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Red Internacional
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ACTO 19. Los chalecos amarillos se movilizaron en una Francia militarizada por Macron

Luego de la anterior manifestación de los chalecos amarillos, durante la cual la radicalización y la masividad lograron poner en jaque el dispositivo de seguridad de la policía en París, el presidente Macron decidió un último giro represivo y autoritario. Con cambios en el mando de la policía parisina y la intervención del ejército para tareas de “mantenimiento del orden”, las marchas de hoy se desarrollaron bajo mucha tensión.

Sábado 23 de marzo de 2019 14:27

En la capital francesa los principales puntos de movilización de cada sábado, como la avenida Champs-Elysée o la Plaza Estrella, están militarizados y completamente prohibido el acceso a los manifestantes. Las cifras oficiales hablan de algunos miles de chalecos amarillos en las calles parisinas, que ocuparon parques y plazas como las que se encuentran próximas a la Torre Eiffel o del Sacré-Coeur.

El centro de París se encontró completamente militarizado y con un fuerte despliegue del ejército alrededor de los principales lugares de poder, llegando a afirmar varios portavoces militares que el uso de armas de fuego podría ser considerado en caso de peligro para un funcionario de las fuerzas represivas o de uno de los lugares bajo seguridad reforzada.

El Fouquet, restaurante emblemático de la alta sociedad francesa está protegido como un búnker después de que el sábado anterior fue incendiado por parte de sectores de los chalecos amarillos.

La línea de militarización, que justificó para el gobierno la detención de más de 5600 manifestantes para realizar controles preventivos y la verbalización inmediata de 45 manifestantes en las zonas prohibidas tuvo por objetivo principal desalentar totalmente a los movilizados.

Por su lado, los manifestantes si bien se quedaron en los lugares autorizados por la prefectura en París, sus consignas “Castaner [ministro de seguridad] en prisión” y otros “Anticapitalistas !” mostraron el nivel de rechazo al gobierno. Estaban presentes el líder de la Francia Insumisa, Melenchon, y varias de las principales figuras públicas del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), Besancenot y Poutou.

En las movilizaciones en el interior del país, donde el dispositivo de seguridad no llegó a los niveles de la capital, las columnas marcharon en ciudades como Toulouse, Bordeaux, Montpellier, Niza, Lille y Lyon.

Luego de una dura carga policial en Niza, donde las marchas estaban completamente prohibidas, una mujer de 71 años resultó gravemente herida. Debió ser evacuada de la marcha por los bomberos ya que los policías prohibieron a los “street-medics” (médicos y enfermeros presentes en las movilizaciones de los chalecos amarillos) intervenir para socorrer a la mujer a pesar de su estado grave. La marcha de Niza fue dispersada mediante la represión realizada por las fuerzas policiales.

En Toulouse, Lyon y Lille se vivió otra atmósfera. A pesar del lanzamiento de gases lacrimógenos sobre los manifestantes y de las cargas de la policía, las zonas prohibidas para que pasaran las movilizaciones no fueron respetados por los chalecos amarillos. Contra la violenta represión, la determinación de los chalecos amarillos logró permitir a un sector seguir movilizándose. Pero la orientación tomada por Macron parece haber construido el estado de terror contra las protestas, tal como buscaba el Ejecutivo.

Este sábado expresó el giro autoritario buscado por el ejecutivo francés para contener a los chalecos amarillos. Frente al “laxismo” del prefecto de París, Michel Delpuech, el primer ministro decidió su reemplazo por una figura más autoritaria dentro de la policía nacional francesa, Didier Lallement.

Lallement empezó desde temprano esta mañana su operación mediática, caminando alrededor de sus 6 000 tropas movilizadas en París, sobre los Champs-Elysées recordando que el aparato judicial les ofrece hoy en día todas las vías posibles para “impedir que las marchas ilegales se puedan realizar”. Su mensaje, la “impunidad cero” que lo ubica como mando principal de la represión de hoy en la capital desde sus nuevas “Brigadas de Represión Anti-Violencias”. Entre el discurso de Lallement y el de los principales funcionarios involucrados en la represión que afirmaron que “hay que esperarse a que un black block termine tetrapléjico”, se justificó el uso de marcadores químicos y de drones para desplegar el operativo represivo.

Por su parte, ciertos sindicatos decidieron denunciar el giro autoritario de Macron, como Sud-Rail, ferroviarios de París, que dijo “indignarse” de la política del presidente actual.