Este 1 de septiembre se celebran elecciones en los estados federados alemanes de Turingia y Sajonia, y el próximo 22 de septiembre en Brandemburgo. En un contexto de auge de la extrema derecha, tanto en las calles, como electoralmente con el avance de AfD (Alternativa Por Alemania). ¿Cómo entender y enfrentar esta situación?
Jueves 29 de agosto 09:54
Marchas contra la extrema derecha en Turingia y Sajonia previo a las elecciones estatales.
Traducción de la editorial de Klasse Gegen Klasse, diario en Alemania de la Red Internacional La Izquierda Diario:
Cientos de nazis vestidos de negro amenazan el desfile del CSD [las siglas del día del Orgullo LGTBI en Alemania] en Bautzen, algunos de ellos prenden fuego a una bandera arco iris. Un espectáculo similar se repitió la semana siguiente en Leipzig. Muchos de los nazis son jóvenes, algunos de tan sólo doce años. Les vienen a la memoria los «años del bate de béisbol», cuando los fascistas intimidaban a los izquierdistas y a los inmigrantes en las calles en la década de 1990. Algunos de ellos fundaron más tarde la NSU.
La violencia nazi aún no ha alcanzado el mismo nivel en la actualidad. Tampoco hay ataques incendiarios diarios contra centros de refugiados como en 2015, pero tal evolución es posible de nuevo, especialmente en vista del amplio apoyo a la extrema derecha. 30% para la AfD [el partido de extrema derecha, "Alternativa para Alemania"] en Sajonia y Turingia: Ese es el resultado de las últimas encuestas de Forsa antes de las elecciones estatales que tendrán lugar el 1 de septiembre. Esto convierte a la AfD en el partido más fuerte en Turingia, con una ventaja de casi diez puntos porcentuales, mientras que en Sajonia se sitúa justo por detrás de la CDU [la derecha de la democracia cristiana], que obtiene el 33%. En Brandeburgo, donde se celebrarán elecciones el 22 de septiembre, la AfD «sólo» ha conseguido hasta ahora un 24 por ciento, pero debido a la debilidad de los demás partidos, esto sigue significando el primer puesto allí. Sería un terremoto político con presagios que daría a la AfD un nuevo impulso para las elecciones federales del año que viene y reforzaría aún más sus raíces locales, y no sólo en el este.
La extrema derecha está fortalecida, no sólo por la fuerza de la propia AfD, sino también porque su agenda está siendo adoptada cada vez más tanto por el gobierno, como por la oposición burguesa. Esto es particularmente evidente en las políticas racistas contra los migrantes y los refugiados, pero también en la agitación contra los beneficiarios de prestaciones ciudadanas, en la represión policial contra los izquierdistas y el movimiento palestino, en los ataques al derecho de huelga y en las «prohibiciones de género» antifeministas como las de Baviera, Baden-Württemberg y Hesse. La fuerza de la AfD es, por tanto, sólo la punta del iceberg de un creciente giro a la derecha, que se ha producido en el contexto del «giro» militarista desde el comienzo de la guerra en Ucrania.
No obstante, las elecciones estatales serán una especie de referéndum sobre las políticas del Gobierno de coalición [coalición entre el SPD, Alianza 90/Los Verdes y los ultraliberales del FDP]. En Turingia, es probable que el FDP y los Verdes dejen de estar representados en el Parlamento regional, donde el SPD sólo cuenta con un 7%. En Sajonia, el SPD y los Verdes, a diferencia del FDP, podrían superar la barrera del 5%. No es casualidad: existe un descontento generalizado con el Gobierno federal en todo el país. Los datos del ARD DeutschlandTrend de agosto de 2024 muestran que sólo el 20 por ciento de los encuestados sigue estando satisfecho con la labor del Gobierno de coalición: las cifras nunca han sido tan bajas.
En otras palabras, el Gobierno está experimentando una crisis masiva de legitimidad. Hay muchas razones para ello: por un lado, los partidarios de la AfD acusan al Gobierno "del semáforo" de no tomar medidas suficientemente duras contra los inmigrantes, a pesar del endurecimiento de las leyes de asilo, la introducción de tarjetas de pago y la propaganda racista de deportación. Al mismo tiempo, sin embargo, los elevados alquileres, el aumento de los precios y las guerras de Ucrania y Gaza también desempeñan un papel importante.
