Los bancos privados son uno de los sectores que más ganó en los últimos años en plena caída de la economía y continuó haciendo ganancias aún en medio de la pandemia. ¿Cuál es su función en la sociedad? ¿Por qué no un banco público único, bajo gestión de los trabajadores? La sección de Economía en #SeTeníaQueDecir.
En Argentina, los bancos son de los sectores que más desconfianza y repudio tienen en la opinión pública en general. Hay argumentos suficientes para desconfiar.
Basta mencionar en el 2001 el “corralito bancario” y luego el “corralón” en 2002 que dio origen al grito de “devuelvan los ahorros”. Luego la pesificación asimétrica, que los devolvió, si, pero devaluados; o los canjes compulsivos de depósitos por bonos a 10 años como el Plan Bonex. Siempre, en cada crisis bancaria se termina perjudicando al pequeño ahorrista con distintas confiscaciones.
Por ello, mucha gente prefiere, con lo poco que tiene, comprar unos dólares o poner sus ahorros en un colchón.
Frente a todo este rechazo a los bancos, y en el medio de una caída de la economía (la que venía arrastrándose con el macrismo), Alberto Fernández en su campaña electoral en 2019 había afirmado que “entre los bancos y los jubilados, elijo a los jubilados”.
Pero tanto ahora, en esta pandemia, como los meses antes de la misma, el Gobierno actual no les tocó ni un pelo a los bancos privados, siendo que son de los sectores que más están ganando.
Según el informe sobre bancos publicado por el Banco Central, el resultado total integral de bancos públicos y privados fue en 2017 de $ 76.090 millones, saltó a $ 180.469 millones en el 2018, y en el 2019 (año de corridas cambiarias y megadevaluación) alcanzaron los $ 314.205 millones. Dentro de este último monto, las ganancias de los bancos privados en 2019 fue la mayoría, $ 278.150 millones, con un incremento de 159 %.
¿Cuánto es eso? Equivalen a siete millones de jubilaciones con un haber de $ 37.800, que era el valor de la canasta de los adultos mayores en octubre de ese año estimada por la Defensoría de la Tercera Edad. Entre los más favorecidos están el BBVA, Santander, Galicia, Macro, HSBC.
La primera medida, y la más importante, de Alberto Fernández, la Ley de Solidaridad que envió al Congreso en diciembre (repito, antes de la pandemia) hace todo lo contrario a lo que había dicho sobre elegir a jubilados sobre bancos: a los primeros, los jubilados, les suspendió la movilidad previsional. A los bancos, absolutamente nada.
¿Quién está siendo solidario con quién? Recordemos que esa es la ley que se formuló para que Guzmán renegocie la deuda externa como está haciendo ahora, sin hacer una investigación de todos los fraudes de la deuda, ni siquiera los fraudes del macrismo.
En abril, el mes de cuarentena absoluta, mientras son millones los que quedaron afuera de las IFE, los bancos quintuplicaron sus ganancias respecto de marzo: $17.513 millones. O sea, 1,75 millones de IFE.
¿Para qué sirven los bancos? ¿Cuál es su rol?
La supuesta eficiencia de los bancos privados queda en entredicho por sus apuestas irresponsables en pos del lucro desenfrado, momentos en los que corren a salvar a los bancos que son considerados como “demasiado grandes para caer”. Pero con todas estas ganancias, de mínima deberíamos preguntarnos cuál es su rol social, qué hacen ellos por nosotros.
En teoría, los bancos están para favorecer el crédito y la inversión. Son los intermediarios entre el ahorro y la inversión.
Los bancos no generan valor, lo que hacen es redistribuir recursos, trasladarlos de un lugar a otro, y por esa actividad se quedan con importantes comisiones.
Pero el sistema bancario argentino ni siquiera cumple esa función básica que se supone debe cumplir bajo el capitalismo. El crédito al sector privado en la Argentina es muy bajo, ronda el 14 % del PBI, cuando en Uruguay llega a 28 %, en México a 35 % y en Brasil a 62 % (en EE. UU. el nivel es de 193 %)
Hoy una gran parte del dinero no lo presta para el consumo y la producción, sino para la especulación financiera.
¿Qué consecuencias tiene esto? Eleva el costo de todo el crédito, como el robo que significan los altos intereses en las tarjetas de crédito y préstamos personales.
Los pocos préstamos hipotecarios para vivienda que existen, los llamados créditos UVA, tienen con la soga al cuello a los que los tomaron porque las cuotas suben sin parar.
Son quienes vehiculizan la fuga de capitales y lucran con la deuda pública. En 2001 el 80 % de la fuga fue organizada por el Citibank, Bank Boston, Banco Galicia y otros. Mientras vaciaban el país, al pequeño ahorrista lo bloquearon con el “corralito”.
Herve Falciani es un exempleado del HSBC que develó años atrás que ese banco facilitó la evasión de impuestos y la fuga de capitales de empresas y de las personas más ricas de todo el mundo.
¿Por qué no sacar del ámbito privado el funcionamiento bancario y tener un sólo banco público, gestionado por los trabajadores?
Es necesario controlar la moneda y el crédito, pero para que este control persiga intereses sociales tiene que estar en manos de los trabajadores. Queda demostrado que no lo hacen los bancos privados en su afán de lucro. Hoy los 10 bancos privados concentran el 45 % de los depósitos, y el 70 % de ellos son extranjeros.
Nacionalizar el sistema bancario es sacarles a los los bancos privados los depósitos del público e instrumentos que manejan hoy (pero no para apropiarse de los ahorros de los sectores populares, sino para preservarlos) y conformar un banco público único, bajo gestión de los trabajadores.
¿Para qué nacionalizar los bancos?
Esto permitiría cuidar el ahorro nacional, financiar obras públicas (escuelas, hospitales, viviendas), otorgar créditos accesibles para los trabajadores y sectores populares, dar créditos baratos para los pequeños comerciantes o productores arruinados por la crisis, terminar con el vaciamiento del país vía la fuga de capitales.
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