Tras la reciente aparición de casos de gripe aviar en el país, el gobierno publicó medidas de emergencia para contener la evolución de la enfermedad. Hay mucha preocupación por la producción avícola, pero poco se dice de los cambios ocurridos en este tipo de producción a partir de 1976, o de las investigaciones del INTA que fueron desarticuladas durante el gobierno de Isabel Perón, para terminar de liquidarse en la dictadura genocida, y que sentaron las bases para el actual modelo predominante de producción de dichos alimentos.
Ramiro Thomás @heliotropos_
Jueves 23 de marzo de 2023 16:42
En la Argentina, la industria avícola es considerada la segunda respecto a su dinámica de inversiones, luego de la industria automotriz y se concentra principalmente en provincias cómo Buenos Aires y Entre Ríos.
La reciente aparición de la Influenza Aviar H5, comúnmente llamada “gripe aviar” puso en alerta a la población, a partir de que el gobierno fue confirmando la aparición de más de 60 casos de dicha enfermedad en distintos puntos del país.
A partir de su aparición y confirmación, se vienen tomando medidas desde el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) para contener la enfermedad, que fueron publicadas bajo la resolución 230/2023 en el boletín oficial.
La enfermedad se propaga entre las aves y pueden ser de baja o alta patogenicidad según el tipo de virus, provocando desde enfermedades que alteran la alimentación, reproducción y crecimiento de las aves hasta la alta mortalidad de dichos animales.
La producción a gran escala de dichos alimentos, por lo general se da mediante una concentración masiva del ganado avícola en lugares reducidos donde se llevan a cabo los distintos procesos para sacar los pollos y derivados del mismo que llegan, en su 97% del total de la producción a las góndolas de supermercados y carnicerías el país, mientras el 3% restante se destina a la exportación, según datos oficiales.
Por tanto, la preocupación es por la producción de dicho alimento que se ve alterado por la enfermedad, más allá de los casos de infección en seres humanos, que según el propio Ministerio de Salud, no representa una amenaza grave.
Sin embargo, es sabido que el tipo de producción intensiva, en grandes granjas , en especial la cría de ganado, son fuente de enfermedades zoonóticas, como lo demostró la “gripe porcina” o la pandemia de COVID-19.
Cómo es la producción avícola
La producción avícola actual, que según el gobierno es la más sustentable es llevada adelante, en su mayor parte, por grandes industrias como Granja Tres Arroyos S. A. o RASIC HNOS. S.A., donde se concentra y hacina a un número importante de aves, siendo este tipo de producción una fuente importante de generación y propagación de enfermedades.
Además, las condiciones y derechos laborales son pisoteados por estos grandes empresarios.
Ejemplo de ello fue la gran pelea que dieron desde 2014, los trabajadores de Cresta Roja, primero contra los despidos de Rasic Hnos. SA, para luego enfrentar los de Granja Tres Arroyos S.A. que se había hecho cargo de la empresa en 2018.
En 2020,en plena pandemia, la empresa, que supo financiar la campaña electoral de Macri, contó con la ayuda de las fuerzas de seguridad al mando de Berni y Kicillof , para continuar con los despidos de mas de 500 trabajadores.
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La impunidad de los empresarios continúa en los gobiernos actuales, y cuenta con el aval de los distintos gobiernos para hacer lo que quieran, con o sin represión.
¿Se puede producir de otra forma?
Dichas empresas desarrollan su producción centralmente en la provincia de Buenos Aires y Entre Ríos, cómo la mayor parte de las industrias del país que se concentran en las grandes urbes cercanas al puerto. Esto se fue profundizando a partir del golpe cívico militar ya que la dictadura genocida permitió el avance en la precarización laboral de los productores agropecuarios, beneficiando a los grandes propietarios de la tierra que fueron cómplices (y hasta artífices) de los distintos gobiernos de facto y sus crímenes.
