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Red Internacional
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RESEÑA: "LA HISTORIA DEL TROTSKISMO NORTEAMERICANO". Sobre la historia del trotskismo en el corazón del imperio

Reseñamos el libro de James P. Cannon “La historia del trotskismo norteamericano (1928-1938)”, dirigente estadounidense trotskista, que relata el recorrido de la izquierda norteamericana en los diez años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Miércoles 10 de junio de 2020 00:40

Es muy difícil hacer justicia a un libro cuando condensa tantas experiencias políticas, sobre todo si el autor logra absorber a su público y situarlo en cada contexto y en cada pelea que da. James Cannon, en una serie de doce conferencias que realiza para los militantes nuevos de su organización en 1942, logra relatar con mucha facilidad y detalle la historia de la izquierda en el corazón del imperio.

En este libro, el autor recorre la tradición que moldea al trotskismo en las primeras tres conferencias: la ruptura de un sector revolucionario con el Partido Socialista (PS) que se ve sacudido por la Revolución Rusa y funda el Partido Comunista (PC). Cannon desarrolla las contradicciones y peleas internas, marcadas por el sectarismo producto de las condiciones de persecución de posguerra que le permitieron sacar valiosas lecciones. En la cuarta conferencia participa como delegado en el VI Congreso de la III Internacional Comunista y lee la “Crítica al programa de la Internacional Comunista”, texto infiltrado clandestinamente por Trotsky. Su lectura lo convence de la necesidad de construir una oposición a la creciente burocratización de Stalin. Finalmente, son expulsados del PC Norteamericano, acusados de “trotskistas” y “contrarrevolucionarios”. La quinta conferencia cuenta las dificultades que enfrentaron en los años 30, signados por la Gran Depresión, siendo un pequeño grupo; la sexta, séptima, octava y novena, cuentan cómo fue avanzando la construcción de la Liga Comunista Americana (LCA) y su trabajo en la vanguardia y en la lucha de clases. Cannon describe con detalle la huelga obrera de Minneápolis. A su vez, en el plano político, se fusionan con la corriente de Muste, que venía de dirigir una importante huelga en Toledo, formando el Workers Party. Las últimas tres conferencias buscan hacer foco en la pelea al interior de este agrupamiento por incorporarse al PS para ganar a nuevos jóvenes y trabajadores que se radicalizaban por la situación mundial y así construir un partido trotskista independiente.

Cannon es, quizás, la persona más apropiada para relatar los hechos. Con apenas 20 años, empieza a militar en el PS y en la Industrial Workers World, una joven organización sindical que buscaba enfrentar a la vieja burocracia de los sindicatos y fue la primera en incluir en sus filas a mujeres, sectores afroamericanos e inmigrantes. Como fundador del PC, lleva adelante los combates contra su burocratización hasta que es expulsado. Como fundador de la LCA, participa del conflicto obrero en Minneápolis que culmina con un triunfo y es quien batalla por ingresar a las filas del PS, para luego fundar el Socialist Workers Party y ser dirigente de la IV Internacional.

Los días de perro para el trotskismo

Luego de la expulsión del PC, hacen su primer congreso en 1932 y se cuentan alrededor de 100 militantes entre sus filas. Pasaron por duros años de militancia. Son atacados por los matones de los estalinistas y sometidos al ostracismo político por las difamaciones del PC. Sin un peso en el bolsillo y ni siquiera un mimeógrafo propio hacen lo imposible para sacar un periódico semanal conocido como The militant. Revisan y redactan un programa. Si bien fueron días terribles, también fue una escuela política para ellos: “A pesar de todo -he citado aspectos negativos y dificultades- educamos al movimiento en los grandes principios del bolchevismo a nivel nunca antes visto en este país.” [1]

El internacionalismo les da fuerzas para resistir y combatir al estalinismo. Pero en un principio también los aísla más. En 1928 la Internacional Comunista entraba en “El Tercer Período”, que suponía el final del capitalismo producto de la inminencia de la revolución socialista y, por tanto, se ponía a la orden del día la toma del poder. Con discursos radicalizados, el estalinismo se hacía fuerte provocando el aislamiento de los trotskistas. “Stalin arreglará todo finalmente”, cuenta Cannon que exclamaban contra ellos.

Pero esta política ultraizquierdista trajo terribles consecuencias en Alemania en 1932. El fascismo se hacía cada vez más fuerte. “Era necesario explotar hasta el límite la contradicción entre reformismo y fascismo a fin de debilitar al fascismo, debilitando al mismo tiempo al reformismo al exponer ante los obreros la incapacidad de la dirección socialdemócrata para combatirlos. Estas dos tareas se fundían, naturalmente, en una: el frente único” [2], escribía Trotsky. Sin embargo, el PC incurriría en el sectarismo, evitando cualquier alianza circunstancial con la socialdemocracia, rindiéndose sin combatir ante el ascenso del nazismo. Esta traición fue denunciada en The Militant, lo cual golpeó a los estalinistas norteamericanos y permitió recobrar la confianza de una vanguardia de jóvenes y obreros en la LCA. A su vez, el movimiento obrero norteamericano comienza a estirar los músculos y en Minneápolis se lleva adelante la primer gran huelga dirigida por los trotskistas, que termina en un gran triunfo. Se abre una nueva etapa para la clase obrera y el trotskismo en Estados Unidos y a nivel mundial.

