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Red Internacional
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CRISIS DEL GOBIERNO DEL PT. Destitución, otra vez sobre el tapete

Variadas hipótesis son lanzadas al viento. La reprobación de las cuentas de Dilma por el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) podría abrir el camino a un proceso de impeachment (destitución). El descubrimiento de irregularidades en las cuentas de la campaña electoral podría llevar a la anulación de las elecciones. Hay quienes dicen que si Dilma se va, se iría también Temer y el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, podría asumir la presidencia. Algunos defienden la convocatoria a nuevas elecciones en las cuales Aécio Neves (PSDB) lograría imponerse fácilmente. Otros afirman que lo mejor sería que asumiera Temer, integrando a los partidos de la oposición al gobierno.

Miércoles 8 de julio de 2015

Entre la ola de rumores y los discursos más fuertes que surgieron en la Convención del PSDB el pasado domingo, es difícil ver dónde está el fuego por detrás de la cortina de humo. Dice el refrán que donde hay humo hay fuego, sin embargo es conocido también que el fuego en un pajar produce mucho más humo pero dura poco. Así, mientras ningún sector se decide a dar pasos más concretos, lo que predomina son los arreglos y las conspiraciones de la pequeña política.

Más allá de las especulaciones, el hecho es que Dilma presenta niveles muy bajos de popularidad y el PT se arrastra en medio de la mayor crisis de su historia. Es imposible para el PT hacer responsable de su crisis solo a los ataques de los llamados medios golpistas. Por el contrario, buena parte de su crisis se encuentra en el propio DNA del proyecto lulista.

Cada país con sus particularidades y dinámica propia, en toda América Latina los gobiernos populares o nacionalistas están llegando a su límite: " Este retroceso no obedece a “errores” circunstanciales, tiene alcance “estratégico” y expresa el agotamiento de las posibilidades expansivas del ciclo de reformas de la década pasada. Se ha ingresado en una nueva etapa donde ante las condiciones internacionales adversas y la declinación económica, los gobiernos autodesignados “populares” optan por adaptarse más abiertamente a las necesidades del capital en la administración de la crisis."

El discurso de retomar el "proyecto de gobierno"

En un manifiesto lanzado por sindicatos y movimientos sociales oficialistas, cuyo título es los "Movimientos sociales se levantan contra el golpe", se afirma que "nunca se vio lo que se está viendo ahora: el intento, por parte del presidente de la Cámara de Diputados, a veces en connivencia con el presidente del Senado, de usurpar los poderes presidenciales e imponer al país una agenda conservadora que no obtuvo la victoria en las elecciones de 2014".

En un tono más moderado, el periodista Luis Nassif sostiene que la única forma de que Dilma recobre fuerza sería retomar un proyecto de gobierno, haciendo referencia al proyecto defendido en las elecciones y victorioso en las urnas. Es decir, el mantenimiento del ciclo lulista de pequeños avances sociales, sin ninguna amenaza de ruptura del orden.

A pesar de los diferentes estilos, estos sectores apuntan a un retorno del proyecto petista, poniendo fin a las políticas de ajuste fiscal implementadas en el segundo gobierno de Dilma como vía para enfrentar las amenazas "golpistas". Un camino obstaculizado por la actual situación económica que ya no permite pequeñas concesiones a los trabajadores y el pueblo, preservando importantes márgenes de maniobra a los empresarios locales en el mercado internacional y ganancias voluminosas en sus negocios con el Estado. Lula, que viene dando discursos alentando a todos los petistas que sostienen la vuelta del “proyecto” actuó de forma diferente cuando se encontró con una situación de crisis al inicio de su mandato, aplicó también las medidas exigidas por el gran capital.

La dura realidad de tomar las banderas de la derecha

El camino que está tomando Dilma para mantenerse en el gobierno es el contrario al que apuntan sus seguidores. En cada una de las cuestiones importantes, Dilma y el PT borran todo lo que afirmaron en las elecciones, adoptando una agenda conservadora.

El lunes pasado Dilma tomó una medida importante para contener la crisis política… se reunió con los ministros y rápidamente luego de esa reunión Michel Temer (PMDB) declaró su apoyo a la presidenta afirmando que “no hay ninguna crisis política en este momento”. Para fundamentar su visión argumentó que todas las medidas de ajuste fiscal están siendo aprobadas en el Congreso.

En ese marco también debe entenderse la visita de Dilma a los Estados Unidos. Fue en busca de apoyo político junto al gran capital norteamericano ofreciendo a cambio la oportunidad de rentables negocios, a través de una nueva ronda de privatizaciones y apertura económica.

Este lunes, mientras aseguraba el apoyo de Michel Temer, Dilma tuvo tiempo de aprobar una nueva Medida Provisoria (decreto), que busca facilitar la suspensión de contratos y la reducción salarial. La situación es más o menos así: la derecha ataca a Dilma, que responde profundizando su curso derechista.

Siguiendo este curso, dos grandes caminos se vislumbran en la evolución del gobierno de Dilma. Aplicar hasta el final el ajuste fiscal pedido por los empresarios, rendirse aún más a las exigencias conservadoras y aproximarse a los Estados Unidos y aumentar la entrega del país al capital extranjero y de este modo llegar arrastrándose hasta el fin de su mandato en 2018. O bien, siguiendo el mismo camino, puede ser descartada antes de 2018, después de haber aplicado lo fundamental de la agenda conservadora, antipopular y pro imperialista.

En los dos escenarios, es el pueblo quien paga los costos. La única forma de cambiar este camino no es apoyando al gobierno de Dilma y esperando lo imposible, es decir, una vuelta a la política reformista ultra moderada como la que caracterizó el auge del lulismo. El movimiento de masas, con los trabajadores al frente, necesita entrar en escena, en defensa de sus demandas y contra el gobierno para abrir la posibilidad de que el ciclo lulista sea superado por izquierda y no por la derecha.