Santiago Montag se encuentra en Siria y desde los Altos del Golan recoge estos relatos de primera mano sobre el avance de Israel sobre esa zona que apunta a más conflictos en el futuro.
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Santiago Montag @salvadorsoler10
Viernes 21 de febrero 12:07
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Soldados israelíes patrullan las calles de Al Hamidiyah. (Santiago Montag)
"Tus aldeas estarán bajo nuestro control" dijo por teléfono el general de las fuerzas israelíes a Hael Abdallah Abu Jeehad, sheik de 5 aldeas ubicadas en la zona de amortiguación entre Siria e Israel, en la provincia de Quneitra. “Estaba feliz por la caída de al-Assad, pero no pudimos disfrutar nuestra libertad”, cuenta el sheikh, “no había pasado 30 minutos que recibí el llamado de los israelíes”.
Esa misma madrugada las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) no dudaron en ocupar nuevas extensiones de tierra en el Golan. Comenzaron a cruzar la frontera virtual con inmóvil desde el acuerdo de alto el fuego de 1974, donde se había elevado una zona de amortiguamiento que estaría supuestamente desmilitarizada entre Israel y Siria tras la ocupación ilegal de los Altos del Golán en 1967 y la guerra de 1973. La llegada del Hayat Tahrir Al-Cham (HTC) al poder generó un terremoto regional del que Israel busca sacar ventajas de la debilidad inicial del nuevo gobierno y para imponerles nuevos límites.
Aquella madrugada del 8 de diciembreLos soldados del régimen huyeron de los edificios militares - centralmente de observación – tras enterarse de la noticia de que su líder había abandonado Syria. Desde el nevado Monte Hermon, Jabal el Sheik hasta la frontera con Jordania, todos los checkpoints fueron tomados por las fuerzas israelíes. Aunque la región es pequeña, es estratégicamente importante. Está ubicada a sólo 50 kilómetros al oeste de Damasco, los Altos del Golán se extiende entre el sur del Líbano, el norte de Israel, gran parte del sur de Siria y más allá puede verse Jordania.
“Comencé a ver las imágenes de Gaza en mi cabeza” cuenta el sheik mirando el atardecer por la ventana. Pues las IDF estaban bombardeando carreteras y ex bases militares de Assad. Los tanques Merkeva comenzaron a penetrar en el territorio sirio junto a soldados y jeeps de combate. Entre el 8 y el 12 de diciembre, las IDF posaron sus botas sobre varias de las aldeas. “La más castigada fue Rasm al-Rawadi, donde la población de las 30 casas fue completamente expulsada, y ahora está bajo control de los israelíes”, continúo diciendo el sheik bajo el tupido y negro bigote. “Fui luchador en el 67, viví todas las guerras desde entonces, no nos van a sacar de nuestra tierra ahora
El siguiente paso fue Al Hamidiyeh, una de las aldeas más grandes de la zona. Tiene una enorme mezquita con cúpula verde en centro del poblado visible para los pastores que trabajan el campo. Las calles están casi vacías, es difícil encontrar algún alma. De repente en una de las avenidas principales se escucha un caótico sonido, era un Merkeva haciendo maniobras por la pequeña ciudad a metros de unos niños jugando.
Ahmad Ghannam, granjero de 61 años, abuelo de dos de ellos cuenta que los israelíes “llegaron con tanques y excavadoras para destruir los edificiones de Assad, pero también están construyendo nuevas bases militares”. El anciano señala a lo lejos un grupo de máquinas amarillas de construcción en movimiento “están construyendo nuevas carreteras y checkpoints acorde a sus necesidades, ahora el sheik está intentando negociar que no derriben la casa de un vecino para que pasen los tanques, le ordenó a Tareq [el vecino] que se quedara adentro sin importar lo que pasara” ”, dijo acomodándose el kufiyah rojo y blanco, “aterrorizan a los vecinos, tenemos miedo, imponen toques de queda y checkpoints en cada entrada del pueblo”. Desde que Israel invadió la aldea se marcharon decenas de familias de los 2.500 habitantes de Al Hamidiyeh hacia pueblos cercanos o directamente a Damasco.
