El 3 de septiembre de 1938 en las afueras de París, Francia, era fundada la Cuarta Internacional. Bajo la persecución, calumnias y asesinatos del estalinismo, se ponía en pie la heredera de las mejores tradiciones revolucionarias de las tres internacionales que la precedieron.
Daniel Lencina @dani.lenci
Jueves 3 de septiembre de 2020 00:00
Con la gran consigna de lucha “¡Proletarios del mundo; UNÍOS!” el Manifiesto Comunista redactado por Marx y Engels en 1848 dotaba al movimiento obrero con la estrategia de luchar por el reinado de la libertad y la abundancia; la sociedad comunista, surgida de la transformación revolucionaria de la sociedad contemporánea. Desde entonces, ha habido una continuidad revolucionaria basada en el Manifiesto Comunista que logró poner en pie cuatro internacionales con el objetivo de “asaltar los cielos” y poner todos los recursos de la técnica, la naturaleza y los grandes descubrimientos científicos al servicio de emancipar a los trabajadores y los oprimidos del mundo.
El primer paso lo dio la Asociación Internacional de los Trabajadores en 1864 que logró difundir la solidaridad internacional del movimiento obrero y coordinar sus luchas, hasta que estalló la Comuna de Paris (1871) que apoyó firmemente. Una de las enseñanzas que sobresalen la necesidad de que el gobierno obrero (del tipo de la Comuna) es el mas efectivo desde el punto de vista de las grandes mayorías explotadas y oprimidas, y que no hacen falta los políticos “de profesión” para dirigir el Estado (obrero en este caso); así, todos los funcionarios de la Comuna ganaban el sueldo promedio de un obrero y podían ser revocables en todo momento sino representaba los intereses del pueblo trabajador. Producto de la derrota de la Comuna la AIT se disolvió, aunque el primer gran paso ya se había dado.
[Video] Los dias de la Comuna
En 1889 se funda, en París, la II Internacional. Una de sus primeras resoluciones fue la de proclamar el 1° de mayo como el “Día Internacional de los Trabajadores” y apoyar la lucha por la jornada de 8 horas, consigna de lucha que hundió sus raíces en los trabajadores del mundo entero y que perdura hasta nuestros días. Tuvo grandes logros como haber construido partidos socialistas, haber puesto en pie grandes sindicatos industriales y conquistar decenas de parlamentarios. Pero no logro pasar la prueba más candente: la I Guerra Mundial. El 4 de agosto de 1914, la socialdemocracia alemana, votaba en el parlamento el apoyo a la carnicería capitalista aprobando los créditos de guerra.
En medio de la contienda bélica estalla la revolución mas profunda de todos los tiempos: la Revolución Rusa de 1917. Bajo el fuego irradiante de esta revolución, se funda la Tercera Internacional, que recoge de la anterior no solo la construcción de los grandes partidos obreros, sino que estos estén orientados hacia la lucha por conquistar el gobierno de los trabajadores en todo el mundo, único remedio a la enfermedad mortal llamada “capitalismo”. Sus primeros cuatro congresos, dirigida por Lenin y Trotsky, fueron una verdadera escuela de estrategia revolucionaria.
Pero la ausencia de nuevos triunfos revolucionarios en los países centrales de Europa preparó las condiciones para que la revolución rusa quede aislada. Poco antes de su muerte Lenin propone a Trotsky dar una pelea conjunta con el burocratismo que encarnaba la vieja guardia del partido comunista, en especial la troika encabezada por Zinoviev, Kamenev y Stalin. La derrota de la revolución alemana en 1923 y la muerte de Lenin en 1924 envalentonaron a la troika. Luchando contra esa degeneración nació la Oposición de Izquierda cuyo programa puede leer en “El nuevo curso”. Pero la troika responderá al debate con una campaña de persecución contra los oposicionistas que representaban una importante minoría en el partido, provocándoles una primera derrota.