Una clara mayoría de la población alemana de las regiones orientales rechaza el apoyo militar y financiero a Ucrania, así como las sanciones contra Rusia, un hecho que también podría causar crecientes dificultades a la política federal. Para financiar el rearme, el Gobierno alemán está aplicando medidas de austeridad en todos los departamentos, excepto en el Ministerio de Defensa. El FDP y la CDU/CSU, en particular, están haciendo campaña a favor de nuevos recortes de las pensiones y de una ampliación de la jornada laboral, así como de sanciones más duras contra los beneficiarios de prestaciones ciudadanas.
La responsabilidad del Linkspartei
También existe un importante componente regional en todo esto: 35 años después de la caída del Muro de Berlín, sigue habiendo grandes diferencias sociales y políticas entre Alemania Occidental y Oriental. Según una encuesta realizada el año pasado, el 43% de los encuestados de los estados alemanes orientales se sienten ciudadanos de segunda clase. Los salarios y pensiones más bajos, a pesar de trabajar más horas que en «Occidente», siguen siendo una realidad para la mayoría de los alemanes orientales. Son las consecuencias a largo plazo de la destrucción de empresas, infraestructuras y estilos de vida tras la «reunificación» capitalista, que ha dado lugar a un enorme sector de bajos salarios.
El Linkspartei [el "Partido de la Izquierda"] y su predecesor, el PDS [Partido del Socialismo Democrático], también tienen una responsabilidad decisiva en ello, al haber cogestionado el desempleo masivo, la privatización de la vivienda, la sanidad y el transporte local y mucho más en las últimas décadas. El Linkspartei incluso ha dado completamente la espalda a su herencia como partido pacifista desde la guerra de Ucrania (habiendo suavizado previamente su oposición en el caso de Afganistán y en el programa de acción inmediata para las elecciones federales de 2021). Estuvo a favor de las sanciones y, en algunos casos, de la entrega de armas, y dio la espalda a su histórica posición contraria a la OTAN. Las asociaciones estatales de Turingia y Sajonia, en particular, a veces se manifiestan a favor de las entregas de armas y adoptan una postura favorable al militarismo otanista. Incluso en la guerra de Gaza, que ahora rechaza una gran mayoría de la población, el partido se niega a adoptar una postura coherente contra el genocidio.
Como resultado, el Linkspartei está ahora completamente ausente como partido de la oposición. En Sajonia y Brandeburgo, roza la barrera del 5%. A modo de comparación: en 2008, todavía estaba en el 29% en Sajonia. Sólo en Turingia se mantiene con un 13%, frente al 31% de las últimas elecciones estatales de hace cinco años. Este desplome sin precedentes se produjo mientras el Linkspartei, dirigido por Bodo Ramelow, estaba a la cabeza de un gobierno estatal "rojiverde". Ramelow representaba a la extrema derecha en el Linkspartei: está a favor de reintroducir el servicio militar obligatorio, quiere devolver al frente a los ucranianos huidos, llevar a cabo más deportaciones y promueve a la Iglesia católica. Su gobierno es la prueba definitiva de que un gobierno «de izquierdas» —y desde luego no uno que copie la agenda de la derecha— no ofrece ninguna protección contra el ascenso de la extrema derecha.
AfD: la respuesta reaccionaria a la crisis política y social
La ultraderecha de "Alternativa Por Alemania" es la principal beneficiaria de la debilidad del Gobierno federal y del hundimiento del Linkspartei y, en menor medida, de la reaccionaria unión Merz-Söder [líderes conservadores del CDU y CSU], casi la mitad de cuyos miembros están dispuestos a cooperar con la AfD según una encuesta reciente. El lema de la CDU parece ser: Lo haremos como la AfD, solo que con más eficacia. Mario Voigt, el principal candidato de la CDU en Turingia, criticó a la AfD de Björn Höcke por el hecho de que solo diez solicitantes de asilo estuvieran obligados a trabajar en el distrito de Sonneberg, gobernado por la AfD, frente a 100 en el distrito de Saale-Orla, gobernado por la CDU.
La AfD defiende el racismo abierto, las imágenes reaccionarias de las mujeres y el discurso de odio contra los homosexuales. En su programa electoral para Turingia, por ejemplo, escribe: «los niños no pertenecen a los desfiles LGBTQ y arco iris como el “Christopher Street Day”». Esto proporciona un mensaje claro para los nazis, que se sienten autorizados a hacer cumplir esta política con violencia. También se dirige específicamente a los hombres jóvenes y a los adolescentes, a los que está ganando para los contenidos de ultraderecha en una ominosa mezcla de imágenes reaccionarias de masculinidad, falta de perspectivas y frustración, así como la militarización de la sociedad.
