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Red Internacional
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Opinión. ¿Dictadura comunista?: fake news de Milei y la derecha continental sobre la elección en Venezuela

Detrás de la demagogia derechista asoma un programa económico y social reaccionario y profundamente pro-imperialista. El régimen autoritario de Maduro es completamente capitalista. Allí no hay ninguna “dictadura comunista”. Por estas razones, la izquierda trotskista planteó el voto nulo.

Lunes 29 de julio 10:26

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La espuma discursiva no para de ascender. En las redes sociales, el batallón de lúmpenes virtuales que dirigen Santiago Caputo, el Gordo Dan y otros, se entrega al frenético ejercicio de mostrar una “dictadura comunista” en Venezuela.

La derecha argentina y continental brama contra el “comunismo” en defensa de una “democracia” que, medida en sus parámetros, vendría a ser un país políticamente atado al capital financiero internacional. Subordinado -como lo está Milei- a las órdenes que bajen desde Washington y los centros del poder imperial. Vale recordar que, en 2019, María Corina Machado había pedido la intervención militar extranjera contra el país: cipayismo recargado.

La realidad es bastante distinta a los discursos eufórico de la derecha. El régimen chavista es, desde hace tiempo, brutalmente autoritario. Las elecciones de este domingo lo volvieron a evidenciar. Lo demostraron, incluso, antes del inicio de la votación. La proscripción política no fue solo a derecha. Al contrario: no hubo ninguna opción a la izquierda del oficialismo.

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El régimen bonapartista que encabeza el PSUV administra un capitalismo nacional en crisis y declinación. Un régimen que -en sus dos décadas y media de vida- apenas tocó, moderadamente, a sectores del empresariado, solo en determinados períodos y bajo determinadas circunstancias.

Por el contrario, el ultimo período estuvo signado por un ajuste feroz, que cayó sobre el conjunto de las mayorías trabajadoras. Como se señala aquí, fueron implementados "brutales programas económicos contra el pueblo y con medidas favorables a grandes empresarios y transnacionales, políticas que ya aplicaba desde el inicio de la crisis, pero que reforzó con el lanzado brutal paquetazo económico en agosto del 2018". Cabe preguntarse ¿dónde está lo “comunista” en esa orientación económica?

El período reciente aporta otro dato que aleja al régimen de Maduro de cualquier tipo de “socialismo”. El derrumbe económico significó una caída del salario mínimo a niveles rudimentarios. Actualmente oscila entre USD 3 y USD 4. Ganancias para los empresarios; hambre para el pueblo trabajador.

No estamos ante una “dictadura comunista”, como dice Milei. Tampoco ante la continuidad de la “revolución bolivariana”, como la presentan sus defensores acríticos. El régimen totalitario de Maduro gestiona un capitalismo en crisis, respetuoso de la propiedad privada del empresariado aliado o amigo del poder. Demás está decir que, en esa gestión, continuó los pagos de la deuda pública, mecanismo de saqueo fundamental que posee el gran capital financiero.

El chavismo administró la decadencia de ese capitalismo dependiente, atado a la producción hidrocarburífera y hostigado de manera persistente por las potencias imperialistas. En particular, por Estados Unidos. Esta decadencia creó una crisis social que empujó a casi 8 millones de venezolanos y venezolanas al exilio, provocando situaciones familiares y personales completamente dramáticas.

Precisamente por estas razones, un bloque de organizaciones impulsado por la izquierda trotskista planteó el voto nulo en las elecciones, señalando que la clase trabajadora no tenía candidato en las elecciones. Ni la derecha pro-yanki ni el nacionalismo burgués de Maduro representaban opciones políticas favorables a los intereses de las mayorías populares.

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Un régimen socialista genuino solo podría empezar a construirse desde la superación del capitalismo. Terminando con la gran propiedad privada capitalista y expropiando a los grandes grupos empresariales para iniciar una planificación democrática del conjunto de la economía, desplegando la fuerza de la cooperación social de manera libre, en interés de las necesidades de las grandes mayorías trabajadoras.

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Ese esquema político y social solo puede sostenerse en base a la movilización revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Una movilización que puede y debe expresarse a través de organismos democráticos de autoorganización de las propias masas. Nada de eso existe o existió en Venezuela en estos años.

El socialismo, vale remarcar, solo puede ser un sistema internacional. En un mundo profundamente imbricado desde el punto de vista económico, productivo y financiero, no hay margen para nuevos intentos de "socialismo en un solo país". Esos fallidos constituyeron la orientación estratégica global del stalinismo y las burocracias estatales que hablaron en el nombre del "socialismo real".

Una tradición socialista revolucionaria -como la que expresó y expresa el trotskismo- debe retomar las mejores lecciones del pasado para construir los pasos que nos lleven a otro futuro. Esa labor impone balancear críticamente tanto las experiencias fallidas del llamado socialismo real, como los fracasos del nacionalismo burgués.


Eduardo Castilla

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

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