El cierre de la elección en New Hampshire daba otro golpe a los “favoritos” del establishment político. Por derecha y por izquierda se imponen los outsiders.
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Celeste Murillo @rompe_teclas
Miércoles 10 de febrero de 2016
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Fotografía: EFE
Con el 50 % Bernie Sanders se imponía con el 58 % de los votos, dejando a Clinton cómoda en segundo lugar con el 40 %. Aunque algunas encuestas pronosticaban una brecha aun mayor, Clinton logró acercarse pero no pudo evitar esta importante victoria del senador.
Sanders crece y a Clinton todo le sale mal
No fue una buena semana para Hillary. La campaña de Clinton, apodada “La Máquina”, había planeado un fin de semana de mucha actividad en New Hampshire para achicar la brecha. Las claves eran dos: retener a las mujeres como “activo” y tratar de minimizar los “daños” entre los millennials (jóvenes entre 18 y 35 años) que le son esquivos. Decir que no alcanzó los objetivos quizás sea poco.
El fin de semana se desató una discusión sobre la candidatura de Clinton. Ya en el último debate demócrata, Clinton había respondido las críticas de Sanders que la señalaban como una candidata del establishment, diciendo que no podía serlo porque era una mujer. Esto dio pie a las intervenciones de la feminista legendaria Gloria Steinem y la exsecretaria de Estado Madeleine Albright. Ambas intentaron torpemente revertir el apoyo mayoritario entre las mujeres jóvenes por Bernie Sanders.
Gloria Steinmen dijo que las jóvenes votaban a Sanders para atraer a los varones, y Madeleine Albright lanzó: “Hay un lugar reservado en el infierno para las mujeres que no se apoyan entre ellas”. El resultado fue completamente contraproducente y solo confirmó la desconfianza de las jóvenes de entre 18 y 35 años que apoyan la candidatura del senador de Vermont, a quien ven como vocero de las denuncias de su generación harta de la elite política y financiera.
El discurso de Clinton, después de conocerse los resultados, fue un reconocimiento tácito de la fortaleza de Sanders, su debilidad y un intento de despegarse de Wall Street y la elite política.
En un auditorio inundado de gritos, Sanders agradeció a los miles de voluntarios e insistió en su punto fuerte, los aportes de su campaña (que ya rompió el record de donaciones individuales de la campaña de Obama en 2008): “Juntos enviamos un mensaje… El gobierno de nuestro gran país pertenece a todo el pueblo y no solo a un puñado de contribuyentes y sus superpacs”.
Ganó Trump y la lista republicana sigue siendo demasiado larga
De lado republicano, con casi el 50 % escrutado, Trump se imponía con el 34 % de los votos, y dejaba atrás al segundo, John Kasich (gobernador de Ohio) con el 16 %, y tercero quedaba Ted Cruz con el 12 %. Atrás y amontonados cerca del 10 % estaban Jeb Bush, Marco Rubio y Christie.
Aunque se esperaba una victoria de Trump, el resultado sorprendió después de Iowa, donde ganó Ted Cruz y Rubio tuvo un buen desempeño (tercero muy cerca de Trump). El multimillonario saludó a los seguidores con sus ingredientes y gestos ya clásicos. Hizo abuso de la retórica populista y regaló guiños nostálgicos a quienes añoran la “grandeza pasada” de Estados Unidos, apelando a sentimientos reaccionarios como la xenofobia y a la bronca con el gobierno federal y la elite política.
La interna republicana está demostrando ser mucho más volátil de lo esperado, lo que representa un problema todavía mayor para el establishment del partido que había señalado como favorito a Jeb Bush (hoy lejos de la punta). No se descartan nuevas renuncias después de New Hampshire.
Esta nueva parada de las primaras confirmó, por izquierda y por derecha, el mensaje de Iowa contra el establishment. Mientras los republicanos intentan despejar un panorama complicado, en el partido Demócrata se endurece la pelea, con un Sanders fortalecido para las próximas elecciones en Carolina del Sur y Nevada, donde enfrenta el desafío de ampliar su apoyo en la comunidad negra y latina.
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Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.