se fue desarrollando una confluencia de sectores en lucha que se dieron cuenta que tenían los mismos enemigos en común: ajuste, partidos patronales, Estado, los planes del imperialismo.
El carácter político que fue adquiriendo cada vez más la lucha reforzaba las tendencias a la unidad de ocupados y desocupados. Esto puede verse en cada represión, donde los funcionarios apostaban a desmoralizar pero en contrapartida la unidad de docentes y fogoneros era más fuerte, ya que el pueblo indignado rodeaba de apoyo cada vez más la lucha incluso poniendo el cuerpo en las represiones.
En el medio de esta transición aparecen los combativos y solidarios jóvenes trabajadores desocupados con algunas lecciones del Cutralcazo del ´96. Cambiaron su nombre de piqueteros a fogoneros, para que no los confundan con los primeros, donde un sector de oportunistas entregó la lucha. El desarrollo de la AP como gobierno de las localidades sublevadas que mantuvo en vilo a todo el país, es la coronación de toda esta gran experiencia de autoorganización a rescatar. Por todo ello, este segundo Cutralcazo fue un episodio de la lucha de clases con mayor profundidad que el primero y por ello le hizo, sin saberlo, un gran homenaje a la frase de Karl Marx de que “toda lucha de clases es una lucha política”, porque tendía a cuestionar las condiciones de miseria que ofrece el sistema capitalista.
En el próximo artículo veremos los ecos de los Cutralcazos, del sur al norte del país.