Las aldeas de Quneitra están desconectadas, el ejército levantó el asfalto y para ingresar al pueblo desde Khan Arnabeh es necesario dar un largo rodeo desde que un Merkeva está estacionado amenazando a todo aquel que se acerque. Además no es posible entrar o salir en cualquier horario, “hay una ventana durante el día entre las 10 am y las 4 pm, luego de los horarios de toque de queda los israelíes patrullan la aldea frenando a los vecinos”, comenta Abu Ali, pastor de 55 años apoyado contra un muro de piedras para contener a las ovejas. “El mayor problema es con las ambulancias, si alguien se enferma o tiene algún problema no pueden entrar o recorrer largas distancias”, explica el hombre.
En esquina, cuatro miembros de una familia tomaban té junto a su casa observando las praderas mientras el sol se comenzaba a ocultarse. “Estamos muy nerviosos y asustados, Israel entra en nuestras casas casi a diario buscando armas” cuenta eufórico Samer al-Quatly, agricultor de 56 años. A un mes de haber ocupado las aldeas, “están buscando a 5 personas supuestamente vinculadas a Hezbollah” dice el agricultor consternado, “durante la noche nos hicieron salir de nuestras casas desde las 12 hasta las 6 am” continúa con indiganado “pasamos muchísimo frío, aquí las temperaturas suelen estar cerca de los cero grados, ni si quiera los niños pudieron quedarse adentro para refugiarse”, finalizó secándose las lágrimas en los ojos.
Las IDF además atacaron a la población, “un jóven se había acercado a la nueva línea de frontera a recoger unas pertenencias y un soldado israelí le disparó en la pierna” comentó Mahmoud, hijo de Samer, de 28 años. Estos días, Israel tomó unas 10 casas y expulsó a sus familias, unas 40 personas que se terminaron de ir del pueblo”.
La ausencia de las nuevas autoridades sirias está dejando lugar a negociaciones desiguales con el ocupante. Hussein Khalifa, el mujtar del pueblo de 50 años de edad intenta mostrar que la situación está bajo control a la prensa, “aquí nadie se fue de sus casas, Israel solo busca armas y unos sospechosos”, comenta mientras a lo lejos se oyen las excavadoras trabajando. “No está permitida prensa a estar aquí” afirmó Khalifa, “días atrás tuvimos un problema con un periodista francés”, se refería a Sylvain Mercadier, quien se encontraba en la zona documentando la ocupación, “fui arrestado violentamente, amordazado e interrogado luego de acercarme identificado claramente como prensa a pocos metros para interactuar con los soldados pacíficamente”, dijo el periodista a The New Lines.
Por su parte, el alcalde finalizó su testimonio diciendo que está “muy preocupado por los vecinos, están sufriendo mucho y las nuevas autoridades [sirias] están amenazadas de acercarse aquí, estamos solos”, dice con tristeza, “veo un futuro muy oscuro para la gente de Al Hamidiyeh”, concluyó.
En Al Hurriyeh, una pequeña y pacífica aldea, las IDF ingresaron el 10 de diciembre. Avanzaron desde Al Hamidyeh con una veintena de soldados, 2 sheeps y 2 Merkeva irrumpiendo en la tranquilidad de la villa. El comandante, vestido de negro, pidió hablar primero al Imán, líder religioso de la mezquita central, y al mujtar, Ahmed Ali Tahar de 50 años de edad.
Revisaron toda la aldea. Ingresaron a la mezquita faltando el respecto a la institución religiosa, para usar el altoparlante para anunciar, en árabe, que Israel estaba bajo el mando del lugar exigiendo que todos los ciudadanos abandonen la ciudad de 1,000 habitantes. “Tienen hasta mañana a las 10 am para retirarse”, dijo el comandante que jamás mostró su rostro. Solo algunos se fueron de sus casas. “Es que no teníamos a dónde ir” explica Ahmed con angustia mientras se limpiaba las manos del trabajo en su casa. El mujtar se negó a arrodillarse.
Al día siguiente los soldados se pararon en la casa del mujtar “sal ahora o derribamos la casa contigo adentro”, gritaron desde fuera. Ahmed salió con su esposa detrás, estaba el comandante en la puerta esperando. Levantó el brazo con una Glock 19 en la mano apuntando a en frente “Si mañana los encuentro aquí te mataré primero a ti y luego a quien más esté, tienen hasta las 3 pm para irse” le dijo el comandante a Ahmed. Así fue, durante cuatro días los habitantes de al-Hurriyeh abandonaron sus hogares para irse a otras aldeas. Luego de cuatro días “solo unas 600 personas regresaron a la aldea, muchos encontraron el interior con pertenencias destruidas”.
