La propuesta impulsada desde el PTS, generó críticas desde otras corrientes como Izquierda Socialista. El análisis de una experiencia histórica puede aportar a profundizar este debate.
Domingo 10 de abril de 2016
La propuesta que impulsó el PTS sobre una consulta popular vinculante con relación al pago a los fondos buitre había generado polémicas dentro del movimiento trotskista. Si bien ya se votó el pago con el apoyo necesario de la bancada kirchnerista, es interesante profundizar el debate sobre las demandas democráticas.
Corrientes como Izquierda Socialista, plantearon que el referéndum “es parte de los mecanismos tramposos del régimen y de los gobiernos entreguistas a los cuales la izquierda no debe apelar. No sólo porque es el caballito de batalla de la centroizquierda, sino porque desvía la pelea por impulsar una gran campaña por el no pago en el movimiento obrero, estudiantil y popular” (1). Inclusive llegaron a decir que abandonamos el punto programático del FIT de “no pago” confundiendo el programa con la táctica política.
Los debates sobre la utilización de las demandas democráticas no son nuevas en el trotskismo y Trotsky batalló muchas veces contra esas posiciones sectarias y propagandistas. Una demostración de ello fue el debate que se dio alrededor de la llamada enmienda Ludlow en EE.UU. en 1937 ante la inminencia y proximidad de la Segunda Guerra Mundial.
Esta enmienda se planteó para incorporar a la Constitución que toda declaración de guerra fuera respaldada por un referéndum popular. Posteriormente adoptó el nombre del congresista demócrata Louis Ludlow, de Indiana, que fue el primero en pasar la resolución al Congreso donde esta enmienda se rechazó por estrecho margen, el 10 de enero de 1938.
El Socialist Worker Party norteamericano se pronunció contrario a impulsar esta táctica ya que consideraba que era de carácter pacifista y sembraba falsas ilusiones en que la guerra podía detenerse con una votación en las urnas a través de un referéndum. En su periódico Socialist Appeal reflejaban todos los límites de la enmienda así como la diferenciación con los estalinistas norteamericamos que también se oponían a la enmienda por considerar que limitaba la capacidad de intervención de Estados Unidos. La conclusión del SWP era la necesidad de destruir el sistema capitalista como única solución para parar la guerra.
Trotsky escribió una carta al dirigente del SWP James Cannon donde explicó que mientras no podamos derrumbar de una vez la democracia burguesa, hay que utilizar los medios que ésta provee (por limitados que sean) para movilizar a las masas a favor de nuestro programa.
Por supuesto, no pensaba que un referéndum podría evitar el estallido de la guerra, ni decidir realmente si los Estados Unidos participarían o no, pero Trotsky afirmaba que “No podemos disipar estas ilusiones [de las masas] por decisiones a priori, sino únicamente en el curso de la lucha”. Agregaba que era necesario decir abiertamente que los revolucionarios lucharían al lado de sus hermanos de clase a favor del referéndum propuesto por Ludlow, demostrando que éste no estaría realmente interesado en realizarlo y que la clase obrera solo podría confiar en sus propias fuerzas para realizar semejante referéndum.
Planteaba que la enmienda representaba la aprehensión del hombre de la calle, del ciudadano común... y decía: “Sabemos que esto no es suficiente ni aun eficiente y proclamamos abiertamente esta opinión, pero al mismo tiempo estamos listos a ayudar al hombre humilde para llevar a cabo su experiencia contra las pretensiones dictatoriales de las grandes empresas. ¿El referéndum es una ilusión? Ni más ni menos que el sufragio universal y las otras medidas de la democracia ¿Por qué no podemos utilizar nosotros el referéndum como utilizamos las elecciones presidenciales?”.
La cuestión no es programática, sino de método, de cómo acompañar a las masas a hacer una experiencia con sus propias ilusiones mientras levantamos nuestro propio programa, sin asumir ninguna responsabilidad política por las ilusiones contenidas en ello, combinando la intransigencia ideológica: “la guerra es imperialista y no es nuestra guerra”, con la flexibilidad táctica: “acompañamos vuestra iniciativa de controlar al gobierno pero mantenemos nuestra agitación contra la guerra desde un punto de vista revolucionario”.
Las encuestas indicaban que el 72% de la población estaba a favor de la enmienda. El SWP realizará luego una autocrítica de su política, que le impidió utilizar el sentimiento progresista de las masas de controlar a los instigadores de la guerra a través del referéndum popular y poder así desplegar su programa y construirse.
Volviendo al inicio para el caso de la deuda externa, es falso que abandonamos el no pago, como acusa IS, simplemente planteamos una política basados en las justas aspiraciones de importantes sectores de masas contra los acuerdos con los fondos buitre y el imperialismo. Una consulta que planteara claramente las dos opciones, 1) ¿Está usted a favor de autorizar el pago a los ‘Fondos Buitre’ que impuso el juez Thomas Griesa, y que implica la erogación por parte del Estado Nacional de alrededor de 20.000 millones de dólares? Y 2) ¿Está usted a favor de que el Estado argentino cese en forma definitiva con la totalidad de los pagos de los bonos de la deuda externa, que ha sido caratulada en un fallo del juez de la Nación Jorge Ballestero en el año 2000 como ‘ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta’?, nos hubiera permitido desplegar nuestro programa por el no pago mientras acompañábamos a las masas en su experiencia con la democracia burguesa.
Estas ilusiones no pueden desaparecer solamente por la propaganda socialista de los revolucionarios -aunque es una tarea imprescindible-, sino por la propia experiencia que las masas realicen con esa falsa democracia. Es por eso que los revolucionarios debemos plantear audazmente consignas democráticas oponiendo los intereses de los trabajadores y su independencia política a los intereses de su burguesía.
Como diría Trotsky: Para un revolucionario, no basta con tener ideas correctas. No olvidemos que El capital y el Manifiesto comunista ya establecieron ideas correctas, sin que ello impidiera la propagación de ideas falsas. La tarea del partido revolucionario consiste en fundir esas ideas correctas con el movimiento obrero de masas. Solo de este modo pueden las ideas transformarse en fuerzas motrices. (2)
Estas y otras apasionantes y cruciales discusiones que cruzaron los años previos a la SGM y la propia guerra están contenidos en el volumen 8 de las Obras Escogidas de León Trotsky
(1) www.izquierdasocialista.org.ar
(2) Trotsky, La liga frente a un giro, Junio de 1934