Continuamos con la serie Años neoliberales y en esta ocasión presentamos una reconstrucción de finales de los años 90 marcados por un fuerte repudio a los genocidas de la dictadura militar y el nacimiento del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.
Daniel Lencina @dani.lenci
Viernes 6 de septiembre
El gatillo fácil, las torturas y tormentos en las comisarías, la represión con balas de plomo en las rebeliones de los desocupados en las provincias argentinas, las razzias y el toque de queda contra la juventud de las barriadas urbanas; fueron moneda corriente a finales de los años 90. Toda esa represión estalló en la juventud y encontró una expresión política de repudio, movilización y organización contra los milicos de la dictadura y la represión de aquel momento.
Tal como venimos haciendo en esta serie, reconstruimos los Años neoliberales a través de la prensa partidaria que publicó el Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS). Para esta ocasión utilizaremos tanto “Rebelión de los trabajadores” como “La Verdad Obrera”, ambas digitalizadas por el CEIP “León Trotsky”.
¿Cuál fue el contexto que detonó el movimiento de lucha contra los genocidas?
En el libro “La cambiante memoria de la dictadura” de Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert leemos un buen resumen de aspectos claves que tiñeron la atmósfera política que detonaron la lucha contra los genocidas.
“A fines de 1994 el presidente Carlos Menem firmó los ascensos de los capitanes de fragata Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón. El Senado, sin embargo, no los aprobó, ya que ambos habían participado en la represión clandestina llevada a cabo durante la última dictadura militar, y si bien la Ley de Obediencia Debida los eximía de ser juzgados, las pruebas existentes acerca de su accionar delictivo inhabilitaban sus posibles ascensos. No era la primera vez que se impedía el ascenso de militares acusados por haber participado de la represión ilegal en la etapa dictatorial, pero en la ocasión las circunstancias se revelaron particulares. Poco después [...] el capitán de corbeta Adolfo Scilingo ‘confesaba’ su participación en los ‘vuelos de la muerte’ en una entrevista con el periodista Horacio Verbitsky, quien la reprodujo en el libro El Vuelo. Scilingo sostuvo que tanto él como los otros subordinados no eran una banda que había cometido ‘excesos’ sino personal militar que acataba órdenes de sus superiores. En ese sentido, consideraba injusta la situación de Pernías y de Rolón, ya que la armada había actuado como fuerza y solicitaba, mediante una carta documento dirigida al entonces jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante Enrique Molina Pico, que ‘informe a la ciudadanía y a los señores senadores, cuáles fueron los métodos que la superioridad ordenó emplear en la Escuela de Mecánica de la Armada para detener, interrogar y eliminar al enemigo durante la guerra contra la subversión y, en caso de existir, el listado de los mal llamados desaparecidos’. La repercusión de la confesión de Scilingo, quien luego se presentó en el programa televisivo Hora Clave, de Mariano Grondona, fue sumamente notoria: no sólo surgieron nuevas confesiones, sino que el tema adquirió renovada importancia en los medios propiciando el desarrollo de un encendido debate”.
Años neoliberales: Tras las huellas del neoliberalismo en la Argentina (1989-2001)
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En medio de esas turbulencias, meses después, se preparaba la movilización del 24 de marzo de 1996. No era un aniversario más, ya que se cumplían 20 años del golpe de Estado y el debate público había sensibilizado hondamente a gran parte de la población. Los organismos de Derechos Humanos, ocupaban el centro de la escena política, su reclamo de “Aparición con vida” y “Justicia por los 30 mil detenidos-desaparecidos” estaba a flor de piel porque si bien muchos genocidas caminaban libremente por las calles, pesaba sobre ellos la condena social, sobre todo de las caras más visibles como Alfredo Astiz, responsable de la desaparición y muerte de Azucena Villaflor, Madre de Plaza de Mayo. El llamado “Ángel de la muerte” ni siquiera podía visitar un bar porque o bien recibía un escupitajo o directamente una trompada y por ello, a menudo, era noticia en los medios masivos de comunicación.
