Ubicada en una zona urbana de barrios obreros, esta semana fue clausurada Araucaria Energy por contaminación. La persistencia de los vecinos y las organizaciones ambientalistas, los negocios de las corporaciones con el Estado y la necesidad de los trabajadores de organizarse para enfrentarlas. ¿Qué conclusiones nos deja esta clausura?
Viernes 21 de agosto de 2020 12:23
La clausura de una de las termoeléctricas de Villa Rosa-Pilar (Fuente: Pilar a Diario)
La lucha inclaudicable de vecinos y ONGs fue la que logró este triunfo parcial que significa la clausura de una de las termoeléctricas que venía afectando el ambiente y la salud de los vecinos de Pilar y Escobar, causando desde problemas auditivos y de estrés hasta problemas cardíacos y respiratorios más graves. Una lucha que desde 2016 se venía organizando en asambleas, llevando adelante acciones como bloqueos y consiguiendo medidas cautelares para impedir que las empresas avasallen el territorio y pongan sus vidas en peligro.
Araucaria Energy es una generadora energética, relativamente nueva en el país (2016); una subsidiaria de la corporación canadiense Stoneway que también está en las zonas de Luján y San Pedro. En marzo los diarios informaban que había sido comprada por el empresario argentino -célebre menemista- José Luis Manzano. Éste la adquirió asumiendo que absorbería la deuda de nada menos que de 600 millones de dólares, que para fines de 2019 se le había vuelto "impagable" a la multinacional con sede en Buenos Aires. Por ahora, se desconoce si hay alguna conexión existente entre esta clausura y la deuda que tiene que afrontar Manzano.
La planta, de categoría 3, es decir, de “establecimientos que se consideran peligrosos porque su funcionamiento constituye un riesgo para la seguridad, salubridad e higiene de la población u ocasiona daños graves a los bienes y al medio ambiente” (Ley provincial 11459) fue construida en la localidad de Villa Rosa, una de las más poblada del municipio de Pilar, como parte de un proyecto de Cambiemos a nivel municipal, provincial y nacional que también incluyó a la lindante, la estadounidense APR Energy. Ambas centrales están enclavadas entre la ruta provincial 25 y la calle Alborada, justo en el límite entre Pilar y Escobar, por lo que también la contaminación afecta a la población del otro municipio.
Los efectos nocivos de las terminales termoeléctricas de Pilar
Las centrales termoeléctricas presentan emisiones de material particulado: dióxido de azufre, nitrógeno y otros gases de efecto invernadero que, entre otros impactos, afectan las vías respiratorias. Además, utilizan unos 5 millones de litros diarios de agua para su enfriamiento, que vuelven a ser vertidos con alta temperatura. En el caso de Pilar, en el acuífero Puelche.
Las termoeléctricas de Pilar estaban activas las 24 horas del día y, como dijimos, dos de ellas estaban emplazadas en una zona poblada, de barrios de familias trabajadoras. Los sonidos que emitían sus turbinas llegaban a superar los 107 dB (decibeles), durante algunos segundos. Estudios médicos indican que el oído humano no puede tolerar más de 60 dB sin malestares físicos.
Además, siempre se recomienda que las centrales cuenten con gran cantidad de vegetación a su alrededor para mitigar los efectos de los gases, los sonidos y el calor. El lugar donde se ubicaron las centrales de Villa Rosa no contaba con ningún tipo de vegetación aislante.
Si bien la clausura de Araucaria Energy es un logro digno de festejar, la lucha continúa. No es la primera vez que clausuran alguna de estas dos plantas y que luego las vuelven a habilitar. Además, APR aún sigue activa.
Por eso es necesario que los trabajadores de Pilar y Escobar se organicen para tomar esta pelea en sus manos, imponer la expulsión definitiva de ambas empresas y su relocalización en zonas alejadas de los barrios.
También es preciso preguntarse qué pasará con los puestos de los trabajadores de Araucaria en Villa Rosa. Ninguna familia obrera tiene que sufrir el desempleo. Como primera medida es preciso garantizar que todos los trabajadores de la termoeléctrica cobren su salario. Además la pelea por la relocalización, la reconversión o el desarrollo de otras energías no contaminantes tiene que contemplar las condiciones y los puestos de trabajo.
Dime qué quieres y te traeré árboles
Para fines de 2016 –y para encajar con la ley de radicación industrial– el por aquel entonces intendente, Nicolás Ducoté, rezonificó en tiempo récord, como zona industrial, el área de Villa Rosa, para que siguiera en curso su construcción junto a las poblaciones.
Fue en ese momento cuando comenzó la lucha de las organizaciones ambientalistas como Patrimonio Natural y Organización de Ambientalistas Autoconvocados, junto a vecinos y vecinas de Pilar, contra el impacto de esta industria.
“Las termoeléctricas no deberían haber sido instaladas” –cuenta Graciela de Patrimonio Natural consultada por La Izquierda Diario–. “Son un riesgo para la salud, no se respetó la voluntad de la población, se modificaron los usos del suelo para poder hacerlas funcionar, generan contaminación de todo tipo y son un riesgo para la seguridad de los vecinos”.
