El dato de inflación de 2,2% en enero no refleja del todo la inflación real que impacta sobre los bolsillos de los trabajadores. El Gobierno no actualiza la metodología de cálculo intencionalmente y subestima así el peso que tienen los tarifazos de servicios públicos y otros servicios como comunicaciones en los consumos de los hogares. La insistencia en mostrar "éxito" y estabilidad económica refleja todo lo contrario: una economía sin bases sólidas.
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Lucía Ortega @OrtegaLu_
Jueves 13 de febrero 21:10
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El Gobierno de Milei hace de cada dato un relato sobre el supuesto "éxito" del plan económico. Claro que los datos son cuidadosamente seleccionados, exagerados en casos, minimizados u ocultados en otros. La insistencia pública en la imagen de estabilidad y éxito en este momento son clave para el Gobierno precisamente por lo contrario: la economía no tiene bases sólidas, el equilibrio es muy inestable y está sostenido en forma circunstancial sobre esa fachada para posponer lo más posible las tan temidas expectativas de devaluación.
El dato del Indec sobre la inflación volvió a estar en el centro de la escena. El 2,2% mensual como promedio en enero levantó sospechas por el contraste con la percepción de que se licuan los salarios y la certeza de que el dinero alcanza cada vez para menos. Este hecho, ya lo veníamos señalando meses atrás. En teoría una desaceleración de la inflación implicaría un mayor bienestar y una recuperación del poder de compra, y en efecto esa fue la promesa de Milei.
Los datos del INDEC dicen que fue de solo el 2,2%. Ya sé, nadie lo siente así. Pero no es una sensación, es que el gobierno se niega a actualizar la ponderación de los productos que más aumentaron y con eso baja el impacto en el número final. Gran trabajo de Marco Lavagna.
— Myriam Bregman (@myriambregman) February 13, 2025
Por qué si baja la inflación no mejora nuestra situación económica como dijeron
En primer lugar, para que una menor inflación mejore el poder adquisitivo los salarios e ingresos populares deben crecer más rápido que los precios. El punto de la discusión es que el Gobierno intencionalmente deja sin actualizar la metodología de cálculo del índice de precios, lo cual en este momento le es favorable para que el índice termine dando para abajo.
Por ejemplo, el centro CEPA plantea que si se actualizara la composición de la canasta de bienes y servicios de los hogares la inflación acumulada con el gobierno de Milei sería 26,5 puntos porcentuales más elevada (o 14,8% más) de lo que hoy da, totalizando en 205,8% contra 179,3% que muestra el IPC de Indec (tomando el período diciembre 2023 a enero 2025).
El INDEC dio a conocer la inflación de enero 2025 (2,2%), en línea con lo que estimaban las consultoras del REM (2,3%).
Sin embargo, como venimos sosteniendo la canasta que utiliza el INDEC para calcular la inflación no es representativa de los consumos de los hogares argentinos… pic.twitter.com/Lyo0N14mtB
— Hernán Letcher (@hernanletcher) February 13, 2025
¿Por qué ocurre eso? La inflación se mide como un promedio de suba de los precios, y para ello se pondera qué incidencia tiene cada bien y servicio en la canasta total, en base a una encuesta de gasto de los hogares. Hoy en día el Indec que conduce Marco Lavagna desde 2019 sigue utilizando una canasta basada en los consumos de los hogares del año 2004/05.
En el último año de gobierno de Milei los tarifazos de servicios públicos, comunicación (telefonía celular), transporte y otros servicios tuvieron un gran salto y se hicieron sentir mucho en los bolsillos populares. Precisamente, en los últimos años los servicios públicos tienen mayor peso en la canasta de consumos de bienes y servicios de los hogares debido a cambios en los patrones de consumo y también a los propios incrementos de tarifas, pero estas modificaciones aún no fueron impactadas en la metodología de medición de la inflación, aún cuando hay una encuesta de gasto de los hogares del año 2017/18 que lo permitiría.
La trampa del dato del Gobierno con la inflación: al no haber actualizado el Indec la metodología quedan subestimados los tarifazos
En el último año las tarifas aumentaron muy por encima de los precios promedio
Los servicios hace tiempo que "pesan" mucho más en los consumos pic.twitter.com/mOlfipzEGz
— Lucía Ortega (@OrtegaLu_) February 13, 2025
Eso también se refleja en la brecha de 55% entre el IPC de CABA (3,1%) y el IPC Indec (2,2%) para enero, como señala el economista de la UBA, Juan Graña. En la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires adoptaron la decisión de actualizar la metodología del índice desde febrero de 2022. A partir de diciembre de 2023, cuando saltaron las tarifas comenzaron a divergir ambos índices.
IPC INDEC vs IPC CABA
Ya casi todos saben que hay un debate metodológico respecto a cómo se mide la inflación en 🇦🇷.
Hoy salió el número del IPC INDEC nacional con 2,2% (en GBA dio menos: 2%)
Hace una semana salió el IPC CABA y dio: 3,1%Mini hilo. 🧵
— Juan M. Graña 🧡💚 (@JuanMGrana) February 13, 2025
No es estrictamente una manipulación, pero el índice objetivamente pierde precisión y por lo tanto se termina distorsionando su capacidad de reflejar la real evolución de los precios de una canasta representativa de bienes y servicios al consumidor (se trata justamente del Indice de Precios al Consumidor). Si bien sigue siendo útil para mostrar tendencias, pierde solidez.
