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Historia. Milcíades Peña: por qué recuperar al historiador irreverente

El primero de julio se celebra en Argentina el Día del historiador. A propósito de esta fecha, recordamos a Milcíades Peña autor de una serie de trabajos y publicaciones indispensables para entender la historia nacional desde una perspectiva marxista.

Viernes 21 de julio de 2023 00:13

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La reciente publicación“Debates sobre la Burguesía Argentina, la liberación nacional y el peronismo”, de la Editorial IPS, nos trae nuevamente parte de la producción historiográfica de Milcíades Peña, cuyos aportes realizados hace 50 años conservan su vigencia, y nos lleva a profundizar en la comprensión de la historia argentina desde una mirada marxista, para repensar el pasado y construir otro futuro.

Los análisis de Milcíades Peña cobran mayor relevancia en su rol de historiador desde el mismo momento en que comenzó a incursionar en distintas lecturas y posteriores escritos de manera autodidacta. Este no es un dato menor si tenemos en cuenta la amplia y variedad de fuentes a las que Peña consultó para sus investigaciones (sesiones parlamentarias, documentos estadísticos, estados contables empresariales, memorias institucionales), aunque no tuvo esa misma avidez en el manejo documental para profundizar la caracterización de la clase obrera y distintos sectores populares, lo que le hubiera permitido tener una mayor riqueza en sus conclusiones.

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Su obra [1] abarca un extenso recorrido temporal y análisis histórico de diversas problemáticas, desde el período colonial hasta el golpe militar de 1955, denominado “Revolución Libertadora”, en los que discute, plantea y elabora una de sus premisas/conclusiones fundamentales: la Argentina está condenada al atraso y la dependencia de la mano de la burguesía nacional, que ha demostrado una y mil veces, en diferentes momentos de la historia del país, ser incapaz de realizar una transformación similar a la realizada en los países “desarrollados”. Hay ejemplos históricos como el rol de Mitre en la matanza del pueblo paraguayo en la guerra de la Triple Alianza con el apoyo de Gran Bretaña; la alianza de los gobiernos de Roca-Celman al imperialismo británico en pos de garantizar las ganancias de su clase a costa del hambre de las mayorías populares y genocidio de los pueblos originarios o la entrega colonial del comercio de carnes mediante el Pacto Roca- Runciman en la Década Infame en 1933. Estos antecedentes son sólo parte de la tarea que la burguesía nacional desarrolló durante los siglos XIX y XX en pos de garantizar sus ganancias a espaldas de las mayorías populares y como socia del capital extranjero. En la actualidad, ya en el siglo XXI se puede observar que la lógica de la burguesía no varió, ya que junto a las multinacionales extranjeras están saqueando los recursos como el petróleo, el litio o el agua dulce a expensas no sólo del pueblo trabajador sino también a costas de la destrucción medioambiental.

Guerra de la Triple Alianza, “Asalto de la tercera columna Argentina a Curupaytí”, Cándido López (Museo Nacional de Bellas Artes).

Lo interesante de los planteos históricos de Peña es que siempre estuvieron al servicio del análisis de la realidad nacional para transformarla en su rol de militante trotskista. [2] Heredero de los aportes de esta corriente y protagonista de los debates de la época sobre la naturaleza de la revolución y el rol de la burguesía nacional, le permitieron tener mayor agudeza crítica frente a los posicionamientos historiográficos como los de Rodolfo Puiggrós, referente intelectual y político del comunismo y que fuera expulsado por su adhesión al peronismo en 1947; o Abelardo Ramos, alineado en la corriente trotskista durante la Década Infame para luego, durante la década de 1950, dar un giro revisionista de tipo latinoamericanista tras de la caída de Perón en 1955. Peña no sólo fue crítico de la historia oficial mitrista, sino que también planteó profundos cuestionamientos y críticas a las concepciones teóricas y políticas de los sectores de la izquierda devenidos en peronistas, como los mencionados anteriormente.

