En el histórico referéndum, el gobierno obtiene el 51%, pero los partidos opositores cuestionan la validez de la elección.
Lunes 17 de abril de 2017 06:22
La noche del domingo, el presidente Erdoğan y el primer ministro Yildirim se declararon ganadores del referéndum. El 51,3% votó por la introducción del sistema presidencial, según la agencia de noticias Anadolu Ajansi. La participación electoral fue muy alta: el 86% de las más de 55 millones de personas con derecho a voto se pronunciaron en la consulta sobre el destino del régimen.
Erdoğan ya panifica sus próximos pasos en la guerra interna contra la oposición: quiere reintroducir la pena de muerte.
El referéndum bajo las sombras de la manipulación y la represión
El referéndum tuvo lugar bajo mucha represión, sobre todo en las ciudades kurdas. Fuerzas del gobierno pertrechadas con armas rodearon los colegios electorales donde era probable un porcentaje alto para el “No”. En la ciudad kurda de Diyarbakır (Amed), tres votantes fueron fusilados por un militante del AKP porque se habían pronunciado contra algunas violaciones de ley, denuncias que se reportaron durante todo el día. Mucha gente en el territorio kurdo recién se enteró el mismo día de la elección que sus colegios electorales se habían cambiado de lugar. Alrededor de los colegios electorales hubo actividades ilegales de propaganda por parte del AKP. Fiscales observadores del partido kurdo HDP fueron acosados y se intentó echarlos de los colegios electorales.
Aún antes de terminar la votación, se conoció una decisión escandalosa por parte del Alto Consejo Electoral turco (YSK), lo que sin dudas constituye una violación de sus propias leyes: se aceptarían también las boletas de voto sin sello. El YSK justificó con esta decisión escandalosa la manipulación de los votos por parte del AKP, al servicio del “Evet” (“Sí”).
Los resultados de las ciudades kurdas fueron nada satisfactorios para Erdoğan. A pesar de la ocupación militar, de las expulsiones forzadas, de las detenciones, los bombardeos y las masacres desde el verano de 2015, el AKP no logró imponerse. El “No” fue mucho más fuerte que el “Sí” en Kurdistan del Norte. El dominio de terror por parte de Erdoğan que se expresa en este territorio como una política de guerra, fue cuestionada ayer en el referéndum.
Más tarde, tras el anuncio del “Sí” como ganador por parte de la agencia de noticias Anadolu Ajansi, las tensiones crecieron. Los opositores en el campo del “No” protestaron contra la arbitrariedad del YSK. Según fuentes actuales del HDP, la manipulación habría alcanzado el 3% o 4% de los votos. Tanto del HDP como el kemalista CHP anunciaron que presentarán una queja ante la justicia.
El dominio del terror como precondición para el referéndum
Hubo una desigualdad importante en la relación de fuerzas entre las campañas. El gobierno del AKP y Erdoğan utilizaron todo el aparato estatal para su campaña por el “Sí”, mientras que la campaña por el “No” había sido casi prohibida en los hechos.
Diputados del HDP fueron detenidos para aplastar a la oposición parlamentaria. Los alcaldes electos fueron remplazados por funcionarios del AKP para quitarle recursos políticos al HDP también a nivel municipal. Oficinas del HDP fueron blancos de ataques fascistas y militares. Sus oficinas fueron saqueadas y prendidas fuego, mientras al mismo tiempo se criminalizaba a los activistas kurdos.
Incluso el repartir de volantes o el informar con stands de campaña para el “No” se volvió un motivo para ser detenido. También las campañas sindicales para el “no” fueron atacadas fuertemente por parte de la policía. Bajo el Estado de emergencia, que aún sigue vigente en el país, se declararon ilegales también las huelgas. Cualquier manifestación o reunión fue prohibida.
Durante el último año muchos periódicos opositores y críticos, agencias de noticias, canales de televisión y asociaciones fueron prohibidos para monopolizar la opinión pública. Muchos periodistas fueron detenidos bajo pretextos ridículos y declarados ‘enemigos del Estado’. Los otros medios que no están bajo control directo del AKP fueron comprados o intimidados, para que sirvieran como medio de propaganda para el AKP y el “Sí”. Las voces críticas o de izquierda casi no se pudieron oír en los medios.
¿Qué expresan los resultados?
La coalición entre el partido AKP y MHP que se constituyó en este último periodo de militarización del país, perdió efectividad a nivel electoral. En las elecciones parlamentarias de noviembre de 2015 alcanzaron juntos el 62% de los votos. En el referéndum de ayer, esta coalición apenas alcanzó el 51% de los votos, a pesar de los masivos recursos estatales puestos en juego y la imposición del Estado de emergencia. Antes del referéndum se habían expresado las grietas en el MHP: una fracción dentro de este partido ultranacionalista organizó una campaña por el “No”. Estas grietas no harán más que profundizarse después del referéndum.
Por primera vez, el AKP perdió las metrópolis de Estambul y Ankara en las elecciones. Mientras que a Estambul se la considera la capital económica, Ankara es la capital política. En ambas ciudades el alcalde es del AKP y éste partido siempre resultó ganador en las elecciones, por lo que el resultado del domingo expresa un descontento creciente con Erdoğan. Aunque este malestar por parte de las bases del AKP aún no tiene forma organizada.
La crisis de la oposición también se expresó claramente en los resultados del referéndum. Ya que la reforma constitucional también juega en contra de ciertos sectores burgueses, hubo un espectro amplio que apoyó la campaña por el “No”. En este sentido, el “No” fue mucho más heterogéneo que el “Sí”. La campaña se basó, en última instancia, en el consenso de distintos sectores para rechazar la concentración de poder en manos de Erdoğan y sus ataques.
Pero a la campaña por el “No” le faltaron las demandas sociales para organizar a los sectores populares y los trabajadores alrededor del “No”. La campaña hubiera podido expresar el descontento organizado contra Erdoğan de haberlas tomado. En vez de eso, la campaña se hizo con un contenido muy liberal, a pesar de la militarización y la polarización. Por eso no logró un éxito orgánico de la oposición, aunque canalizó a parte de la población que está agotada por el Estado de emergencia y la política guerrerista, y que se siente amenazada por la crisis económica.
Erdoğan no está tranquilo todavía, aunque las elecciones terminaron con el triunfo del “Sí”. A su vez, el desafío mayor para la oposición empieza ahora, en la fase posterior al referéndum. Si acepta la victoria de Erdoğan, será eliminada del escenario. Si continua solo por la ruta parlamentaria, se encontrará frente a una pared. Es que las elecciones demostraron otra vez que por la vía del puro parlamentarismo y las elecciones no se puede enfrentar al bonapartismo.
Es muy importante enfrentar los ataques antidemocráticos por parte del régimen de Erdoğan, que elimina derechos básicos fundamentales, pero esto no se puede hacer con una estrategia basada únicamente en “defender la democracia parlamentaria”.
Esta posición -siguiendo la lógica de los frentes populares- significa la sumisión de la clase trabajadora bajo direcciones burguesas. Alienta la ilusión de que el modelo de la democracia turca sin Erdoğan sería deseable. Pero esta ‘democracia’ se basa en el genocidio armenio, la colonización interna de Kurdistán y Chipre, y se apoya en una política antiobrera. Este modelo está podrido, pero lamentablemente la única respuesta visible hoy viene desde la derecha. Esto muestra claramente la crisis de la mayoría de la izquierda en Turquía, consecuencia de su adaptación a políticas de conciliación de clases.
Tras el referéndum, es necesario impulsar movilizaciones de masas y huelgas organizadas desde las bases, para recuperar la capacidad de lucha de los trabajadores, y construir estructuras democráticas y clasistas desde las bases.
Publicado originalmente en KasseGegenKlasse
Traducción: Stefan Schneider