Cuando esto sucede sostenidamente en el tiempo, el índice deja de ser una referencia común para interpretaciones y lecturas económicas y políticas de la realidad, como por ejemplo, poder definir si los salarios reales mejoraron o empeoraron, cuál es la evolución del poder adquisitivo de las jubilaciones, cuál es la magnitud del ajuste fiscal, etc.
Pero lo que es peor, comienza a tener efectos prácticos que perjudican a unos y benefician a otros, no sólo para la medición de precios en general sino para la determinación de otros precios en la economía. Por ejemplo, en la negociación de paritarias los trabajadores tienen menos elementos para conseguir aumentos salariales que superen a la inflación y logren recomponer la pérdida de los últimos años, y las patronales aprovecharán utilizar un IPC subestimado en la negociación.
Es por ello que las críticas metodológicas que surgen al respecto no sólo son legítimas, sino también necesarias.
Hasta que den la señal de parar con el "carry trade"
De todas formas, no se puede negar que la tendencia de precios es a una desaceleración, sea utilizando una canasta de bienes y servicios de hace 20 años u otra de hace 7. Comparado a los elevados niveles a los que Milei y Caputo la llevaron a fines de 2023 cuando realizaron una devaluación de la moneda de casi 120%, desregularon precios, dispararon tarifas, entre otras medidas, sobra la base de una inflación elevada y crónica de la gestión de Fernández y Massa, el resultado es de una desaceleración de la inflación.
Como dijimos arriba, no es una desaceleración lo suficientemente grande como para impactar en una mejora de los salarios y la actividad económica. Esto es así porque precisamente los precios que más se rezagaron son los salarios.
La pregunta por qué sucede y qué expresa. La explicación no es el saneamiento del "déficit fiscal" como presenta Milei, sino de un hundimiento de la economía y del consumo que contrajo a niveles históricos la demanda.
Es decir, el menor ritmo de incremento de precios habla del brutal ajuste al que la gestión de La Libertad Avanza expuso a las mayorías trabajadoras. Un recorte del gasto público en jubilaciones, partidas sociales, obra pública, educación (universidad), salud, despidos de trabajadores estatales y hundimiento expulsivo de los niveles salariales, recorte de subsidios que se trasladaron a elevados niveles de tarifas de servicios públicos (como mostramos arriba), entre otros.
Así también, y especialmente en los últimos meses, la principal ancla de los precios fue la apreciación cambiaria, y para eso el Gobierno se valió del "cepo" cambiario (intervención del Estado en la economía) y de la intervención del Banco Central en el Contado con Liquidación, con un costo muy alto en pérdida de dólares, mientras paga religiosamente los vencimientos de deuda.
La entrada de dólares del blanqueo actuó como un aliciente, y el "carry trade" o bicicleta financiera que hacen los bancos y especuladores con el esquema monetario (de tasas de interés superiores al ritmo de devaluación) y cambiario, obteniendo enormes beneficios en dólares, también sostiene el fino equilibrio que impide que la economía vuele por el aire.
La economía ya acumula siete meses de déficit en su cuenta corriente. Diciembre pasado cerró con un déficit de U$S 1141 millones por “egresos netos en todas sus cuentas”. De esta manera, se redujo el superávit de U$S 9161 millones acumulado hasta fin de mayo hasta los apenas U$S 1695 millones en el año. La poca competitividad de la industria termina de destruirse con el "dólar barato", la apertura importadora y ahora también, aranceles que impondría Trump para algunos productos como acero y aluminio, afectando a uno de los principales beneficiarios del modelo de Milei: Paolo Rocca y el Grupo Techint.
En tanto se mantenga alejada la expectativa de devaluación, este esquema puede durar unas semanas o meses más. La duda es si alcanzará para pasar las elecciones. Allí aparecieron las "promesas" de alcanzar un acuerdo con el FMI para traer fondos frescos sobre la base de mayores hipotecas, pero esa opción cada vez se muestra como lo que es: una pantalla. Y para aliviar la falta de dólares se planteó el dólar soja hasta mediados de año, intentando fomentar la liquidación del agro.
No obstante, el cambio climático (que Milei niega), la sequía y la misma apreciación cambiaria están golpeando duramente a la gallina de los huevos de oro. El campo se enfrenta a recortes permanentes en las previsiones de la cosecha para este año, lo cual podría complicar aún más el frente externo. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la cosecha de soja se estima en 47,5 millones de toneladas (Mt), lo que representa una caída de 5 Mt respecto a las previsiones iniciales de septiembre. En tanto, la producción de maíz se ajustó a 46 Mt, marcando una reducción de 6 Mt respecto a las proyecciones de inicio de campaña y 2 Mt menos en comparación con la estimación de enero.
Cuanto más el gobierno se esfuerce por mostrar que "todo está bien", mayor será la certeza de que buscarán imponer las consecuencias de la crisis sobre las espaldas de las y los trabajadores. En algún momento "los mercados" darán la señal de terminar su ciclo especulativo y retirar sus inversiones de corto plazo, como ocurrió con Macri en abril de 2018. Pero no será suficiente con alterar, por acción u omisión, un índice oficial.
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Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.