La AfD también pide que se restrinja el derecho de huelga y que se debiliten los comités de empresa y los sindicatos. Se presenta como el «Partido del Este» en las elecciones estatales, pero su programa no puede ofrecer ninguna respuesta real a los temores de la población ante el declive social. De hecho, es partidario de aumentar las sanciones y la presión sobre los desempleados, a los que quiere obligar a realizar «trabajo ciudadano», lo que aumenta la competencia con el empleo regular y reduce los salarios. Al mismo tiempo, está a favor de recortes fiscales para las empresas y los ricos. Su programa está orientado a permitir que las empresas obtengan aún más beneficios y, por tanto, no tiene nada que envidiar a los planteamientos neoliberales del FDP.
Incluso su imagen de «partido de la paz» no podría ser más hipócrita, porque aunque hace campaña por la paz con Rusia, esto sólo responde a los intereses de una alianza para fortalecer el imperialismo alemán, mientras promueve aún más armamento y apoya el genocidio contra el pueblo palestino. Está formado por auténticos nazis y relativistas del Holocausto hasta los más altos rangos, como demuestran no sólo Björn Höcke, sino también, más recientemente, las declaraciones sobre las SS del principal candidato a las elecciones europeas, Maximilian Krah. Defiende la supresión de las minorías y la mejora de la posición del capital alemán en la carrera con otros Estados imperialistas mediante el proteccionismo y los ataques a los derechos laborales. Para ello, quiere gastar aún más dinero en armamento del que ya se gasta. Rechaza categóricamente la cláusula civil que prohíbe la investigación armamentística.
Pero una vez más: el giro a la derecha no puede medirse únicamente por el índice de aprobación de la AfD, ya que sus posiciones se han abierto camino con más fuerza en el centro político y ella misma se está integrando cada vez más en el régimen. La represión contra la solidaridad con Palestina está siendo impulsada con gran entusiasmo por el Gobierno y las instituciones estatales. El centro político ha profundizado el racismo antimusulmán ya existente y ha adoptado la lógica de la AfD para justificar la represión.
¿Cómo prepara la "Alianza Sahra Wagenknecht" la normalización de AfD?
La Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) [partido formado recientemente con restos del Linkspartei y dirigido por la propia Sahra Wagenknecht] va camino de convertirse en la tercera fuerza en los tres Estados federales donde se celebrarán elecciones en septiembre. BSW intenta establecerse como alternativa al Linkspartei y a la AfD. Para ello, se basa en una combinación populista de discurso sociopolítico, diplomacia de paz y agitación derechista contra los refugiados y las personas queer. La alianza se posiciona ostensiblemente como una feroz crítica de las políticas antisociales de la coalición del semáforo. Sin embargo, Wagenknecht es partidaria de una política económica nacionalista destinada a reforzar las empresas alemanas frente a la competencia extranjera.
La perspectiva de la expropiación de grandes empresas o incluso el simple refuerzo de los derechos laborales y el apoyo activo a las huelgas le son ajenos a Wagenknecht . Está a favor de la prohibición de género en escuelas e instituciones públicas. En lugar de proteger de los nazis los eventos queer como la CSD de Leipzig y Bautzen, la BSW utiliza sin pudor las narrativas anti-LGBTQ+ de la derecha y las hace así más aceptables para el público en general. Lo mismo puede decirse de su política migratoria restrictiva, en la que sus demandas están fuertemente alineadas con las políticas del semáforo y de la CDU/CSU hasta la AfD. Exige más tarjetas de pago, prohibiciones del velo, una represión más dura, más deportaciones y procedimientos de asilo en las fronteras exteriores de la UE. De este modo, la BSW está mediando ofensivamente con la AfD y debilitando la lucha contra la derecha en lugar de declarar la guerra al chovinismo. Al mismo tiempo, Wagenknecht y los responsables del BSW en los estados federados, así como líderes del Linkspartei como Bodo Ramelow, han dejado claro en repetidas ocasiones que estarían dispuestos a participar en un gobierno con partidos procapitalistas (incluida la CDU).