“Estamos al tanto de lo que pasa en Gaza, quieren hacer lo mismo con nosotros”, finalizó Ahmed.
Entre dos guerras
Con vista al monte nevado de Jabal el-Sheik se encuentra Hadar, una pequeña ciudad de mayoría drusa de menos de 12,000 habitantes en la gobernación de Quneitra. Los tractores se pasean por las calles onduladas entre gente vestida de tradicionales trajes blancos y negros. El poblado se encuentra a unos 5 km de Majdal Shams una ciudad tomada por Israel en 1967 y anexada desde 2018, algo que solo Estados Unidos reconoce formalmente tras el apoyo de Donald Trump.
El alcalde de la ciudad Imad Hassoon está profundamente preocupado. “Vivimos entre dos guerras” dice sentado calentando sus manos en el fogonero de su oficina. “Israel entró en la ciudad pocas horas después de que Assad cayó”, cuenta tomando un sorbo de matte, “vinieron a registrar las casas y pedir que entreguemos las armas”, comentó el hombre de 45 años, “estabamos en inferioridad de condiciones y solos en esto, así que accedimos”.
Aunque Israel anunció la ocupación es temporal el alcalde no cree en que las tropas se vayan a retirar tras la aprobación de un plan de más de 11 millones de dólares para duplicar la población en los territorios ya anexados en los Altos del Golán. En la zona ya viven unos 31.000 colonos israelíes junto a aproximadamente 24.000 drusos. “Sabemos que cada parcela de tierra que toma Israel, no la devuelve”, agregó el alcalde. Hadar, forma parte estrégica para el control del agua de deshielo de las montañas del Golan que a su ve le dan una fertilidad única en la región.
En Hadar tienen miedo de la nueva situación con el nuevo gobierno del HTS, “estamos desarmados y bajo ocupación extranjera”, dice el alcalde consternado, “nuestra aldea estuvo los últimos años bajo mucha presión en combates con las milicias islamistas de la ciudades cercanas”, explica Imad, donde hubo presencia de combatientes afiliados al Frente Al-Nousra entre 2013 y 2016. Según cuenta el alcalde, las milicias drusas no tuvieron opción que unirse a las fuerzas de Assad durante la guerra civil para proteger a su comunidad. Pues en toda la aldea son visibles los rastros de los casi 14 años de guerra y tensiones entre las comunidades.
Los habitantes de Hadar enfrentan desafíos inmediatos. Israel tomó todos los recursos de agua en los alrededores, “la ciudad está aislada”, explica Imad, “no tenemos suministros de combustible y se aproxima un duro invierno”, cuenta sin pestañar. “El nuevo gobierno está amenazado [por Israel] de acercarse a la ciudad y la nevada está cerca”, pues con el combustible pueden remover la nieve de las carreteras para reponer suministros que están a punto de acabarse y extraer agua de los pozos. “El hambre, el frío y la sed, están a la vuelta de la esquina”, reflexiona el alcalde, “no importa quién nos gobierne queremos que se garanticen nuestros derechos y libertades” finalizó Imad Hassoun.
Resistencia popular
En la frontera entre Daraa y Quneitra se encuentra la preciosa aldea de Suwayseh. El 25 de diciembre de 2024 los 600 habitantes se despertaron con el caótico sonido de un Merkeva avanzando desde el sus tierras. El ejército israelí avanzaba desde los territorios sirios ocupados, tras posicionarse en la cumbre de Tell al-Ahmar oriental tras la caída del régimen. Sin dudarlo más de 300 vecinos se agruparon para enfrentar a la ocupación.
El sheik Aadel Alali se encuentra en el interior de su casa para refugiarse del frío junto a dos de sus esposas y 5 de sus hijos alrededor de un fogonero recostados en almohadones en el suelo. “Vinieron con excavadoras para demoler los edificios militares del gobierno” cuenta tomándose de la barba. “Pero nos decidimos a resistir, esta es nuestra tierra”, dice en Sheik.
Suwayseh es una aldea de mayoría musulmana sunita en la provincia de Qneitra, una región ubicada ahora dentro de la “buffer zone”. Está habitada mayormente por pastores y granjeros, pero en estos días están no pueden cultivar por el invierno.
