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La paradoja de Pierre Bourdieu

Francesco Colicchia

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La paradoja de Pierre Bourdieu

Francesco Colicchia

Ideas de Izquierda

En un nuevo aniversario del nacimiento del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) en este artículo abordaremos algunas de las divergencias centrales entre el pensador francés y el marxismo.

En un nuevo aniversario del nacimiento del sociólogo Pierre Bourdieu (1930-2002) me propongo en esta nota profundizar y clarificar algunas de las divergencias centrales entre el pensador francés y el marxismo.

Bourdieu es parte (y en parte hacedor) del canon de la Sociología, como puede observarse en las diferentes cátedras e investigaciones que beben de su teoría, y ha sentado un precedente para la teoría social más en general. Conocido por su teoría crítica hacia las formas de dominación en el capitalismo, siendo “el teórico de la dominación simbólica” (Burawoy, 2023), Bourdieu ha estado también en muchas batallas políticas en los 80’s y 90’s, siendo recordada su intervención en la huelga de ferroviarios de 1995 y su obra La Miseria del Mundo. También participó de la Revolución Argelina a inicios de los ´60 en condición de etnógrafo, cuestión que marcaría su trabajo posterior. Desde su crítica al sistema educativo hasta su lucha por crear un “intelectual colectivo”, la teoría de Bourdieu ha sido puesta en función de los diversos combates que se generaron a partir del neoliberalismo. De estas experiencias parte su análisis sobre la dominación capitalista y cómo enfrentarla.

Sin embargo, a pesar de esta matriz crítica, la Sociología del autor ha nacido en lucha con el marxismo de su época, encolumnado mayormente detrás del Partido Comunista Francés, al que ha llamado “la tradición más economicista que conocemos” (Bourdieu & Eagleton, 2000, 223). A él le ha opuesto su teoría de los campos y de la dominación simbólica. En diferencia con estas dos posturas, intentaré establecer esta polémica de manera crítica, uniendo tanto los conceptos más fundamentales de la obra del sociólogo como sus directrices políticas tanto en sus alcances como en sus deudas teórico/políticas. En una segunda parte abordaré sus concepciones acerca de la dominación capitalista y cómo enfrentarla. Por eso iniciaremos con los conceptos de espacio social, campos y el modo de producción capitalista.

Espacio social, campos y capital

El concepto de espacio social es central en la obra de Bourdieu porque oficia como el territorio donde se van relacionar las personas. En pocas palabras, el espacio social se puede entender como un espacio de relaciones entre personas con propiedades y disposiciones sociales que los diferencian unos a otros y establecen jerarquías entre ellos [1]
. Estas propiedades y disposiciones son las que se denominan capital. Existe una diversidad de capitales (económicos, culturales, sociales, simbólicos, etc) y son acumulativos en lo que se designa capital global de una persona. Entonces, las diferentes acumulaciones de capitales definen la posición de las personas en el espacio social, como expresa Bourdieu en el siguiente cuadro:

Representación del espacio de las posiciones sociales y los estilos de vida. (Bourdieu, 1997, 17).

En palabras del autor, el espacio social es:

(un) Conjunto de posiciones distintas y coexistentes, externas unas a otras, definidas en relación unas de otras, por su exterioridad mutua [...] hay que elaborar el espacio social como una estructura de posiciones diferenciadas, definidas, en cada caso, por el lugar que ocupan en la distribución de una especie particular de capital. (Bourdieu, 1997, 16 y 28)

Para comprender al universo social en tanto espacio nos falta desarrollar este tipo de pensamiento. Una de las premisas es que sus fronteras son movedizas y existen disputas permanentes que hacen que constituir una jerarquía definitiva, como la determinación en última instancia de la economía sobre otras áreas, sea imposible, dado que “a cada instante se desplazan las jerarquías” (Bourdieu, 2021, 42). Por ello no podemos decir con certeza que hay una orientación única en este universo de diferencias o que el espacio social esté direccionado a algún lado.

Relaciones entre los campos y campo del poder

El autor observa que en las sociedades contemporáneas existe un producto histórico peculiar que es la formación de diversos campos, es decir, microcosmos sociales, también espacios pero con su propia lógica, leyes, historia, luchas y efectos (Bourdieu, 2021, 40). Cuando jugamos al fútbol lo hacemos sabiendo sus reglas, escritas o tácitas, teniendo en cuenta su rango de posibilidades, sus luchas, su historia, los principios de valoración que hacen que un caño sea algo muy valorado o una humillación, o que irse a la segunda categoría sea algo malo y triste, etc. De esta manera, los distintos campos van creando sus capitales como una fuerza capaz de producir efectos.

