Las jornadas de junio y julio de 1975 involucraron a millones de trabajadores, contra el plan económico de Celestino Rodrigo. Las mujeres tuvieron un protagonismo especial: en las fábricas, en los barrios, en las calles. Un hecho particular que recuerda a aquellas obreras que enfrentaron al gobierno de Isabel.
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Lunes 8 de julio de 2019
Plaza de Mayo, 27 de junio de 1975. “Alrededor del mediodía, un nutrido grupo de funcionarios gubernamentales apostados en los balcones altos, observaban la concentración. Algunos de ellos lo hacían con prismáticos. Los manifestantes más cercanos, molestos por esa curiosidad, coreaban estribillos de repudio a esa actitud “policial”.
No se sabe si fue una empleada o una obrera, o quién, pero cuentan que un espejito comenzó a reflejar el sol sobre la cara de uno de los “mirones”. El ejemplo cundió: a los minutos decenas y decenas de espejos hostigaban los ojos de los funcionarios de curiosidad policial. Diez mil, veinte mil gargantas comenzaron a gritar “que se vayan”. El primer round de la pelea se ganó cuando el observador de los prismáticos los guardó.
Esto dio más ánimo a los compañeros. El objetivo fue entonces desocupar el balcón…”
Así relataba el periódico Avanzada Socialista (PST) uno de los hechos sucedidos en la Plaza en la movilización del 27 de junio.
Ese día la Plaza se llenó. El balcón, en cambio, quedó vacío.
Isabel no se animó a salir a dar respuesta a los miles que protestaban contra la carestía y contra las patotas de López Rega. La “batalla de los espejos” fue un símbolo más de aquel descontento contra el Plan Rodrigo y la derecha peronista que gobernaba.
Pero también del papel que jugaron muchas militantes y trabajadoras de base en aquellas jornadas.
Espejo de la realidad
Aunque todavía la mujer no trabajaba en muchas industrias y servicios como lo fue haciendo en los últimos años, en muchos gremios las trabajadoras tenían un fuerte peso. Textiles, alimentación, telefónicas, muchas empresas del Estado.
Las crónicas de aquellas jornadas cuentan el caso de Terrabusi, por ejemplo. “Una compañera, delegada de sección del turno noche, ante la falta de decisión de los otros delegados, realizó una asamblea donde se decidió continuar el paro” (Avanzada Socialista 5/7). Los reclamos también apuntaban a muchas cúpulas. Por eso desde “Terra” marcharon al Sindicato de la Alimentación “donde participaron las mujeres embarazadas y algunas fueron hasta con sus hijas. El 27 a la Plaza de Mayo fueron 100 compañeras”. Según los testigos, quienes se destacaron por organizar sector por sector el paro y las movilizaciones fueron las mujeres.
En Grafa la cosa se había puesto densa. “Cuando los obreros y obreras se preparaban para salir a Plaza de Mayo, la Guardia de Infantería apoyada por motocicletas formaba fila con la clara intención de impedir el avance. De la intención pasaron a los hechos: una andanada de gases, las motos trepándose a las veredas, todos corrieron a refugiarse dentro de la fábrica. Los gases llegaron a la guardería”. Al rato la policía quiso hacer salir a las mujeres solamente. No tuvieron suerte. “Salimos todos o no sale nadie. Nosotras no nos vamos a ir para que lleven presos a los compañeros”.
A las 19 salieron todos para la Plaza: hombres y mujeres.
En la marcha participaron muchas trabajadoras en los contingentes de sus fábricas. De Grafa, Terrabusi, Sudamtex, Danubio, bancarias, estatales, del seguro. Sabían que si triunfaba el plan de ajuste, los sectores más explotados iban a sufrir más desocupación y la carestía de la vida.
Muchas otras se venían sumando a las luchas apoyando a sus novios o familiares en la toma, ollas populares y movilizaciones, como habían sido las heroicas “mujeres de Villa Constitución”. Si la burocracia quería desalentar la participación del conjunto de la clase trabajadora en la lucha contra el plan del gobierno peronista, la izquierda clasista proponía tomar los reclamos de la mujer trabajadora.
Entre ellos, que haya igual salario por igual tarea, mejores categorías para las obreras, guarderías en todas las empresas o el pago a cargo de la empresa, la anulación del decreto que prohibía el uso de anticonceptivos, y otras demandas sentidas.
Una de aquellas mujeres, con su creatividad y su bronca, fue la que inició “la batalla de los espejos”. Hasta que los pesados de López Rega se tuvieron que ir del balcón.
Más tarde se irían el ministro Rodrigo y también “el Brujo”.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.