“Los varones fuimos con palos y piedras para combatir al tanque de guerra, quisimos demostrar que no nos íbamos a ir a ningún lado”, cuenta el sheik, “mientras que las mujeres estaban en las puertas de las casa para ayudarnos y cuidar de los niños”, agregó. Los soldados israelíes se vieron amenazados por la multitud eufórica y respondieron con municiones de guerra. El taque abrió fuego con una ametralladora pesada disparando hacia el suelo, pero las balas rebotaron sobre las piedras que dividen las zonas de pastoreo. El resultado fueron 5 jóvenes heridos con balas del tamaño de un dedo.
“A mi hijo lo atravesó una bala de lado a lado” dijo Aadel mientras lo señalaba a su lado recostado en una cama en recuperación. “Estoy muy orgulloso de él” agregó mientras mostraba la herida en sanación luego de dos cirugías. El anciano explicó que “no dudaría en ofrecer a todos mis hijos como mártires para defender esta tierra”. Añadió que él y su familia se han convertido realmente en parte del sufrimiento del pueblo en Gaza, en lugar de ser simples partidarios de la causa palestina.
Ahmed Shtiewi, es un niño de 12 años que recibió un impacto de bala crítico entre en el pecho cerca del corazón, lo que le causó una hemorragia pulmonar y fue trasladado a Damasco. Su familia estaba tomando té en la arcada de su casa frente a los cultivos. Uno de sus hermanos mayores, Jamil de 26 años, contó que “se trató de una resistencia colectiva, estuvimos todos unidos, y ahora somos más fuertes, no nos van a sacar de este lugar”.
Saida al-Golan está ubicada en la triple frontera entre Siria, Jordania e Israel. Es un punto neurálgico de recursos hídricos donde el río Jordán tienen un papel central para todos en la región. La población de la pequeña aldea sunita reaccionó a la ocupación israelí de la misma forma que Suwayseh, protestando con ellos.
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El sheik Meskin, de 62 años, con bigote y un kufiya rojo, contó que no hubo heridos graves, pero que él “estaba en la terraza de su casa y le dispararon desde el tanque”, avanzaron por la avenida principal “sin dialogar con nadie, atravesaron el puesto de la ONU a 1 km de su casa sin que nadie los detuviera”, explicó. “Ahora están construyendo nuevos checkpoints, nadie puede acercarse porque te disparan” señala a lo lejos un terraplén, “allí están escondidos, detrás de esa hilera de tierra, derribaron todos los árboles para poder observar mejor” comentó Meskin.
En el cuartel general de la seguridad de Daraa, el máximo oficial a cargo, Badr Abdalhamed, explicó que no pueden dar ningún detalle sobre la situación con Israel. Las pocas palabras que emitó fueron que “están buscando la construcción de una nueva Syria y que no quieren conflictos con países vecinos”, dijo sin salirse ni un milímetro de las declaraciones oficiales del HTS.
Aunque el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó en un video grabado que no busca un conflicto con Siria, pero considera necesario un plan de asentamiento para prevenir amenazas de Siria y “grupos terroristas cerca de su frontera”. Tras el derrocamiento del presidente sirio Bashar al-Assad, Israel lanzó cientos de ataques contra arsenales y defensas aéreas sirias. La construcción de una zona de amortiguación en los Altos del Golán para “garantizar su seguridad”. El líder del HTS, Ahmad al-Sharaa, nuevo gobernante de Damasco que ha abandonado su nombre de guerra Abu Mohammed Al-Joulani, acusó a Israel de justificar sus ataques y destacó que Siria está agotada por la guerra y no busca nuevos enfrentamientos.
En Damasco, un movimiento de la sociedad civil viene protestando contra la ocupación del Golan. “Están robando nuestros recursos y el nuevo gobierno hace declaraciones medidas”, dice Tareq Abdelkader, abogado de 44 años en la estación Hijaz en el centro de Damasco. “Debemos ser miles en las calles para exigir que Israel se retire de nuestro país, es una ocupación ilegal de la cuál ningún país aliado de a Israel emitió alguna palabra.”
La situación el Golan no solo amenaza a la estabilidad regional, sino que se trata de una nueva etapa de colonización y expropiación de tierras por parte de Israel. La nueva asunción de Donald Trump el 20 de enero, puede darle el respalda al gobierno de Netanyahu para volver anexar territorios, en vez de ser un freno a los proyectos expansionistas.
Una versión editada de este artículo fue publicada en inglés en el sitio New Lines Magazine el 20 de febrero.
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Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.