A continuación desarrollamos una respuesta al artículo del compañero Agustín Lecchi, dirigente del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y militante de la corriente Rompiendo Cadenas.
Martin Espinoza @martinespi05
Emilio Salgado @EmilioSalgadoQ
Viernes 3 de junio de 2016
El Cordobazo significó la primera gran acción que dieron las masas que aceleraron el fin del gobierno del dictador Onganía, pero mucho más que eso, resultó junto a los otros procesos que llevaron el nombre de “azos”, el principio del fin del régimen de “la (contra) revolución libertadora” y un gran problema para el poder de la burguesía. Esto es una primera conclusión fundamental para entender esa etapa. No lo hacemos para nada desde una óptica romántica e idealizada del proceso y sus protagonistas. Desde esta perspectiva, en el PTS encaramos los cursos, charlas y seminarios de discusión sobre la década del 70, como una reivindicación del último gran ensayo revolucionario que vivió la clase obrera de la Argentina. Partiendo de eso, no podemos hacer otra cosa que saludar que se abra un debate sobre este periodo y sobre las principales orientaciones políticas de los dirigentes que lo protagonizaron.
Sacar lecciones de los grandes problemas estratégicos del último ensayo revolucionario, clarificar cuáles fueron los aportes de los luchadores y qué faltó para vencer contra cualquier salida burguesa, es el principal motivo que tenemos los revolucionarios para volver una y otra vez a discutir los 70.
Desde esa perspectiva, podríamos polemizar desde el arranque, sobre la mirada que hace el compañero del significado del Cordobazo, pero lo dejaremos para el final.
Como ya fue escrito en “Reflexiones sobre los 70” Parte II", está fuera de toda discusión que Agustín Tosco fue un protagonista central del período, atacado y perseguido hasta su muerte. Tampoco negamos que Tosco fuera a trabajar, a diferencia de los burócratas sindicales; ni que realizara asambleas en el sindicato que dirigía, Luz y Fuerza, basado en los cuerpos de delegados. Sin embargo, estos aspectos reivindicables, no nos eximen de hacer un análisis crítico de su política en una época en dónde había un enfrentamiento abierto entre revolución y contrarrevolución. Lejos de tratarse de una descalificación a una personalidad como Tosco, se trata de una discusión fraternal de estrategias políticas. Es decir, cómo se hacía y cuál era la vía para la toma del poder.
Para ello, tomaremos algunos aspectos que creemos centrales para discutir con la nota “En defensa de Tosco y el Clasismo”.
Dime con quién andas…
Lecchi afirma que Tosco “fue el dirigente más odiado y enfrentado por la burocracia sindical peronista (…) porque tenía un proyecto de construcción antagónico al de la conciliación de clases”. Nadie puede negar la primera parte de la afirmación del compañero, en relación al odio que le tenía la burocracia traidora, así como nadie puede negar su combatividad. Pero ¿era realmente por lo segunda idea expresada? Para no dar vueltas, mejor es que dejemos que el mismo Tosco nos allane el camino de una respuesta: “Estoy a favor de la lucha antiimperialista como un paso hacia el socialismo. En la Argentina, el socialismo está un poco lejos, pero la lucha liberadora, antimonopolista y antiimperialista está más cerca. En esa lucha se encuentran todos los sectores populares y, entre ellos, desde luego, hay sectores burgueses, propietarios de pequeñas y medianas empresas, pero no la gran burguesía ni la oligarquía que están vinculadas al orden imperialista…también los pequeños y medianos propietarios de tierras, todos estos tienen un papel que cumplir” (Tosco. Escritos y discursos).
Tosco es contundente: como el socialismo está lejos, el camino a la liberación y la lucha contra el imperialismo debe ser, en parte, con sectores patronales, siempre que no sea la gran patronal aliada al imperialismo. Esto no es otra cosa que una estrategia de colaboración de clases, que desde una postura marxista, es equivocada como estrategia de poder para la emancipación de los oprimidos contra el orden burgués.
