Entrevistamos a Francisco Cantamutto, economista, docente e investigador bahiense, uno de los espiados ilegalmente por los servicios de inteligencia de la AFI. Por qué lo espiaron, sus planteos críticos de la Organización Mundial del Comercio, el espionaje estatal y la Universidad.
Lunes 15 de junio de 2020 10:24
Tras conocerse el escándalo del espionaje ilegal de la AFI macrista de Gustavo Arribas a investigadores, periodistas y organizaciones políticas, desde La Izquierda Diario entrevistamos a Francisco Cantamutto, economista, docente de la UNS e investigador bahiense, uno de los que sufrió espionaje ilegal de los servicios de inteligencia.
¿Podés contarnos cuál es tu trabajo, qué estás investigando?
Yo me especializo en estudios de economía política aplicada a América Latina en general y a Argentina en particular. Dentro de eso estudio lo que son los modos de desarrollo donde confluyen los elementos que tienen que ver con la difusión del patrón de reproducción económica en la economía y sus vínculos con las disputas sociales y el sistema político. Específicamente en el último año me enfoqué en el problema de la deuda por ser un tema clave que de cualquier modo siempre voy siguiendo a lo largo de mi carrera como investigador. Endeudamiento del Estado desde los sectores populares.
En otras entrevistas planteaste que ya sabías que habías sido investigado en el 2017, ¿podés decirnos cómo te enteraste y qué hiciste en aquel momento?
En otros momentos en relación a la posición de la Argentina como economía dependiente del sistema mundial también estuve investigando lo que tiene que ver con la arquitectura financiera y la arquitectura de acuerdos económicos a nivel internacional.
En ese marco estaba investigando en relación a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2017. Ese año se realizó en Argentina la onceava reunión ministerial de la OMC que venía con una agenda que luego comento un poco mejor, pero que nosotros veníamos debatiendo de manera abierta y pública en diversos foros, seminarios, charlas, conferencias y también notas periodísticas además de trabajos académicos.
En el año 2017 cuando estábamos haciendo esta tarea quisimos participar de esta reunión ministerial y se nos prohibió el acceso por parte de la propia OMC y cuando requerimos que se nos explicara se nos señaló que usaban información provista por el propio gobierno argentino y el gobierno argentino desde cancillería derivó a la AFI y el Ministerio de Seguridad.
Desde el año 2017 entonces yo tengo claro que fui espiado, que se armó una ficha de mi persona. Una ficha vinculada a temas ideológicos o políticos, algo que está expresamente prohibido en la ley de inteligencia en su artículo 4 y en tal sentido se me prohibió la participación en la conferencia. Yo inicié un recurso de Habeas Data involucrando al Ministerio de Seguridad y la AFI que ha prosperado desde entonces. Lo que ocurrió estos últimos días fue que se hizo público mi nombre, entros otros casi 500 nombres sobre haber sido espiados pero para las casi 60 personas que fuimos prohibidas en el año 2017 esto no era una novedad.
¿Cuáles eran las críticas que desde el grupo de economía hacían a la OMC?
La sociedad de economía crítica es un espacio que reúne a economistas de distintas variantes de la heterodoxia sin tener un único lineamiento central propio. Esto es importante porque una de las batallas clave de la sociedad de economía crítica es en torno a la pluralidad de ideas. En ese sentido varios, varias de quienes integramos la sociedad de economía crítica abordamos temas de economía internacional y en relación a la OMC tuvimos oportunidad de estudiar en profundidad y expresamos en particular algo que fue capitalizado por la sociedad de economía crítica para hacer una propuesta sobre 10 puntos para enfrentar la crisis que es un documento que está público y disponible en las redes de la sociedad.
En ese sentido entendemos a la OMC como un organismo que siendo un legado de Bretton Woods desde los años 90 hasta esta parte ha evolucionado en la forma concreta a través de la cual países centrales forzaron la liberalización de los países de la periferia. La liberalización del comercio ha sido sumamente asimétrica teniendo mayor peso en aquellos bienes en que se especializan las economías centrales, lo cual significó, por ejemplo, la quita de toda protección en relación a bienes industriales que desmontó la industria en la periferia. Al contrario los países centrales siguen teniendo altas barreras a la importación al comercio en vínculo a bienes primarios, bienes alimenticios que son los que suelen especializar los países de la periferia. Por supuesto que estoy planteando un arquetipo medio general y hay varios detalles y excepciones que habría que plantear a esta regla.
