Los cambios ministeriales presentados por el presidente francés este jueves expresan la debilidad de un Gobierno que viene haciendo uso de herramientas autoritarias y de la represión, como ocurrió con la reforma de pensiones y la rebelión juvenil en los barrios obreros.
Viernes 21 de julio de 2023 10:33
El presidente francés, Emmanuel Macron, presentó este jueves algunos cambios en su Gobierno para intentar darle, sin éxito, un nuevo impulso después de la crisis de las pensiones y la de las jornadas de protestas en los barrios obreros de las principales ciudades. Se trata del cambio de ocho de los miembros del gabinete a los que se vio obligado para mostrar iniciativa pero que no modifican la debilidad estructural de su gobierno.
Tras la crisis con la que cerró por decreto la ley de reforma de pensiones, Macron pidió 100 días de calma para realizar nuevos anuncios y relanzar su Gobierno. Sin embargo, esos 100 días pasaron y en el medio la Francia profunda explotó en noches de furia por el asesinato del joven Nahel y fue brutalmente reprimida, volviendo a mostrar el autoritarismo al que echa mano el presidente. La formación de Macron además se fue quedando sin coalición parlamentaria, y por lo tanto sin mayoría, algo que tampoco pudo revertir y que lo lleva a métodos cada vez más bonapartistas y antipopulares para Gobernar.
En este marco el Elíseo presentó la nueva composición del Ejecutivo, en el que no cambian los titulares de los departamentos más políticos ni la primera ministra, Élisabeth Borne, que fue la cara pública y la portavoz de la odiada reforma de pensiones. La salida de Borne hubiera dejado expuesta la debilidad de Macron, pero su permanencia es toda una declaración sobre la continuidad en el rumbo del Gobierno y su política de ataques.
Uno de los principales cambios es el del titular de Educación, se retira Pap Ndiaye para ser sustituido por el hasta ahora ministro de Hacienda, Gabriel Attal. Attal, muy cercano a Macron, fue el artífice del Servicio Nacional Universal para adolescentes (SNU) con el que el Gobierno pretendía crear una especie de milicia civil para que los jóvenes "aprendan los valores republicanos y el gusto por el compromiso con la sociedad". Nada más alejado de la realidad y en sintonía con su perfil autoritario.
Otro de los cambios es en el Ministerio de Salud donde François Braun será reemplazado por Aurélien Rousseau, que era director de gabinete de Borne y está formado en la elitista Escuela Nacional de la Administración (ENA).
Los cambios se completan con Thomas Cazenave en la cartera de Hacienda, el alcalde de la ciudad de Dunkerque Patrice Vergriete en Vivienda, la diputada Aurore Bergé en Solidaridad y Familias, Sarah El Haïry en Biodiversidad, y Bérangère Couilllard en Igualdad entre Hombres y Mujeres.
Ahora Macron debe realizar un discurso de presentación antes del próximo domingo, cuando inicia un viaje a Oceanía de una semana. Se trata de un balance de los últimos 100 días de acción desde la promulgación de la odiada reforma de las pensiones.
Esta "tímida" remodelación también ilustra el temor de Macron de ir más allá del equilibrio de fuerzas ante una profunda inestabilidad social que quedó demostrada claramente en las noches de furia durante la revuelta de los barrios obreros. Sin resolver los problemas de fondo, el gobierno busca ganar tiempo a la espera de encontrar una solución para avanzar en los cuatro años que aún le quedan de Gobierno.
Si ante la falta de una mayoría en el parlamento Macron pretende seguir utilizando los medios antidemocráticos puestos a disposición por la Quinta República, entonces quiere buscar el apoyo de los "interlocutores sociales" para legitimar sus ataques y canalizar la ira en la base. En ese sentido, el gobierno ha puesto en el centro el restablecimiento de un "diálogo social" que ya fue acogido por todos los dirigentes sindicales, incluida la CGT.
Es decir, un Gobierno que hoy se mantiene gracias a la represión y la conciliación de los líderes sindicales.
Como señalan nuestras compañeras y compañeros de Revolution Permanente en Francia: "La ruptura del diálogo social y la preparación y organización de una lucha decidida e inflexible contra el autoritarismo de Macron y la patronal es la única forma de cambiar la situación favorablemente para los trabajadores. A falta de una respuesta unificada y contundente de la clase obrera, el gobierno podrá seguir imponiendo sus ataques y al mismo tiempo levantar las corrientes más reaccionarias y racistas de este país. El mantenimiento de Elisabeth Borne expresa la continuación de este statu quo, pero también la persistencia de una crisis política que, si no es aprovechada por los trabajadores obteniendo victorias a través de la lucha, terminará beneficiando a la extrema derecha. La espera y la colaboración en clase ya no pueden ser opciones".