Natalia Morales es Diputada provincial por el PTS-Frente de Izquierda en Jujuy. Hoy la entrevistamos en el mes de la Pachamama sobre el significado de esta práctica en los pueblos andinos, así como su relación con las políticas extractivistas que lleva adelante el gobierno provincial y la defensa de los territorios en las históricas luchas de los Malones.
Daniel Lencina @dani.lenci
Viernes 9 de agosto 19:40
Foto: Natalia Morales
Agosto es el mes de la Pachamama, ¿cuál es el origen de esta fecha celebrada por los pueblos andinos?
En Jujuy y en lugares de los Andes el mes de agosto está asociado a ofrendar, agradecer, a la pachamama. Es una práctica ancestral de los pueblos originarios de los Andes asociada a su cosmovisión, espiritualidad y al calendario agrícola. Se ofrenda, agradece a la pachamama, la “madre tierra”. No sólo lo practican las comunidades en los territorios, sino que en las ciudades y nuestras familias, en las escuelas y hasta lugares de trabajo. Sahumando las casas, como lo hacía mi abuela y madre, o en diversos espacios, dando “de comer” a la tierra en las “corpachadas”. Hace a una cultura viva, que se va resignificando.
He podido conocer más profundamente el significado y su práctica para los pueblos a través de mi trabajo durante años con comunidades indígenas, pero también en sus luchas asociadas a la defensa de la tierra y el territorio, siempre con respeto. A contraposición de la visión mercantil capitalista de la tierra, una gran torta para repartir porciones y comer para tener más ganancias, desde la visión de los pueblos indígenas arraigada a la naturaleza y sus deidades (tierra, cerros, agua, sol, fuego), el hombre es parte y guardián de la misma, se la cuida y respeta, para dejar a las futuras generaciones.
En la actualidad tanto Estado, gobiernos y hasta instituciones como la Iglesia reconocen esta práctica, como también otras, por el peso que tiene lo indígena en la provincia. Las políticas de integración social y cultural del Estado, hace incluso que haya un asueto el 1 de agosto, se reconozca la wiphala, exista una Secretaría de Pueblos Indígenas y derechos formales. La contracara es que tras estas políticas se refuerza la opresión de los pueblos por este sistema capitalista, que les impone el despojo de los territorios con el extractivismo y el saqueo colonial, como también los condena a la pobreza, a los peores trabajos, y les recuerda en cada acción de discrinación la persistencia de un Estado racista conformado con el sometimiento y el genocidio de los pueblos indígenas.
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Por eso, más allá de la práctica cultural, donde incluso se pueden ver a los Gobernadores realizarla o en empresas extractivistas del litio como EXAR, donde se agradece a la pacha para que les vaya bien “a todos”, y se vende a Jujuy con sus culturas y pueblos, como se ve en las publicidades del Gobierno, elegimos compartir y acompañar con respeto con quienes lo viven profundamente como actos de resistencia, y también con un un propósito compartido en común, de terminar con las pesadas cadenas de opresión que pesan sobre los pueblos indios, como también recomponer la relación entre el hombre y la naturaleza.
En la actualidad, hay un gobierno negacionista, que reivindica a un genocida de los pueblos originarios como Roca y prohíbe la realización de ceremonias indígenas en instituciones como Parques Nacionales. Acá en Jujuy vivimos años de un Gobierno autoritario como el de Gerardo Morales, que mientras impulsaba slogans como “Pachamama Yo te Cuido”, y hasta se casó en una ceremonia indígena, no dudó en reprimir, quitarles los ojos, detener y criminalizar a integrantes del Tercer Malón de la Paz en Purmamarca, a quienes defendían “la pachamama” y sus derechos como pueblos preexistentes. Los acusó de violentos, “bolivianos” y todo lo que dejó a la luz la lucha contra la Reforma de la Constitución, cuyo objetivo, entre otros, fue modificar legislación a favor de multinacionales y empresarios para que avancen en saquear bienes comunes como el litio en territorios indígenas.
En el último tiempo, especialmente cuando rechazaron la reforma de la Constitución provincial de Gerardo Morales en Jujuy, las comunidades ganaron presencia nacional. En ese momento el Tercer Malón de la Paz planteó una serie de demandas especialmente vinculadas al derecho a la tierra. ¿Cuál es la historia de este movimiento? ¿A qué se debe este nombre?