El dirigente de Luz y Fuerza consideraba, al igual que el PC (corriente a la cual estaba ligado, aunque no reconociera una militancia orgánica), que en la Argentina la revolución debía realizarse por etapas, lo que lo llevaba en los hechos a una política reformista. Esta perspectiva política se vio notoriamente en las elecciones que sucedieron a la dictadura militar de Lanusse, que significaron el desvío del proceso revolucionario abierto por el Cordobazo en adelante. Es así que, para los comicios presidenciales de marzo de 1973, Tosco apoya la fórmula del FREJULI en Córdoba y señala: “Nosotros damos nuestra identificación-y la doy personalmente- con la fórmula Obregón Cano-López, porque queremos ser consecuentes con una línea de unidad combativa que ha sido práctica en la CGT de la cuál es secretario general el compañero Atilio López, del peronismo y del sector combativo, como también de otros sectores de izquierda (…) en cuanto al orden nacional no tenemos el mismo concepto por la propia composición del FREJULI, por la presencia de Solano Lima, por lo que significa Frondizi…” (Debate Tosco-Rucci, febrero de 1973). Estas posturas, que ya hemos citado en la nota anterior y que el compañero Lecchi omite en su polémica, para nosotros representan el nudo central de una estrategia de colaboración de clases.
En el siguiente video, un extracto del documental recientemente estrenado de Hugo Colombini “Preguntas a un obrero que lee”, filmada en los últimos años de vida del dirigente clasista Gregorio Flores, son los propios protagonistas de la gestas de los setenta, Carlos Massera, entonces Secretario General de SiTraC, y una vez más el propio Tosco, los que describen las estrategias.
Tosco, además, se niega a aceptar el ofrecimiento de diversas organizaciones, como el PST y el PRT, para ser candidato a presidente, lo cual significó negarse a levantar una alternativa política de la clase trabajadora y colaborando, por lo tanto, en el reforzamiento de las ilusiones de las masas en Perón. Dijo entonces: “no me voy a convertir en el polo antiperonista”. Esta definición del “Gringo” tuvo consecuencias graves. Está claro que una candidatura que representara a los principales dirigentes de las luchas obreras del periodo que Perón venía a derrotar, difícilmente hubiera podido ganar. Sin embargo, estaba planteado para ser un polo que plantease una perspectiva de independencia de clase, de resistencia a los planes de “El General” y su mano derecha López Rega.
En definitiva, los mismos acontecimientos históricos y el propio Tosco se encargan en refutar la afirmación de que “tenía un proyecto de construcción antagónico al de la conciliación de clases”.
Diferencias entre el sindicalismo de liberación y el clasismo
Lecchi afirma que para el año “1971, en Córdoba había crecido la influencia de los sectores llamados ‘clasistas’, a partir del Sitrac- Sitram (sindicatos que agrupaban a los trabajadores de las fábricas Fiat Concord y Materfer). En el Viborazo o ‘segundo Cordobazo’ ellos tienen un rol central junto al llamado ‘sindicalismo para la liberación’ de Agustín Tosco. El desencuentro entre esos sectores de la vanguardia obrera, que priorizaron las diferencias tácticas y programáticas frente a una mirada general del proceso, decantó en aislamiento político para esas experiencias”.
Nos parece necesario aclarar las diferencias entre la corriente de Tosco, el sindicalismo de liberación, con los clasistas del SiTraC-SiTraM.
Como ya describimos en la primera de las notas, el “clasismo cordobés” se destacó no sólo por ser una vanguardia de lucha, por su combatividad, la democracia obrera y los métodos radicalizados y de control de la producción, que tendieron al doble poder fabril y que los llevaron a arrancar enormes conquistas a las multinacionales de la FIAT. Sino que también, como obreros avanzados, sacaron las lecciones de su lucha y organización y elaboraron un programa político anticapitalista, antiburocrático y antiimperialista, que mostraba el camino al conjunto del proletariado argentino.
En el libro “Insurgencia obrera en Argentina”, se sintetiza así: “Tanto el Sitrac como Sitram se definían como antiburocráticos, a partir de defender, en primer lugar, la ruptura, es decir la independencia, de los sindicatos en relación con el Estado burgués; y como clasistas, a partir de considerar a la patronal como enemigo de clase” (Walter Moretti y Mónica Torraz, “La experiencia del clasismo cordobés”).
Claramente distinto a la estrategia del “sindicalismo de liberación” de Tosco que proponía acuerdos con sectores de la burguesía nacional.
Por otra parte, Tosco priorizaba los acuerdos permanentes con sectores de la burocracia sindical peronista. Por eso participó en 1968 de la CGT de los Argentinos, encabezada por Raymundo Ongaro, e impulsada en su momento por el propio Perón para socavar el poder de Augusto Timoteo Vandor.
