La diplomacia francesa ha tenido sus ojos clavados en Níger en las últimas horas. El secuestro del presidente, Mohamed Bazoum, en el poder desde 2021, por parte de soldados golpistas podría tener importantes consecuencias para Francia y marcar un nuevo declive de su dominación imperialista en la zona.
Domingo 30 de julio de 2023 20:33
Tras más de veinticuatro horas de confusión, la situación parece haberse torcido este jueves a favor de los golpistas en Níger. El Estado Mayor del Ejército, seguido por parte de la oposición (que hasta entonces había mantenido una posición de neutralidad desde el inicio del secuestro el miércoles por la mañana del presidente Mohamed Bazoum a manos de la guardia presidencial), reunió finalmente a los insurgentes por la tarde. Un golpe que tomó por sorpresa y velocidad a París y Washington, reducidos a la impotencia.
París no oculta su preocupación y sigue muy de cerca la situación. El miércoles, la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, condenó “enérgicamente cualquier intento de tomar el poder por la fuerza”. Este viernes, desde Papúa Nueva Guinea, el presidente francés Emmanuel Macron siguió esa línea, pidiendo la "liberación" de Bazoum y denunciando un "golpe de Estado peligroso" para toda la región. Cyril Payen, reportero senior de France 24, resumió el estado de ánimo general con una frase lapidaria: "este es el peor escenario que le puede pasar a Francia".
En efecto, desde el verano de 2022 y el final de la Operación Barkhane tras diez años de ocupación en el Sahel, Francia había decidido redesplegar el núcleo de su arsenal militar en la región de Níger con 1.500 soldados franceses movilizados en Niamey, la capital del país. A nivel económico, Níger es también el segundo proveedor de uranio de Francia (vital para abastecer las centrales nucleares que producen dos tercios de la electricidad), por detrás de Kazajstán. En 2020, Niamey también representó un tercio de las importaciones francesas de mineral.
Después de Malí y Burkina Faso, Níger se convierte en el tercer país aliado de las potencias occidentales y del imperialismo francés que experimenta un golpe de Estado en tres años. Las juntas de Malí y Burkina Faso, que expulsaron al ejército francés de su país, se han vuelto desde entonces hacia Rusia en el frente militar y de seguridad. Además, en estos años Niamey actuó más que nunca como un bastión militar y estratégico central para el imperialismo francés en su histórica plaza africana.
Último pivote francés de la "lucha contra el yihadismo" en el Sahel, es difícil decir cómo evolucionará la situación en Níger. En el marco de muchas cuestiones de seguridad, el país está rodeado por el caos libio, Nigeria con Boko Haram e ISWAP, el norte de Benin muy afectado por el yihadismo pero también Malí y Burkina Faso, por lo que es posible que la situación se deteriore aún más.
Sin embargo, a diferencia de los analistas burgueses, no consideramos a Francia como una “garantía” para las poblaciones locales y los trabajadores. Por el contrario, la presencia militar francesa no sólo se ha mostrado impotente frente a los grupos armados yihadistas, sino que ha contribuido a la militarización de toda la región y por tanto a reforzar la inestabilidad y a los enemigos de las masas trabajadoras.
En un contexto de creciente resentimiento de la población contra la injerencia francesa en el Sahel, los golpistas de Níger no dejaron de enviar las primeras señales de desafío. En un comunicado leído en la televisión el jueves, su portavoz dijo que "a pesar de las órdenes judiciales del CNSP [Comité Nacional para la Salvaguardia de la Patria] relacionadas con el cierre de las fronteras, se descubrió que el socio francés aterrizó un avión militar tipo A400M en el aeropuerto internacional de Niamey".
Durante la jornada se produjeron varias manifestaciones en Niamey y Dossey, al oeste de la capital. “Abajo Francia, viva Rusia”, agitaron los manifestantes, según Le Monde. En este contexto, al inaugurarse este jueves en San Petersburgo la cumbre Rusia-África, donde se espera que 49 países africanos y 17 jefes de Estado, según el Kremlin, aborden el fortalecimiento de la cooperación ruso-africana, el líder del grupo paramilitar ruso Wagner, Yevgeny Prigojine, saludó el golpe en curso en las redes sociales.
Además, sea cual sea el resultado de este golpe, la situación en Níger debilita las posiciones cada vez más precarias del imperialismo francés en África. En esto hay responsabilidad del gobierno de Macron, que mientras multiplica los llamamientos para "preservar la democracia", históricamente ha utilizado la pantalla democrática según sus intereses, apoyando militar, financiera y políticamente a muchos regímenes autoritarios en África (como por ejemplo el clan Déby en Chad). Francia, que pretendía bajo el pretexto de la lucha "contra el terrorismo" romper con su tradición intervencionista, está haciendo prosperar a los grupos armados y participando en la etnización de muchos conflictos en la región, con grandes ataques que incluyen ejecuciones arbitrarias, humillaciones y abusos de los que es culpable el ejército francés desde hace casi 10 años en el Sahel.
Para la población de Níger, la situación es particularmente grave. Una parte parece haber acogido con beneplácito el golpe (el tercero ya en Níger desde 2020) en un contexto de precariedad económica e inestabilidad de la seguridad. También es necesario señalar la total ausencia de reacción popular para defender el corrupto “acervo de los regímenes democráticos”, legados de Françafrique (término utilizado para identificar la relación entre Francia y sus zona de dominio en África) y del imperialismo francés. Sin embargo, lejos de constituir una respuesta a los problemas planteados por la población, se trata de un nuevo giro autoritario que corre el riesgo de ser instrumentalizado por el ejército y el grupo de fuerzas especiales en el poder.
Ante esta situación, es más necesario que nunca llevar la solidaridad internacionalista a los trabajadores y jóvenes de Níger y afirmar el rechazo a cualquier injerencia extranjera, en particular al imperialismo francés. Los gobiernos francés y de otras potencias occidentales nos quieren hacer creer que los trabajadores y las clases populares en Francia tendrían los mismos objetivos e intereses que los capitalistas franceses en África. Pero es todo lo contrario. Cuanto más se las arregla el imperialismo francés para explotar a las poblaciones africanas, más fuerte es para explotar a la clase obrera en Francia. Por el contrario, cualquier reversión del imperialismo francés en África y en otros lugares refuerza la posición relativa de los trabajadores en su lucha contra la burguesía.