Audacia política para construir partido

Producto del ascenso del nazismo, la radicalización de la lucha de clases en Francia y la guerra civil en España a nivel mundial, y las luchas del movimiento obrero en Estados Unidos, nuevos sectores de la juventud y trabajadores despiertan a la vida política atraídos por las ideas de la revolución. Como el PC tenía una estructura muy burocrática, algunos sectores se afilian al PS, que contaba con una estructura más laxa y “democrática”. Eran una nueva generación ajena a la traición de estos partidos reformistas que en 1914 mandaron al proletariado de sus naciones a morir por mayores ganancias imperialistas para sus burguesías. Aconsejado por Trotsky, quien ya había recomendado esta política a todos los jóvenes partidos que pudieran desarrollarla como en Francia, deciden entrar en el PS con la intención de atraer a esos sectores para la construcción de un partido revolucionario de una manera audaz, dando batalla contra la desmoralización que las traiciones del reformismo inevitablemente dejarían y evitando que los estalinistas cooptaran a estos sectores.

Desde ya, no iba a ser fácil. Una pequeña burocracia se estaba cristalizando en el sector de izquierda del PS, cuya estrategia era “que el PS con el tiempo se transformaría en un genuino partido revolucionario, gracias al desarrollo de su ala izquierda” [3]. Los trotskistas, por la experiencia del pasado, sabían que eso no sería así. Cannon ya conocía el rol del PS y sabía que el ala derecha tenía planes de incorporarse electoralmente a la gestión de Roosevelt. La LCA pudo entrar al partido pero no como fracción de él, sino disolviéndose formalmente y suspendiendo su periódico.

El trabajo que debían hacer los militantes era incorporarse a los trabajos políticos del PS, discutir política y ser referencia de un sector de base, sobre todo el que luchaba por el socialismo honestamente. La situación internacional ayudó mucho. Impulsaron comités para discutir lo que ocurría en España y en Francia; lograron desarrollar el “Comité de defensa de Trotsky” con importantes personalidades del arco reformista para denunciar los juicios de Moscú.

La audacia del partido norteamericano, basado en un programa sólido con militantes experimentados en la lucha política terminó dando frutos. Un año y medio después, la dirección del PS muestra cómo su apariencia “democrática” es solo una cáscara vacía: prohíben el Socialist Appeal -periódico que logran editar una vez dentro del partido- y expulsan a los opositores. Para ese entonces, un sector importante de trabajadores y de la juventud había hecho una experiencia política con el trotskismo: en Año Nuevo de 1938, fundan el Socialist Workers Party (SWP) en una convención de Chicago, que contaba con el doble de los miembros que habían ingresado al PS.

Socialismo, ayer y hoy

En los últimos años, la juventud norteamericana ha vuelto a mirar con buenos ojos al socialismo. Con dos grandes crisis económicas en sus espaldas, se dan cuenta que este sistema no tiene nada para ofrecerles. Las movilizaciones con gran apoyo popular por la muerte de George Floyd son parte de la búsqueda por un cambio social. Nuevamente se pone en debate cuál es la estrategia para eso y si es posible dentro de los marcos del capitalismo. Sectores de izquierda como el Democratic Socialists of America (DSA) depositan sus esperanzas en Bernie Sanders, con la ilusión de “izquierdizar” al Partido Demócrata. Pero una vez más se ven defraudados cuando éste se rinde sin pelear frente al establishment norteamericano, en medio de una nueva crisis agudizada por la pandemia. Esta historia ya pasó.

Las conferencias de Cannon buscan comprender las lecciones de los distintos procesos políticos y de la lucha de clases precisamente para no repetir los errores del pasado. Muestran cómo un acervo de importantes enseñanzas, luchas políticas, ideas y la construcción de un programa, una estrategia internacionalista y una importante dosis de audacia, permiten el surgimiento de un partido norteamericano con peso en la vanguardia e importantes sectores de la clase obrera. Es una tarea difícil, pero como muestra Cannon, necesaria y apasionante.

“Eso tomó su tiempo. Nadie nace bolchevique. Se debe aprender. Y eso es un largo tiempo, por una combinación de militancia, lucha, sacrificios personales, pruebas, estudio y discusión. Hacer un bolchevique es un largo y penoso proceso. Pero en compensación, cuando se obtiene un bolchevique se ha conseguido algo. Cuando se obtiene la suficiente cantidad de ellos se puede hacer lo que uno quiera, incluso la revolución.” [4]

Cualquier persona que desee acabar con este sistema de opresión y explotación y mire con entusiasmo lo que sucede en Estados Unidos, encontrará en este libro audaces ideas para construir una alternativa política que pelee por ello.


[1Cannon, J. (1942) “La historia del trotskismo norteamericano”. Ediciones IPS. Pág. 92

[2Trotsky, L. (1933) “La catástrofe Alemana: la responsabilidad de la dirección” en La lucha contra el fascismo en Alemania. Ediciones IPS, 2013. Pág 346.

[3Cannon, J. Idem, Pág. 172

[4Idem, Pág. 176.

Celeste O’Higgins

Integrante del Comité editorial de Armas de la crítica. Es Socióloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y estudia profesorado de Geografía en el Joaquín V. González.