La presidenta de México en su primera participación propuso destinar 1% del presupuesto militar de los países del G20 a la reforestación. Contra la "economía de la destrucción" en el marco de las crecientes tensiones geopolíticas, impulsa la redistribución para mitigar la pobreza. ¿Se puede humanizar el capitalismo?
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Lunes 18 de noviembre
Entre los asistentes a la cumbre se cuentan los primeros ministros de Singapur, Laurence Wong; Vietnam, Pham Minh Chinh y Noruega, Jonas Gahr Støre, el secretario general de la ONU, António Guterres, y el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. También los presidentes del gobierno del Estado Español, Pedro Sánchez, de Chile, Gabriel Boric, y de Paraguay, Santiago Peña.
Son también de la partida el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, Xi Jinping (mandatario de China), Javier Milei (de Argentina), Narendra Modi (de India), Emmanuel Macron (de Francia) y Olaf Scholz (de Alemania), Gustavo Petro (de Colombia) y Luis Arce (de Bolivia).
Disminuir el hambre y la pobreza, la reforma de la gobernanza global y la transición energética son los ejes centrales de la cumbre.
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En un gesto para demostrar que su gobierno es continuidad con cambio, la participación de Claudia Sheinbaum en la cumbre de las 30 mayores economías del mundo contrasta con la postura de López Obrador, que había declinado participar.
Este lunes 17 tuvo lugar su primera intervención y planteó crear un fondo para destinar “uno por ciento del gasto militar de nuestros países para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia. Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas, algo así como 4 veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos, o 30 por ciento a la de Suecia”.
Con esta iniciativa subrayó “ayudaríamos a mitigar el calentamiento global y restauraríamos el tejido social ayudando a las comunidades a salir de la pobreza. La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”.
Frente a los países participantes de la cumbre, cuestionó que en el mundo haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático. Inquirió: "¿qué está pasando en nuestro mundo, que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de 2.4 billones de dólares?, ¿cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven por debajo de la línea de pobreza? Resulta absurdo, sin sentido que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático”.
Manifestó que con su propuesta “reduciríamos la migración, el hambre, si tan solo elevamos la palabra amor por encima del odio, la generosidad de la persona humilde y desposeída, por encima de la avaricia y el deseo de dominación. Me niego a pensar que somos capaces de crear la inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”.
Convocó en “nombre de un pueblo, generoso, solidario y sabio a hacer un llamado a las grandes naciones a construir y no a destruir. A forjar la paz, la fraternidad y la igualdad. Llámenos idealistas, pero lo prefiero, a ser conformistas”.
En un mundo cimbrado por el genocidio del pueblo palestino y la guerra en Ucrania, en la cual Biden autorizó al gobierno de Zelensky a utilizar misiles estadounidenses contra el ejército ruso, el discurso de Sheinbaum puede generar simpatía en amplios sectores.
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Un plan internacional de reforestación en el marco de las nefastas consecuencias del cambio climático, como lo expresó la catástrofe de DANA en Valencia, Estado Español, se puede ver como una medida progresiva y necesaria. Un recorte a los presupuestos militares también.
Sin embargo, paliar la pobreza no significa erradicarla, ni sembrar árboles en sí mismo combatirá el cambio climático. El problema es el capitalismo: la producción mundial de bienes y servicios está orientada exclusivamente al lucro, se mercantilizaron los derechos elementales como a la salud, a la vivienda, los cuerpos. El armamentismo, una de las terribles caras de la competencia por la hegemonía internacional que, aún en crisis, sigue teniendo Estados Unidos, no se combate con quitarle un punto del presupuesto en cada país.
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Solo la lucha por la cooperación a nivel internacional de las clases trabajadoras y los sectores populares puede poner el "freno de emergencia" para terminar con genocidios y guerras, cambiar de raíz este sistema de explotación y opresión, y poner todos los recursos tecnológicos y científicos al servicio de satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de la sociedad reduciendo al mínimo el impacto ambiental y restablecer lo que Marx llamaba el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, a través de planes de reforestación que prioricen las especies autóctonas de cada región, entre muchas otras medidas.