El exdirector de la Fundación Felices los Niños, quien se recibió de abogado mientras cumple su condena en una unidad penal de Campana, cumplirá las dos terceras partes de su condena, que lo habilita a solicitar ese beneficio.
Jueves 20 de abril de 2023 09:52
Julio César Grassi conoció días de fama y gloria durante la presidencia de Carlos Menem, cuando obtuvo un subsidio de 5 millones de dólares y una donación de 65 hectáreas de alto valor inmobiliario en la localidad de Hurlingham, en el oeste del conurbano bonaerense.
Durante años, ricos y famosos, políticos, funcionarios, empresarios y personajes de la farándula hicieron cuantiosas donaciones al cura en efectivo e inmuebles que nunca fueron registradas debidamente y que, se sabe, muchas fueron a parar a los bolsillos del mediático sacerdote.
Con este lugar ganado al resguardo de un entorno poderoso, en 1991, las primeras denuncias de abuso sexual a menores que debían estar bajo su protección, fueron desestimadas.
La primera denuncia por abuso sexual que llegó a las pantallas de TV
Recién una década después de seguir actuando impunemente, una investigación de la periodista Miram Lewin consiguió que el pérfido sacerdote fuera llevado a juicio. Fue por el relato de uno de los chicos internados en la Fundación que, bajo el seudónimo de "Gabriel", dio su testimonio en televisión sobre cómo había sido abusado sexualmente en 1996, a la edad de 15 años, que Grassi, finalmente, fue condenado. Hubo otras denuncias que, sin embargo, fueron desestimadas en los tribunales.
En 2009, Julio César Grassi fue condenado a 15 años de cárcel, aunque contó con el beneficio de prisión domiciliaria hasta 2013, cuando la Suprema Corte bonaerense ordenó su detención en Ituzaingó. Finalmente, en 2017 la Corte Suprema dejó firme la condena contra Grassi y fue trasladado a la unidad penitenciaria en la que se encuentra actualmente.
El 30 de mayo de 2028 cumpliría su condena, cumpliendo con la extensión de dos años más que estableció la Cámara de Apelaciones de Morón el año pasado. Eso significa que en el próximo mes de mayo cumple ya 10 años de detención, es decir, las dos terceras partes de su condena, lo que le permitiría reclamar el beneficio de la libertad condicional.
Este derecho, desde la modificación del Código Penal de 2017, ya no aplica para los casos de personas condenadas por delitos contra la integridad sexual. Pero el caso de Grassi es anterior a esta modificación, por lo tanto, podría corresponderle según las pautas vigentes al momento de su condena.
Bajo la protección de Francisco, pero la condena de nuestra memoria
Aunque las autoridades eclesiásticas le han prohibido oficiar misa, Grassi nunca ha sido expulsado, ni excomulgado de la Iglesia Católica. La Conferencia Episcopal Argentina, cuando estaba presidida por Jorge Bergoglio, ordenó a un jurista la redacción de cuatro tomos de argumentos en defensa de Grassi: más de 2600 páginas para sostener la inocencia de un sacerdote acusado de abuso sexual contra menores, porque para el actual Papa Francisco, se trataba de un complot del grupo Clarín, donde salieron a la luz los testimonios por la investigación de la periodista Miriam Lewin.
Sin embargo, aun cuando consiga la libertad condicional, Julio César Grassi ha quedado en la memoria de varias generaciones de este país como el emblema de los abusos sexuales, la corrupción, el enriquecimiento ilícito y la impunidad del poder que atraviesan la oscura historia del Vaticano.