¿Cómo es que después de la huelga general, Temer logró aprobar la reforma laboral y ahora intenta avanzar en las privatizaciones? ¿Cómo sobrevivió? ¿Murió la operación judicial Lava Jato? Un boceto resumido de las principales cuestiones para entender la situación de Brasil.
Sábado 2 de septiembre de 2017
En la política no hay vacío. Terreno cedido es terreno ocupado por otros. Meses y meses de tregua traidora por parte de las centrales sindicales en la ofensiva de Temer ante la ofensiva de Temer contra los derechos laborales y la recomposición del gobierno permitieron que Temer retome la ofensiva con las privatizaciones. Esa tregua ocurrió justo cuando Temer estaba más debilitado, cuando pesaban sobre su cabeza las amenazas de la corporación mediática Rede Globo y de la fiscalía para armar un golpe dentro del golpe. No solo pesa la traición de las centrales, sino que la ofensiva contra los derechos de los trabajadores, ejecutada tanto por el Congreso como por la misma Corte Suprema, sirve de ejemplo a la élite de todo el continente.
1- Principal factor de la coyuntura: la traición a la huelga general le dio fuerzas a Temer
Sobreviviendo a los difíciles meses de mayo y junio, Temer pudo anotarse dos victorias en julio: el rechazo por parte del parlamento a que sea investigado por la Corte Suprema, y la reforma laboral que hace retroceder los derechos laborales en décadas o siglos. Esa ofensiva ocurrió sin costos gracias a las centrales sindicales, regalándole a Temer y a los capitalistas aun más terreno. Otro factor crucial para la recomposición del gobierno de Temer y esas victorias recientes fue la división entre la clase dominante y sus partidos.
La ofensiva privatista de Temer reune aspectos de preparación a batallas mayores como la de la reforma previsional, ofreciendo algo a los mercados caso no pueda ofrecer el ataque en regla a las jubilaciones. ¿Cuánto de uno y cuánto de otro? Depende de la correlación de fuerzas.
La fuerza relativa Temer no invalida, pero retroalimenta lo que denominamos "crisis orgánica", que combina aspectos de crisis económica, política y social. Cuanto más fuerte es un gobierno impopular y sin legitimidad, cuanto más sobrevive como producto de la división entre los partidos y dentro de cada partido (como por ejemplo el PSDB), más débil es el régimen. Mayores ganancias, menor estabilidad. El aumento del rechazo a todos los políticos es una señal de que las conquistas económicas no se están traduciendo en la política. He aí la difícil ecuación para la burguesía.
Una ecuación que se ve agravada por el correcto y materialista sentido de oportunidad política que tienen los capitalistas, total "Time is money": hay que atacar mucho y rápido mientras prevalece la confusión entre los trabajadores. Esa confusión la impuso el PT y la CUT con la postura de garantizar que todos los ataques pasen sin ninguna resistencia. Lula prometió estudiar si revocaría (y qué revocaría) de los ataques y reformas de Temer en caso que sea elegido. El PT quiere los ataques de Temer a su campaña electoral, de paso que da estabilidad a la burguesía, garantice que esos ataques puedan ser atacados en la tribuna pero no en la lucha de clases.
Sin embargo, ese era justamente el suceso a atacar, al paso que todas las encuestas de opinión mandan alertas de peligro, y es lo que genera confusión en las filas de la clase dominante y alimentan un sentido de urgencia y oportunidad para cada político patronal, nunca el terreno estuvo tan abierto para avanzar en sus carreras. Algo de "ahora o nunca" mueve a grandes nombres del régimen.
2- División de los de arriba
La crisis, la proximidad de las elecciones, las amenazas de la fiscalía,ningna señal en la economía mundial de un nuevo ciclo de aumento del precio de las commodities que venga en auxilio de la economía brasileña pone a cada actor de los partidos burgueses y renombrados empresarios en una encrucijada: ¿cómo aumentar las ganancias ahora y cómo construir una base estable para su dominación mañana?
La crisis de "hegemonía lulista" y su promesa de país potencia, que todos ganen mediante la conciliación de clases, no parece de fácil solución. No hay otra que ofrecer aun.
Ni Doria, actual intendente de la ciudad de San Pablo por el PSDB, ni Bolsonaro, diputado ultrareaccionario por Rio de Janeiro por el Partido Social Cristiano, alternativas electorales por derecha, aparecen con un discurso y una realidad material para sostener su discurso que pueda combinar las aspiraciones que puedan hacer converger a todas las clases sociales. Ni en una potencia como Estados Unidos un Trump pudo anotar (por ahora), qué decir en un país de explosiva miseria como Brasil.