En ese marco, desde el jueves 21 de marzo de 1996 las Madres de Plaza de Mayo hicieron “una ocupación política” de la plaza hasta el domingo 24, aniversario del golpe. El día sábado 23 convocaron a una vigila y para darle espacio a la juventud lo hicieron con un gran festival que se llamó “Encuentro de rock para contar… y repudiar al golpe de Estado y la dictadura militar”. Allí tocaron Fito Páez, Todos Tus Muertos, Actitud María Marta y Los Fabulosos Cadillacs y convocaron a 100 mil personas. A las 00 hs del 24 de marzo Hebe se dirigió a la multitud para repudiar el golpe militar y a sus cómplices civiles. El festival había desafiado la orden de prohibición que organizó el gobierno peronista. Se hizo igual, dando un ejemplo de rebeldía a la juventud. Las Madres de Plaza de Mayo, otra vez desafiaron a las fuerzas represivas y surcaron la Historia con su lucha.
Años neoliberales: Hiperinflación y convertibilidad: las marcas de origen del menemismo
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En la previa de esa movilización enorme la juventud del PTS publicaba un Suplemento Especial a cargo de la JIR-TE (Juventud de Izquierda Revolucionaria - Trabajadora Estudiantil). Allí leemos una editorial que pinta un panorama de represión pero también de movilización. En Ezeiza los vecinos enfrentaron a la policía con sus carros hidrantes y gases lacrimógenos. En Florencio Varela 3 mil pibes asisten a un festival antirrepresivo. En La Plata, obreros y estudiantes pelean juntos en las calles y enfrentan la represión. En Catamarca, producto de la farsa del juicio por Maria Soledad Morales, joven abusada y asesinada, crece el escepticismo contra la “justicia” burguesa que con su odio de clase estigmatizó los testigos “pobres”. Pero la juventud cantaba en las calles “Pará la mano dura, que para los pobres también cayó la dictadura”. Por su parte los Punks y seguidores de los Ramones fueron a una sucursal a cambiar tapitas de Coca Cola y la multinacional yanqui que se predispuso a estafar a los fans de la banda tuvo que otorgar 5 mil entradas, producto del reclamo en Lavalle y Florida que, por supuesto, terminó en enfrentamientos con la policía a los que la prensa burguesa definió como “disturbios”. Finalmente la editorial a la que hacemos referencia, comenta que el gobernador Eduardo Duhalde tuvo que poner pausa al odiado “Toque de queda”, que era una medida represiva contra la juventud que consistía en cerrar todo tipo de boliche, bar o lugar de expresión cultural a los que la juventud acudía en sus tiempos libres. Esa medida, además antipopular, generó mucho odio en los pibes porque habilitaba al gatillo fácil y daba luz verde a la represión y abuso de todo tipo por parte de la policía. Incluso, quien escribe estas líneas, fue víctima de la represión en un recital justamente “Antirrepresivo”. Literalmente llegó la policía y se llevaron detenidos en dos colectivos a todos los asistentes a la comisaría, incluyendo menores de edad como era mi caso. En ese clima ¿Cómo no empezar a militar y organizarse contra la represión de ayer y de hoy? De ello dio cuenta el número posterior a la marcha del 24M, “Rebelión de los trabajadores” dado que producto de la enorme movilización a Plaza de Mayo y en las principales plazas de todo el país, se llamaba a las Madres y a los H.I.J.O.S. a ponerse al frente de una “Coordinadora contra la represión y la impunidad”, enfrentando incluso a las variantes patronales “progresistas” como se presentaban a sí mismas la UCR y el FREPASO. Progresismo bastante flojo de papeles dado que el partido radical había dado la reelección a Menem que indultó a los genocidas y el FREPASO fue cómplice de esa política para preservar la impunidad a los genocidas.
De los Comités contra la Represión y la Impunidad…
En esa época la intervención de H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) había marcado un punto de inflexión y sobre todo entusiasmo político en la juventud. Esto fue así, porque tenían siempre la misma modalidad de protesta: convocaban a una marcha, salían desde un punto de encuentro hasta el domicilio de algún represor de la dictadura que estaba libre. Ahí mismo se realizaba un escrache con graffitis, pancartas y se hacían pintadas en toda la cuadra y alrededores, se improvisaba un acto callejero y denuncias contra la represión militar hasta que, como siempre, llegaba la policía de la ciudad, empezaba a reprimir y todo terminaba en refriegas con la cana. Esa muestra de combatividad fue lo que inundó de entusiasmo y ganas de empezar a organizarse en cada barrio, facultad y colegio, en todas partes.