Estos capitales están distribuidos desigualmente entre las personas: hay quienes poseen más o menos, y esto es lo que va a diferenciar su fuerza dentro de ese campo. La distribución desigual de capitales condiciona las luchas, al interior de cada campo, por redefinir sus reglas, su autonomía, sus disputas por la visión del mundo, etc.

Ahora bien, los distintos campos, así como las posiciones de las personas dentro de un espacio social, también presentan una relación de diferenciación y exterioridad. En palabras del autor:

Los campos son espacios. (...) En cada momento la noción de autonomía relativa implica que los otros campos actúan sobre cada campo en cierta medida-que es necesario medir- de ningún modo es plantear que en cada momento hay una suerte integral ideal de todos los campos que se pueda calcular. (Bourdieu, 2021, 43,44)

De esta manera la relación entre los diversos campos y sus capitales específicos, son históricas y se encuentran en permanente disputa, por lo que no se puede establecer una integración de estos donde se establezca la relación de fuerzas de un campo en el otro. La influencia que los campos tienen entre sí se ve, en el autor, por el grado de autonomía del propio campo. Es decir, en qué grado sus principios de diferenciación específicos obedecen a otro o no. Asimismo, hay otra relación de lucha entre los campos y es la lucha por las tasas de intercambio entre sus capitales que se efectúa en el campo del poder (Bourdieu, 1997, 50), donde los grupos dominantes de todos los campos, investidos de una capacidad de representación, luchan por imponer su capital específico a otros.

Sobre este punto es interesante el planteo, desde la corriente del marxismo sociológico, de Burawoy, al exponer que el concepto de campo del poder es problemático porque los grupos dominantes competirán en una lucha de clasificaciones tutelada por el Estado, donde se desdibuja el rol de los grupos dominados. Encerrándolos (a los oprimidos) en una lógica pasiva donde “al igual que Weber, la mayoría está sumida en el estupor de la dominación, manipulada por sus portavoces.” Es por esta relación entre dominados y dominantes, mediada activamente por el Estado, que en el campo del poder estos cumplen un rol pasivo. El campo del poder es la lucha o la competencia de los dominantes de los diversos campos donde los dominados no tienen un rol claro menos el de ser representados por su grupo dominante. En este sentido, se asemejaría más a la competencia capitalista, donde los empresarios, dominantes cada uno, se enfrentan entre sí para imponer su tasa de intercambio. A su vez, esta lucha o competencia está tutelada bajo el poder estatal, que los regula y puede llegar a consagrarlos.

La ruptura con la totalidad y sus consecuencias

La idea bourdieusiana de un campo de diferencias movedizas, no estructurales, que son producto del combate entre los diversos campos como entes externos, nos hace perder de vista una noción clave del marxismo de totalidad, que tanto se ha encargado el estructuralismo de echar por tierra. La pluralidad de los campos no da lugar a un todo interdependiente e inherente, como podría ocurrir en el marxismo, sino a relaciones de poder externas, opuestas. De esta manera, se disuelven los problemas generales y se vuelven particulares, se atomizan en sus respectivos microcosmos o en la relación de fuerzas entre ellos.

Entonces si la relación de los campos es su perpetua lucha, que es la lucha por su autonomía, la solución a los problemas particulares de cada campo, no encontraría solución en otros campos sino en ese mismo, en su lucha contra la injerencia de los demás (principalmente el económico). Se podría afirmar que la reproducción cultural y la económica yacen externas una de otra, diferenciadas, poseen sus propias reglas, capitales e historias. La dimensión más importante del problema es que ya no se puede ver la interdependencia mutua de las opresiones de los diversos campos en la totalidad. Esta crítica no significa la negación de la relativa autonomía de los campos, sino que es la demanda de integrarlos en una visión global que les otorgue un sentido y que nos permita identificar las relaciones inherentes que poseen. La teoría de Bourdieu no sólo lleva a problemas teóricos sino estratégicos de gran importancia.

