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Red Internacional
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Mal menor y después. La crisis del Nuevo Frente Popular ante la elección de Primer Ministro en Francia

A diez días de la segunda vuelta electoral para la Asamblea Nacional en Francia aún sigue sin definirse un primer ministro. Por un lado Macron dice que ninguna coalición tiene fuerza suficiente para imponerle un premier y el Nuevo Frente Popular muestra la fisura de La Francia Insumisa (LFI) ante el intento del Partido Socialista, Verdes y Comunistas de imponer una candidata rechazada por LFI.

Martes 16 de julio 10:27

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Pasaron diez días desde la segunda vuelta a las elecciones legislativas en Francia. La política de "bloqueo republicano", que implicó un acuerdo que iba desde la izquierda de La Francia Insumisa pasando por los social liberales del Partido Socialista hasta la coalición de Macron y parte de la derecha tradicional de Los Republicanos, lograron evitar que la extrema derecha de Agrupamiento Nacional (RN por sus siglas en francés) obtuvieran la mayoría en la Asamblea Nacional. Sin embargo, eso es todo lo que pudieron lograr con su política de votar al mal menor.

Diez días después, Macron (cuya fuerza quedó en segundo lugar) niega que la coalición del Nuevo Frente Popular-NFP (conformado por La Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon, el Partido Socialista, el Partido Comunista y los verdes) tenga fuerza para imponerle un primer ministro, ya que a pesar de haber obtenido la mayor cantidad de bancas, el actual presidente hace referencia a una suerte de empate en la Asamblea Nacional, que quedó fragmentada en tres grandes fuerzas (NFP, oficialismo y RN).

A este rechazo de Macron a aceptar la imposición de un primer ministro que no le sea afín, se suma la crisis dentro del Nuevo Frente Popular donde el Partido Socialista, el Partido Comunista y los verdes presentaron como candidata a primera ministra a la economista y diplomática Laurence Tubiana, lo que fue rechazado por La Francia Insumisa, dejando al acuerdo del NFP en una situación precaria.

Presentamos a continuación extractos de una columna de nuestro compañero Anasse Kazib, trabajador ferroviario, excandidato a la Asamblea Nacional y portavoz de Révolution Permanente (parte de la red internacional La Izquierda Diario en Francia)


Esta semana, apenas después de las elecciones, fuimos testigos de una batalla a puñaladas entre los componentes del Nuevo Frente Popular (NFP). En realidad, lo que se reveló son todos los límites de esta unión de la izquierda. Si las conversaciones para el nombramiento de un Primer Ministro o un Presidente de la Asamblea ya generó una profunda crisis dentro del NFP, podemos imaginar lo que pasará después con el nombramiento de todo un gobierno y peor aún cuando sea necesario hacer política “de verdad” .

Primer Ministro: ¿una batalla para imponer un nombre compatible con el Gobierno de Macron?

En las discusiones dentro del NFP asistimos a una batalla por ver quién tiene la hegemonía entre el Partido Socialista (PS) y La Francia Insumisa (LFI), que por ahora está ganando el PS.

La realidad, desde el principio, es que si el PS decidió formar parte del NFP durante la campaña es sobre todo porque se benefició de ella, con alrededor de un centenar de candidatos adicionales respecto a 2022 y un resultado final que les sitúa cabeza a cabeza con LFI en número de diputados electos. Dentro del NFP, el bloque en torno al PS está incluso por delante si combinamos las fuerzas ambientalistas y del PCF, que están más cerca del PS que del LFI (por su posición en el Senado, en las regiones, en los municipios, en la participación conjunta en los gobiernos, etc.).

Allí aparece la figura de Laurence Tubiana, economista y diplomática, propuesta por el PS, y respaldada por el PC y los verdes, que, ante la ante la dificultad de mantener un gobierno de cohabitación entre la izquierda y el macronismo, termina sirviendo como trampolín para una coalición de centro que evite la crisis del régimen. El PS intenta así imponer una capitulación al LFI dentro del Nuevo Frente Popular.

Estas negociaciones y la ventaja que intenta sacar el PS, ya hicieron resurgir los temores de quienes vieron al PS gobernando con políticas social liberales, así como su vocación de cogobernar con la derecha sin mayores dificultades.

De hecho el PS estaba en decadencia tras la [desastrosa y antiobrera] presidencia de François Hollande entre 2012 y 2017, y la política de Nuevo Frente Popular no solo volvió a habilitar y darle sobrevida al PS sino también a la figura del propio Hollande.

¿Quién resucitó al Partido Socialista?

El PS no ha cambiado, simplemente se ha vuelto más discreto desde 2016 tras la crisis casi terminal en la que había acabado luego del Gobierno Hollande. De esa crisis casi terminal lo rescataron la LFI y Jean Luc Mélenchon al haberlo integrado primero en el Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), una coalición que había sido impulsada por la LFI en 2022 llamando a fuerzas reformistas y social liberales como el propio PS. En ese momento y a pesar de las criticas internas en la LFI por la cantidad de candidaturas que le iban a dar al PS, el propio Jean Luc Mélenchon se encargó de acallar los cuestionamientos.