Años neoliberales: Las bases rebeldes: los ferroviarios en huelga contra la privatización en 1991
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Como parte de ese movimiento, las agrupaciones juveniles que impulsaba el PTS fomentaron la creación de los “Comités contra la represión y la impunidad”: en cada centro de estudiantes, colegio y lugar de trabajo, barrio y facultad. Los fundamentos para agruparse no solo eran históricos (cárcel a los genocidas de la dictadura) sino también enfrentar el gatillo fácil y la represión cotidiana que se agudizó cuando más candente se volvió la lucha de clases. Además, los “Comités…” enfrentaban las muertes obreras en los lugares de trabajo que también eran consecuencia directa de los años neoliberales, dado que el programa económico de Menem seguía llevando adelante la destrucción económica que había empezado en marzo de 1976.
En 1996 el PTS cambió el proyecto de prensa partidaria. Esta vez pasó a llamarse “La verdad obrera” y la novedad era que contaba con corresponsales obreros y juveniles de todo el país. Por su parte la juventud publicaba un suplemento llamado “Hasta la victoria” que se encargaba de organizar a la juventud trabajadora y estudiantil, tanto universitaria como secundaria.
Años neoliberales: Astillero Río Santiago: viento en popa de lucha contra la privatización en los ‘90
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Cuando decimos que los años 90 fueron de represión hay que aclarar que eso incluyó el encarcelamiento a luchadores obreros y populares y una gran persecución atiborrada de causas penales. Así, el peronismo en el poder, pensaba “resolver” el problema de la desocupación. Ese contexto podemos leer en “La verdad obrera” nº 6 donde fueron absueltos tres presos obreros de la patagonica Neuquén que estuvieron encarcelados entre 13 y 4 meses. Horacio Panario fue una de las caras visibles de los obreros encarcelados. Sin embargo, debido a la presión y movilización popular que protagonizaron los nacientes movimientos de desocupados, los partidos de izquierda y los organismos de DDHH fueron absueltos. Era el momento de declive del años menemistas y ya no había paciencia para esperar a que “las soluciones” lleguen desde la cúpula del poder del Estado y el movimiento democrático no paraba de crecer, sobre todo en la juventud.
En abril de 1997, había estallado el segundo Cutalcazo. Y como fue en la primera rebelión de desocupados (que podés leer la cobertura en este número de “Rebelión de los trabajadores” -, la represión no solo se hizo presente sino que fue mortal: cayó asesinada a balazos Teresa Rodríguez, una joven empleada doméstica de 25 años, madre de 3 niños. En “La verdad obrera” nº 14 podemos leer la cobertura completa, con entrevistas a los fogoneros que protagonizaron la rebelión. En sus páginas leemos que los estudiantes secundarios de Neuquén pelean codo a codo con los docentes y desocupados y además planean un congreso regional de base para votar un plan de lucha.
…al nacimiento del Ce.Pro.D.H.
Ya hacia el año 1997, algunos diputados quisieron desviar la lucha democrática hacia la vía institucional, es decir, quitar de las calles a la juventud que se movilizaba. La derogación que impulsaron los diputados ligados al FREPASO de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, implicaban que esto sería hacia el futuro, es decir si un militar volvía a cometer las mismas atrocidades que en la dictadura pero no tenían efecto retroactivo. Con esa maniobra quisieron quitar de las calles a miles de personas que se movilizaban, pero no lo lograron.
En ese mismo año la rebelión de los desocupados estalló en Salta y Jujuy. Si bien serán tema de nuestra próxima entrega, las rebeliones fueron reprimidas con Gendarmería pero no fue nada fácil apagar el fuego, dado que con métodos de acción directa, las masas enfrentaron e incluso hicieron replegar a la Gendarmería. Sobre estos episodios podemos leer en La Verdad Obrera, que como decíamos más arriba, están repletos de entrevistas y corresponsales desde el lugar de los hechos.