Luego del Cordobazo, mantuvo una alianza permanente con el sector “legalista” de la burocracia sindical peronista representada por Atilio López, con quien llegó a dirigir la CGT de Córdoba. Es decir, no fue una táctica circunstancial de frente único obrero para golpear juntos contra un enemigo burgués, sino que establecía alianzas más duraderas o permanentes, con estos sectores del peronismo. Por eso las definimos como estratégicas. Esas alianzas fueron completamente impotentes para dar una respuesta obrera al golpe de Estado provincial de 1974 impulsado por Perón, conocido como el “Navarrazo”.
Los límites del clasismo
A pesar de que fueron el fenómeno más avanzado hacia la formación de un sindicato revolucionario, también hacemos una reivindicación crítica del clasismo del SiTraC-SiTraM.
En primer lugar, porque los clasistas no utilizaron su prestigio impulsando nuevas organizaciones democráticas y de frente único, que abarcaran a todos los sectores que se radicalizaban en la lucha contra la dictadura, y que en los lugares de trabajo enfrentaban a la burocracia sindical, llegando al punto de no participar en algunas ocasiones de actos durante paros convocados por la CGT de Córdoba.
Por esa falencia, nosotros sostenemos que los clasistas de Córdoba fueron sectarios y abstencionistas a la hora de influenciar y disputar la base de los sindicatos dirigidos por la burocracia sindical o peor aún, como Flores lo reconoce, no tuvieron ni siquiera una política para la base de Luz y Fuerza (1). En ese sentido, compartimos la definición de León Trosky sobre el Frente Único Obrero: “¡Marchar separados, golpear juntos! ¡Ponerse de acuerdo únicamente sobre la manera de golpear, sobre quién y cuándo golpear!”. (“Por un frente único obrero contra el fascismo”, 1931)
La autocrítica que hace el dirigente clasista Gregorio Flores, que nosotros compartimos, y que nada tiene que ver con realizar alianzas estratégicas con sectores políticos burgueses y de la burocracia sindical, que impliquen abandonar la independencia política de los trabajadores. Él mismo dirá que no se propusieron avanzar en ese camino construyendo un partido propio de los trabajadores.
El debate sigue abierto
Terminaremos con lo que decíamos al principio. ¿Qué fue el Cordobazo? El compañero Lecchi define, simplemente, que a partir del Cordobazo se “abrió un enorme proceso de luchas”. Para nosotros fue mucho más que eso, como decimos al principio de la respuesta, fue un ascenso revolucionario que recién se pudo liquidar con el golpe militar genocida de 1976.
A lo largo de esta respuesta intentamos demostrar que la estrategia de Tosco, era la de un Frente Popular Antiimperialista que presionase al ala izquierda del peronismo. Tal vez sin tener en cuenta, que esa estrategia acababa de mostrar sus límites en la propia experiencia de la revolución chilena que ya había sido derrotada por el golpe de Pinochet, con la “vía pacífica al socialismo” levantada por la Unidad Popular encabezada por Salvador Allende. Pero esto será tela para cortar de un debate que sigue abierto.
Queremos insistir en una idea. Pensar los puntos fuertes, pero sobre todo los límites que expresó lo más avanzado de los sectores de la vanguardia de ese período, se torna una cuestión fundamental para superarlos y prepararse para los combates por venir.
Colaboración de clases o independencia política de los trabajadores, son las dos estrategias que los grandes procesos revolucionarios del Siglo XX pusieron en el tapete y que volverán a estarlo en los ascensos por venir.
Leer artículo de Agustín Lecchi: En defensa de Tosco y el clasismo
(1) Así lo expresamos en el libro sobre el periodo y analizamos la experiencia cordobesa. “Sus limitaciones para promover nuevas instituciones de coordinación de las masas y para construir una dirección política fueron una manifestación clara de que, a pesar del colosal avance dado, los sindicatos clasistas no solo adolecían de las debilidades y de la inmadurez propia de un proceso nuevo y muy joven – al momento de su derrota solo contaba con 16 meses de existencia -, sino que también puso en evidencia las profundas limitaciones de las organizaciones que los influyeron política e ideológicamente, como los maoístas de Vanguardia Comunista, entre otros”. (Walter Moretti y Mónica Torraz, “La experiencia del clasismo cordobés”)