El pasado viernes se reunieron, en el centro cultural y político “Rebelión”, estudiantes de psicología, medicina y enfermería de la UNLP, junto a trabajadoras de la salud, del ministerio de Desarrollo de la Comunidad y de Salud, obreros del Astillero Río Santiago y trabajadoras que vienen luchando por la defensa del Instituto Biológico, contra la Sociedad del Estado que quiere imponer Kicillof.
Jueves 16 de junio de 2022 21:51
Al principio, entre mates separados y algún que otro cebador, cada unx se iba presentando y entre un clima donde abundaba la empatía, nos íbamos dando cuenta que, de diferentes maneras, todxs venimos sufriendo la crisis en curso por el ajuste del gobierno.
Lxs pibxs de la facultad contaban que además de estudiar, tienen que trabajar y, como es moneda corriente en la juventud, lo hacen de forma precarizada: mozos, kiosqueros, tareas de cuidado, atención al público y una frase que se repetía “mil horas para llenarle los bolsillos a otros”. Algo similar se veía en los hospitales o centros de salud, donde no solo prima el pluriempleo para poder llegar a fin de mes, sino que además son la primera línea que se carga al hombro ni más ni menos que la salud de las mayorías, sin insumos suficientes, con falta de personal y salarios de miseria. No son héroes ni heroínas: son personas de carne y hueso que hacen un enorme aporte a la comunidad recibiendo a cambio migajas y maltratos por parte del Estado.
Defender el Instituto Biológico es defender la salud pública
A más de unx se le puso la piel de gallina y se llenó de fuerza el aire, cuando tomaron la palabra las trabajadoras del Instituto Biológico de la región que vienen demostrando que al ajuste se le puede hacer frente. El IB, como le dicen ellas a su lugar de laburo desde hace años, cumple un rol social irremplazable. Se encarga de la fabricación de medicamentos de uso masivo como el paracetamol, la realización de alcohol en gel (insumos tan necesarios en pandemia), el testeo de los alimentos de toda la población para verificar si están o no aptos para el consumo, caldos de cultivo para determinar enfermedades y poder medicar a millones de pacientes, entre muchísimas otras cosas.
El gobierno de Alberto Fernández y Axel Kicillof, al igual que con el Astillero Río Santiago, quiere imponer un proyecto para que el IB, de carácter estatal, se transforme en una Sociedad del Estado. Un chamuyo que no se comieron lxs trabajadorxs del IB y desde el minuto uno le están haciendo frente. El intento de privatizar gradualmente el Biológico no es nuevo, Macri se caracterizó por recortar diferentes funciones que cumplía el Instituto y el gobierno actual del Frente de Todos no quiso quedarse atrás. Recientemente cerraron el área de fabricación de medicamentos que al día de hoy son producidos por empresas privadas, como Agabo, para llenar los bolsillos de un puñado de parásitos que viven de hacer de nuestra salud un negocio.
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Cuántas familias padecen enfermedades sin tratar por no tener acceso a los medicamentos necesarios, cuántos bolsones de comida están llegando a las escuelas sin ningún tipo de testeo en laboratorio, así como los alimentos que llegan a los supermercados. Cabe preguntarse también cuántos millones de pesos sacan de tajada los empresarios y funcionarios que eligen hacer negocios ni más ni menos que con nuestra salud, la salud de lxs de abajo. Qué distinto sería si el Instituto Biológico fuera gestionado por sus trabajadores y la comunidad, quienes saben perfectamente cuales son nuestras necesidades. Donde se organice y planifique cada aporte que el IB puede hacer en función de las necesidades sociales, es decir, las necesidades de la comunidad.
No es un slogan: efectivamente para defender la salud pública hay que defender el Instituto Biológico, contra los recortes e intentos de privatización, con todos sus trabajadorxs adentro, con salarios dignos y recursos suficientes. De ese lado nos encontramos quienes estudiamos para formarnos como trabajadores de la salud, quienes ya lo son así como muchxs sostenes de familias que son usuarias de la salud pública o pelean por su acceso. Y es nuestra tarea hacer saber esta situación, que afecta al conjunto del pueblo trabajador de la región, difundir su conflicto y llenar de fuerza su lucha. Exigiendo a los sindicatos, gremios y centros de estudiantes que se pongan a la cabeza de esta pelea.
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Resignarse no es una opción
El intento de privatizar paulatinamente el Instituto Biológico, es una nueva muestra de la irracionalidad del sistema capitalista. En este sentido Laura, médica generalista y referente de la Corriente de Izquierda por la Salud Pública, hizo un gran aporte a la reunión desnaturalizando la realidad que vivimos las mayorías. “De un lado tenemos al gobierno bombardeandonos todo el día con que hay que hacer lo que se puede, con lo que hay. Y del otro a la derecha y tipos nefastos como Milei queriendo hacer guita hasta con la venta de órganos” decía Laura, con la sangre hirviendo, interpelando a todxs lxs presentes.