Aportes y polémicas

Milcíades Peña es un autor fundamental para la comprensión del siglo XIX de nuestro país, etapa central en la formación del Estado nacional y la configuración de su estructura económica y social. Polemizó el carácter y naturaleza del país colonial, el proceso de ruptura con la metrópoli y especialmente ante la reivindicación de los caudillos y montoneras por parte los historiadores revisionistas y de la izquierda que acompañó y se identificó con el peronismo, Peña va a contraponer la idea de que el proyecto que representaban los caudillos del interior del país no podía ser superador al de las oligarquías terratenientes que aportaron y desarrollaron elementos progresivos para la época, como ferrocarriles, caminos, frigoríficos, y otros elementos estructurales pero que también definieron a la Argentina como país capitalista agroexportador y dependiente del imperialismo inglés.

Por otro lado, resulta interesante el análisis de Peña en torno al rol de esas oligarquías como actor fundamental en el desarrollo capitalista que llevó al país a una situación de constante vulnerabilidad económica en términos de dependencia y atraso ante los países centrales a lo largo del siglo XX, y por qué no, en lo que va del siglo XXI.

Esta interpretación de la clase dominante argentina, sin embargo, no le impidió reconocer las contradicciones que algunos de sus intelectuales y políticos plantearon como proyecto de país. Pero también iría más allá en su análisis con el rol que tuvieron tanto Domingo Sarmiento como Juan B. Alberdi - imprescindibles en la composición de la intelligentsia nacional de mediados y fines del siglo XIX - en sus denuncias a las nacientes oligarquías nacionales-. ¿En qué sentido? En el de plantear públicamente la entrega y subordinación del país al capital británico. Aunque la crítica a estos intelectuales es la falta de una propuesta alternativa y superadora que cambiase la situación de las mayorías populares, también es la confianza que depositaron en la naciente burguesía incapaz de llevar adelante un proyecto de país que represente los intereses de su clase. Tampoco las fracciones oligárquicas permeables a disputar el reparto de la renta con los ingleses lograron desarrollar un proyecto superador, en un contexto donde la crisis mundial de 1890 acentuaba la especulación financiera, el endeudamiento con la banca inglesa y desnudaba los límites del modelo agroexportador atado a los avatares coyunturales de la economía mundial del cual dependía.

Ya entrado el siglo XX, cuando la Argentina termina de completar el ciclo de subordinación y dependencia como proveedora de materias primas en el mercado mundial y ante la presión de la naciente clase obrera argentina, que comienza a dar sus primeros pasos de organización, es el momento en el que las oligarquías deben conceder la Ley Saenz Peña en 1912, que le permitiría a Hipólito Yrigoyen acceder a la presidencia por el Partido Radical, mediante las elecciones con la participación de las mayorías populares (masculinas). Pero tampoco Yrigoyen pudo ser una alternativa, a pesar de las tibias intervenciones estatales en las relaciones de trabajo y en la economía, puesto que nunca alteró ni el modelo agroexportador ni la dependencia con Gran Bretaña, sino que las profundizó. Párrafo aparte merecen los ataques a los trabajadores durante la denominada Semana Trágica en 1919 y la matanza de peones rurales en la Patagonia durante 1921/22.

H. Yrigoyen.

La crisis de 1929 puso fin al modelo agroexportador y los gobiernos de la Década Infame promovieron una incipiente industrialización con la sustitución de importaciones, pero Peña puso énfasis en ese débil desarrollo industrial, que sería otro de los ejes fundamentales del estancamiento de la Argentina y su sumisión a los intereses imperialistas como país semi colonial, partiendo del origen mismo de la clase industrial proveniente de las oligarquías agrarias, antinacionales y reaccionarias. Pero también en esa débil industria sustitutiva se encontraría la organización del proletariado, supeditado a esa burguesía parasitaria que bregó por profundizar los vínculos de sumisión con el imperialismo inglés, que junto a un Partido Comunista bajo los lineamientos del estalinismo minaron (la creciente clase obrera y muchos sectores de peones agrarios en crisis dieron muestra de gran combatividad - como la huelga de los trabajadores madereros de 1935 y de los obreros de la construcción en 1936, superando a sus direcciones sindicales comunistas) la potencialidad revolucionaria en un contexto de crisis mundial. Peña señala que a pesar de la creciente combatividad de la clase obrera para enfrentar las grandes penurias económicas, inclusive contra la represión estatal, no logró tener concreción política porque “Las fuerzas del movimiento obrero - el Partido Socialista, pero también y especialmente el Partido Comunista - se oponían al gobierno de Justo, más no en base a una política anticapitalista y antiimperialista, sino en base a la colaboración de las clases con una sedicente burguesía nacional, democrática y progresista, cuya representación se atribuía a la UCR, que como es sabido, se sustentaba con las donaciones de empresas imperialistas.” [3]

