Desde el segundo semestre del año pasado, la UNGS implementó un sistema de cupos en la inscripción de materias de los estudiantes. ¿Hacia dónde va la educación universitaria con este sistema y la crisis socioeconómica actual?
Miércoles 3 de marzo de 2021
A partir del segundo semestre de 2020, la UNGS implementó por primera vez un sistema de cupos mediante el cual se ponía un tope a las y los estudiantes inscriptos por materia. Este nuevo condicionamiento se llevó adelante en un contexto ya de por sí condicionado por la pandemia y la cuarentena, donde las clases virtuales hicieron peligrar la continuidad de la cursada de muchísimos estudiantes que no contaban con los recursos necesarios para seguir estudiando bajo esta modalidad. Se habla de un alarmante índice de deserción que ronda el 50% durante el primer semestre del año pasado (aunque la cifra exacta no se sabe porque las gestiones de la universidad no habilitan este dato).
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Con el inicio del nuevo ciclo lectivo, el sistema de cupos se consolida, e incluso el régimen universitario sigue avanzando en el ataque al acceso a la educación: ahora el SIU comenzó a dar de baja arbitrariamente a estudiantes que se habían podido inscribir a las materias. La respuesta que dan desde la administración varía constantemente. A veces dicen que la baja se da de acuerdo a la cantidad de materias desaprobadas, otras veces dicen que tienen en cuenta las materias abandonadas, y a algunos estudiantes les argumentan que es el promedio lo que en definitiva determina a quiénes se va a expulsar de las materias.
Sea cual fuere el método real de elección de los cursantes, lo que queda claro es que se basa en un sistema de mérito que no tiene en cuenta las dificultades de cursar en un contexto pandémico y de crisis económica, en el que el desempleo y la precarización de la vida en la juventud escala a niveles históricos. Además, la Universidad de General Sarmiento está ubicada en el conurbano, donde estos índices son aún más extremos. El viejo lema que tiene la UNGS, “estudiar es derecho de todos”, está quedando cada vez más defasado de una realidad en la que quienes menos recursos tienen para afrontar la crisis, quienes más tiempo trabajan por las condiciones laborales miserables, o las mujeres que son madres y ocupan gran parte de su tiempo en el cuidado de sus hijos (hecho que se agudizó más con la pandemia por el cierre de los colegios) son justamente los sectores más permeables a ser expulsados de la universidad.
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Por supuesto que las autoridades de la UNGS están al tanto de esta situación, y no solo eso, sino que sacan tajada de ella. El funcionamiento del CeTec al interior de las estructuras de la universidad es el ejemplo más contundente de esto. Se trata de un acuerdo que hizo la universidad con el ministerio de salud provincial, a través del cual instalaron un call center en la UNGS que se encarga de la detección y seguimiento de casos sospechosos de covid. Con el nombre de “voluntariado”, convocaron a decenas de estudiantes a trabajar por $10.000 mensuales, y de esta forma disfrazan el trabajo precario que no ofrece cobertura médica, ni aportes, ni llega a cubrir un salario mínimo, vital y móvil, aprovechándose de la desesperación de muchos estudiantes que no consiguen trabajo o que necesitan unas monedas más por el aumento del costo de vida.
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Por su parte, la conducción de Centro de Estudiantes en manos de El Puente y del FUNyP brilla por su ausencia ante esta seguidilla de atropellos, por eso, la forma de evitar que la elitización de la educación en la UNGS se siga profundizando, es mediante la auto-organización de lxs estudiantes. No se pueden dejar pasar ataques de este estilo a la permanencia en la universidad. Exigimos a la Presidencia del CEUNGS (El Puente y El FUNyP) a pronunciarse contra estos atropellos de parte de la gestión universitaria.