Sin embargo, es en un temprano Bourdieu donde podemos encontrar un registro paradójico. Su estrategia de luchar por la autonomía contradice sus propios planteos de juventud sobre la educación. El sistema educativo, y esta es la gran crítica de Bourdieu en Los Herederos (Bourdieu & Passeron, 2013), a pesar de su apariencia de objetivo, imparcial (autónomo de las imparcialidades sociales) y meritocrático tiende a consagrar a las personas de las clases altas. La mera autonomización de este campo, entonces, sólo sería una lavada de cara a todo lo que nuestro autor criticó en numerosos libros. Aún más, la mera autonomización de los campos, entendida como autonomía de todos los campos y no sólo del mercado, puede ser algo totalmente reaccionario pues es también la autonomía con respecto de la política. Esto es claro en cuanto al campo artístico: su autonomía dentro del capitalismo sería la consigna liberal del arte por el arte. Sin embargo, como criticó Benjamin (2009) esa consigna se vería realizada por el fascismo en tanto la misma guerra imperialista era arte”. ¨Fiat ars pereat mundus¨ (paso al arte, aunque perezca el mundo) dice el fascismo y, como reconoce Marinetti, espera de la guerra la satisfacción artística de la percepción sensorial modificada por la técnica. Esto es, de un modo manifiesto, la realización absoluta de l’art pour l’art.” (Benjamin, 2009, 128). Benjamin respondía con la politización de la estética, con la politización de esos campos culturales que no está libre de la barbarie en la cuál se apoya y, en cierta medida, garantiza [2] . De esta manera, evitamos ponernos en una situación empática con los vencedores históricos, es decir los opresores, que han instituido una cultura legítima, sus instituciones y sus bienes culturales.

En concreto, el último Bourdieu contrapone la lucha marxista por la transformación social total, y con ello la impugnación a las instituciones burguesas de su supuesto universalismo, con la lucha por transformar un “mal Estado” en un Estado verdaderamente universal, aduciendo que el marxismo ignora los efectos que tiene ese supuesto universalismo en los funcionarios estatales (Bourdieu, 2000, 124). La disputa, según el autor, sería hacer que la mano derecha del Estado, representada por el sector de la economía, de la represión, de lo masculino deje de desplazar a la mano izquierda de este, representado por el Estado de bienestar y lo femenino. Esta pelea, hasta el final, es para devolver al Estado su voluntad del interés general. Los fenómenos en los que se apoya como ejemplo de esto son el campo científico y el judicial (Bourdieu, 2000, 127). Aquí volvemos a la misma paradoja, ¿no son estos mismos campos los que, aparentando universalidad y objetividad, tienen la función social de legitimar la dominación, la opresión y la explotación?

Además, la relación con otros campos tiene por intermediario solo al grupo social dominante en el campo del poder. En consecuencia queda soslayada toda capacidad de lucha desde las bases y por garantizar una unidad con otras personas que participan en los demás campos, incluso cuando una misma persona participa de diversos campos al mismo tiempo. En el presente, con la proliferación de los distintos movimientos sociales, la clase trabajadora es más heterogénea y está más fragmentada y la salida política del sociólogo francés no ofrece una respuesta a esta condición. Hace de la necesidad, virtud.

Otro obstáculo que plantea esta concepción es el de un campo autónomo de la política que sería ni más ni menos que la política electoral de la democracia burguesa (Sidicaro, 2013, 144). Esta forma de ver la política es estrecha y es deudora de su teoría y de su momento, en particular del abandono de un desarrollo basado en la lucha de clases propia del momento donde, como dijo Perry Anderson, “París es la capital de la reacción intelectual europea” (Anderson, 1986, 34). Los marxistas nos apropiamos de que la política está inserta en las maneras de obrar, donde, al decir de Gramsci, son una lucha de hegemonías políticas, de direcciones opuestas en el accionar, primero ético y luego en la ¨política¨, es decir, de “la conciencia de formar parte de una determinada fuerza hegemónica” en perspectiva de una comprensión más vasta donde teoría y práctica se unen finalmente logrando una “unidad intelectual y una ética conforme a una concepción de la realidad que ha superado el sentido común y se ha tornado crítica” (Gramsci, 1971, 16-17). La política habita en todas las esferas, por eso es irreductible a un campo autónomo, a menos que se quiera tener una visión despolitizada del mundo social como señala Callinicos (Callinicos, 2000).

Otra paradoja del autor es que la lucha por una autonomía del mercado y de los opresores no puede ser, en todo caso, llevada a cabo solo por una elite si quiere triunfar. Por ejemplo, la lucha para que la producción de conocimiento y el desarrollo tecnológico en las distintas universidades no esté orientado al mercado (que es una problemática que compartimos con Bourdieu) sino para dar respuesta a las problemáticas de los trabajadores, las comunidades y la naturaleza, no puede ser solamente una pelea dentro de estas instituciones. Esta lucha tiene que unirse con las demandas más sentidas de otros sectores y articularse con ellos para triunfar. En ese triunfo es donde va a poder autonomizarse verdaderamente del poder económico pero, para ello hay que terminar con el sistema de la propiedad privada y el capital.

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Las claves del concepto marxista de modo de producción es establecer los límites estructurales y culturales de cada transformación en los campos (y en las propias disposiciones de las personas), y reconocer en la totalidad del sistema capitalista las posiciones sociales que pueden transformarlo. Estas son las posiciones que únicamente posee la clase trabajadora dentro del capitalismo para no solo paralizar la economía en un momento dado, sino organizar bajo sus bases la producción social y establecer una articulación con otros grupos dominados de los demás sectores que en muchos casos también anidan en la propia clase trabajadora. Es por ello que toda energía que aspire a cambiar el mundo en uno sin opresión, debe, si no quiere ser disipada, organizarse de conjunto para atacar al núcleo del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción.