El Malón de la Paz es un importante hito asociado a la lucha que dieron los pueblos originarios de Jujuy y Salta ante el Estado y los Gobiernos por el reconocimiento real sobre las tierras que habitan desde tiempos ancestrales. Esta gesta como otras, fueron invisibilizadas, al igual que la Batalla de Quera y Abra de la Cruz en la puna jujeña a fines del siglo XIX.
El pueblo kolla definió encarar el 15 de mayo de 1946, una marcha pacífica hasta Buenos Aires que duró casi tres meses con 174 integrantes de comunidades kollas de Jujuy y Salta para visibilizar su demanda histórica. Los malones tenían una connotación despectiva y violenta de indígenas que se levantaban ante un Estado que se conformaba con campañas de exterminio, con reducciones y sometimientos. Por eso al Malón le sumaron “de la Paz”.
El propósito de semejante hito fue la demanda de restitución de sus tierras y los títulos que conllevan. Las familias indígenas sufrían todo tipo de vejámenes y situaciones de violencia para vivir en las tierras que habitaban. Con la colonia las tierras fueron otorgadas como encomiendas y luego como haciendas a terratenientes, y familias del poder político, que sometían a las familias con el pago de tributos, y luego arriendos, con dinero, productos o trabajo impuesto en los enclaves azucareros como el ingenio San Martín de El Tabacal en el norte de Salta, cuyo dueño fue Robustiano Patrón Costas.
El impulso, que dio pie a la marcha, se produjo por el hartazgo de los pueblos indígenas ante la humillación permanente. Además, el triunfo de Juan Domingo Perón y su primer gobierno había generado expectativas tras las promesas de una reforma agraria y la expropiación de tierras en la puna para los indígenas. Tras 81 días de caminata y recorriendo casi 2000 kilómetros, el Primer Malón fue recibido por Perón y sus funcionarios con flores, aplausos y mucha demagogia. Paradójicamente fueron alojados durante un mes en el Hotel de los Inmigrantes en el cual fueron custodiados por fuerzas policiales armadas de manera permanente. El reclamo de los indígenas no fue escuchado, ni tuvo respuestas favorables.
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A finales de agosto, por orden del Gobierno, las tropas de la Marina de Guerra arremetieron contra los manifestantes que dormían donde estaban alojados. Fueron golpeados y obligados a subirse a un tren que los trajo a Jujuy de madrugada. Los indígenas volvieron a sus territorios luego de ser reprimidos, vigilados por las fuerzas armadas para que no se bajaran del tren. Las promesas de pronta entrega de sus títulos comunitarios se fueron desvaneciendo con el tiempo y en el aire quedaron las palabras de Perón, que incluso puso en cuestión la representatividad de los indígenas maloneros.
Luego de varios años, Perón decretó dar inicio a la expropiación de las tierras, aunque las mismas nunca fueron expropiadas. La reforma agraria prometida no llegó. Las tierras puneñas pasaron de la órbita privada a la estatal y en algunos casos, hubo entrega de títulos individuales, pero de usufructo por una sola generación.
Y el llamado Segundo Malón ¿qué puntos de contacto tiene con estos hechos?
El Segundo Malón de la Paz, se da, doce años después de la reforma de la constitución nacional de 1994 que reconoce derechos de los pueblos indígenas. Retomar el nombre hace a la deuda histórica pendiente. Esta vez unas ciento veinte comunidades de la provincia de Jujuy se movilizaron en agosto del año 2006, desde la puna, quebrada y valles hasta el cruce de la ruta 9 y 52 a la altura de la localidad de Purmamarca, un lugar que tiene historia de batallas y resistencias indígenas, por sus derechos pero también ante la independencia de la colonia española. El reclamo era el mismo que hace 60 años atrás, y también ante gobiernos peronistas (el de Fellner en la provincia y Kirchner a nivel nacional).
