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Red Internacional
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Opinion. Miremos las tomas de terrenos con ojos de niños

Hoy fui con mis compañeros docentes y trabajadores precarios, a la toma de Los Ceibos y se me ocurrió imaginar como ven esta situación los más chicos. Comparto estas palabras.

Martes 15 de septiembre de 2020 22:02

Foto: @marcarcb

Foto: @marcarcb

Jugando con tierra que luego tapará los agujeros de la pared de nuestra casita, para que no entre agua cuando llueva.
Buscando ramas para que mis papás las hagan rejas de palitos.
Una lona, una chapa, un cartón.
Pedimos permiso, no a mí papá sino al gendarme, para poder ir a comprar el pan en frente. Porque a veces no nos dejan volver. Ni agua nos dejan pasar.
Pero seguimos juntando cositas.
Todo sirve para que este lugar, en el que decidimos entrar porque no teníamos dónde ir, tenga un poco más calor que el abrazo de mi hermano más grande.
Vi la cara preocupada de mí viejo, porque desde la tele dicen que somos delincuentes y piden que nos saquen a los tiros.
Y ahí se termina el juego.
Y llega el momento de crecer rápido.
Miramos con desconfianza a los que llegan desde otros lados con chamuyo de ayuda.
Es que estamos podridos de los políticos que posaron conmigo en brazos, para su campaña electoral, pero ahora solo balas nos quieren dar. Y de una casa, ni hablar.
De un tal Espinoza, de Macri ni hablar y de la tal Cristina solo se escucha su nombre en boca de otros falsos prometedores.
Ya no resulta divertido este juego.
Este día fue distinto. Llegaron unos sin traje. Parecían vecinos. Algunas caras conocidas que hace semanas llegaron, pero no se borraron.
Y ahora vinieron más. Nos acercamos a ver qué pasaba.
Al principio nos asustamos. Pero la cara de mi papá, ahora, no era de susto.
Estaba contento. Entonces yo también.
Y hablaron y los vecinos escucharon, se animaron y hablaron también.
Nos contaron que había mucha gente en otros lados, como nosotros.
Y trajeron cosas.
Ropa para los grandes, para mí, para mis amigos y comida. Hasta agua!
Todo lo que no nos dejaba pasar el policía. Dicen que lo juntaron entre ellos, como haciendo una vaquita.
Había maestras con guardapolvos, también esos que hacen delivery con ropa naranja, obreros.
Salimos en la tele, nos vimos en la pantallita nosotros mismos y saludamos!
Estos sí, dejaban que hable la gente del barrio. De lo que nos pasa. Ellos contaron que no hacemos esto porque nos gusta.
Y repartimos las cosas entre todos nosotros. Nadie se hacía el dueño.
Nadie se llevó nada de más.
Los visitantes no nos pidieron nada. Solo que nos unamos y nos invitaron a ir juntos a la capital el jueves para que todos vean lo que necesitamos.
Porque ellos también tenían otros problemas distintos, pero también importantes.
Pero hay que ir al centro, porque acá en Catan, no te mira nadie, decían. Y tienen razón.
La policía pasaba por la esquina. Iba y venía.
Con " El Lucio" los mirábamos y pensábamos que se metían. Pero no pasó nada. Capaz que se dieron cuenta que no estamos solos como ellos creían.
Y parece que es así!
Ahora veremos quién va a la marcha y quién se queda a cuidar las casitas el jueves y como sigue todo esto.
Ojalá me toque poder ir!