Pignanelli (SMATA) y Martínez (UOCRA) estuvieron en el Coloquio Empresario de IDEA. Los dirigentes de los dos sectores que este 17 de Octubre lanzarán sus espacios político-sindicales, dijeron que “a las empresas no se les puede pedir más de lo que pueden pagar”. Los empresarios cada vez se quedan con más porciones de la torta y Massa prepara un "plan de estabilización" que consolide ese robo.
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Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Viernes 14 de octubre de 2022 12:46
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En el lujoso Hotel Sheraton de Mar del Plata, el 58° Coloquio de IDEA se ha convertido en una especie de “confesionario” del Gran Hermano. Políticos, analistas y burócratas sindicales van a contar sus ideas a los dueños del país. “Ceder para crecer” ha sido el sugestivo lema elegido por las grandes empresas este año. Ya lo analizamos en esta nota. Cada participante va dándole su propio sentido a esa idea: “ceder”.
Ayer les tocó, por ejemplo, a dos dirigentes de la CGT. Fueron Gerardo Martínez, dirigente de la UOCRA y aliado a Héctor Daer y Ricardo Pignanelli, dirigente del SMATA y alineado con Pablo Moyano. Sin embargo, en el confesionario del IDEA interpretaron el mismo libreto.
-Hola Ricardo, ¿qué te está pasando?, dijo el Gran Hermano de IDEA.
Y Pignanelli se confesó. Dijo que “lo que hay son las necesidades de los trabajadores y la posibilidad de la empresa. A la empresa no le puedo sacar más de lo que me puede pagar”. Aplausos. Cuando le preguntaron cómo logró el acuerdo con Toyota, una verdadera “reforma laboral por empresa”, dijo sencillamente “cedimos”. Aplausos. Porque “ceder es crecer”.
Martínez aportó lo suyo: “ustedes representan intereses y nosotros también. Nadie lo pone en tela de juicio. Es el sistema capitalista. Necesitamos sindicatos transparentes y sanos”. Más aplausos. La presencia del jefe de la UOCRA no es casual: los empresarios quieren generalizar el modelo de indemnización de la construcción, donde el trabajador se paga su propia indemnización.
No estaban ante los dueños de un taller mecánico o un corralón de materiales de la construcción. Lo escuchaban las y los CEO’s de Ford, Mercado Libre, Techint, Molinos, Banco Santander y las 200 principales empresas que hacen negocios en el país, muchas de ellas extranjeras.
Las declaraciones fueron levantadas por las tapas de grandes diarios. “Los gremios reclaman pero reconocen: "No se le puede sacar a la empresa más de lo que me puede pagar"” titula Clarín. Casualmente, el mismo título que Infobae.
Es que estamos ante una campaña. En medio del debate por la inflación, por el atraso de los salarios, que quedó todavía más expuesto con el duro conflicto del neumático, el sindicalismo peronista fue a poner “paños fríos” a la llamada puja distributiva.
Pero, ¿cuál es la realidad?
Las ganancias en cohete, los salarios por la escalera
La realidad es que los salarios reales en la Argentina, o sea lo que se puede comprar con el sueldo, no han parado de caer. Pero hay algo mucho más interesante, que en definitiva es lo que más les importa a los empresarios de IDEA: cuánto de la torta, de la riqueza generada, se quedan ellos, y cuánto la clase trabajadora. Ahí está el “corazón” de lo que se debatió en IDEA. La famosa rentabilidad.
Y los datos son contundentes. Tomemos cuatro fuentes distintas.
Este último dato nos lleva a una definición clave: el salario relativo. “Cuando hablamos del alza o de la baja del salario, no debemos fijarnos solamente en el salario nominal, es decir, la suma de dinero por la que el obrero se vende al capitalista, ni el salario real, o sea la cantidad de mercancías que puede comprar con este dinero, agotan las relaciones que se contienen en el salario. El salario se halla determinado, además y sobre todo, por su relación con la ganancia, con el beneficio obtenido por el capitalista: es un salario relativo, proporcional”. La frase corresponde a Carlos Marx y conserva total vigencia. Lo muestran los datos que citábamos arriba. Y confirma una tendencia histórica ya marcada por Marx: la apropiación creciente del valor agregado, generado por la clase trabajadora, por parte de la clase empresaria.