Más allá de las propias paradojas de Bourdieu en su derrotero, la teoría del espacio social es impotente para dar una salida política favorable a las grandes mayorías en tanto ruptura con la concepción de la totalidad marxista y, por lo tanto, de las relaciones entre los mismos campos y la estructura de relaciones sociales que lo sustenta y para la que adquiere funciones sociales.

En conclusión a esta primera parte, las conflictividades entre la teoría sociológica ecléctica de Bourdieu y el marxismo se encuentran, en un principio, en sus postulados más generales en tanto rompen con la noción de una totalidad, abriendo paso a una multiplicidad sin centro, sin dirección, incognoscible, donde la pelea por la autonomía reemplaza la lucha por un cambio total del sistema. Esto, como vimos, acarrea grandes problemas para los grupos oprimidos, proponiendoles una lucha corporativa contra un problema de raíz del sistema social.

En la próxima nota la idea será abordar la relación entre estas cuestiones más generales y la reproducción del orden social capitalista como de su posible superación y sus vías. Para ello abordaré los conceptos centrales en la teoría de Bourdieu: habitus y poder simbólico, y su relación con obras del autor que intentan estudiar un proceso histórico como lo es el surgimiento del Estado-nación francés. Para este objetivo profundizaré en distintas obras y cursos como el famoso título: Sobre el Estado.

Bibliografía consultada:

Anderson, P. (1986). Tras las huellas del materialismo histórico. Siglo Veintiuno Editores.
Benjamin, W. (2009). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. En Estética y política. Las cuarenta.
Bourdieu, P. (1988). Cosas dichas (M. Mizraji, Trans.). Gedisa.
Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas: sobre la teoría de la acción (T. Kauf, Trans.). Anagrama.
Bourdieu, P. (2000). Pascalian Meditations. Stanford University Press.
Bourdieu, P. (2021). Curso de sociología general 2. El concepto de capital. Siglo XXI.
Bourdieu, P., & Eagleton, T. (2000, Febrero). Doxa y vida ordinaria. New Left Review, 0, 219-231. https://newleftreview.es/issues/0
Bourdieu, P., & Passeron, J. C. (2013). Los herederos: los estudiantes y la cultura (M. Mayer, Trans.). Siglo Ventiuno Editores.
Burawoy, M. (2023). (Des)encuentros entre Gramsci y Bourdieu. Jacobin. https://jacobinlat.com/2023/01/22/dominacion-cultural-desencuentros-entre-gramsci-y-bourdieu/
Callinicos, A. (2000). La teoría social ante la prueba de la política: Pierre Bourdieu y Anthony Giddens. New Left Review, 2, 137-158. https://newleftreview.es/issues/2/articles/alex-callinicos-la-teoria-social-ante-la-prueba-de-la-politica-pierre-bourdieu-y-anthony-giddens.pdf
Gramsci, A. (1971). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ediciones Nueva Visión.
Marx, K. (2014). El capital - Tomo 1 - Vol. 3: El proceso de producción del capital / Karl Marx. Siglo Veintiuno Editores.
Sidicaro, R. (2013). 29 años de democracia argentina, en las claves conceptuales de Max Weber y Pierre Bourdieu. Entramados y Perspectivas, 3(3), 137-161. https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/entramadosyperspectivas/article/view/153


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NOTAS AL PIE

[1Así como un significado se diferencia de otros también tiene una oposición, un antónimo, una negación; por ejemplo “bueno” y “malo” se necesitan para existir y significar algo en su oposición. De esta manera dos personas ubicadas en posiciones antagónicas en el espacio social van a desarrollar también experiencias opuestas, estilos de vida opuestos, posturas opuestas que emergen a partir de su posición social. La sociedad sería un sistema de diferencias que hacen a las personas, una cosmovisión emparentada con la teoría estructuralista de su tiempo, por eso el autor se llama a sí mismo un estructuralista genético. (Bourdieu, 1988, 26)

[2Esto no quiere decir que toda creación libre de arte deba ser tachada de fascista. El arte por el arte en el capitalismo es el sojuzgamiento del arte por el mercado. Además, por politización del arte no se debe entender como regimentación política del arte como desarrollo el estalinismo. Para conocer más de esta postura: El Encuentro de Breton y Trotsky en México (2016), Ediciones IPS.
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Francesco Colicchia

Estudiante Sociología UBA
Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica