Las decisiones económicas de Dilma sobre el paquete de ajuste y la nueva configuración que tiene esa iniciativa en la relación de fuerzas entre el gobierno, el PMDB y los partidos de oposición.
Viernes 14 de agosto de 2015
En un artículo del miércoles (12), el periodista económico brasilero Luis Nassif señala un cambio en la actual relación de fuerzas entre el gobierno y la oposición: la forma en la que Dilma manejará el ajuste del presidente del Senado, Renan Calheiros, podrá determinar una posible recomposición (o el fondo del pozo, si fuere posible descender aún más). La novedad, sin embargo, no está solo en las decisiones económicas de Dilma sobre el paquete, sino la nueva configuración que esa iniciativa ya desarrolla en la relación de fuerzas entre el gobierno, el PMDB y los partidos de oposición.
Hasta el momento, el juego de fuerzas estaba basado en la siguiente contradicción para el gobierno: el llamado “Partido de los Trabajadores” se propuso ser el agente de un enorme ajuste contra los trabajadores y el pueblo, luego de haber ganado ajustadamente las elecciones diciendo que no tocaría los derechos laborales, en un país signado por las movilizaciones de junio de 2013. Esta situación le daba protagonismo al ministro de hacienda, Joaquim Levy, y a su política neoliberal. Se hacía aún más necesaria para que se concrete el ajuste, el acouredo del gobierno con el poder legislativo, tanto la Cámara de Diputados con Eduardo Cunha (PMDB) como el Senado con Renan Calheiros.
Eduardo Cunha jugó con esa contradicción y le hizo al gobierno una serie de chantajes, para poder aplicar el ajuste (con el que todos tienen acuerdo), sintiéndose fortalecido por la aprobación de cambios de su interés. Dilma se rindió, buscó un pacto fáustico con Renan, Cunha, puso al vicepresidente Temer en la articulación política con el legislativo, todo en nombre de la aplicación de su ajuste.
El resultado vino rápido: la insatisfacción popular alcanzó niveles exorbitantes, llegando al 71% de desaprobación. El fantasma del impeachment (destitución) parecía ganar fuerza: solo hacía falta pensar su método. El PSDB cumplía su papel y comenzaba a convocar a las manifestaciones del próximo 16; se discutía si la vía sería STE (Tribunal Superior Electoral) o TCU (Tribunal de Cuentas de la Unión), para evaluar la mejor forma de efectivizar la transición.
Sin embargo, una contradicción más de fondo se expresaba y ganó cuerpo en el último período: el “agente” del impeachment, Eduardo Cunha, no es un candidato serio al cargo. El diario O Estado de S. Paulo (uno de los artífices fundamentales de lo que los petistas denominan el Partido de la prensa golpista, PIG según sus iniciales en portugués), elogiaba a Temer en una editorial exactamente hace un mes, diciendo que “en la medida que se ubica con la genuina disposición de usar la influencia política que tiene para favorecer la ‘gran unidad nacional’ necesaria para recolocar a Brasil en los rieles de la normalidad política, económica y social, Michel Temer presta un buen servicio al país. Especialmente si tuviese la capacidad de neutralizar la preocupante tendencia de representantes del PMDB de alinearse en el Congreso a favor de propuestas legislativas retrógradas impulsadas por el radicalismo de derecha y por el fundamentalismo religioso”.
O sea, para la opinión política burguesa ya estaba clara una cosa: no habrá mínima estabilidad en un país en el que se le haga un impeachment al PT y que su principal agente sea Cunha, porque a pesar de toda la ideología retrógrada de los grandes medios, el régimen político (altamente cuestionado después de las Jornadas de Junio) es algo serio. No solo Estadão, sino la propia O Globo atendió al llamado de Temer (quedó también anoticiada la editorial de O Globo que rehusaba el impeachment), y también la propia FIESP hizo declaraciones en ese sentido.
Esta tendencia se hizo aún más concreta con tres eventos del PMDB: Eduardo Cunha fue denunciado más sustancialmente en junio en el escándalo de corrupción de Petrobras, en la llamada operación Lava Jato, donde un delator llegó a decir que pidió una coima de 5 millones, impactando decisivamente en la víspera de su discurso público en la televisión (lo que “apagó la llama” de su protagonismo del último período). El segundo evento significativo fue la declaración de Temer pregonando la “unidad nacional” con cierto contenido anti Cunha. El tercer evento fue el lanzamiento de una Agenda Brasil de Renan Calheiros, un enorme paquete de medidas de ajustes con 43 puntos.
¿Cuál es la relación entre esto y la situación general del gobierno que señalamos al comienzo? En primer lugar, amainó la agitación a favor del impeachment, una vez que el principal opositor del gobierno, Eduardo Cunha, está completamente cuestionado – aunque naturalmente los actos del 16 tendrán su importancia en esto. En segundo lugar, Michel Temer se vuelve el nuevo protagonista al pedir “unidad nacional”, en una señal de ofrecimiento de estabilidad en la medida que el PMDB gane aún más protagonismo (por la vía de su figura). En tercer lugar, y el más fundamental de la novedad en este punto, el gobierno deja de ser el único centro ajustador, que se disloca hacia el PMDB por la vía de Renan Calheiros, cuyo plan de ajuste es apoyado por el gobierno.
Es decir que para la oposición del PSDB se hace más difícil pegarle a Dilma cuando un paquete (sobre el que todavía hay paño para cortar) tiene como protagonista el Senado y para Eduardo Cunha se cierra el espacio para hacer política como opositor.
Además, dos reuniones en el día de hoy evidenciaban más el hecho: primero la de Lula con Temer, Renan, Sarney y otros PMDBistas que hicieron un almuerzo para afinar los planes del ajuste (y siguen aislando a Cunha) y después la reunión entre los ministros Joaquim Levy (Hacienda), Nelson Barbosa (Planificación) y Renan Calheiros con 30 senadores para “mejorar” el ajuste (debido al descalabro, las propuestas de aumentar la edad mínima de jubilación y el fin de la gratuidad del Servicio Único de Salud (SUS) fueron revisadas en reunión este miércoles, proponiéndose “definir” edad mínima y retirando el fin de la gratuidad de SUS de la agenda).
El impacto de los actos tanto del día 16 como del día 20 pueden influenciar ese juego de fuerzas, así como la operación Lava-Jato. Lo que no se puede dejar de notar, sin embargo, es que poco a poco el gobierno de Dilma se va reubicando (aunque con bajísima popularidad) detrás del paquete de Renan para alcanzar su principal objetivo: buscar estabilidad sin dejar de implementar el ajuste.