El sábado se realizó la movilización llamada por France Insoumise, el espacio político de Jean-Luc Mélenchon, contra la reforma laboral implementada por decreto por el gobierno de Macron. El intento de erigirse como “el hombre providencial” de la oposición de izquierda y la división del movimiento social en Francia.
Lunes 25 de septiembre de 2017 13:35
El líder de France Insoumise, Jean-Luc Mélenchon, realizó su manifestación entre la plaza de la Bastilla y la de la República con decenas de miles de personas, en protesta contra la reforma laboral y el resto de sus políticas.
"La batalla no ha terminado. Empieza", subrayó Mélenchon en un discurso al término de la manifestación en el que, según los organizadores, participaron 150.000 personas (la policía rebajó la cifra a 30.000) contra lo que llamó "el golpe de Estado social de Emmanuel Macron".
Denunció "el método de la brutalidad" utilizado para la reforma laboral, es decir, la adopción el viernes por el procedimiento del decreto ley que ha permitido su entrada en vigor inmediata –este lunes ya se publicó en el Diario Oficial- en espera de la tramitación parlamentaria, que está prevista para después del 20 de noviembre. Para esa fecha, planteó que preparará "una acción fuerte" en la que dijo que deben participar los sindicatos y sugirió la idea de una nueva manifestación en la avenida de los Campos Elíseos con "un millón de personas".
Además, convocó a sus seguidores a que el próximo sábado 30 participen en cacerolazos por todo el país, y a que se impliquen en otras movilizaciones que ya se han anunciado, como la huelga a partir del lunes de algunas centrales de camioneros que han prometido bloquear depósitos de carburante.
Jean-Luc Mélenchon quiso con esta marcha marcar un punto suplementario en su objetivo de aparecer como el líder de la oposición gracias a esta convocatoria propia, y le replicó a Macron, que trató de “vagos” a los trabajadores, que "nunca antes nadie había tratado así al pueblo francés".
« la rue, ce n’est pas la démocratie »
También aludió a otras poco felices frases en las que el presidente decía que la democracia no es la calle: "siempre es la calle la que eleva las aspiraciones del pueblo francés cuando no puede hacerse escuchar de otra manera".
En su tono grandilocuente, Mélenchon advirtió de que lo que hay detrás de las reformas del presidente es "la batalla de Francia. Los liberales quieren atacar la sanidad, la vivienda, la educación" o "el derecho a la jubilación". Por eso "hay que precipitar toda la fuerza de nuestro pueblo en la batalla y en las calles", argumentó.
Los mensajes de crítica no se limitaron a los cinco decretos ley que flexibilizan el mercado laboral -y que están en línea directa con las promesas de campaña de Macron para dar más margen de acción a la negociación en el interior de las empresas- en detrimento de la legislación y de los convenios sectoriales. Otra de las disposiciones más polémicas es la fijación de un mínimo y, sobre todo, un máximo en las indemnizaciones por despido improcedente.
La división de la lucha para capitalizar el descontento social
Mélenchon optó desde el minuto cero de la lucha contra la reforma laboral por intentar presentarse como el gran canalizador de la bronca de los trabajadores y jóvenes franceses con el gobierno, al costo de dividir el movimiento social contra la reforma laboral. Cuando la CGT llamó a la primera jornada de lucha para el día 12 de septiembre, el líder de France Insoumise decidió llamar a la movilización del 23, por fuera de los sindicatos y centros de estudiantes que vienen movilizándose. Si bien su espacio político participó de ambas jornadas, mantuvo el llamado solitario para movilizarse el sábado pasado, debilitando la unidad de la lucha.
A pesar de haber llamado a sus militantes a “participar de todas las manifestaciones, como la de los jubilados el 28 y aquellas que llamen los sindicatos el 10 de octubre”, no realizó críticas a la división de fechas de las distintas luchas, dificultando una “unidad verdadera”.
Además, la espera de los tiempos parlamentarios para tratar las ordenanzas en el parlamento, para fijar la próxima manifestación ilustra la legitimidad central que le otorga a las instituciones estatales por sobre la lucha en la calle. Para France Insoumise y su líder, son los ritmos parlamentarios los que deben dictar los ritmos de la movilización, y no a la inversa.
Con esta concepción es que Jean-Luc Mélenchon intenta constituirse en la principal fuerza de oposición al gobierno, reemplazando la lucha en la calle y la huelga general por el combate electoral.