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La movilización de estos años dejó en evidencia que las industrias termoeléctricas no solo no deberían haber estado allí, sino que no estaban siendo controladas y que los informes de impacto ambiental de cada industria habían sido realizados por separado y sin considerar los efectos sinérgicos de la colocación de las centrales de manera tan cercana. Todo el llamado Corredor de Villa Rosa, sobre la ruta 25, había sido deliberadamente zonificado, de manera irregular, como área industrial, para colocar las centrales termoeléctricas que ya estaban en construcción, aún rodeadas de barrios obreros. Así lo demandaban las ganancias capitalistas.
Negocios turbios y la persistencia de los vecinos y ambientalistas
La lucha no fue fácil. Los vecinos dicen que en estos años las mediciones de sonido de la OPDS (Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible) terminaban siendo "truchas". Al parecer la empresa era “avisada” previamente de estas inspecciones, por lo cual el resultado de la medición no resultaba nunca como “perjudicial para la salud”.
Este año debieron medir una vez más. Se estableció que el sonido y las vibraciones en las casas estaban muy por encima de lo permitido y, finalmente, los municipios implicados (Pilar y Escobar), junto con la ADA (Autoridad del agua de la Provincia) y el OPDS, tuvieron que clausurar la central termoeléctrica de Araucaria Energy en Villa Rosa. “Creemos que es una medida necesaria y esperamos que esto conlleve un cierre definitivo”, afirma Graciela desde Patrimonio Natural.
“Todo el corredor de Villa Rosa había sido deliberadamente zonificado, de manera irregular, como área industrial, para colocar las centrales termoeléctricas que ya estaban en construcción, aún rodeadas de barrios obreros. Así lo requerían las ganancias capitalistas.”
La lucha continúa
Consultada por este medio sobre qué otros reclamos ambientales están vigentes en Pilar, una de la referentes de les ambientalistas nos decía:
“Las obras de rectificación y ensanche del río, por parte de Hidráulica de la Provincia de Buenos Aires, que pone en riesgo de mayores inundaciones a Pilar; el manejo de los residuos sólidos urbanos; la problemática de arbolado público y de humedales son, entre otros, temas a trabajar”.
Aunque parezca una obviedad, es necesario decir que si algún actor social puede atribuirse haber logrado este paso en la clausura de una de las termoeléctricas de Villa Rosa-Pilar son los propios vecinos y vecinas junto a les ambientalistas movilizados.
Pero en las noticias de los últimos días, los intendentes Federico Achaval de Pilar y Ariel Sujarchuk de Escobar han posado para los medios arrogándose esta clausura como si ellos fueran los pivotes de la lucha por el ambientalismo. Nada más lejos de la realidad.
Ellos son los intendentes del negocio inmobiliario, de los countries y barrios privados; los que sostienen en Pilar y Escobar muchos daños al ambiente. Son quienes pertenecen a la misma fuerza política que a nivel nacional hoy está en el gobierno y tiene en su agenda conseguir dólares a cómo dé lugar, a costa de profundizar el extractivismo megaminero y el agronegocio sojero, y de seguir extrayendo más recursos con negocios tan peligrosos como las granjas de cerdos que generan pandemias.
Entre eso a nivel nacional y el deterioro local de los humedales, las inundaciones que sufren barrios enteros, la vista gorda al arrojo de desechos tóxicos a los cauces o basurales a cielo abierto, sus "agendas" están en abierta contradicción y no los pinta muy ambientalistas que digamos.
La lucha en Pilar por las condiciones ambientales continúa. En el caso de las termoeléctricas, porque se trata de una clausura y no de un cierre ni de una relocalización en un lugar seguro y no urbanizado que no ponga en riesgo la salud de la población. Tampoco de una reconversión de la industria para que no sea contaminante.
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Al mismo tiempo, sobre esta como otras grandes empresas y corporaciones es preciso imponer un impuesto progresivo a sus fortunas, para que devuelvan lo que se llevan. Ese dinero se podría destinar a la investigación y el desarrollo de nuevas formas de obtención de energía que no contaminen; a recuperar los humedales no ocupados; a hacer las obras del cauce; a planes de vivienda para quienes con cada lluvia y crecida, por culpa de la inundación creada artificialmente por el negocio inmobiliario, lo pierden todo.
Así como en Mendoza que en la lucha por el agua fue la unidad de los pobladores, los trabajadores y vecinos la que hizo retroceder al gobierno y la modificación de la ley 7722, en Pilar fue el reclamo popular de estos años el que sostuvo el enfrentamiento a estas empresas y que logró esta clausura.
Una fuerte alianza de todos los trabajadores de Pilar, de su Parque Industrial y del corredor de Villa Rosa, y de todas las fábricas de Escobar junto a los vecinos que sufren las inundaciones y la contaminación y las organizaciones ambientalistas, podría poner en movimiento una enorme fuerza que enfrente a empresarios y los políticos que gobiernan para sus intereses, que encima se quieren llevar rédito político sobre lo que es fruto de luchas desde abajo.
Concretar todas estas demandas, empezando por seguir con este reclamo de cierre y que se inicie una transformación de industrias como las termoeléctricas para que dejen de ser contaminantes, depende de la unidad y organización de todos nosotros.