Aunque esos términos pueden variar ante determinadas luchas salariales, lo que más les importa a los capitalistas es quedarse con un pedazo cada vez más grande de esa riqueza producida. De la torta.
"Cedimos"
Hilando más fino, podemos ver el caso concreto de “nuestros” voceros en el Coloquio. Si tenemos en cuenta la participación de la remuneración al trabajo asalariado en el valor agregado por sector de actividad, entre 2017 y 2021 los obreros y obreras industriales han perdido un 19%. Los que más han perdido. “Cedimos” dijo Pignanelli. Se le fue la mano. “Desde una automotriz, reconocieron a Ámbito que la rentabilidad por cada unidad vendida en la Argentina es superior a la que se logra en cualquier país de la región. “Sin duda, estamos con márgenes históricos” señalaron” (Ambito, 14/12/21). Una de las explicaciones es que los 0km se encarecieron un 80%. En septiembre se necesitaron 43 salarios para comprar un auto chico, el doble que en 2019.
En el caso de la Construcción, solo entre 2020 y 2021 los trabajadores perdieron casi un 5% de participación en el valor agregado del sector. Según La Nación, las grandes empresas “hoy se encuentran con los costos de construcción de un edificio en los valores más bajos de la serie histórica” (13/10/22).
Como dijeron Pignanelli y Martínez, cedimos... las que crecieron fueron las cuentas de IDEA.
Esas ganancias obscenas, a costa del esfuerzo obrero, son las que motorizaron la combativa huelga del neumático. Allí los que tuvieron que ceder fueron los empresarios, cuando se estaba paralizando Toyota, la marca emblema del 58 Coloquio de IDEA. Su sindicato denunciaba que el salario representa un 2% del precio de venta de las cubiertas. Y ese mismo espíritu impulsa la durísima huelga petrolera en Francia, que lleva más de 20 días. Mientras quienes hacen funcionar las refinerías pierden o empatan con la inflación, las petroleras ganan mucho más.
Más claro imposible: estamos ante un aumento de la explotación. Las cúpulas sindicales cedieron, los dueños del país crecieron. La inflación ha sido una de las claves de ese saqueo.
"Luchar para crecer"
Las discusiones que se dan en los eventos empresarios o los despachos oficiales tienen un telón de fondo. Todo saben que la "tranquilidad" de las últimas semanas es precaria. Por eso las miradas están puestas en el “plan de estabilización” que pondría en marcha el superministro Sergio Massa en noviembre, tras la aprobación del Presupuesto 2023. Según todas las versiones, implicaría el congelamiento de precios y salarios durante cuatro meses. Como analiza Pablo Anino en su newsletter El juguete rabioso, “esto es muy importante porque el plan de estabilización inexorable, inevitable, en realidad no pone en discusión las ganancias empresarias. De hecho, el congelamiento de precios y salarios implica congelar, cristalizar, el aumento de la tasa de explotación o, visto desde otro ángulo, la transferencia de ingresos que favoreció al gran capital en los últimos años”.
No se trata de “pedir lo posible”, sino lo necesario para enfrentar la degradación social de la única clase productora. Hay que tomar el ejemplo de las luchas que buscaron “recuperar lo perdido”, promesa incumplida del Frente de Todos. Exigir a los sindicatos que dejen los "confesionarios" patronales y convoquen asambleas y un plan de lucha por un aumento de emergencia que devuelva a los salarios su poder adquisitivo, que permita cubrir la canasta familiar y sea indexado mes a mes con la inflación, haciendo públicos los “números” y ganancias empresarias. Y reduciendo la jornada laboral a 6 horas, empezando por las grandes empresas que forman parte de IDEA, lo que permitiría crear 1 millón de puestos de trabajo con derechos.
La clase trabajadora tiene que “luchar para crecer”, como demostró la lucha del neumático.
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Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.