La crisis de hegemonía parece instalada y eso alimenta la división entre los partidos, cada fracción y cada dirigente intenta ofrecerse como un salvador de la patria. Una explosión de choque entre personalidades, cada una creyéndose un Napoleón. Los choques se multiplican dentro de la Corte Suprema, dentro del tucanato (PSDB), dentro del "gran centro", una miríada de pequeños partidos que de conjunto tienen peso propio en el parlamento.
Incluso el consenso de atacar a la izquierda con una reforma política y de atacar a los trabajadores con las reformas parece no garantizar algún plan de unidad a un consorcio de golpistas y enemigos de los trabajadores que tienen pocos elementos "positivos" que le den cohesión y menos aun base de apoyo para soñar con la estabilidad del país y "resolver la crisis".
3- Temer: ¿inauguración o fracaso de los gobiernos sin voto?
Actor escondido de la política nacional, Temer reunió tras de sí poderosos intereses detrás de una agenda que podría resumirse en tres ejes: programa de "reformas" para garantizar a los capitalistas mayores ganancias, programa de salvación de la "casta política", tender un pontón hasta el 2018 formándose como un gobierno de coalición parlamentaria entre los que comparten estos objetivos.
Cuanto más reformas y más salvación de la casta política, más estabilidad para Temer, desde que esa ofensiva ocurra sin poner en riesgo los cálculos hacia el 2018 de múltiples agentes del consorcio parlamentario que lo sostiene.Cuanto más cerca del 2018, más precario es el pontón, según la expresión del expresidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB).
Con esos dos movimientos de reformas y tregua hasta el 2018 se entiende por qué la Rede Globo salió a la ofensiva con el testimonio de los directivos del frigorífico de JBS, que involucraron a Temer en los escándalos de corrupción, pensando que no sería eficiente en la implementación de las reformas. Con el riesgo de llegar muy debilitados al 2018, un importante ala tucana intenta romper con el gobierno. Necesitan ropas limpias y a falta de ellas, intenta importar las huestes del Movimiento Brasil Libre a sus filas. Para seguir el programa de salvación de su propia piel, el excandidato presidencial Aécio Neves (PSDB) y otros se aferran al gobierno. Temiendo su propia debilidad, el DEM y Rodrigo Maia no quisieron ofrecerse como alternativa de gobierno, prefiriendo una engorda hasta hacer planes mayores en 2018.
Con el pasar de los días, Temer se está mostrando a los capitalistas como un gobierno muy eficaz. Sigue su proyecto "Puente hacia el Futuro". Demuestra que sin ninguna moral y con la peor aprobación popular de la historia es posible gobernar. Desde que las centrales sindicales se mantengan en silencio y no surja algún elemento salvaje que tome las calles y le de un norte a la insatisfacción.
El problema de los problemas es que el programa de Temer, eventualmente, lamentablemente tiene que probarse en las calles.
Las soluciones encontradas en un sombrero responden a los nombres de "gran distrito", "distrito mixto", y en su forma superior, parlamentarismo (principales figuras de la reforma política impulsada por el gobierno). Así se puede garantizar un predominio aun mayor de los poderosos sobre el parlamento y que más y más aspectos del Estado brasilero queden blindados al estorbo de tener que pasar por las calles. Un objetivo más inmediato que esos cambios más profundos es la censura a la izquierda en la reforma política, a través de una cláusula de barrera, exclusión en el tiempo de propaganda televisiva y otros mecanismos para dificultar que se pueda expresar en el Congreso alguna voz que no sea la de conciliación con los empresarios.
No parece de fácil aprobación ni siquiera el "gran distrito", ni que decir del parlamentarismo. Pero que se mencione tanto esos cambios tan profundos en el sistema político es sintomático de cómo alas de la élite piensan más seriamente en tener un gobierno sin voto y que no parezca una dictadura. ¿Sería Temer la inauguración de un nuevo régimen o el fracaso de una idea antes de que tenga vida? Esa es una pregunta que también depende de la correlación de fuerzas, de la acción de los sujetos.
4- Los genios del poder judicial salieron de la lámpara, ¿cómo volver a meterlos?
El presidente Temer, el juez de la Corte Gilmar Mendes entre otras figuras lograron, en nombre de la estabilidad de la "casta política" poner a Raquel Dodge, segunda en la contienda en la fiscalía (MPF) como Procuradora General de la República. También ahí hubo poca protesta. En el siguiente momento hubo mayor control sobre la Policía Federal y ahora toda una renovación en el equipo de la operación judicial Lava Jato, que investiga los entramados de corrupción en Petrobras.
