Hace 196 años nacía el fundador, junto a Carlos Marx, del socialismo científico y de la Primera y Segunda Internacional. Su obra también hizo aportes fundamentales al pensamiento feminista.
Lunes 28 de noviembre de 2016 05:13
Imagen: Mariano Mancuso
Federico Engels nació un 28 de noviembre de 1820, en Barmen, en la norteña provincia alemana de Renania
En esta nota repasaremos su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Fue una de sus obras más leídas y discutidas a lo largo del Siglo XX y aún en la actualidad.
Como dice la intelectual feminista Alejandra Ciriza “El texto de Engels busca, a la luz de los conocimientos existentes en su época, explicaciones sobre la relación entre organización familiar y propiedad privada en un momento histórico, hacia fines del siglo XIX, en que la burguesía escribía la elegía de la mujer doméstica y el varón productivo. Un momento en el cual los efectos del avance de las fuerzas productivas se hacía sentir sobre la vida de las mujeres de la clase obrera, tal como Engels mismo lo había advertido en su conocido escrito sobre la situación de la clase obrera inglesa publicado en 1845; un momento, por añadidura, de ascenso de la moral llamada victoriana, que controlaba a ultranza la moral sexual de las mujeres a la vez que manifestaba abierta tolerancia hacia la doble moral masculina”.
La monogamia y el patriarcado tuvieron un principio
Luego de la muerte de Marx, Engels se dedicó abnegadamente a ordenar los manuscritos que había dejado para terminar y publicar los tomos dos y tres de El Capital. Pero además entre las pilas de cartas, apuntes y artículos inacabados que encontró en el estudio de su amigo había una serie de notas que llamaron su atención sobre el carácter de la sociedad prehistórica. Marx había estudiado el libro del antropólogo estadounidense Lewis Morgan La sociedad primitiva o investigaciones en las líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización a través de la barbarie (1877) que intentaba rastrear la evolución de la organización social humana desde su estado primitivo hasta la modernidad.
Morgan estudiando las tribus iroquesas en Estados Unidos registraba el impacto del desarrollo técnico y las concepciones cambiantes de los derechos de propiedad sobre la estructura tribal y familiar. Planteaba que el avance del salvajismo a la civilización equivalía al paso de las tribus consanguíneas a una unidad familiar patriarcal y monógama (o nuclear).
En base a los escritos detallado que Marx había realizado del libro de Morgan, Engels escribe su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado en el prefacio plantea: “En América, Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de la historia descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó a contraponer la barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx”.
La mujer y las sociedades primitivas: divergencias entre los socialistas
En la segunda mitad del Siglo XIX, importantes dirigentes de la socialdemocracia alemana escribieron textos sobre la mujer y la familia.
En 1879 August Bebel publicó su libro La mujer y el socialismo, donde sostenía que “desde el principio de los tiempos la opresión ha sido el destino común de la mujer y del hombre que trabajan”. Bebel sugería que antes de que se desarrollase la familia, las mujeres ya “eran propiedad de la horda o de la tribu, sin derecho a elegir ni a decir que no”.
Karl Kausky por su parte, entre 1882 y 1883 dio a conocer una serie de artículos sobre las relaciones sexuales primitivas con la misma lógica.
A diferencia de Bebel y Kautsky, Engels demostró que las sociedades humanas primitivas no se basaban en el patriarcado, sino en un sistema comunitario de relaciones sexuales. Explica que “hasta 1860 ni siquiera se podía pensar en una historia de la familia. Las ciencias históricas se hallaban aún, en este dominio, bajo la influencia de los cinco libros de Moisés. La forma patriarcal de la familia, pintada en esos cinco libros con mayor detalle que en ninguna otra parte, no sólo era admitida sin reservas como la más antigua, sino que se la identificaba –descontando la poligamia- con la familia burguesa de nuestros días, de modo que parecía como si la familia no hubiera tenido ningún desarrollo histórico; a lo sumo se admitía que en los tiempos primitivos podía haber habido un período de promiscuidad sexual”.
