El 12 de noviembre se realizó en Mendoza una de las 100 asambleas abiertas que el PTS organizó en todo el país, en la que participaron cientos de trabajadores y trabajadoras, junto a jóvenes precarizados y estudiantes. Vamos a destacar dos momentos: la intervención de la familia contratista de viña en su pelea actual por mejoras laborales y la de una docente jubilada y partícipe del Mendozazo, Aida Conil, que al intervenir se dirigió a ellos diciendo “un gusto volver a encontrarlos, compañeros”, en alusión a los años, meses y días agitados que precedieron al 4 de abril de 1972 en los que los trabajadores vitivinícolas tuvieron un rol destacado.
Jueves 24 de noviembre de 2022 13:11
Los contratistas de viña a fines de los años 60 y principios de los 70 venían protagonizando importantes acciones masivas contra los empresarios del vino, reclamando ser considerados trabajadores dependientes y con ello acceder a los derechos laborales que esto implicaba: seguro por accidente de trabajo, beneficios previsionales, obra social, asignaciones familiares, indemnización por despido.
En 1969 un fallo de la Corte Suprema de Mendoza a favor de las patronales dictó: “El ‘contratista’ no es el trabajador rural en relación de dependencia tipificado por el Estatuto del Peón. [...]. La relación ‘Propietario-Contratista’ está relegada en la provincia de Mendoza por la ley No. 1578 [...]. No corresponde abonar salario familiar a los contratistas de viña, teniendo en cuenta la naturaleza jurídica del contrato de cultivo de la viña y vigencia de la ley 1.578” (Diario “Mendoza” 4 de marzo de 1972, pp 17), sentando jurisprudencia y fortaleciendo la figura de trabajador autónomo.
Los empresarios argumentaban que era “antinatural” cambiar tal condición: “El contrato de viñas es un elemento tradicional de la familia tradicional mendocina y cuyana, [...] había nacido como un resultante natural de la propiedad agraria y sus necesidades de producción” (Diario “Mendoza” 4 de marzo de 1972, pp 17). Esta forma de contrato de trabajo de finales de los años 1800 se mantiene con algunas modificaciones hasta nuestros días. En estos momentos el contratista es la persona que, en forma individual o con su grupo familiar, trabaja una parcela de tierra a cambio de una remuneración mensual y del 18% de la producción anual, con la desventaja que puede no cobrar su trabajo si una helada o granizo arruina su cosecha.
La remuneración mensual que recibe es para toda la familia, mujer e hijos, pero en el contrato sólo figuraba el hombre. Acá vemos otro atropello y una doble invisibilización y explotación para las mujeres: como trabajadora y como mujer, al no tenerse en cuenta su trabajo en el hogar ni las jornadas laborales extenuantes a la par del varón.
Envalentonados con un telón de fondo de alza en la lucha de clases, la familia contratista hizo frente a 3.000 telegramas de despidos negándose a desalojar las tierras y viviendas en las que llevan trabajando años. Obtuvieron conquistas parciales mediante convenios colectivos de trabajo, y en 1973 consiguen la Ley 20.589 donde el estatuto de contratistas de viñas y frutales pasa a tener carácter nacional. Esto tira por el suelo al principal argumento de desconocimiento de derechos que hacían las patronales al decir que era inconstitucional el reclamo al contradecir una ley nacional.
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La participación de los obreros de viñas y bodegas en el Mendozazo
El ‘71 en Mendoza tuvo como protagonistas a las barriadas populares víctimas del aluvión del 70, a los estudiantes que peleaban contra los exámenes de ingreso a las universidades, a las maestras que reclamaban contra los bajos salarios y a los duros trabajadores cementistas de Corcemar que se organizaban y resistían a los masivos despidos en esa empresa, en las que sus familias participaba en los bloqueos de rutas y ollas populares. Los primeros meses del ´72 no van a estar para nada calmos: sigue el conflicto de los obreros de Corcemar con la consigna “todos o ninguno” por la incorporación de los despedidos, las maestras comienzan un duro proceso de lucha por aumento salarial, los trabajadores crean una organización Intersindical que junto a las uniones vecinales organizaban los reclamos contra los aumentos en los costos de la vida.