Más tarde en 1926, surgirá la Oposición Conjunta (OC) para enfrentar a la dirección del partido encarnada por Stalin-Bujarin.La OC presenta una plataforma política común en una reunión del Comité Central que proclamaba el aumento del salario obrero, debido a la crisis económica y llamaba a modificar el régimen de impuestos para que estos recaigan sobre los sectores más ricos del campo y la ciudad; mientras exigía una planificación científica de industrialización, para fortalecer las bases socialistas del Estado. La OC es acallada y en noviembre del mismo año es expulsada del partido. Cuando todo esto parecía un escándalo ante los ojos de millares de militantes obreros, en enero de 1927, la GPU le hizo saber a Trotsky que, bajo la acusación de “contrarrevolucionario”, sería deportado a Alma Ata, cerca de la frontera con China y junto a él miles de militantes y simpatizantes de la Oposición eran trasladados y deportados, asestándoles un duro golpe.
De la muerte de la Internacional Comunista a la fundación de una nueva internacional
Desde el exilio en Turquía, Trotsky dará impulso a la creación de la Oposición de Izquierda Internacional (OII), ya que sus posiciones encontraban simpatía y eran compartidas por los más diversos militantes y dirigentes de los partidos de la IC. El objetivo de ese periodo no era fundar una nueva internacional, sino dar la pelea hasta devolver a la III al camino revolucionario, porque aun irradiaba el calor de la revolución de octubre de 1917 (muy a pesar de la pseudo-teoría de Stalin del “socialismo en un solo país” que renuncia a toda la experiencia internacionalista desde la época del Manifiesto Comunista hasta la propia revolución rusa). Pero el rasguño se convirtió en gangrena y el 5 de marzo de 1933 Hitler –que ya había sido designado canciller- y el partido nazi ganaron las elecciones masivamente. El triunfo nazi fue obtenido gracias a que el sectarismo de la IC y su negación al Frente Único con el partido socialdemócrata para aplastar al fascismo, allanaron la victoria nazi. Ese hecho era el equivalente exacto de la traición de la socialdemocracia en la Primera Guerra Mundial. Ningún partido de la III reaccionó.
Trotsky sostenía que ante semejante traición el proletariado alemán volvería a levantarse pero el estalinismo jamás. Este nuevo escenario, interpela a la OII a dar un paso mas profundo; pelear por nuevos partidos revolucionarios y por una nueva internacional. Numerosos grupos y pequeños partidos quedan por fuera de la IC, oscilando entre una política reformista y una revolucionaria, que a su vez expresan el estado de animo de las masas en momentos de ascenso del fascismo en Europa. A este fenómeno Trotsky lo define como “centrismo”.
Luego, los trotskistas promueven la formación de un bloque, que se conoció como el Bloque de los Cuatro. El acuerdo firmado por la OII con grupos centristas, dos holandeses, el RSP y el OSP, y el SAP alemán, contenía puntos programáticos y un método común para explorar las posibilidades de unificación en una misma organización. El común denominador de dicho Bloque es la lucha irreconciliable contra el estalinismo y la socialdemocracia, en pos de construir una nueva internacional que dirija la revolución socialista. Trotsky consideraba que mediante la experiencia en la práctica común, era el único camino de poder separar a centristas de revolucionarios y avanzar en el reagrupamiento de estos últimos.
Así, la OII cambia su nombre al de Liga Comunista Internacional (LCI) y se prepara para seguir avanzando. En mayo de 1935 Trotsky da a conocer la "Carta abierta por la creación de la Cuarta Internacional". Entre el 29 y el 31 de julio de 1936 se reunirá la Conferencia Internacional clandestinamente en París.