La OMC en tal sentido ha sido el puntal, el bastión de la liberalización que en los 90 generó en el apogeo del neoliberalismo fabulosas crisis que entraron no solamente en América Latina sino en todo el mundo en un descrédito importante y especialmente desde el estallido de la crisis mundial del año 2008 no ha logrado generar nuevos consensos de avance. No solo porque no ha avanzado en bienes primarios en los países centrales sino porque la agenda se ha movido lentamente hacia el sector de servicios, especialmente con lo que tiene que ver con el sector de comercio electrónico, ha habido mucha presión por la liberalización, lo cual para países como la Argentina significaría la desaparición de la mitad de la estructura productiva nacional.
Entonces estas son la críticas que hacíamos, qué implicaría adoptar la agenda de la OMC, implicaría volver a reformas que ya sabemos que fracasaron, significaría la pérdida de una gran capacidad productiva en Argentina, especialmente en lo que tiene que ver con la industria, significaría la pérdida de derechos laborales y empleo para la población argentina, además de una creciente inestabilidad y exposición a los flujos internacionales de capitales que hemos visto generan claros problemas cuando las crisis se presentan a la puerta.
Finalmente en lo que tiene que ver en la gobernanza global la OMC mostró estar estancada de manera clara desde el 2008 donde los foros se torcieron hacia otros espacios no multilaterales sino plurilaterales, es decir clubes más pequeños como el G20 donde la Argentina también participó pero con una agenda no muy distinta y sin capacidad de llegar a acuerdos, detrás de esto está la disputa de Estados Unidos con China por la hegemonía en el mundo.
¿Cómo afecta esta política de espionaje a tu actividad como docente e intelectual?
Sinceramente el efecto esperado es el amedrentamiento, miedo, paralización y lograr que abandone toda clase no solo de crítica sino incluso de democratización del conocimiento y esto es importante. Mucha de la gente espiada no es una crítica opositora fuerte, de rechazo frontal a, por ejemplo, la OMC, sino que tiene una voluntad de hacer que la agenda se haga pública y la discutamos entre todos, todas. Esto incluso es una afrenta al poder, la idea de que el pueblo entero pueda discutir los asuntos que le competen.
Pues bien, si aceptara ese miedo, ese amedrentamiento debería abandonar toda actividad intelectual, no estoy dispuesto a hacerlo y entonces en tal sentido el modo en el que afecta en lugar de callarme es buscar la denuncia pública de estos atropellos y al mismo tiempo organizarnos y vincularnos para fortalecer nuestras prácticas de modo tal que no dependa de la tarea de mi persona u otra persona en particular sino en general sea una red de conocimiento crítico que pueda poner en crisis estas prácticas
Sabemos que es importante que hoy se conozcan estas prácticas ilegales que no son nuevas y que han sido utilizadas por todos los gobiernos desde la vuelta a la democracia en 1983, ¿por qué crees que salen a la luz en este contexto?
Las prácticas de espionaje son una continuidad de la dictadura, tienen una gran parte del aparato de inteligencia legado de la última dictadura cívico militar. No es el primer caso de espionaje de ninguna manera. Y lamentablemente no tengo espectativas de que sea el último. Lo que sí es importante es que en la medida en que lo pongamos sobre la mesa, lo debatamos, lo discutamos y lo denunciemos es posible reducir sus alcances.
Lo cierto es que en los últimos años el espionaje ha tenido mucha utilidad en lo que tiene que ver con los famosos carpetazos entre distintas figuras políticas con temas que no tienen nada que ver con las posiciones políticas sino con trenzas de poder, incluso más livianas como son bajar candidaturas y cosas por el estilo vinculado a dramas personales. La red de espionaje es tan densa y tan poco articulada que hace que estallen conflictos por todos lados. Creo que uno de los hitos este problema fue el asesinato del fiscal Nisman que cobró dimensión internacional y se empezó a sacar a la luz un montón de problemas muy serios.
El uso y abuso por parte del gobierno de Macri de los aparatos de inteligencia sin un encuadramiento político estable en términos de política de estado no es que no tuvieron objetivo claro, sino que no tenían claridad de que el Estado iba a persistir más allá de su gobierno y en tal sentido no tomaron los recaudos del caso, dejaron los dedos marcados por todos lados. Yo creo que sale a la luz un poco por esto por el abuso que se hizo de esto para dirimir diferencias políticas, por los escándalos internacionales vinculados a operaciones como el asesinato de Nisman y el mal uso, mal uso más allá de que yo no coincida con el objetivo sino incluso a la mala práctica en término de sus propios objetivos por parte del gobierno de cambiemos.