Años neoliberales. Cuando el movimiento estudiantil enfrentó el intento de privatizar las universidades
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En este contexto nació un nuevo organismo de Derechos Humanos: el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ce.Pro.D.H.) que se creó en 1997 y su primer intervención fue la defensa legal los presos detenidos en La Plata en ocasión del paro nacional del 14 de agosto de aquel año. Lo novedoso de este organismo, era que por un lado agrupaba a profesionales de distintas áreas (abogados, psicólogos, trabajadores sociales, médicos, etc.), que estaban dispuestos y dispuestas a defender a los luchadores obreros y populares acosados por el Estado, su Justicia y sus fuerzas represivas. Entre las figuras que fundaron el CeProDH encontramos a Myriam Bregman que hoy preside el organismo.
El CeProDH continuó impulsando y expandiendo la creación de los “Comités contra la represión y la impunidad”, que tuvieron una destacada presencia en la lucha contra los asesinos de la clase obrera durante la dictadura. Centenares de jóvenes entraron (entramos) a la vida política a través de esa rica experiencia de acción y organización. Fue en ese mismo año cuando Menem, ante la inminente visita del presidente norteamericano Bill Clinton, dijo que las relaciones entre nuestro país y el imperialista eran “carnales”. A esa sumisión, la vanguardia trabajadora-estudiantil le dió la “bienvenida” a Clinton en las calles con una manifestación enorme, rechazando al gobierno del país que organizó todos los golpes de Estado en América Latina en los años 70. En ese sentido las páginas de “La verdad obrera” nº 23 no tienen desperdicio, incluyendo su arte de tapa.
Como vimos a lo largo de esta nota, durante los años neoliberales de represión; se contestó desde la izquierda y los organismos de DDHH con organización y lucha.
Conclusión
Si bien queda por fuera de este recorte histórico que propusimos en la primera entrega de esta serie, que denominamos “la larga década del 90 en Argentina: 1989-2001”; vale decir que el Ceprodh también fue parte del Colectivo “Justicia Ya”, encabezado por Myriam Bregman, jugó un papel destacado en la el juicio por meter preso por “Genocidio” a Miguel Etchezolatz y en otros jucios como por ejemplo el cura Christian Von Wernich. Además el Ceprodh fue clave en el asesoramiento legal de las fábricas recuperadas que por el 2001 tomaron protagonismo, tales como Zanon y Brukman, entre otras.
Tal como dijera Myriam Bregman: “La pelea por memoria, verdad y justicia está más vigente que nunca. Cuando vemos sectores negacionistas como Milei, el grito de ¡Son 30.000! tiene que escucharse en cada rincón. Y es también para recuperar la historia que las clases dominantes nos han querido expropiar, como dice Rodolfo Walsh. Porque esas clases dominantes, que hoy siguen haciendo negocios y buscan sus mejores representantes en los partidos tradicionales o en liberales despeinados, fueron partícipes de la dictadura y siguen impunes”.
La impunidad o, mejor dicho, el pacto de impunidad otorgado por los grandes partidos patronales fué y es, una cuestión de Estado. Los archivos de la represión ilegal continúan ocultos a la población bajo siete llaves. Eso no es una frase, es real. Por ejemplo, cuando cayó asesinada Teresa Rodríguez, el gendarme que dirigió la represión en Cutral Có, fue Eduardo Jorge. Ese personaje nefasto había participado de la dictadura militar de 1976 y en 1997 no sólo estaba libre -gracias a la leyes de impunidad de la UCR y el PJ- sino que dirigía una represión en “democracia”, la democracia burguesa. Por ello, la lucha contra la impunidad es una bandera que el movimiento obrero y la juventud deben tomar con mucha fuerza. No olvidemos que incluso las grandes empresas tuvieron participación y hasta sus propios centros clandestinos de detención, como la Ford en la planta de General Pacheco. Solo una gran movilización, independiente de los grandes aparatos patronales, podra llevar a buen destino la demanda historica por juicio y castigo a los responsables del genocidio y hacer cumplir las demas de memoria, verdad y justicia.
En nuestra próxima entrega veremos cómo fueron las rebeliones de desocupados del año 1997, en particular las desarrolladas en las provincias de Salta y Jujuy.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.