Paola, enfermera del Hospital José Ingenieros, contaba que brindó un taller sobre Educación Sexual Integral para tratar de aportar desde donde puede a la comunidad que accede (o a veces ni siquiera) al hospital donde ella trabaja. Contó que un adolescente expresó que él quería pelear por sus sueños porque no pensaba quedarse estancado en las condiciones en las que vive, en un barrio de la periferia de la ciudad de La Plata.
Minutos antes, Hernán, obrero del Astillero Río Santiago y referente de La Marrón, capturó la atención de la sala al contar la potencialidad de la unidad entre trabajadorxs ocupadxs, informales y desocupadxs, estudiantes y las familias de los barrios, desde un ejemplo muy concreto: la experiencia de coordinación que construímos en 2018 cuando el macrismo quiso “dinamitar” el ARS y tambien la educación pública. Obreros del ARS, estudiantes, docentes, no docentes, confluiamos en las calles y enfrentabamos la represión, de esa forma frenamos los ataques del gobierno, con la unidad.
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La salida es desde abajo
Hace un par de meses, muchxs de lxs estudiantes de Psicología que impulsamos esta reunión abierta, vivimos en carne propia las consecuencias letales que puede tener el ajuste:tres niñes fallecieron en un incendio completamente evitable, mientras jugaban en condiciones de extrema precariedad. ¿Los responsables? Los mismos que desfinancian la educación y la salud públicas: el gobierno del Frente de Todosjunto a la derecha, que eligen pagar millonadas al FMI mientras arrojan a millones a la pobreza.
Ante este hecho, contaba Lucía, estudiante de Psicología: “nos organizamos, impulsamos una colecta enorme donde colaboraron un montón de compañerxs, docentes”. Un enorme gesto de solidaridad de quienes todos los días estudiamos a unos pocos metros. Separa un alambrado el predio de las facultades de humanidades y psicología del Barrio José Luis Cabezas, un burdo ejemplo del intento del Estado de dividirnos.
Las familias eran claras: necesitaban asistencia psicológica. “Movimos todo, juntamos más de mil firmas, hicimos una campaña para exigirle a la facultad que ponga a disposición sus herramientas para asistir al barrio”, contaba Lu y agregaba que no podía creer cómo “habiendo una facultad llena de profesionales, de psicólogos, que podrían garantizar dispositivos, las autoridades ni siquiera pisaron el barrio para acercar la solidaridad”. Lucía expresó lo que sentimos muchxs: un sentimiento profundo de bronca. Pero ella fue clara: “toda esa bronca, hoy, la transformamos en este espacio, en organización”.
Es por eso que decidimos impulsar un espacio de recreación para las niñeces en el barrio, una juegoteca donde lxs chicxs puedan jugar de forma segura y participen de distintos talleres. Pero sabemos que si bien ayudan, no es suficiente para las familias del barrio, contar con este tipo de espacios, porque su realidad tiene que ver con problemas estructurales que se profundizaron gobierno tras gobierno. No cuentan con una vivienda digna, así como tampoco tienen acceso a los servicios básicos, no tienen trabajo genuino por lo que muchas veces tienen que salir a hacer changas todo el día para poder llevar un plato de comida.
Por lo que nos parece fundamental que la juegoteca sea el puntapié para generar un lugar de encuentro y organización para el conjunto de las familias, junto al barrio, estudiantes de psicología, docentes de las escuelas de los chicos y trabajadorxs de la zona. Solo con esa fuerza, uniendo por abajo lo que los de arriba quieren dividir, podremos exigirle al Estado vivienda digna, trabajo genuino, plata para educación y salud.
En un momento donde no sobra el tiempo, donde la mayoría tenemos más de un trabajo o nos la pasamos buscando uno, para dejar días enteros en los laburos por un salario que no alcanza; la organización desde abajo se vuelve fundamental. “Si trabajamos 6 horas, 5 días a la semana como decimos desde el Frente de Izquierda hace años, no sólo podríamos garantizar que todxs tengamos laburo, sino que además podríamos usar nuestro tiempo en este tipo de espacios”, decía Artemis, mozo y estudiante de psicología.
Una demanda fundamental para lxs trabajadorxs de la salud que se encargan ni más ni menos que de la vida de millones, muchas veces habiendo trabajado 24 horas seguidas, con el impacto que eso tiene en la salud mental. A partir de esto surgió la iniciativa de impulsar un observatorio donde se releven las condiciones de trabajo y su impacto en la salud mental de lxs trabajadorxs del Htal. San Martín, que llevaran a cabo estudiantes de medicina, de psicología junto a trabajadorxs del hospital.
Para dar esa pelea, la pelea por nuestro tiempo y por ende, en última instancia, la pelea por nuestra salud mental, la de las mayorías, es fundamental luchar por otro tipo de sociedad. Queremos coordinar para poner en pie espacios de discusión política desde donde surjan distintos tipos de iniciativas para organizarnos desde abajo. Como dijo Adriana, trabajadora del Instituto Biológico, “tenemos que hacer otra política, la política de los trabajadores”. Y por qué no, en ese camino, atrevernos a más y luchar para conquistar nuestro gobierno, un gobierno de lxs trabajadorxs.