Tras esa primera experiencia de coalición en la que se le daba una ventaja al PS a pesar de su mal desempeño electoral, llegó la conformación del reciente NFP para pelear contra los candidatos de la extrema derecha. Allí, nuevamente, se vio un aumento considerable del número de distritos electorales que le fueron asignados al PS. Es decir, la crisis en la que hoy se encuentra La Francia Insumisa dentro del NFP, es producto de la política de los últimos años de dar peso al PS dentro de las coaliciones en las que formaron parte juntos.

Si siempre hemos hablado del PS de sociotraidores o socioliberales no es en vano. Esto se debe a que su ADN es burgués y neoliberal. Ataque a los servicios públicos, reducción de impuestos a los grandes capitales, ataques a las conquistas sociales, políticas imperialistas internacionales, etc... esto es el PS, que hoy sigue siendo fiel a su historia.

El programa mínimo de NFP ya relegado al olvido

¿Qué podemos esperar de todo esto? En realidad, no mucho. Sí, puede haber un “consenso” para encontrar una propuesta del Primer Ministro. Pero como indiqué, esto sólo se puede fortalecer a la derecha. Lo principal para el PS es impedir cualquier nombramiento que pueda ser un obstáculo para una futura coalición con el centroderecha. La realidad es que el Nuevo Frente Popular no podrá hacer nada mañana.

El uso del mito del Frente Popular y los llamados a la unidad contra el fascismo han servido principalmente para enmascarar las profundas limitaciones de esta unión. Sin embargo, el programa "light" que habían acordado ya era un aviso sobre la presión que iba a ejercer el PS. No decía una sola palabra sobre los despidos, la precarización laboral, la reforma previsional. Tampoco decía nada sobre la violencia policial, incluso vemos la reaparición de la demanda de poner en las calles a 10.000 policías locales, cuando venimos de años de luchas contra el racismo y en particular el de la policía y las fuerzas represivas. Tampoco sobre poner fin al envío de armas a Ucrania. Ni hablar de políticas un poco más radicales.

Que los activistas apoyaran al NFP durante la campaña contra la extrema derecha es una cosa, pero que hoy algunas personas sigan pretendiendo que el programa que defendieron era un programa radical, cuando los activistas saben muy bien lo que esta alianza con el PS y los ecologistas iba a aportar, me supera. También encuentro que el programa NFP es cada vez menos reivindicado, salvo por el LFI, que sigue dando la ilusión de que es posible imponerlo con sólo 180 diputados electos, frente al resto del Parlamento.

Ante el impasse, la urgencia de organizarse desde abajo

Por eso creo que ahora debemos discutir, desde abajo, entre las y los trabajadores, en los movimientos antirracistas, ambientalistas y entre los jóvenes, cómo organizar la respuesta contra este sistema. Lo más importante por el momento ha sido la movilización y politización contra la extrema derecha. El mayor logro de las últimas tres semanas es el hecho de que muchos jóvenes y trabajadores querían actuar para derrotar a la extrema derecha o esperar mejorar sus vidas.

Pero esta aspiración no puede realizarse sin una estrategia y un programa totalmente diferentes a los de la izquierda institucional. Si esperamos las famosas traiciones del PS, que inevitablemente llegarán con la llegada del otoño y luego del invierno, veremos una vez más fortalecerse el fatalismo y la desilusión, y beneficiarán a Le Pen en 2027.
Es urgente luchar por la unidad de las y los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y todas y todos los oprimidos. Esto sólo se puede lograr en la lucha de clases, en huelgas, asambleas, coordinaciones y en torno a demandas ambiciosas, que vayan más allá de las migajas.

El inicio del año escolar no debe ser una fecha rutinaria, sino que debe ser un verdadero trampolín para la movilización de masas, como lo hicimos en luchas anteriores, junto a los chalecos amarillos en 2019 o contra la reforma de pensiones en 2023. Es decir, una lucha directa contra el macronismo y la extrema derecha. Es hora de lograr una victoria en la lucha de clases, única manera de devolver la esperanza a nuestro campo y luchar contra la influencia de las ideas de la RN, que se alimenta de la desesperación.

Pero esto tenemos que prepararnos de antemano, luchando contra cualquier ilusión en el parlamentarismo. Ante una Asamblea con 3 bloques minoritarios, con un fortalecimiento de la extrema derecha y tendencias crecientes hacia las crisis y las guerras, sólo podemos contar con nuestras luchas. Pero para tener éxito, tendrán que plantearse la cuestión de derrocar este sistema que nos está llevando a la catástrofe.