Más de mil indígenas movilizados rechazaron la acción de inconstitucionalidad presentada por el Gobierno provincial contra un fallo judicial -que fue inédito- a favor de las comunidades. Él mismo reconocía los derechos de las comunidades indígenas sobre las tierras que ocupan desde tiempos ancestrales e instaba al Gobierno a entregar los títulos de propiedad de las mismas en los próximos 15 meses. La medida contemplaba la entrega de 1,5 millones de hectáreas a comunidades kollas y guaraníes de diez departamentos de Jujuy.
Los indígenas cortaron las rutas en Purmamarca durante varios días hasta tener respuestas del gobernador Fellner e incluso enviaron un escrito al entonces presidente, Néstor Kirchner, para que pueda interferir. La medida fue levantada con la promesa de entrega de 29 títulos comunitarios en el 2006 (un 25% según el gobierno) y el resto durante el 2007, las cuales otra vez quedaron en el aire.
La agenda, luego la retomó con promesas y políticas estatales de integración del Gobernador Gerardo Morales, quien asumió con apoyo de integrantes de comunidades, creando la Secretaría de Pueblos Indígenas en la provincias a cargo de una referente del COAJ (Consejo de Organizaciones Aborígenes) de Jujuy, Natalia Sarapura, actual diputada nacional de la UCR. Como otros gobiernos que lo precedieron prometió resolver la deuda histórica, sin embargo, su política de integración se combinó con el accionar autoritario y hostil para quienes lo cuestionaron y resistieron desde los territorios ante el avance extractivista y del negocio inmobiliario. El mismo terminó con la implosión y emergencia del Tercer Malón de la Paz ante la Reforma de la Constitución que ponía en riesgo la posesión que ejercen las comunidades en sus territorios. Lo demás ya lo conocemos.
Incluso lograron la unidad con los docentes en lucha…
Como mencionaba recién, la emergencia del Tercer Malón de la Paz y la deuda histórica de la tierra sin respuestas de los Estados y Gobiernos de turno, desde el kirchnerismo, Cambiemos, UxP, y sus expresiones locales, se dio tras 8 años de un gobierno autoritario y la acumulación de conflictos territoriales: Salinas Grandes, La Quiaca Vieja, Caspalá, Ocloya, Tusca Pacha, Cueva del Inca, Lumara, entre otros. Donde se realizó una experiencia con la sociedad Morales y Rivarola del PJ. La Reforma de la Constitución fue la gota que rebalsó el vaso. Se percibió que el cambio que querían imponer iba a afectar gravemente la persistencia de los pueblos en los territorios.
La diferencia entre el Tercer Malón y los dos primeros, es que este último se da ante un ataque en regla y de clase no sólo contra las comunidades indígenas, sino afectando derechos democráticos constitucionales, como la protesta. Dando carácter constitucional a instituciones que fueron herramientas para la criminalización de la misma, pero también avanzando el ejecutivo con superpoderes, e incluso incorporando un RIGI para promover las inversiones en el negocio de las energías renovables y con los minerales críticos, y que bienes comunes como el agua o las tierras estén al servicio de ese plan.
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Con la Reforma Morales, pero también el PJ que lo avaló para que avance la misma, generaron que sectores que realizaron experiencias con distintos conflictos se uniesen bajo un mismo propósito como fue la consigna “Abajo la reforma”, y que las peleas sectoriales y sindicales, que se dieron en ese momento, por ejemplo con la docencia que irrumpió por salarios, uniese su agenda también contra la Reforma con la consigna “Arriba los salarios, abajo la reforma”. El Tercer Malón, que sumó el suyo “Arriba las wiphalas, abajo la reforma” junto a la docencia (donde muchas de ellas son indígenas y de las comunidades), fueron sectores que protagonizaron esta pelea. En el caso del Tercer Malón, luego de la aprobación entre gallos y medias noches y con masivas movilizaciones en ciudades y pueblos, definió radicalizar sus acciones de lucha retomando su lugar simbólico y con mucha historia como es Purmamarca y cortó la ruta en ese punto y otros más. Tras las primeras represiones, y resistencias llevadas adelante, los cortes se multiplicaron por más de veinte, y permanecieron en varios casos más de dos meses, mientras integrantes del Tercer Malón, definieron ir a Buenos Aires para retomar la gesta, pero lamentablemente se repitió la historia.