Contra esta tendencia, hay antecedentes sobre varios intentos de modificar la producción de dichos alimentos, con estudios sobre la posibilidad de descentralizar la producción de dichos alimentos. Son parte de los debates e investigaciones que se dieron en el INTA y que luego fueron liquidados por la intervención tras el golpe genocida.
Un ejemplo es el trabajo de investigación de Sigfrido Kraft, que apuntaba a mejorar la genética de las aves para que pudieran ser criadas en distintos ámbitos del país, con una alimentación que estuviera al alcance de productores de bajos recursos y que se pudiera combatir infecciones comunes en aves de criadero.
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Esta investigación y desarrollo genético afectaba directamente a dos grandes beneficiados en la producción ganadera: las empresas de alimentos balanceados y las farmacéuticas.
El INTA y la dictadura
En un articulo publicado en 2014, la investigadora del Conicet Cecilia Gargano toma este caso y describe los distintos debates que se dieron en el INTA y que se fueron agudizando a medida que avanzaba la oleada de luchas obreras y sociales del periodo revolucionario previo al golpe genocida, y que fueron atacados por sectores conservadores dentro del instituto, donde no faltó la persecución y represión paraestatal de muchos investigadores que fueron cesanteados desde 1974 bajo la ley de prescindibilidad para la administración pública, (Ley 20.549) durante el último gobierno peronista, previo al golpe genocida. Y luego por la intervención militar durante la dictadura que profundizó este ataque terminando con líneas de investigación y debates acerca de cómo y qué producir.
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De esa manera, se borró con muchas de las investigaciones que apuntaban a promover y desarrollar lo que hoy conocemos como soberanía alimentaria, donde la producción de alimentos sea diseñada y llevada adelante para garantizar una mejora en la alimentación del conjunto de la población mediante metodologías de producción que tengan en cuenta la calidad, economía y acceso a la tierra y a alimentos para la gran mayoría de la población que hoy se encuentra bajo la línea de pobreza, y no para satisfacer la sed de ganancia del mercado capitalista.
El resultado está a la vista, ya que al haber destruido todo avance en dichas investigaciones, se sentaron las bases para que empresas nacionales y transnacionales pudieran avanzar en el negocio avícola, de la mano del crecimiento de las grandes farmacéuticas y productoras de alimentos balanceados. Es decir que bajó la calidad de los alimentos, se concentró la producción en pocas empresas haciendo que las condiciones de trabajo en esas grandes empresas sea cada vez peor.
Así es como quedó truncada una experiencia que, quizás hoy no solo estaría lejos de provocar enfermedades cómo la gripe aviar, sino que además generaría productos de calidad para alimentar en todos los rincones del país, evitando la concentración en grandes pollerías, pero también reduciendo el costo de esos alimentos y mejorando su potencialidad nutritiva.
La dictadura genocida benefició a grandes empresarios, en este caso de la alimentación, atacando a investigadores y trabajadores agrícolas que buscaban un modelo distinto de producción y una mejora en la alimentación de las grandes mayorías.
La pelea por producir de una manera saludable y económica, priorizando la alimentación de las grandes mayorías y no la ganancia de un puñado de empresarios, sigue vigente y se ligan a la necesidad de expropiar a las grandes empresas y estatizarlas bajo el control de las y los trabajadores. consumidores y profesionales de las universidades al servicio de estas mejoras y no de la ganancia de los empresarios, que solo dejan para el pueblo trabajador hambre, pobreza, desocupación, enfermedades y muertes evitables.
Otro motivo para llenar las calles el 24 de marzo, junto al Encuentro memoria verdad y Justicia contra la represión y la impunidad de ayer y de hoy, y contra la voracidad de los empresarios que lo único que les interesa nutrir, son sus fortunas y privilegios a costa del hambre de millones.
Julián Rodriguez
Trabajador judicial en La Marrón Clasista @JuYu666julianyu