Este miércoles 26 de julio se eligió la nueva mesa directiva del Congreso, esta dirigirá el funcionamiento del Parlamento peruano hasta el próximo año. La lista ganadora está conformada por sectores de derecha, del fujimorismo y de Perú Libre, aliados del gobierno asesino de Dina Boluarte que trataran de asegurar su permanencia al mando del ejecutivo.
Viernes 28 de julio de 2023 10:11
El pasado miércoles 26 de julio se eligió la nueva mesa directiva del Congreso de la República, la misma que dirigirá el funcionamiento del Parlamento peruano hasta el próximo año (periodo 2023-2024). La lista ganadora está conformada por sectores de derecha, del fujimorismo y de la organización estalinista Perú Libre, los cuales son aliados del gobierno asesino de Dina Boluarte y, por lo que se ha visto hasta ahora, trataran de asegurar su permanencia al mando del ejecutivo.
La nueva mesa directiva se encuentra presidida por el Congresista Alejandro Soto, quien es integrante del partido derechista Alianza por el Progreso (APP), organización liderada por el cuestionado empresario Cesar Acuña. Sin embargo, los votos que definieron su victoria provenían de la bancada fujimorista que impuso como primer vicepresidente a Nano Guerra García, y de la bancada del partido estalinista Perú Libre, liderado por Vladimir Cerrón y su hermano Waldemar Cerrón, este último fue elegido como segundo vicepresidente del Congreso. Esta lista se impuso a la lista liderada por el también derechista Luis Aragón, de Acción Popular (AP). La lista ganadora obtuvo 77 votos a favor, mientras que la lista perdedora logro apenas 39 votos, además se dieron 4 en blanco y 8 nulos.
Los sectores políticos que conforman esta coalición parlamentaria que ganó la dirección de la mesa directiva del Parlamento, comparten también su apoyo al gobierno golpista y asesino de Dina Boluarte, por tanto, estarían porque la actual presidenta - responsable de los casi 70 asesinatos que dejo la represión policial militar contra los manifestantes del levantamiento popular - se quede hasta el 2026 para que ellos puedan mantener su impunidad, además de sus privilegios de casta completamente desvinculados de los intereses de las grandes mayorías que, como lo han puesto en evidencia diversas empresas encuestadoras, rechazan abrumadoramente el accionar del Congreso peruano por considerarlo como caja de resonancia de los sectores empresariales y como la expresión más clara de la corrupción institucionalizada.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Recordemos que el fujimorismo y otros sectores de la derecha y la ultra derecha parlamentaria, junto a la fiscalía de la nación y a los grandes medios de comunicación, fueron los articuladores del golpe parlamentario que terminó con la vacancia de Pedro Castillo y su posterior encarcelamiento. Estos sectores jamás reconocieron la victoria de Castillo en las elecciones del 2021, por esa razón, durante el corto tiempo que duro su gestión, se convirtieron en su oposición más encarnizada, a pesar que Castillo mantuvo intactos los fundamentos del régimen del 93 y del modelo neoliberal y que en diversas oportunidades los llamó a cogobernar, bajo la lógica de dar vida a un gobierno de “unidad nacional”.
Lo de Perú Libre, partido que se autodefine como marxista-leninista y reivindica al estalinismo, tampoco sorprende mucho ya que ellos, como “buenos” estalinistas, siempre hablaron de la necesidad de construir un gobierno donde pueda participar la burguesía y sus partidos políticos. Es por eso que, desde que Castillo asumió su mandato avalaron y promovieron las diversas iniciativas de conciliación de clases que, en todo momento, llevó adelante el gobierno del profesor cajamarquino. Si bien Perú Libre tuvo fricciones con el gobierno de Castillo, estas estuvieron enfocadas siempre al control de las diversas instituciones del estado, o lo que en su momento Vladimir Cerrón denomino como la lucha por “las cuotas de poder”.