El actual procurador Rodrigo Janot, que será sustituido por Raquel Dodge a mediados de septiembre, parecía un dios de los destinos en Brasilia, pronto perderá su cargo y sus "flechas" parecen un poco ciegas. La Lava Jato se transformó en un actor secundario en la política. Nada indica por el momento que la segunda denuncia contra Temer, que debe ocurrir en los próximos días, tenga mejor recepción que la primera. Siempre hay sorpresas que pueden venir de esa corporación que pincha los teléfonos de todos y actúa según sus propios intereses y leyes. Pero independientemente de la importancia del poder judicial en la coyuntura, sus poderes y actores en la situación son un factor de inestabilidad instalado. Sin embargo, encuestas de opinión que muestran la pérdida de aprobación del juez estrella de la Lava Jato, Sérgio Moro, de fiscal Deltan Dallagnol y de los jueces de la Corte Suprema indican que ese poder que venía pasando incólume o incluso fortalecido en la crisis del país, está comenzando a sufrir el desgaste de todos los políticos, depreciando este "activo" que la burguesía tenía en el régimen y en defensa de una visión de neutralidad de su estado.
Los poderosos fiscales, erigidos por los medios como héroes patrios y administrando fortunas que son retiradas por la fiscalía del dinero proveniente de los testimonios empresarios, ¿aceptarán pasar a segundo plano porque su popularidad comienza a caer y la "casta política" se prepara para defenderse e incluso contraatacar? No es lo que indican en virulentos posts de facebook. ¿Se afiliarán a partidos o mantendrán su "partido judicial" operando ocultamente? La mosca azul del poder picó a Dallagnol, Carlos Brito, Moro, Bretas y Janot, ¿cómo puede todo volver a ser como antes?
La presencia de este actor político autoritario, que encarcela sin derecho a juicio, que comienza a aplicar y generalizar medidas que se venían aplicando en morros y favelas, es un peligro en la situación nacional. De un lado, las viejas y podridas oligarquías; de otro, jóvenes jueces y procuradores, todos con algún MBA en Estados Unidos, que se creen la encarnación terrena de la justicia divina y en su cruzada toman sistemáticamente como blanco todo lo que tenga cara u olor a nacional para abrir camino a las "limpias" empresas del imperialismo, en especial el estadounidense, dejando siempre algunas pistas de amenazas a las empresas europeas, que a diferencia de las estadounidenses, son por lo menos nombradas en los procesos judiciales.
La inestabilidad proveniente de intereses contradictorios de la "casta política" y de los "procuradores" está instalada. Superarla de forma favorable a los trabajadores pasa por una respuesta independiente para ambos.
Aliarse a figuras como el senador Renan Calheiros (PMDB) u otras figuras de la élite nacional no combina con la bronca hacia los políticos tan presente en la mentalidad nacional. Tampoco ofrece una respuesta tomar el bando de los "quita derechos" del poder judicial. Justamente ahí reside el potencial y el peligro en la realidad nacional para los que buscan desarrollar una estrategia anticapitalista y revolucionaria anclada en los trabajadores.
5- ¿Qué hacer?
La política no es solo terreno de encorbatados y conocidos. Los actores del tablero de ajedrez de la política nacional no son solo la Federación de la Industria de San Pablo (FIESP), Temer, el poder judicial, los tucanos o Lula. Hay un actor que tiene que reconocerse como tal: los trabajadores.
Todos los otros actores saben de la fuerza de este actor. Por eso Temer tantea antes de poner a votación la reforma previsional, por eso busca privatizar primero Eletrobras y no Petrobras. Por ese actor que no se ve como actor pero no deja de pesar, Lula tiene un discurso para una tribuna y luego coquetea con Renan Calheiros para otra.
El golpe institucional de 2016 y los ataques a los derechos de los trabajadores durante el 2017 hicieron que amplios sectores despierten a que hay que debatir política, y hasta que es necesario organizar, o por lo menos adherir a una huelga general, como la del 28 de abril. Incluso entre los que apoyan a Lula y al PT crece una insatisfacción con el apoyo a la figura de las patronales del campo Katia "motosierra" Abreu, a Calheiros o al expresidente Sarney. Es tanta la insatisfacción que Lula tuvo que postear un video en las redes sociales dando explicaciones y pidiendo atención y oídos abiertos a sus fieles correligionarios. Una de las mayores debilidades de los trabajadores en la situación brasilera es que la crítica a la conciliación política con la derecha aun no se traduce en crítica a la conciliación de clases del PT y Lula, eximiendo a los empresarios, eximiéndolos de la crítica de no hacer nada contra la reforma.