A pocos días de los escándalos por la justificación de supremacistas y neonazis en Charlosttesville y de la renuncia de Bannon, Trump vuelve a hacer temblar a la política estadounidense.

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Miércoles 23 de agosto de 2017

A razón de un escándalo por semana, la administración Trump se viene abriendo paso en la política estadounidense generando pequeños terremotos políticos que pueden terminar desencadenando un sismo de magnitud.
A tan solo una semana de la renuncia de su estratega jefe Steve Bannon y de las críticas que recibió tras haber apoyado a supremacistas y neonazis en los acontecimientos en Charlottesville, Trump vuelve a aparecer en el centro de escena. Esta vez por amenazar con "cerrar el Gobierno" en caso de que no se le apruebe el financiamiento necesario para construir el muro fronterizo con México. Una de sus principales promesas de campaña.
La amenaza produjo el inmediato rechazo de del estáblishment político y económico, que cada vez ven con más temor el pragmatismo incendiario de Trump.
Paralizar el Gobierno
El Congreso regresa de su receso estival el 5 de septiembre y desde ese momento tiene 12 días hábiles para aprobar medidas de gasto y evitar que el Gobierno se quede sin recursos para funcionar. Asimismo, también se acerca una fecha límite para subir el límite de endeudamiento del Gobierno federal.
Un cortocircuito entre en Gobierno y el Congreso en cuanto a la aprobación del nivel de endeudamiento y la aprobación de otros gastos puede terminar en una "paralización" o "cierre del Gobierno", que implica no solo que dejen de funcionar las oficinas y dependencias federales, sino que tampoco se podría destinar ninguna suma de dinero (no estipulada previamente) al pago de deuda o a la puesta en funcionamiento de nuevos proyectos.
Es por esto que tras el anuncio de Trump durante un discurso en la noche del martes, de una paralización del Gobierno si el Congreso no accede a financiar el muro, las acciones estadounidenses y el dólar se debilitaron este miércoles y los inversores buscaron refugio en los bonos del Tesoro. Junto con la reacción de los mercados llegaron las críticas tanto de demócratas como de republicanos.
Si bien Trump hizo de la construcción del muro fronterizo uno de los ejes de su campaña electoral, durante todo este año no logró ningún tipo de acuerdo favorable para conseguir dinero para su financiación, ya que los legisladores, incluyendo muchos republicanos, cuestionan el proyecto y los gastos que implica.
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, volvió a ser quién trató de poner paños fríos ante la bravuconada de Trump y dijo que si bien "el muro es necesario", el Gobierno no debe escoger entre la seguridad fronteriza y la paralización de sus funciones. "No creo que alguien esté interesado en llegar a un cierre del Gobierno", aseguró Ryan a periodistas en Hillsboro, Oregón. "No creo que esté en nuestro interés hacerlo".
El estáblishment económico por su parte salió a poner el grito en el cielo asegurando que esta amenaza socava la confianza en Estados Unidos.
Michael O’Rourke, estratega jefe de mercados de JonesTrading en Greenwich, Connecticut, dijo que "aunque sea una táctica negociadora, una abrumadora mayoría del país y la mayoría de los mercados financieros no creen que sea un asunto por el que merezca paralizar el Gobierno", y luego afirmó "Trump diciendo que podría paralizar al Gobierno para construir el muro obviamente no inspira mucha confianza en nadie".
Por su parte, la agencia crediticia Fitch anunció que someterá a revisión la calificación soberana de Estados Unidos, con posibles consecuencias negativas, si el país no logra un acuerdo a tiempo para elevar el límite de endeudamiento público.
La última vez que el Gobierno se quedó sin recursos fue entre el 1 y el 16 de octubre de 2013, cuando cientos de miles de trabajadores federales fueron suspendidos en medio de una disputa por el financiamiento de la ley de salud conocida como Obamacare. Esa disputa entre los republicanos, que eran mayoría en el Congreso, y el presidente Obama, terminó con un "cierre del gobierno" que le costó caro al ala más conservadora del partido que era quién más empujaba para evitar votar el presupuesto pedido por el demócrata.
El pragmatismo trumpista, tiende a llevar todo al extremo a falta de poder avanzar con éxito en alguna de sus promesas de campaña. Sin contar los escándalos que arrastra por el "rusiagate", solo en las últimas semanas Trump escaló en la posibilidad de un "accidente" nuclear con Corea del Norte, se ganó el repudio generalizado por su apoyo a los supremacistas de Charlottesville y ahora amenaza con la paralización del gobierno.
El magnate ya vivió un enfrentamiento con su propio partido en el Congreso en torno a la eliminación del Obamacare, un nuevo cruce por el presupuesto y el techo de endeudamiento podría terminar en una fisura mayor que hasta ahora los republicanos vienen conteniendo, pero que puede dejar a Trump al borde del precipicio.
Te puede interesar: ¿Trump en la cuerda floja?

Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario