La lucha y la ira popular contra la inflación y la escasez no disminuye en Sri Lanka. El presidente Gotabaya Rajapaksa se aferra al poder y aumenta la represión, el último 19 de abril un manifestante resultó asesinado por las fuerzas represivas.
Jueves 21 de abril de 2022 10:22
Durante más de un mes las protestas masivas han pedido la renuncia del presidente ultranacionalista Gotabaya Rajapaksa después de que casi todo su gobierno renunciara a principios de este mes. Estas movilizaciones tienen lugar en un contexto de escasez, cortes de energía y una inflación muy alta que conduce a una pobreza creciente en la isla del Océano Índico. Los manifestantes acamparon frente al palacio presidencial desplegando pancartas con mensajes como: "¡Tenes que irte a tu casa!"
El 19 de abril, la Policía reprimió violentamente a los manifestantes que bloqueaban una carretera y las vías del tren en Rambukkana, matando a una persona e hiriendo a más de una veintena. Rajapaksa más tarde decretó el toque de queda.
Esta violenta represión por parte del gobierno demuestra su preocupación ante una situación explosiva. Desde hace casi un mes, la situación social en el país es explosiva con la caída de la rupia (moneda de Sri Lanka), consecuencia tanto del parón del turismo durante la pandemia como de las repercusiones de la guerra en Ucrania. La población tiene muchas dificultades para encontrar combustible, los precios, sobre todo de los alimentos, escalaron rápidamente, y la crisis financiera que atraviesa el país impide mantener una producción eléctrica regular, siendo moneda corriente los largos cortes de luz.
Le Courrier internacional informa de las palabras de un repartidor de pan que explica la situación en el lugar: “La actividad se ha reducido a más de la mitad. Cuando encuentro combustible para mi camioneta, ya no hay para la panadería. Cuando hay gas, no hay más electricidad. Si la electricidad funciona, faltan ingredientes o agua. Y, cuando logras encontrar todo lo que necesitas y tienes pan para vender, la gente dice que no tiene más para pagar. Esta es la situación hoy. La gente se muere de hambre. Esto es lo que ellos (por el gobierno) nos hicieron”.
Por lo tanto, los habitantes viven en la privación pero también en la falta de atención médica. Los hospitales se ven particularmente afectados por los cortes de energía y la escasez de combustible para hacer funcionar los generadores. Asimismo, las fuertes restricciones a la importación desde marzo han provocado un desabastecimiento de medicamentos. Radio Francia Internacional reporta el testimonio de un residente de Colombo(capital de Sri Lanka): “Sri Lanka atraviesa su peor crisis económica. Hay escasez de combustible, gas, electricidad. Y la escasez de combustible ha llevado a la bancarrota a muchas empresas grandes y pequeñas. La semana pasada, tres ancianos murieron mientras hacían cola para llenar una lata con gasolina. Fue horrible ver a la gente morir mientras hacían cola para las necesidades básicas. Hoy asistí a una cirugía en la que los cirujanos se iluminaban con sus teléfonos celulares mientras los generadores que habían estado funcionando durante horas se quedaron sin combustible y la cirugía no podía esperar. Actualmente, también hay escasez de medicamentos. Es un círculo vicioso, un círculo sin fin”.
El FMI ya está preparando planes para extorsionar a la economía de Sri Lanka con el pretexto de ponerla de nuevo en pie.
Una huelga general fue convocada el miércoles por el Colectivo de Sindicatos y Organizaciones de Masas. Los trabajadores de la salud, los trabajadores agrícolas ya han mostrado cierta participación en el movimiento, incluso siendo más las manifestaciones masivas que las huelgas las que se han llevado a cabo hasta el momento.
Las mayorías populares han logrado perder el miedo, después de años de autoritarismo del clan Rajapaksa. Las renuncias de ministros, la represión, los intentos de censurar las redes sociales son signos desesperados por parte de los gobernantes. Por su parte, los manifestantes dan testimonio de una importante unidad frente a las élites, en un país con una historia desgarrada por conflictos étnicos y raciales.
La intervención de la clase obrera de Sri Lanka con sus propios métodos, como la huelga podría dar un paso decisivo al movimiento para lograr tirar abajo las políticas de Rajapaksa y su camarilla gobernante, sin depositar confianza en una oposición que solo espera sacar provecho de un movimiento popular al que ella misma teme.