En tiempos de pandemia en los que sale a la luz la precariedad de los sistemas de salud de buena parte del mundo, proponemos un recorrido histórico por el sistema de salud cubano surgido de la revolución de 1959 y los elementos que lo distinguen. ¿Qué tiene para mostrar en salud este país pese al bloqueo económico de Estados Unidos y la política aperturista del régimen?
Nahuel Dominguez @NadQuetzo
Lunes 27 de abril de 2020 12:31
Foto: Universidad médica de Camagüey
El brote de covid-19 y su extensión global, han derivado en una crisis sanitaria de magnitud histórica. Potencias como Italia y Estados Unidos han debido parar buena parte de sus economías ante lo incontrolable de la situación, en la que las muertes se cuentan por miles al día. Ancianos, trabajadores inmigrantes y muchos otros, a veces en sus propias casas son víctimas del virus ante la imposibilidad de acceder por su costo o por su falta de disponibilidad a una cama de terapia, un respirador o siquiera a un médico. ¿Cómo puede ser que en algunas de las economías más desarrolladas del planeta se vean en jaque los sistemas de salud ante la aparición de un nuevo virus?
El caso cubano y su sistema de salud surgido de la revolución de 1959 se torna paradigmático ante dos tendencias contrapuestas. La falta de insumos médicos ha llevado a la piratería entre países e incluso entre estados de un mismo país, que compiten por conseguir respiradores o directamente se apropian de los de un vecino. Por otro lado, las batas blancas de los médicos cubanos desfilan por las regiones más variadas; desde Lombardía en Italia y Wuhan en China, hasta Andorra, Angola, Honduras, Venezuela o México. ¿Cómo un pequeño país bloqueado económicamente por Estados Unidos y pese a la política aperturista del régimen en las últimas décadas; aún puede darse el lujo de exportar médicos o antivirales para el tratamiento del covid-19, en medio del colapso sanitario de buena parte del mundo?
La medicina social en Cuba
Ante todo, debemos aclarar que, además de profesionales, personal idóneo, insumos y los medicamentos necesarios; un sistema de salud eficaz debe sostenerse necesariamente sobre la base de condiciones sociales mínimas que eviten la proliferación de enfermedades o al menos atenúen su efecto. Sería utópico pensar en garantizar la salud pública si la población, y en especial los niños y ancianos, no cuenta con una alimentación que provea los nutrientes necesarios, o si no hay sistema de agua potable y de deshechos cloacales; como así también abrigo para las zonas o épocas frías y elementos de higiene, por nombrar algunas cuestiones básicas.
Foto: Centro Nacional de Investigaciones Científicas
En un discurso ante profesionales de la salud, a poco más de un año del triunfo de la revolución cubana, Ernesto “Che” Guevara realizaba un paralelo entre salud y revolución. “La tarea de educar y alimentar a los niños, la tarea de educar al ejército, la tarea de repartir las tierras de sus antiguos amos absentistas, entre quienes sudaban todos los días, sobre esa misma tierra, sin recoger su fruto, es la más grande obra de medicina social que se ha hecho en Cuba”[1]. La mera comparación de los índices de mortalidad infantil, expectativa de vida u otras, antes y después de la revolución lo dejan claro. No solo porque pueda haber mejorado el tratamiento de tal o cual enfermedad particular; sino porque la revolución social trastoca todas las relaciones y en el caso cubano permitió liberarse del yugo de la gran propiedad privada y de la injerencia norteamericana. Según reconoce hoy en día la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud incluye el “bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad" [2].
La revolución cubana, con la planificación de la economía y la nacionalización de sus sectores estratégicos, con la reforma agraria así como la urbana, se erigió también como una gran obra de medicina social. Esto pese a los límites que acarrearon dos escollos fundamentales. En primer lugar el criminal bloqueo imperialista que sistemáticamente ha puesto trabas al ingreso de insumos y medicamentos desde que fue impuesto en 1962 y que es internacionalmente repudiado. En segundo lugar el hecho de haberse consolidado un régimen de partido único, bajo el dogma del socialismo en un sólo país, que deformó las enormes conquistas sociales de la revolución mediante una planificación burocrática, despilfarrando recursos humanos y materiales, asignándolos arbitrariamente, generando una posición especial para los dirigentes con prebendas y privilegios, e incluso enriqueciéndose los de las capas más altas.
