A un año de la inesperada partida de dos jóvenes militantes del PTS, el recuerdo en las palabras de una de sus compañeras de militancia en La Plata.
Lunes 4 de junio de 2018
Un año pasó. Es realmente un día triste y difícil hoy. Se cumple un año del fallecimiento de nuestros camaradas Laura Rimedio y Ezequiel Castro en un fatídico accidente en Olavarría.
A quienes los conocimos nos embargan los recuerdos, en especial los alegres y las enseñanzas que por suerte tuvimos el placer de vivir junto a ellos. Con la alegría de que Fede este recuperándose y marchando junto con nosotros.
Pasa el tiempo y el desgarro queda. El día de mi cumpleaños fue la última vez que compartí una birra con Ezequiel, “El Gordo”. Viajando por San Salvador (Jujuy) me acordé de ese día. Y es como si el recuerdo me hubiese superado.
Escuché su carcajada retumbando en la casa de Lucas. Él era un loco por la vida, por probarlo y vivirlo todo. Desde el ventoso Zapala (Neuquén) se fue a estudiar a La Plata, donde estudiando Sociología comenzó a militar en el PTS. Nos formó a muchos entre discusión, peleas y risas en la Universidad y luego como docente en Ensenada. Reconocido luchador por sus compañeros, fue electo delegado en el Suteba.
Siempre pienso que El Gordo tenía una capacidad particular para transmitir siempre su sed de vivir. “En la cresta de la ola” no era en él solo una frase. Era un estilo.
Luchamos por cambiar el mundo, sí, pero si en el medio no damos todo por sacarle hasta la última gota de experiencia a este ¿qué estamos esperando? Eso transmitía Ezequiel.
A Laurita la conocí también militando en la Facultad de Humanidades. Era estudiante de Historia y allí comenzó a militar en el PTS. Todos la muestran riendo. Y es así. Hasta en momentos difíciles sonreía.
Luchó y fue electa parte de la Junta Interna de ARBA, peleando por su puesto de trabajo junto a muchos otros jóvenes precarizados.
Laura me enseñó a ser menos sectaria. No me pesa reconocerlo, muchos sufrimos de ese problema. Era desprejuiciada, no se guiaba por giladas con la gente y gracias a eso contamos hoy con muchos nuevos compañeros y compañeras valiosos. Dialogaba. Sabía, una cosa que es muy difícil, ganarse la confianza de sus compañeros estando siempre.
Ni Laura ni Ezequiel buscaban el reconocimiento, ni el destaque, simplemente llevaban adelante su tarea apasionadamente. Convencer a nuevos jóvenes y trabajadores de las ideas de la revolución era su única ambición. Eran liberadores de esclavos.
Por haberlos conocido así (o incluso para aquellos que no los han conocido tanto) su absurda muerte, además de una honda tristeza, se vuelve una cosa que nos estruja la panza.
Estamos hechos, nosotros los comunistas, para más cosas, para mejores cosas. Estamos hechos para la batalla. Conocemos las reglas de nuestra lucha. Será por eso que por momentos sentimos que esto no puede haber pasado.
Hace un tiempo, recuerdo que Emilio Albamonte preguntó de qué materia estamos hechos. Si de la materia de los sueños de la que habla Shakespeare o de una madera superior. La muerte fuerza, como mil aplausos, a despertar de cualquier sueño. Nos demuestra que es finita nuestra vida e inmensa nuestra lucha.
Todo vuelve de diferentes formas. Si en los inicios del PTS la regional La Plata y sus células obreras le dieron al partido el germen de la familia comunista necesario para la construcción de cualquier proyecto socialista, ese germen brotó y la familia comunista acompañó a todos y cada uno frente a la tragedia.
La pérdida de un compañero es una derrota que golpea. Como revolucionarios nos preparamos para nuevas y peores derrotas. A lo Rosa Luxemburgo, nuestro camino está plagado de espinas. Pero nosotros nos preparamos para vencer.
Hoy Ezequiel y Laura forman parte de nuestra lucha.
¡Hasta el Socialismo Siempre Compañeros!
“El más bello de los mares
Es aquel que no hemos visto todavía.
La más linda criatura
Todavía no ha nacido.
Nuestros días más hermosos
Aún no los hemos vivido.
Y lo mejor de todo aquello que tengo que decirte
Todavía no lo he dicho.
Conducirán los hombres a los hombres.
Desde los días malos a los días mejores.
Sanará nuestro hijo
Saldrá de la prisión su padre.
(...)
Nos pasa lo que pasa en nuestro mundo”(Nazim Hikmet)