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Red Internacional
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Sin medidas a la vista. Gremios de la CGT y la CTA aseguran que "la inflación es un dibujo", pero mantienen la tregua con el Gobierno

Luego del anuncio de este jueves, distintos sindicatos de ambas centrales de trabajadores emitieron un comunicado cuestionando el índice oficial. "El INDEC utiliza una metodología de cálculo desactualizada. El gobierno no se atreve a modificarlo porque develaría que la inflación es mayor que la publicada". A pesar del planteo, mantienen la tregua y siguen sin llamar a medidas que enfrenten esta realidad y la consecuente caída del poder de compra de los salarios.

Juan Manuel Astiazarán

Juan Manuel Astiazarán @juanmastiazaran

Viernes 14 de febrero 23:45

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Tras conocerse la cifra oficial del Índice de Precios al Consumidor que difunde el INDEC, muchos fueron los especialistas que cuestionaron la metodología utilizada para realizar la medición y señalaron una utilización política del Gobierno. Algo suena raro en los números del gobierno, que pese a avanzar en importantes tarifazos en electricidad, gas, agua, transporte, salud y comunicaciones insiste en mostrar el “éxito” de su plan económico a partir de esta medición.

Entre quienes se sumaron a los cuestionamientos estuvieron más de 30 gremios (algunos enrolados en la CGT y otros en la CTA) que emitieron un comunicado en conjunto señalando que “el dato que publica el INDEC no refleja la realidad de los trabajadores”. En el texto, señalan que se está utilizando “un método desactualizado que oculta que el poder de compra de los salarios se redujo un 50% en los últimos años” y advierten que “el Gobierno no se atreve a modificarlo porque develaría que la inflación es mayor que la publicada”.

“La mayoría de los especialistas coinciden en que existió un desfasaje cercano al 15% (en contra de los salarios) entre los datos oficiales y la inflación sufrida en 2014, y tiene lógica” asegura el documento. Y se pregunta: “¿Es lo mismo medir el peso de los servicios públicos con subsidios que sin ellos? ¿O el impacto de los alquileres con aumentos anuales pautados que con incrementos ‘libres’ cada tres meses?”.

El documento finaliza remarcando las diferencias “entre la realidad y el dibujo oficial” y señalando: “Necesitamos unirnos para reparar esta injusticia”. Sin embargo, la correcta denuncia que desarrolla el texto contrasta muy fuertemente con la actitud que muchos de los sindicatos que sumaron su firma tuvieron a lo largo del primer año del gobierno de Milei y que siguen manteniendo hasta hoy. Gremios que, ya sea por su peso en la actividad económica (como La Bancaria o el sindicato del Subte) o por su extensión (como ATE), podrían jugar un rol importante en enfrentar abiertamente y en las calles las medidas del gobierno y pararle la mano a los ataques que empobrecen cada vez más a quienes viven de su trabajo.

Sin embargo, las palabras distan mucho de las acciones. A pesar de separarse de la actitud abiertamente colaboracionista de una parte importante del sindicalismo referenciado en el sector de los “gordos” de la CGT, las críticas terminan en una larga lista de documentos y manifiestos, pero quedan lejos de organizar esa bronca y descontento que describen para preparar medidas a la altura de los ataques en curso.

Sin ir más lejos, la convocatoria de la “marcha de la resistencia” organizada para este viernes por referentes como Catalano (ATE-Capital), Yasky (CTA), Pianelli (AGTSyP) o Baradel (SUTEBA) contó apenas con una escasa convocatoria de los aparatos gremiales de la que muy pocos se enteraron, en otra acción burocrática que persigue como único fin mostrar una foto de unidad que vaya de la mano de la estrategia electoral del peronismo de un “gran frente anti Milei”.

Días atrás, el titular de ATE Capital fue claro en este mismo sentido cuando en diálogo con el medio El Grito del Sur aseguró que “un paro aislado de un proyecto de resistencia no tiene sentido” y señaló: “La posibilidad de transformación está en que podamos armar un frente político que permita liberarnos del fascismo”.

Otra vez, las palabras están muy lejos de los hechos. Suena poco creíble hablar de “liberarse del fascismo” mientras el peronismo negocia en el Congreso con el Gobierno, como se volvió a demostrar esta semana, y garantiza que avance con proyectos que lo pueden terminar fortaleciendo como la suspensión de las PASO o en el nombramiento del juez Lijo para la Corte Suprema. Y al mismo tiempo, la estrategia electoral de un gran frente opositor es una repetición calcada de lo que terminó en 2019 con la candidatura de Alberto Fernández, que incluyó a muchos de los aliados clave de Macri, y que terminó en la desastrosa experiencia del Frente de Todos que le allanó el camino a la ultraderecha de Milei.

La experiencia reciente muestra que los avances y retrocesos en los derechos y en las conquistas de los trabajadores no se juegan en los despachos y en la rosca electoral en la que todo el peronismo está metido, especulando con que Milei pague el costo del ajuste, sino en la unidad en las calles para derrotar con la movilización y la lucha todos los ataques. Ese es el único “proyecto de resistencia” posible.