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En relación a lo estrictamente médico, las primeras medidas estuvieron relacionadas a la formación de médicos y profesionales de la salud, elevando notablemente su matrícula en los centros de formación; el desarrollo de la planificación mediante el Plan de Salud Pública de 1962-1965, así como del área de estadística; y la creación del Sistema Nacional de Salud (SNS), que establecía un sistema de salud unificado, planificado y de cobertura global. La implementación de estas políticas, fue dada impulsando el Servicio Médico Social Rural y la creación de hospitales rurales; el fortalecimiento del suministro de agua potable y alcantarillado; la creación de hogares para ancianos; de las Brigadas Sanitarias de la Federación de Mujeres Cubanas; así como mediante campañas de prevención y conciencia hacia la población, para el abordaje de diversas afecciones [3] . Entre otras medidas básicas pero grandiosas para una población que sufría hambre y desnutrición de manera sistémica, con las consecuencias que conlleva en la salud, fue garantizar la provisión de leche a todos los niños hasta los 5 años (luego de esa edad recibían lo asignado a cada familia en la libreta de racionamiento, mecanismo de reparto mediocre que debió implementarse producto del bloqueo imperialista).
Se estableció también la gratuidad de los servicios médicos; la rebaja del precio de las medicinas y la nacionalización de los laboratorios farmacéuticos privados; un cambio en el enfoque curativo de la atención médica (que tiende a convertirla en un negocio), reforzando actividades preventivas; y se crearon siete centros provinciales de higiene y epidemiología para 1961. Todo una batería de medidas que cambió drásticamente el acceso a la salud para el conjunto de la población, terminando con el negocio privado y el lucro; con la desnutrición infantil y distintas enfermedades crónicas; reduciendo drásticamente la mortalidad infantil y extendiendo la esperanza de vida al nacer al punto de estar aún hoy entre los primeros puestos del continente americano en estos índices.
Fuente: www.commons.wikimedia.org
En los años posteriores, la centralidad de la salud se mantuvo mediante el modelo del Policlínico Integral, que unía en una sola institución las funciones de promoción de salud, prevención de enfermedades, asistencia a enfermos y lesionados así como rehabilitación. Contando con una elevada disponibilidad de médicos y enfermeros, a partir de 1984 se implementó el sistema del médico y enfermero de familia que se mantuvo hasta la actualidad. Basado en la atención primaria y el Especialista en Medicina General Integral. Con el impulso de sus propios centros de investigación, así como con el desarrollo y creación de vacunas propias, como la dirigida a combatir la meningitis meningocócica y al Hemophilus influenzae (primera vacuna lograda por síntesis química), vacunas terapéuticas anticáncer, vacuna tetra y pentavalente, interferones, y el sistema ultra microanalítico; han logrado erradicar enfermedades como la poliomielitis, la difteria, el tétanos neonatal, el sarampión, rubéola, la tos ferina y la meningitis tuberculosa [4] .
A partir de 1970 también se realizaron diversas actividades de colaboración internacional en salud, entre ellas dos misiones por catástrofe ante terremotos, en Perú 1970 y Nicaragua 1972. Estas acciones se extendieron hasta llegar a más de 70 países, en los que participaron varios miles de trabajadores de la salud. La misión de cirugía oftalmológica en diversos países por ejemplo, realizó desde su implementación más de un millón de operaciones en el exterior, devolviéndole la vista a cientos de miles de manera completamente gratuita.
La isla ante la pandemia
Con la sanción de la nueva Constitución, el régimen cubano ha dado nuevos pasos en el camino hacia la restauración capitalista; reconociendo por primera vez en su carta magna la propiedad privada capitalista y las inversiones extranjeras, a la vez que se mantiene el régimen burocrático de partido único. En el caso de la salud, se han comenzado a realizar tratamientos pagos para extranjeros abriendo brechas y diferencias en el acceso. Sin embargo, el sistema de salud cubano sigue manteniendo uno de los estándares de calidad y alcance en la población más altos del mundo. En buena medida por las herencias de la revolución que aún se mantienen.