Los hombres destruyeron a los viejos dioses y moldearon nuevos
Para Engels el estudio de la historia de la familia comienza en 1861, con el “Derecho materno” de Bachofen, que basándose en la literatura clásica antigua, mostraba el paso del “heterismo” (primitivamente los seres humanos vivieron en promiscuidad sexual) a la monogamia y del derecho materno al paterno. Según Bachofen, esto se produce entre los griegos “a consecuencia del desarrollo de las concepciones religiosas, a consecuencia de la introducción de nuevas divinidades, que representan ideas nuevas, en el grupo de los dioses tradicionales, encarnación de las viejas ideas; poco a poco los viejos dioses van siendo relegados a segundo plano por los primeros.” Para él “no fue el desarrollo de las condiciones reales de existencia de los hombres, sino el reflejo religioso de esas condiciones en el cerebro de ellos, lo que determinó los cambios en la situación social recíproca del hombre y la mujer”.
Por ello Engels plantea que “tal concepción, que estima la religión como la palanca decisiva de la historia mundial, se reduce, a fin de cuentas, al más puro misticismo.” Sin embargo “no disminuye su mérito como investigador que ha abierto una nueva senda, ya que ha sido el primero en sustituir las frases acerca de aquel ignoto estadio primitivo con promiscuidad sexual por la demostración de que en la literatura clásica griega hay muchas huellas de que entre los griegos y entre los pueblos asiáticos existió, en efecto, antes de la monogamia, un estado social en el que no solamente el hombre mantenía relaciones sexuales con varias mujeres, sino que también la mujer mantenía relaciones sexuales con varios hombres, sin faltar por ello a los hábitos establecidos.”
Las creadoras de la vida eran las mujeres
En las sociedades primitivas en las que los hombres no tenían un dominio sobre la naturaleza y vivían de la recolección, la caza y la pesca, lo que predominaba era la escasez. Las mujeres participaban de las tareas para la sobrevivencia en igualdad con los varones, no existía una división sexual del trabajo. Además gozaban de un lugar privilegiado, porque cumplían un rol crucial en la reproducción de la especie al ser consideradas las creadoras de vida. Esto hacía que los lazos de parentesco se definieran por línea materna. Además los niños pertenecían a la comunidad y eran criados socialmente.
Con la aparición de la agricultura la humanidad pegó un salto enorme, los hombres comenzaron a dominar la naturaleza, poniéndola al servicio de sus necesidades. Engels señala que fue el trabajo, la actividad productiva, lo que le permitió a los hombres salir del reino animal. Pudieron comenzar a abandonar la vida nómade y empezar a planificar asentándose en un lugar. Esto les permitió incrementar los productos necesarios para sobrevivir y a acumular riquezas que en un primer momento pertenecían a todos los miembros de la comunidad. Pero con el desarrollo a gran escala de la agricultura y la ganadería se produce un excedente también a gran escala, así se generaron las bases materiales para que surgieran nuevas formas de vida que transformarán ese sistema social colectivo. Surgirá una división entre quienes producían y trabajaban, la gran mayoría de la sociedad, y una pequeña minoría que no trabaja y vivía a costa del trabajo ajeno. Esta minoría es la que va a poseer el poder da las armas, ejercer el gobierno y apropiarse de las tierras. De esta forma surge también la propiedad privada y las primeras formas de Estado.
El monopolio de la propiedad derroca el derecho materno
Estas transformaciones irán de la mano de un cambio enorme en la situación de las mujeres. Las clases dominantes querrán dominar la capacidad reproductiva de las mujeres para que los varones se aseguren su descendencia y puedan así heredar sus riquezas y poder político y militar a sus hijos verdaderos. Cambiando de esta forma el derecho hereditario materno por el paterno.
Para ello fue necesario controlar el cuerpo de la mujer, recluyéndolas al interior del hogar y estableciendo para ellas la obligación de la monogamia. De esta forma la mujer sale de la esfera de la producción social quedando confinada a la de la reproducción social. La dominación y el poder masculinos tienen una base material, el monopolio de la propiedad y su transmisión por vía paterna. Con el tiempo y el surgimiento de las ciudades el matrimonio se extenderá a las clases explotadas por medio de la ideología que impartía el Estado y la Iglesia entre otras instituciones.
Retomar este libro tiene una importancia crucial en nuestros días en que el movimiento de mujeres en distintas partes del mundo se moviliza de forma multitudinaria, como en Argentina contra los femicidios o en Polonia por el derecho al aborto.
El mismo Engels dice: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuño también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada, y en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida”.
Jazmín Jimenez
Licenciada en Sociología