A partir del ascenso del movimiento peronista a mediados de la década del ’40, Peña no escatima argumentos en contra de los historiadores que reivindicaban al peronismo como una corriente “industrialista”, planteando concretamente la obsolescencia de los medios de producción en fábricas e industrias; las limitaciones energéticas y disminución de la productividad. Planteado en esos términos, la explicación de la experiencia histórica durante el peronismo sería la de un régimen bonapartista, a decir de Trotsky, con las características conciliatorias de la burguesía y el proletariado, donde la capacidad de movilización organizada desde el Estado le permitiría a Perón una mayor capacidad y libertad de acción frente al creciente imperialismo norteamericano.

Juan Domingo Perón.

¿Por qué volver a Peña?

Sobre el mito del peronismo como un movimiento político emancipador, soberano, promotor de la justicia social, fue donde Peña mostró los límites que las contradicciones propias del capitalismo presentan como inevitable en un país como la Argentina con características semicoloniales. Así el autor expone a la burguesía criolla durante la primera mitad del siglo XX como una clase supeditada al imperialismo e incapaz de llevar un rol histórico progresista como en los procesos desarrollados en países europeos. Esa burguesía nacional industrialista de mediados del siglo XX que surge del seno de los sectores agroexportadores y ligados al capital imperialista es la que no supo dar respuestas a los históricos problemas estructurales que mantuvieron al país en el atraso.

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Peña fue duramente crítico y mordaz con los historiadores provenientes de la izquierda que mantuvieron ilusiones con el peronismo, y en su profundo análisis expuso con agudeza que durante los gobiernos peronistas la Argentina fue un país del “como sí” (como si fuera moderno, pero en constante atraso; como si fuera próspero pero en constante descapitalización, con un gobierno como si fuera revolucionario pero que era conservador).

En esos términos son claros los proyectos históricos de las coaliciones políticas tradicionales que sometieron y someten al país a situaciones de dependencia y atraso. En este sentido es donde Peña nunca dejó de separar su tarea intelectual de su militancia política en su búsqueda de transformación de la realidad desde sus posiciones trotskistas, desde donde dedicó grandes esfuerzos teóricos y analíticos contra las interpretaciones liberales y revisionistas de la historia nacional.

En este breve recorrido de su obra intentamos retomar a un Peña historiador y militante injustamente olvidado, que puede seguir aportando muchos elementos a la hora de analizar críticamente el pasado nacional, la estructura socioeconómica del país, la clase dominante y el peronismo hasta 1955 desde una visión marxista.

Milcíades Peña, con su enorme avidez y capacidad de análisis es considerado un historiador provocador que aporta a cualquier lector interesado en nuestra historia, la capacidad de búsqueda transformadora de una realidad que siempre fue esquiva a los de abajo.


[1Gran parte de su obra se puede encontrar en el libro Historia del pueblo argentino. Edición definitiva, publicada por la Editorial Emece, en 2012.

[2Ver ensayo preliminar del libro Debates sobre la Burguesía argentina, la liberación nacional y el peronismo de Milcíades Peña, publicado recientemente por la Editorial IPS.

[3Peña, Milcíades, Historia del pueblo argentino. Edición definitiva. Ed. Empecé, Buenos Aires, 2012. pp. 463.