Actualmente el sistema de salud está estructurado en tres niveles de atención: el nivel primario, que atiende aproximadamente el 80 % de los problemas de la población y presta los servicios de salud a través de policlínicos y consultorios del médico de la familia, con subordinación municipal; el nivel secundario, que atiende cerca del 15 % de los problemas de salud y presta los servicios en los hospitales provinciales; y el nivel terciario, que atiende el 5 % de los problemas de salud en hospitales especializados e institutos de salud. Dando una alta prioridad a la prevención como reflejan los datos de la Organización Panamericana de la Salud [5] . Respecto a la cantidad de médicos por habitante, alcanzaba los 8,2 cada mil en 2017 siendo la proporción más alta en el mundo; mientras en países como Estados Unidos la proporción es de 2,6 cada mil, Italia 4,1 y Honduras 0,3 [6] . En el caso de la mortalidad infantil, en Cuba es de 4,0 muertes por cada mil nacimientos, mientras en Estados Unidos, es de 5,9 [7] .
Definitivamente, pese a la precariedad de su economía, al criminal bloqueo norteamericano y las reformas aperturistas encaradas por el régimen; Cuba está comparativamente en mejores condiciones de afrontar la pandemia global que otros países. Ha realizado tratamientos con el antiviral de desarrollo propio Interferón Alfa 2B, en Wuhan China “pero su eficacia aún queda por determinar” [8] y exporta servicios médicos enviando misiones a decenas de países. Esta solidaridad internacional que se remonta varias décadas atrás, también está, por supuesto, manejada por la burocracia gobernante. De manera tal que no está exenta de arbitrariedades y manejos a conveniencia de los dirigentes, como el hecho de que el pago por estos servicios sea acaparado por el Estado y a los y las profesionales se les pague una pequeña parte (aunque redunda en un sueldo mayor que el que cobra uno de sus colegas trabajando dentro del país). No obstante esto, la propaganda interesada de los gobiernos capitalistas y los grandes medios de comunicación que tratan de desprestigiar estas brigadas solidarias cubanas, es una indignante hipocresía que trata de ocultar la irracionalidad de los sistemas de salud basados en el lucro capitalista que constantemente ponen en riesgo la vida de millones.
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La revolución de 1959 no ha sido en vano y por ese motivo el sistema de salud de la isla sigue dando que hablar en el mundo. La planificación de la economía junto al de la salud es una de las vías para evitar el colapso sanitario y el aumento de las desigualdades que se aceleran. En el caso cubano, si existiera una amplia democracia obrera, con plena libertad de organización, prensa, opinión, huelga y movilización, para todos los partidos, agrupaciones y organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles que defiendan la revolución y se reclamen antiimperialistas; la salud en Cuba podría potenciarse seguramente aún más.
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Referencias:
[1] Guevara, E. “El médico y la Revolución. Para ser médico revolucionario” Discurso en el acto de inauguración del curso de adoctrinamiento organizado por el Ministerio de Salud Pública el 20 de agosto de 1960. Disponible en http://www.sld.cu/noticia/2017/10/08/el-medico-y-la-revolucion-para-ser-medico-revolucionario
[2] OMS. Recuperado de https://www.paho.org/arg/index.php?option=com_content&view=article&id=28:preguntas-frecuentes&Itemid=142 consultado 22/04/2020
[3] Rojas Ochoa, F. “La Salud Pública Revolucionaria Cubana en su aniversario 50” en Rev Cubana Salud Pública v.35 n.1 Ciudad de La Habana ene.-mar. 2009. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662009000100003 consultado 22/04/2020
[4] Ibídem.
[5] Organización Panamericana de la Salud. Coord. “Experiencia cubana en la producción local de medicamentos, transferencia de tecnologías y mejoramiento en el acceso a la salud” / ed. científica Beatriz M. García Delgado, Emma Uramis Díaz, Esther María Fajardo — 2ª. ed. — La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2019.
[6] Recuperado de https://datos.bancomundial.org/indicador/sh.med.phys.zs consultado 23/04/2020
[7] Kristof Nicholas “Lo que podemos aprender del sistema de salud de Cuba” New York Times, 19 de enero de 2019 https://www.nytimes.com/es/2019/01/19/espanol/opinion/sistema-salud-cuba.html consultado 23/04/2020
[8] Agencia AFP. “El antiviral cubano Interferón Alfa 2B se usa en China para tratar a enfermos del nuevo coronavirus, pero no es ni una vacuna ni una cura” https://factual.afp.com/el-antiviral-cubano-interferon-alfa-2b-se-usa-en-china-para-tratar-enfermos-del-nuevo-coronavirus consultado 23/04/2020
Nahuel Dominguez
Nació en Mar del Plata en 1990. Docente e investigador en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Integrante desde 2006 del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), colaborador de La Izquierda Diario.