El planeta llegó a los 8 mil millones de habitantes. Por si te lo preguntas, no.... el mundo no está sobrepoblado.
Axomalli Villanueva @1quiahuitl
Viernes 25 de noviembre de 2022 21:26
El miércoles 16 de noviembre nació el habitante número 8 mil millones del planeta, a pesar de lo que la lógica de extrema derecha pueda intentar popularizar, no existe tal cosa como la "sobrepoblación humana". Esta lógica ha crecido en los últimos años, inclusive en algunos círculos del movimiento ambiental, sin embargo este pensamiento no es algo nuevo.
El término de "sobrepoblación humana" se puede rastrear hasta la teoría de Thomas Malthus, que desde 1789 pronosticaba que la población iba a crecer mucho más rápido que la capacidad de suministrar comida, lo que llevaría a un futuro siniestro de escasez. Esta lógica permeó bastante en las clases acomodadas desde entonces, pero fue recién en 1992, en el marco de la primera Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, que más tarde se conformaría como las reuniones "Cumbres del Clima", que en ese entonces órganos de Naciones Unidas y ONGs centraron el origen de los problemas ambientales y de desarrollo en el crecimiento poblacional.
A partir de esto los países imperialistas apuntaron sus señalamientos buscando negociaciones con los países que denominaron "en desarrollo" y con altas tasas de natalidad, pobreza e inequidad, como los responsables de la pérdida de la biodiversidad y los recursos naturales. Generando políticas del llamado "desarrollo sostenible".
A partir de aquí, la lógica del crecimiento poblacional como el causante de la destrucción ecológica ha permeado instituciones como el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que en su reporte de 2014 señalaba que el crecimiento poblacional era una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, responsables de la crisis climática.
Datos contra el mito
Esta lógica ha sido reproducida por un sector no menor del movimiento ambiental, sobre todo en países imperialistas, llegando a ser denominada abiertamente como "ecofascismo", donde algunos colectivos han incluso pedido la regulación de la reproducción humana y la reducción de la población mundial por medio de planes de ingeniería social.
Sin embargo, según el informe Perspectivas de la Población Mundial de la ONU -dirigida por esos mismos países imperialistas- paradójicamente tiene que admitir que la causa del problema no es la sobrepoblación, ya que las tasas de natalidad mundiales ya alcanzaron un pico en la década de los 60’s cuando rondaba el 2%, desde entonces, la tasa de aumento se ha reducido casi a la mitad y seguirá disminuyendo en los próximos años.
Fuente: ONU
Por ejemplo, la población en el mundo, a partir de 2022, está creciendo a una tasa de alrededor del 0,84% por año (frente al 1,05% en 2020, 1,08% en 2019, 1,10% en 2018 y 1,12% en 2017). El aumento de población actual se estima en 67 millones de personas por año. Por lo tanto, la población mundial seguirá creciendo en el siglo XXI, pero a un ritmo mucho más lento en comparación con el pasado reciente . Esto significa que, de acuerdo a las últimas proyecciones de población mundial alcanzará los 10 mil millones de personas en el año 2057.
¿Controlar natalidad?
Es fácil concluir que ligar los problemas ambientales y de desarrollo del crecimiento poblacional, nos evita tener que lidiar con las causas sistémicas e históricas de la degradación de la naturaleza. Una lógica que además lleva a pensar que podría solucionarse "rápidamente" con políticas de control de natalidad. Sin embargo hay que recordar que estas llevan a controlar los cuerpos de las mujeres y personas con capacidad de gestar.
En muchos casos “controlar la natalidad” es un eufemismo de una arremetida violenta contra la autonomía reproductiva de las mujeres, en especial las mujeres más precarizadas. Cabe recordar casos extremos y violentos como Estados Unidos, India, Bangladesh, Brasil, Israel y Perú, donde existieron casos de esterilizaciones forzadas a mujeres indígenas o migrantes.
Otro caso ha sido también la política del Estado chino de restringir el número de hijos a 1 por familia (política llevada adelante desde finales de la década de los 70 hasta 2015) la cuál ha sido aplaudido por el mismo gobierno en las pasadas Cumbres del Clima por ser una estrategia para reducir emisiones de CO2, algo absurdo si pensamos que el mayor emisor de gases de efecto invernadero actualmente es justamente este país asiático, seguido por Estados Unidos.
Reducir el problema de la crisis ecológica y climática a causas individuales es peligroso, pues en el caso de las políticas de control de natalidad, no hace más que vulnerar aún más los derechos reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar, que por años continuamos luchando por el acceso a los mismos.
Sobrepoblación o sobreproducción capitalista
Una de las principales "preocupaciones" del discurso neo malthusiano es justamente la capacidad del planeta para satisfacer las necesidades de la población, pues supuestamente, entre más individuos, menor el acceso a alimento, agua, etc. Pero, al contrario de esta lógica, según datos de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el consumo per cápita de agua, carne, energía por ejemplo en India es significativamente menor que el de Estados Unidos, a pesar de que la India tiene 4 veces la población estadounidense y es el segundo país más poblado del mundo.
De hecho, según Oxfam, el 1% más rico ha producido más del doble de las emisiones de CO2 que la mitad más pobre de la población mundial, durante los últimos 25 años. Un ejemplo son países como Qatar con 3 millones de habitantes que tienen una contaminación per cápita 17 veces mayor a la de Brasil, país con 215 millones de habitantes.
Tim Gore, responsable de Política Climática de Oxfam y autor del informe, precisó que es el consumo excesivo de una minoría rica la que está exacerbando la crisis climática, sin embargo, son las comunidades en situación de pobreza y las personas jóvenes quienes están sufriendo las consecuencias.
De hecho, el Carbon Disclosure Project (CDP) y el Climate Accountability Institute demostraron en un informe reciente que son 100 empresas las responsables del 70% de las emisiones de carbono. Entre 1988 y 2015, sólo 25 empresas productoras de combustibles fósiles explicaron el 51% de las emisiones industriales globales de gases de efecto invernadero, la lista la encabezan Suncor, British Petroleum, Exxon Mobile, Pemex, Total, Repsol y Chevron.
Capitalismo y desigualdad
Como hemos visto, no se trata de que el mundo esté sobrepoblado, sin embargo existe una desigualdad gigante entre quienes producen la mayoría de las emisiones contaminantes y devastan ecosistemas naturales (gracias a la avaricia capitalista), y quienes sufren sus efectos.
Mientras grupos de derecha pueden culpar a la humanidad en general, y a las clases trabajadoras y los sectores empobrecidos en particular, es la sobre explotación de combustibles fósiles contaminantes para alimentar la industria energética la que ha desatado la crisis climática y ambiental que estamos atravesando en estos años.
Así como las y los científicos y juventudes alrededor del mundo salen a las calles a instalar conciencia sobre la urgencia de medidas drásticas para frenar la crisis climática, es necesario recordar que frente a una perspectiva absolutamente irracional a la que nos lleva el capitalismo, es evidente la necesidad de cambiar el sistema con una planificación racional de la economía y recursos mundiales.
Sin embargo esto no vendrá de los Estados, sus gobiernos y grandes empresas que han ocasionado la catástrofe a la que nos enfrentamos, sino de la mano de las y los trabajadores y las comunidades campesinas, originarias o indígenas que resisten los megaproyectos y el extractivismo y de las y los mismos expertos que ahora salen a las calles, exigiendo un futuro que valga la pena ser vivido.