Más recientemente, la candidata principal del BSW en Turingia, Katja Wolf, dijo que aunque no formaría una coalición con la AfD, sin duda votaría a favor de propuestas «razonables» de la AfD. Ya «no está a la altura de los tiempos» enfrentarse a la AfD con «anteojeras». Sería un paso significativo hacia la normalización de la AfD que un gobierno CDU-BSW le abriera la puerta a participar de la configuración parlamentaria, en una clara señal para un futuro gobierno federal liderado por la unión CDU/CSU, que podría proceder de forma similar. Esto también se refleja en las opiniones de los partidarios de BSW. Según Deutschlandtrend, el 40% estaría a favor de un gobierno estatal con participación de la AfD.
Hablando claro: en una situación en la que el Gobierno federal está más desacreditado que nunca, en la que la AfD se presenta como el único partido de la oposición, al Linkspartei y a la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) no se les ocurre nada mejor que plantearse una coalición con la ultraderechista CDU, el partido del gran capital alemán, y suavizar el «cortafuegos» hacia la derecha. Independientemente de si la CDU realmente lo aceptaría, está bastante claro que la única forma en que podría formarse una coalición de este tipo sería si el Linkspartei y BSW tuvieran que desechar los últimos restos de las políticas sociales que llevan en su programa electoral. ¿Qué quedaría tras eso? La política de seguridad y las deportaciones.
La propia Katja Wolf, de BSW, declaró en una entrevista a Jung und Naiv que está orgullosa de la consolidación del presupuesto en Eisenach [ciudad alemana de Turingia], es decir, de los importantes recortes sociales. Esto no sólo es completamente inadecuado para contrarrestar la devastación social en el este de Alemania, y por lo tanto inadecuado para hacer frente a los sectores obreros y de la juventud afectados por la crisis. Es incluso contraproducente en la propia lógica de estos partidos para separar capas de votantes de la AfD, porque están demostrando activamente que con la mayor presión posible de la derecha, la mayor parte posible de la agenda de la AfD será implementada por el actual «gobierno democrático». El resultado realista es un mayor fortalecimiento de la AfD de cara a las elecciones federales del próximo año. Allí, la fuerza de la AfD se convertirá de nuevo en un argumento a favor de apoyar a partidos «no tan de derechas» para «prevenir» a la AfD en lugar de declarar una guerra irreconciliable al Gobierno y a la oposición de derechas.
Todo esto demuestra que no se puede construir un «cortafuegos» contra la AfD con la ayuda de un frente amplio de todos los «partidos democráticos», que son a su vez responsables de la miseria social, el armamentismo y la agitación racista en cuyo caldo de cultivo la AfD y compañía pudieron prosperar en primer lugar. Ninguna política contra la AfD puede lograrse en alianza con la CDU en particular.
¿Cómo luchar contra la AfD y el giro a la derecha?
Como vemos, el Linkspartei y la BSW tampoco ofrecen una alternativa, ya que su perspectiva de lucha contra la derecha equivale a coaliciones con la CDU en lugar de enfrentarse a la AfD en las calles, los centros de trabajo, las escuelas y las universidades. La lógica del «mal menor» de votar una vez más por el Linkspartei a pesar de todas las críticas, o esperar que los préstamos populistas de las derechas que hace la BSW en su programa sean sólo retórica, no es sólo una justificación repetida de la participación en el Gobierno por parte de funcionarios reformistas y simpatizantes por igual. Es la expresión de un profundo escepticismo sobre la capacidad de la clase obrera y las masas para lograr el cambio social con su propio poder y sus propios métodos.
El voto a estos partidos no es sólo una cruz un día del año mientras se hace otra cosa el resto del año. Estos partidos no son portavoces de las luchas sociales, sino que pretenden redirigir la presión de la calle hacia posiciones parlamentarias y de gobierno. No para reforzar la autoorganización, sino para convertirla en una masa de maniobra para las negociaciones parlamentarias.
La resistencia contra la AfD y compañía no cae del cielo, debe practicarse a través de manifestaciones, huelgas y bloqueos. Movilizaciones contra la AfD como en Essen o bloqueos como en Jena son primeros pasos importantes. Dondequiera que se presenten 1.000 nazis, ¡debemos oponernos a ellos con 10.000! Las manifestaciones y eventos deben ser protegidos por nosotros mismos, ya que no podemos confiar en la policía, como demostró de manera impresionante el bloqueo contra Björn Höcke en Jena.