Por un lado, cuando en el proceso había condiciones para tirar abajo la Reforma, las centrales sindicales y organizaciones sociales dirigidas por el peronismo no convocaron al paro total que podría generado las condiciones para que el gobierno retire la Reforma, para que el reclamo de las mayorías se imponga, poniendo en acción a los métodos y el rol estratégico de la clase trabajadora, además de la masividad. No obstante desde nuestro nuestro partido no nos quedamos de brazos cruzamos, a la vez, que exigimos el paro provincial a las centrales, y la conformación de una asamblea provincial donde los trabajadores y comunidades pudieran unificar su fuerza para imponer el paro provincial, pusimos en pie con sectores en lucha la Asamblea del Pueblo que se reunía en Humanidades y le dio un canal de continuar la lucha cuando incluso los gremios comienzan a retirarse y dejar aislados a los maestros y comunidades.
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En el caso de las comunidades, resistieron en los cortes de ruta, con mucho apoyo, pero ya fue con expectativas de ver qué sucedía en Buenos Aires y la permanencia al frente de la Corte Suprema. Primó la política que promovió el PJ y otros sectores de confiar en las respuestas de la Justicia y las medidas de inconstitucionalidad, y también una posible intervención de la provincia por parte del Gobierno Nacional, cuyos funcionarios fueron ajenos, hostiles y hasta responsables también, de la grave situación de hermanas y hermanos del Tercer Malón que sufrieron frío, estuvieron bajo el agua, y más de dos meses haciendo permanencia en una plaza para tener algún tipo de respuestas. Recordemos que el PJ hizo un doble juego, en la Legislatura avalaron la Reforma votando a favor, y luego llamaron a las comunidades a que dejen las rutas y vayan a esperar que las reciban en la Casa Rosa, siempre la misma política de desgaste, pero es algo que nosotros queremos pelear porque no pase más. Hay que superar esta estrategia del peronismo.
¿Qué primeras conclusiones se pueden plantear de toda esta experiencia?
Quedó en evidencia nuevamente la valentía y el coraje de quienes resisten desde hace siglos, y que la deuda histórica sin resolver, y la lucha por la tierra y el territorio, es una causa muy difícil que la abandonen porque hace a su existencia como pueblos.
La experiencia de la lucha contra la Reforma, que no fue derrotada, sino desviada, generó un salto en la conciencia y abrió nuevos diálogos y reflexiones con sectores con quienes estuvimos codo con codo en las calles, en las rutas, en las represiones, y fortaleció propósitos comunes. Dimos cuenta de la potencia que tenemos como fuerza social que puede cambiarlo todo, sin confiar ni en los partidos del régimen como la UCR y el PJ, tampoco en el Estado e instituciones como la justicia.
En estos momentos intentamos profundizar diálogos en perspectiva de seguir tejiendo una alianza entre la clase trabajadora, la cual es nutrida por hermanos y hermanas indígenas, y las comunidades y pueblos oprimidos para dar vuelta de raíz esta sociedad. Eso parte de terminar con las pesadas cadenas de la opresión y la deuda histórica que tienen los mismos. También construir una agenda en común, abriendo las bancas conquistadas en el Congreso con Ale Vilca, Nico del Caño, Christian Castillo y la referencia de Myriam Bregman, en la Legislatura y concejos deliberantes para potenciar la lucha por la entrega de los títulos comunitarios de tierras, y contra la criminalización de hermanas y hermanos indígenas como se vio con el Tercer Malón.
Hemos presentado pedidos de informes sobre Estudios de Impactos Ambientales que acompaña la lresistencia hoy en los territorios ante el avance de extractivismo del litio en Salinas Grandes y Guayatayoc, dando cuenta que no se garantiza la consulta previa, libre e informada como ha sucedido ahora con el RIGI. También contra los desalojos a familias indígenas y el avance del Convenio con Mekorot y la defensa del agua. Haciendo que La Izquierda Diario sea reflejo de lo que sucede también en las comunidades indígenas. Abrimos nuestras casas socialistas para que puedan reunirse, como también la juventud lo hacen en las facultades como se vio en la lucha contra la reforma como también generando intercambios y coordinación en común en charlas y paneles.
Seguimos viajando a territorios para conocer en primera persona las problemáticas. Nos une también una pelea en común contra los gobernadores que están al servicio del FMI y contra los pueblos de América Latina.
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Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.