El telón de fondo es el fuego ardiente de los obreros y campesinos españoles que dan impulso a la guerra civil. En la conferencia se creó el Movimiento pro Cuarta Internacional y se discutió la tesis central: El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la Cuarta Internacional. Allí se analiza la situación mundial y las políticas de las direcciones de la clase obrera, el
Frente Popular y la política internacional de la URSS. Y concluye en que la clave de la suerte de los procesos revolucionarios en curso en Europa “es la cuestión de la dirección revolucionaria”.
Sobre la base de estas experiencias Trotsky –en 1937, desde su exilio en México– se lanza a la tarea mas importante de su vida, incluso mas importante que haber dirigido la victoria de la insurrección de Octubre de 1917 y haber derrotado a los 14 ejércitos imperialistas en defensa de la revolución. Esa tarea encarada por el revolucionario mas perseguido del planeta era; la construcción de un partido mundial de la revolución socialista: la Cuarta Internacional.
El gran biógrafo de Trotsky, Isaac Deutscher (con su trilogía El profeta armado / desterrado y desarmado), sostenía que la construcción de la Cuarta Internacional era un acto “voluntarista” porque no había ascenso de masas como cuando fue creada la III. Pero para Trotsky y la mayoría de sus seguidores había que agruparse para defenderse de la primera oleada de “patriotismo” que desataría la guerra y prepararse para las futuras revoluciones que las mismas condiciones de la guerra desarrollaría.
El 3 de septiembre de 1938 era fundada, en los suburbios de París, la nueva internacional: con la ausencia de Trotsky, con su hijo y compañero asesinado –León Sedov– y con el organizador de la conferencia Rudolf Klement asesinado también por la policía estalinista (su cadáver fue hallado en un río de París). Bajo esas duras condiciones nacía la Cuarta Internacional. El documento esencial de su fundación es el Programa de Transición. Éste establece un “puente” entre la conciencia actual del movimiento obrero y las masas oprimidas y la resolución definitiva de sus demandas que solo podrá ser a través de un gobierno obrero y popular basado en los organismos de autodeterminación de las masas.
Si bien no es un programa acabado –escrito para el escenario de “crisis, guerras y revoluciones”– muchas de sus consignas son muy útiles para el desarrollo de las luchas en una perspectiva anticapitalista y revolucionaria, como la “apertura de los libros de contabilidad” y el "control obrero de la producción" que utilizaron los obreros de Zanon y Donnelley en Argentina, para dar paso a la "administración obrera directa" cuando las patronales pretendieron cerrar esas fábricas.
Para finalizar ilustramos con el Programa de Transición referido a la juventud y la mujer trabajadora:
“(…) la IV internacional presta una atención y un interés excepcional a la joven generación del proletariado. Toda su política se esfuerza en inspirar a la juventud confianza en sus propias fuerzas y en su futuro. Sólo el fresco entusiasmo y el espíritu ofensivo de la juventud pueden asegurar los primeros triunfos de la lucha y sólo estos devolverán al camino revolucionario a los mejores elementos de la vieja generación. Siempre fue así y así será.
Todas las organizaciones oportunistas, por su propia naturaleza, concentran su interés en las capas superiores de la clase obrera y, en consecuencia, ignoran tanto a la juventud como a las mujeres trabajadoras. Ahora bien, la época de declinación del capitalismo asesta a la mujer sus más duros golpes tanto en su condición de trabajadora como de ama de casa. Las secciones de la IV Internacional deben buscar apoyo en los sectores más oprimidos de la clase trabajadora, y por lo tanto, entre las mujeres que trabajan. En ellas encontrarán fuentes inagotables de devoción, abnegación y espíritu de sacrificio.
¡Abajo el burocratismo y el arribismo!
¡Paso a la juventud!
¡Paso a la mujer trabajadora!
Tales son las consignas inscritas en la bandera de la IV Internacional”
Aquí podés la compilación El Programa de Transición y la IV Internacional, OE 10, Ediciones IPS-CEIP-Museo Casa León Trotsky, Argentina, 2017 o en el Instituto del IPS, Riobamba 144, CABA.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.