Es en este caldo de cultivo cuando el gobierno de la dictadura militar de Lanusse decreta a fines de marzo de 1972 un aumento de un 300% de la tarifa eléctrica provocando un inmediato rechazo. En el comedor de la bodega Giol los trabajadores deciden llevar a cabo una asamblea para tratar el tema y votan salir a las calles. El diario “El Andino” lo registra así: “Obreros en la protesta. Montados en bicicletas, motos y automóviles, desplegando carteles instando a no pagar la luz y aplaudidos por los numerosos vecinos de condición humilde, los obreros vitivinícolas de Maipú formalizaron una marcha de protesta por las distintas calles de la ciudad cabecera y por Gutierrez” (“El Andino”. 1 de abril de 1972, pp 6).
4 de abril de 1972: estalla el Mendozazo
Ese día la CGT Mendoza convoca a un paro por dos horas contra el aumento de la tarifa, las maestras también se movilizan, los barrios venían siendo escenarios de asambleas masivas bajo la consigna “no pague la luz”. Pero el clima de enojo pasó por encima de las medidas tibias de la CGT.
El día comenzó con la represión a las maestras concentradas en la sede sindical del Magisterio. El “Neptuno”, carro hidrante de la policía, disparaba agua azul contra los guardapolvos blancos. La represión no tardó en llegar al local de la CGT, pero los obreros hicieron retroceder a la policía lanzándoles las piedras bolas que tapizaban las acequias de la época.
Levantaban barricadas a medida que avanzaban por el centro hacia Casa de Gobierno. Allí se encontraron con los estudiantes que bajaban marchando desde la UNCuyo, la UTN y colegios secundarios, juntos enfrentaron la represión de la policía provincial, la federal y la gendarmería. La represión en Casa de Gobierno produjo el primer muerto: el canillita Ramón Quiroga, y decenas de heridos.
Mendoza es declarada “zona de emergencia”. Al final del día el gobernador colaborador de la dictadura, del Partido Demócrata Francisco Gabrielli tiene que renunciar. Pero desde Buenos Aires deciden mantener el aumento de la luz. Finalmente del ejército intervino militarizó el territorio.
En el semanario de Avanzada Socialista se describe tal situación: “Vinieron 20.000 personas, casi todos trabajadores -nos escriben los compañeros mendocinos- era impresionante ver la columna de ferroviarios (unos 4.000), armados con pedazos de riel (fueron los únicos que llevaron algún elemento). A los metalúrgicos se los reconocía por los mamelucos azules. Las maestras ya habían sido reprimidas en el local del sindicato. Así y todo, empapadas por el hidrante, vinieron a la concentración. Estaba lleno de amas de casas de los barrios obreros, que insultaban a la policía y juntaban ladrillos para las barricadas. La represión fue el detonante de la furia.” (“Avanzada Socialista”. Año 1, N°8, 19 de abril de 1972, pp 2). Desde Maipú unos 500 obreros vitivinícolas, químicos y del vidrio se suman a la concentración de Godoy Cruz, desembocando en Casa de Gobierno y sumándose a los ya presentes en la explanada.
Los días continúan en con paros y cese de actividades en los lugares de trabajo, movilizaciones y concentraciones masivas, barricadas en las entradas de Las Heras y Guaymallén, enfrentamientos con la policía y el ejército y nuevos muertos. La organización de los de abajo hacer retroceder las medidas del gobierno nacional y provincial. Por la noche del 7 de abril, el gobierno anunció la suspensión en el cobro de las tarifas eléctricas y se nombraron nuevas autoridades en la provincia.
¿Para qué nos sirve esta historia?
Ser conscientes de la historia de nuestra clase es una gran ventaja. Ellos, los patrones, se han empeñado en que, como escribió Rodolfo Walsh, “los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”.
La docente que fue testigo de los días del Mendozazo recuerda el reclamo de los contratistas, la solidaridad y unidad de las luchas en esos años. Parte de nuestra pelea es recuperar nuestra historia, para prepararnos lo mejor posible y forjar un gran partido de los trabajadores, desde abajo, socialista, que organice todas las fuerzas y la bronca de los que luchan para ganar.