Esta posición de convivencia con la burguesía y con uno de sus partidos más reaccionarios y conservadores como es el fujimorismo, quedo graficada con mucha claridad en las declaraciones dadas por el mismo Vladimir Cerrón después que la lista promovida por el fujimorismo y su partido ganaran la dirección de la mesa directiva del Congreso: “Es la primera vez que la izquierda popular tiene una representación en la Mesa Directiva del Congreso, es un hecho sin precedentes, y esperemos esté a la altura de las circunstancias”, manifestó Cerrón, y más adelante agrego que “Debemos dejar la cultura de una izquierda nacida solo para oponerse, la izquierda tiene que prepararse para gobernar”.
El proceder de Perú Libre y su líder Vladimir Cerrón ha generado muchas críticas de los otros sectores de la izquierda reformista peruana, sin embargo, si buceamos en los últimos años de la historia política del país (por no irnos muy lejos), veremos que no es la primera vez que sectores de la izquierda reformista votan por la derecha e incluso cogobiernan con ella, sino recordemos al grueso de la izquierda reformista votando y compartiendo altos cargos en los gobiernos de Toledo y Ollanta Humala, e incluso en el segundo gobierno de Alan García, o a Veronika Mendoza mandando votar por el empresario lobista Kuczynski y luego apoyando abiertamente al derechista gobierno de Martin Vizcarra y luego al también derechista gobierno de Francisco Sagasti.
Esto tiene que ver con que en el Perú la lógica del “etapismo” (que busca impulsar un gobierno de convivencia con la burguesía y sus variantes políticas), está muy estructurada en la perspectiva estratégica y en el sentido común de las diversas corrientes de izquierda, sean las más añejas como el Partido Comunista Peruano PC, Patria Roja, el Partido Socialista; o los sectores denominados neo reformistas donde se ubican Veronika Mendoza, en su momento Marco Arana, entre otros. Es en función de estos criterios que estos sectores asumen como imprescindible la necesidad de buscar siempre “el mal menor”, y es en ese marco que van creando sistemática y reiterativamente discursos para justificar la supuesta existencia de una “burguesía buena” y una “derecha democrática” con las cuales estarían dispuestos a cogobernar. Para estos sectores, además, lo fundamental no es acabar - a partir de la lucha de la clase trabajadora y los sectores populares - con este estado al servicio de la burguesía y del imperialismo, sino más bien, lo prioritario y estratégico para ellos pasa por ser parte de este estado a como dé lugar.
Sin embargo, la historia y la lucha de clases nos muestran que en países como el Perú, por su condición de país de capitalismo dependiente y atrasado, no existe ni existirá esa burguesía “progresista” ya que todos estos sectores empresariales están estrechamente ligados al capital imperialista y sostienen sus ganancias en la explotación de la clase trabajadora y en el empobrecimiento de los sectores populares. Es por esa razón de fondo que todos estos proyectos reformistas y neo reformistas están condenados a fracasar, como ya ocurrió en nuestro país anteriormente, o como está ocurriendo actualmente en otros países del mundo.
Continuar la lucha para echar a Boluarte e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana
Por tanto, la lucha por echar al gobierno golpista de Dina Boluarte y por imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que nos permita acabar con el régimen del 93, sigue siendo una prioridad de primer orden para el conjunto del pueblo trabajador, sin embargo, esto no pasa por buscar alianzas con las diferentes facciones burguesas y sus partidos políticos como el fujimorismo, acción popular o la denominada “derecha democrática” patrocinada por Rosa María Palacios.
Para derrotar a Boluarte e imponer esa Asamblea Constituyente Libre y Soberana, tenemos que impulsar la lucha unitaria de la clase trabajadora, los campesinos y los sectores populares empobrecidos sosteniéndonos, para ello, en espacios de auto organización y centralización obrera y popular.
Es en ese marco que debemos pelear también por construir una alternativa política de la clase trabajadora, los campesinos, las mujeres, los pueblos originarios y los sectores populares, independiente de los empresarios y los sectores reformistas y neo reformistas, y proponerse como objetivo estratégico acabar con el estado burgués y dar vida a un gobierno de las y los trabajadores que rompa con el capitalismo y el imperialismo.