¿Qué pensás de estas prácticas estatales y sus aparatos de persecución ideológica, como la AFI?
Son mecanismos de control, un poco lo respondía en la pregunta anterior. El Estado capitalista sostiene su fuerza de dominación no sólo en base a la fuerza, sino trataríamos con un estado medieval. El Estado en las democracias capitalistas modernas se basa sobre todo en la dominación política que incluye elementos de dominación ideológica. La AFI es un elemento más coercitivo en el sentido de que busca atemorizar.
Hay otros aparatos vinculados a la difusión, propagación de ciertos conocimientos y ciertas ideas y al mismo tiempo de restricción de otras ideas. En este sentido me pongo, muy poulantziano, en el sentido de los aparatos ideológicos del Estado que creo que de ninguna forma son aparatos cerrados, sin grietas, coherentes ni mucho menos como lo explique en la anterior respuesta, tienen sus propios resquicios internos, trenzas internas que abren huecos por los cuales a veces pueden colapsar. La AFI en particular no cumple una función creativa sino al revés coercitiva.
En el mismo sentido, ¿qué opinás de la política de ciberpatrullaje? una práctica instalada con Bullrich y que hoy está más vigente que nunca en este contexto de aislamiento, como reconoció la ministra Frederic.
La política del ciberpatrullaje me parece una auténtica locura. En gran medida en lo atinente a mi propia persona fue ciberpatrullaje lo que sufrí más bien, y me parece que no debería estar habilitándose con tanta liviandad. Lamentablemente el debate dejó mucho que desear a nivel público, pasó casi que por delante de nuestras narices.
En general en la Argentina a lo largo de los últimos años no se ha tenido una política para nada clara de protección de datos personales y se han sobrepasado, se han atropellado los derechos individuales, los derechos de las personas, lo que muestra también que gran parte de la dirigencia ni siquiera abraza el credo liberal en un sentido consistente porque esto ni siquiera es un patrimonio exclusivo nuestro, de la izquierda, la defensa de estos derechos sino que incluso un liberal consecuente debería defenderlos. Bueno, no parece ser el caso. Deberíamos poner los puntos sobre las íes y señalar lo que es condenable en este gobierno como en el anterior y anterior y así podría seguir.
¿Qué rol pensás que debería jugar la universidad ante esta situación?
La universidad creo que debería en primer lugar ponerse a la cabeza de la denuncia de estos espacios de espionaje. Creo que de ninguna manera puede hacerse neutral, principalmente porque se supone que la labor académica, lo que demanda el sistema académico tiene que ver con analizar, interpretar la realidad, hacerla entendible para el resto de la sociedad y proponer alternativas. Esa tarea es exactamente por la cual se nos tildó de sospechosos y se nos espió a muchos, muchas en estos casos que han resonado ahora.
Por lo tanto la universidad en tanto tenga coherencia en lo que se propone hacer debería ser la primera en denunciar la imposibilidad, la incoherencia lógica de que el Estado espíe a quienes hacemos esto. Pero más en general, digo porque esto no nos ponen en un lugar de privilegio, a toda persona que proponga simplemente interpretar, analizar o cambiar la realidad por otra distinta. Creo que de vuelta y enlazando con la respuesta anterior, incluso un liberalismo consecuente debería defender la libertad de expresión.
Por supuesto que en los hechos ha sido siempre la izquierda la que más ha enfrentado y puesto el cuerpo en la defensa de los derechos e, incluso los individuales como la libertad de opinión, expresión y libertad de prensa. Más allá de esto, la universidad no deja de ser un aparato del Estado y si bien tiene autonomía y esto es bastante visible, digo la autonomía que tienen las universidades por las diferencias que marcan entre sí, no deja de ser parte de un aparato de un Estado con ciertas funciones estructurales donde determina que las discusiones difícilmente llegan.
A esto se suma una cuestión más instrumental que es en general, las universidades tienen una sobrerrepresentación en la dirección y en los espacios de autoridad de sectores sociales que no suelen provenir de los lugares más populares, esto es una generalización pero tiende a ser que además de las inercias estructurales las direcciones específicas, los cuadros directivos específicos tiendan a omitir estos debates por considerarlos fuera de sus intereses por no verse directamente afectados.