La burocracia sindical es reacia a comprometerse contra la AfD más allá de movilizaciones ocasionales como la convención en Essen. En el CSD de Leipzig, la DGB [Federación Alemana de Sindicatos] y todos los partidos participantes se negaron incluso a abordar la presencia de cientos de nazis en la ciudad. Obviamente, las direcciones se están conteniendo en vista del hecho de que muchos miembros de los propios sindicatos simpatizan con la AfD y las posiciones de derechas, especialmente cuando se trata del nivel de la empresa: la burocracia mantiene la gran mayoría de las huelgas puramente en el nivel de las reivindicaciones salariales. Sin embargo, en el Este hay un gran número de conflictos laborales, a menudo más intensos que en el Oeste. Recientemente, IG Metall protagonizó una huelga récord de 180 días en la empresa de chatarra SRW metalfloat, cerca de Leipzig. También ha habido huelgas en el hospital de Weimar, el transporte local, el sector minorista, los estudiantes de Sajonia y los empleados de banca de Berlín y Brandeburgo. En los próximos meses se celebrarán importantes negociaciones colectivas en los sectores del metal y la electricidad, así como en el sector público.
Es necesario unir estas luchas laborales con la coordinación de los trabajadores y en conexión con el movimiento social, la comunidad queer, el movimiento por la paz y Palestina. En la lucha común, los diferentes sectores tienen la oportunidad de unir y multiplicar sus fuerzas y elaborar un programa global contra la división y las políticas de guerra y austeridad. Sólo la lucha común, combinada con una confrontación consciente de las ideologías de derechas dentro de la clase trabajadora, puede hacer posible desmantelar los prejuicios contra las personas queer y migrantes.
La mejor manera de luchar contra la derecha es que los distintos movimientos se pongan codo con codo en los comités, en los piquetes y en la calle y desafíen los ataques de las empresas, la policía y los nazis. Para contrarrestar a la AfD, necesitamos una autoorganización masiva desde abajo, empezando por los centros de trabajo, las escuelas y las universidades. Por desgracia, en las elecciones estatales no hay organizaciones que defiendan esta perspectiva. Pero no tiene por qué seguir siendo así: queremos luchar contra la falta de alternativas para construir una alternativa socialista y de lucha de clases también a nivel electoral.
Hasta entonces, los sindicatos y las organizaciones de izquierda deben tomar las calles en masa contra la AfD y, especialmente, contra cualquier participación suya en el gobierno. Se necesita un frente unido de todas las organizaciones obreras y de izquierdas y un plan de batalla sindical para preparar huelgas políticas en caso de negociaciones con la AfD tras las elecciones. Porque en caso de duda, los capitalistas y sus partidos también llegarán a un acuerdo con la participación de la AfD en el gobierno. La única manera de luchar consecuentemente contra esta perspectiva es con movilizaciones de masas, huelgas y bloqueos, y no esperando una cruz por un «mal menor».
Como revolucionarios, luchamos por promover la autoorganización en los centros de trabajo, escuelas y universidades, y en las calles, y por presionar a las direcciones sindicales y movimientos sociales con un programa que combine la lucha contra la derecha con la lucha contra los recortes, por salarios más altos, igualdad salarial y de condiciones laborales en el Este y el Oeste, contra el rearme y el genocidio. Un programa que se dirija por igual contra la extrema derecha y contra el Gobierno, porque sólo así la AfD podrá dejar de presentarse como la única oposición.
Un programa contra la militarización y la austeridad, por la inversión masiva en educación, clima y salud en lugar de armamento, financiado por la expropiación de los beneficios y activos de los capitalistas. Por el aumento masivo de los salarios, el control de los precios y la reducción de los alquileres, contra el aumento constante del coste de la vida. Por la reducción de la jornada laboral con plena compensación salarial y el reparto del trabajo entre todos. Por la igualdad salarial por un trabajo de igual valor, la ampliación y financiación de guarderías públicas y plenos derechos para las personas LGBTIQ+. Contra la represión y los ataques a las libertades democráticas. A favor de fronteras abiertas, vías de escape seguras y plenos derechos sociales y políticos para todos los inmigrantes. Por la expropiación de bancos y empresas sin indemnización y la planificación ecológica de la economía bajo control de los trabajadores.
Porque lo que falta no es otro compromiso con un supuesto «mal menor» que siga apoyando el giro a la derecha en el gobierno. Lo que falta es una alternativa anticapitalista consecuente que se oponga al imperialismo alemán y a la Europa fortaleza del capital con una salida internacionalista y socialista para los trabajadores y los jóvenes.